PUNTO DE QUIEBRE -10-
Advertencia: Hay una escena de violación, no es muy fuerte, pero de todos modos aviso.
Capítulo 10
"Hielo derretido"
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Años atrás...
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"¿Realmente crees qué puedes huir de tu pasado? De todas las cosas que hiciste, tratando de redimirte con ser un mejor país cuando ella murió, cuando te enamoraste, por dios, el karma va a matarte apenas seas feliz."
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Grecia, Año 1723
Colores vivos perfectamente conectados con el blanco.
Máscaras multicolor donde una dorada destacaba, en aquel lugar donde las coronas aparecían grandes sobre las cabezas de los imperios. Bebida, música y espectáculo era lo que entretenían a todos, donde las copas chocaban y una que otra propuesta de unión y trabajo se daba. La vida para un imperio era sencilla en ese entonces, solo sonreír, solo disfrutar, solo mantener esa corona en la cabeza.
– Imperios, ha llegado el momento, por favor pasen a los baños...
Anunciaron, mientras aquel Imperio joven se ponía de pie caminando a dicho lugar. Suspiró para sí mismo mientras seguía a todos, y al final miró aquellos lugares en esas enormes piscinas, donde en medio había una cama elevada y una pequeña colonia francesa, asustada y desnuda en ese lugar, tratando de desatar sus extremidades lo más rápido que pudiera.
El francés sonrió mientras se metía a los baños junto a los demás, después acarició la mejilla de su pequeña colonia que comenzaba a lagrimear de miedo, y un simple beso fue a parar a su frente.
– Bueno, ¿Por turnos o alguien me va a ofrecer algo grande? – dijo el francés a lo que el inglés se levantó, saliendo de los baños y sujetando las piernas de la colonia temblorosa. – ¿Qué ofreces UK?
– ... Hmm... ¿Qué tal telas y joyas para tus atuendos bebé?
– Lo tomo... hazlo. Danos un buen espectáculo.
Entre ese espectáculo de sometimiento violento, una sonrisa se formó. El imperio disfrutaba de los gritos de desesperación, los gemidos, la sangre comenzando a salir; Lo amaba. Esa hermosa cama blanca con sabanas del mismo color siendo manchadas poco a poco por gotas de sangre, preciada sangre de colonia. El inglés no estaba siendo considerado, trataba a la colonia como un simple trapo de cocina, complaciéndose a base de una violación y terror del pequeño.
El Imperio tragó saliva, mientras sentía dolor en su entrepierna. Una enorme erección quería salir, ni siquiera él sabía porque le excitaba tanto el dolor en alguien más, porque era tan excitante presenciar un acto tan vil, ¿Era la sed de sangre? ¿La sed de conquista? ¿Qué era?
– Estas tan duro imperio... Nunca cambias ¿O sí? – sonrió el francés mirándolo. – Tú y UK son iguales, sedientos de poder y deseo. Pero, pensé que tu solo cogías con alemanes, no pensé que una colonia te excitaría de esa manera.
– Pensé que eso te atraía Francia. Por eso te dejas coger por UK y por España. – respondió el Imperio con una sonrisa.
– Me atrae. Ahora dime, ¿Tienes las bolas de tomarme ante la presencia de UK?
Y así lo hizo.
Vio como el francés abrió sus piernas lentamente, dejando ver ese anillo rosado entre ellas, el cuerpo del francés era poesía, de las más dulces, con suaves curvas, con una belleza sin igual, con esa mirada intensa, ese rosa en su mirar. Lo deseaba, deseaba tenerlo, así que se abalanzó hacia él, ante la mirada expectante de todos, y penetró con fuerza, de golpe, sin prepararlo, haciendo que su sumiso gritara de dolor y placer, dejando caer un poco de sangre en las aguas.
El inglés hizo un gesto de molestia al ver a su francés siendo tomado y abrazado por alguien más, pero aun así dejo que continuara dicho acto mientras él seguía el suyo. No se dio cuenta cuanto tiempo estuvo así, cogiendo sin parar, porque podía, porque tenía el poder para hacerlo, como siempre lo supo.
"Si un día un rey pide que alguien lo acompañe a su cama, lo más probable es que haya una fila de doncellas esperando a complacerle"
Cerró los ojos, aburrido de su destino, ¿Qué interesante había en cogerse a un imperio? Ya no había nada, era venir, coger como loco, morder colonias, comer, y regresar al frio San Petersburgo. Todo se había vuelto tan monótono, incluso los gemidos y gritos de dolor de Francia eran tan monótonos. Tal vez imperio británico tenía razón, cuando ya había alcanzado la cima de sus fetiches, ya no había nada más, no había diversión si ya tenía a todos a sus pies.
Entonces abrió los ojos, y miró a su alrededor.
No había nadie, y él estaba cubierto de sangre. De nuevo, no sabía si esa sangre era de Francia o alguien más, cuando coges por coger, su mente se apagaba. Fue entonces cuando se propuso a recordar mientras quitaba la sangre de su cuerpo en las aguas de las bañeras. En su memoria, se veía a él cogiendo a Francia, pero después era muy violento, golpes, mordidas, abusos, torturas, el sabor de sangre en su boca, y después las manos de alguien en su cuello. Si, Imperio Británico había defendido a Francia. Puede que se le hubiera pasado la mano.
Miró sus palmas, viendo como temblaban aquellas manos repletas de sangre hasta debajo de las uñas. ¿Esto era su vida? Una miserable sin fin, donde su mayor aspiración era coger sin más.
– Sabes que comerte a otro Imperio no es bueno, puedes arrancarles un pedazo, pero al final no vayas tan lejos. Imperio Británico tuvo que pararte, aunque era delicioso verte coger de esa forma. – esa voz, lo vio entrar, desnudo mientras enjuagaba sus manos y cabello negro, en aquel baño que solía ser blanco para convertirse en rojo carmesí. – Sabes las reglas, no más de tres mordidas por persona.
– Hola Prusia. – dijo el imperio mirando al sujeto enjuagar su cabello. – ¿Tú me mordiste aquí? Veo que está cicatrizando... – dijo el imperio, señalando su pecho.
– Si, como tú me mordiste el trasero idiota, me dolió mucho. Pero mira. – dijo el hombre dándose la vuelta mostrándole un trasero firme y trabajado. – Recuperado en su totalidad. Sabes que podrían comerse la mitad de nosotros y en cinco minutos tendríamos de nuevo el cuerpo completo.
– Debo disculparme con Francia. – interrumpió el ruso frotando sus cienes.
– No lo hagas, él lo entiende. Pero, esa falta de criterio tuyo me está preocupando. ¿Pasa algo? Sabes que puedes hablarlo conmigo.
– ... Me siento vacío. Me percaté de eso hace un mes y ahora no puedo sacarlo de mi cabeza, el sexo se siente vacío, todo... no sé qué me está pasando.
– No puede ser, realmente te está afectando. Pensé que lo solucionarías apenas te enteraste... al parecer no tienes las bolas.
Prusia era hermoso, un hermoso muchacho de cuerpo atlético y fuerte, un hermoso chico, divino a la vista. Con esos ojos potentes, esos ojos de realeza. Lo vio acercándose a él, poco a poco hasta arrebatarle el aliento con un beso, uno largo y lento. No importaba cuantos años pasaban, cuanta descendencia pudieran tener, Alemania siempre estará enredada de alguna u otra forma con Rusia.
– Tus besos saben incluso vacíos...
– Lo lamento. – contestó el imperio comenzando a congelar su cabello.
– Amo cuando pasa eso contigo, tan lindo. Pero, no es momento de que te mime, es momento de ponerse serios. – comentó el prusiano mirándole. – Escuche que nacieron dos niños en tus tierras. Dos inútiles bebés, nacidos del pensamiento popular del grupo de humanos que están en contra de tu monarquía. Nacieron con sus ayudantes, ¿Qué vas a hacer?
– Son bebés... no puedo matar bebés. Bueno si puedo, pero, realmente cada vez que levanto la espada y decido salir del palacio para ir por ellos, me siento aún más vacío de lo que me sentía antes de sostener el arma. Tal vez eso deba suceder, debo dejar que me maten.
Una bofetada fue a parar en el imperio mientras Prusia lo veía con enojo.
– ¿Dejar que te maten? Por favor, piensas abandonarme con estos idiotas, ni pensarlo. Esos niños son un peligro, si uno se vuelve lo suficientemente fuerte te quitará la corona, y morirás. Así que has tu trabajo y asesínalos.
– Pero...
– ¡Hazlo!
El imperio sonrió mirándole, esos ojos grises intenso con rojo, ese miedo, miedo a que, por un momento, Prusia pudiera perder al Imperio Ruso. Le gustó, porque sabía que había alguien amándolo, así que solo pudo sonreírle. Se acercó a él abrazándole y acabando por besarle la frente.
– Mírate, tan preocupado por mi bienestar que decides ignorar que tu estas igual o peor que yo.
– ¿Uh?
– Sé que estas ocultando a un bebé Prusia. Nació en tus tierras. No me hables de que alguien puede matarme y debo eliminarlo si tu estas protegiendo a quien puede alejarte de mí. ¿Crees que no lo sé? Las paredes hablan, y nuestra unión siempre ha sido enorme. Dime, ¿Qué planeas hacer? Incluso, le han puesto nombre humano, pero tú y yo sabemos que, esa mirada en aquel pequeño bebé... ¿Sera un gran Imperio Alemán verdad? – el ruso sonrío, mirando como Prusia tragaba saliva. – Quedarás de lado, te olvidarán, si me abandonas, entonces no hay sentido en quedarse aquí.
– Él no me eliminará. – dijo Prusia mirándolo a los ojos, a aquellos ojos violeta intenso. – Deja de ser tan pesimista. No me iré de tu lado, así que tú no te vayas del mío. Déjame solucionar mis problemas a mi manera.
– Entonces déjame a mi trabajar a mi manera. No es como si fuera a perder la corona.
Prusia bajó la mirada para después, sujetar las manos del Imperio subiéndolas, haciendo que este acariciara su rostro, que no apartara dichas manos de él. El Imperio sonrió, pegando su frente con la de su amante, disfrutando ese momento de paz, solo ellos dos, mientras el agua carmesí corría por dichos baños de Grecia.
– Si me pasa algo, cumple tu promesa, llévame contigo a donde vayas. – suspiró el chico mirándolo. – Llévame en el violeta intenso de tus ojos, llévame allí.
– Tú también tienes que cumplir esa promesa si yo soy el primero en irse. Deja que mi violeta adorne tu gris y rojo.
Que gracioso era que una promesa de niños, tuviera que convertirse en realidad.
Una simple promesa juguetona.
"Si uno de los dos muere, cómete mi corazón y has que yo viva en ti."
Las campanas anunciaron la muerte de Prusia, donde aquel bebé se alzaba en su gloria. El Imperio había sido el último en despedirse, con un simple beso en la frente, enterró su mano en aquel pecho débil y moribundo y extrajo el corazón a punto de disolverse.
– Una promesa es una promesa, vive en mis ojos. – y con un suspiro, acabó por engullir lo restante de Prusia.
Aquel violeta único había cambiado por un gris con violeta en el Imperio. Nadie nunca notó realmente el cambio, porque a nadie le importaba, eran imperios, no tenían que llorar por la pérdida de uno, sino, celebrar.
Celebrar por años en una vida vacía.
Celebrar sin sentido.
Solo queriendo poner la corona de oro en la cabeza.
Repitiendo el ciclo hasta la eternidad.
– Imperio, vuelve a la cama, ¿Qué haces?
Un joven alemán se revolvía entre las sábanas de seda del Imperio, Second Reich amaba tener al Imperio en su cama, un amante tan devoto, un amante que lo satisfacía, un amante que no lo amaba, lo sabía, pero era divertido tener sexo con él. Alguien tan vacío, donde pudieras usar aquel cuerpo perfecto a tu antojo.
– ¿Qué hago? Sabes, también me pregunto eso, ¿Qué diablos estoy haciendo?
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Años después...
Me sentí nervioso cuando sentí las cuerdas alrededor de mi cuerpo.
Pero, al menos había dejado a San Petersburgo y a Ana fuera de esto, así que estaba bien. Estar amarrado a una silla no es tan malo, digo, he sentido cuerdas en mi cuerpo, pero de una manera sexual no en un interrogatorio. Supongo que América tiene ciertos fetiches, quien lo diría, era tan dulce como colonia, y ahora me mira con esa enorme sonrisa mientras toma asiento frente a mí. Puedo notar esos ojos mirándome a través de esos lentes, ver como arregla su cabello para mí, su ropa ajustada y sensual para mi vista, o mi bello trece colonias, si quieres mi atención sabes que no necesitas tu cuerpo, yo amo tu forma de ser, siempre lo he hecho.
– Luces tan bien así... – dijo ladeando su cabeza. – Sería mejor que estuvieras desnudo.
– No me molestaría. – contesté dándole una cálida sonrisa. – Pero, ¿Puedo preguntar porque fui amarrado?
– Para que no huyeras. Quiero que me cuentes absolutamente todo Imperio.
– No soy Imperio, tienes información errónea. – comenté y él tomó un expediente.
– Bueno, eso pensé. Cuando fue tu muerte no lo pude superar mucho, así que no me agradaba mantener relación con los rusos, menos con URSS. Aunque una parte de mi cada vez que lo veía quería desnudarlo. Pero, como dices, pensé que habías muerto, hasta que apareciste de nuevo.
– Que me parezca a Imperio Ruso no quiere decir que lo sea, solo es genética.
– Eso pensé, pero, los ojos violetas. – el americano suspiró. – La realeza tiene marcas específicas. Francia conserva los ojos rosados de su monarquía, UK o mi "papi", conserva ese azul con rojo en su mirada, España el poderoso dorado brillante, y tú... el violeta del hielo. Cuando ONU dijo que tus papeles estaban en orden, dudé, así que me acerque a OMS, donde se me permitió revisar tu expediente.
– ¿Por qué se te permitió si eso es clasificado?
– OMS responde a ONU, y ONU me necesita para darle presupuesto, así que, pedí un favor. Por supuesto, también porque FBI es muy bueno seduciéndolo. En fin, esa es otra historia, la cosa es que indagué en ese archivo. Un country tiene un registro de sangre o ADN humano en el núcleo. Que sería como un "corazón humano". Todos tienen sangre mestiza, representando como se debe a cada apellido o familia humana. Nuestro código se lee a través de toda esa mezcla de humanos. Pero, aquellos que fueron realeza tienen un código diferente. Tienen como base a un reinado de sangre pura y después toda la base mestiza. Por ejemplo, algunos country actuales, son España, Francia, UK, Egipto, China, Japón, México y Perú. México tiene ese hermoso color del "Mictlán" en sus ojos según él. Perú tiene el rojo con dorado vivo de las grandes llamas del sol. Muy adecuado para aquel que es descendiente de los "hijos del sol" por parte de Inca. ¿Vas entendiendo hacia dónde voy?
– Puede... – sonrío el ruso mirándole.
– Tu registro no viene nada de una base. Pero... como sabía que OMS es fácil de torcer, solo hice que CIA lo distrajera en lo que miraba ciertos códigos en tu archivo. Lo que me llevó a una vieja red soviética de información. Fue duro romper los códigos de seguridad de URSS, pero, digamos que después de un tiempo logre hacerlo. Y entonces encontré tu primer registro de ADN tomado por el mismísimo URSS. ¿Sabes que encontré?
– Creo que no es necesario que diga nada, lo tienes en esos papeles.
El americano soltó una suave risa encendiendo un cigarrillo para después sonreírle, dejando que el humo se liberara. Miró al ruso de arriba abajo, notando esa musculatura marcada aún más por las cuerdas, ese rostro perfecto, esos ojos, esos labios, si, no había duda que era el mismo sujeto que le quitó el aliento hace muchos años atrás.
– Románov. – dijo el americano. – Sangre real. Así que, eso quiere decir, que, si eres Imperio, y aún más importante, hay aún algún Románov con vida. Eso quiere decir que, solo tengo que abrir la boca, y estarás tan débil, donde por fin la estúpida guerra fría tendrá como conclusión, que yo me apodere de Rusia y convertirme así en el país más grande y única potencia. Tu gente preferiría tenerme a mí a cargo antes de ponerte de nuevo la corona. Serás como echar un trozo de carne a los tigres si los demás country se enteran, todos te invadirán apenas respires.
– ¿Qué quieres de mi USA? – el ruso estaba resignado y cabizbajo, pasaron muchas cosas hoy, descubrió que era un idiota al dejar pasar tanto tiempo, después descubrió que no puede decirle nada a México por dos cosas, una, está saliendo con Alemania, dos, no puede arriesgar así sus tierras. Y ahora, alguien lo sabe, era hasta gracioso la mala suerte que tiene. – Si vas a decirle a todos, hazlo.
El americano sonrío, caminando hacia él para al final depositarle un beso en la frente comenzando a desatarlo, cosa que el ruso no comprendía. Cuando cayeron las cuerdas, el americano caminó unos pasos lejos de él y le miró. El estadunidense era extraño con su actuar, nunca se sabía cómo iba a reaccionar de un momento a otro. Lo vio sonreír, suave y después mirarlo con ternura.
– ¿Por qué nos diste ropa y abrigos ese día en San Petersburgo? ¿Por qué ayudaste a colonias condenadas a vivir un poco? ¿Por qué nos tratabas como seres vivos en lugar que como esclavos? ¿Qué hizo que un Imperio tuviera clemencia sobre una simple colonia que ni siquiera era suya?
– ... Realmente, no lo recuerdo bien. – dijo el ruso mirándolo. – Hay cosas de mi pasado que no recuerdo, solo sé que, en el momento en el que me vi a mi mismo en mi reflejo, odiaba lo que veía. Así que, mis colores cambiaron después de eso, y decidí ser alguien mejor, porque, era lo único que nunca había conocido, tratar de ser alguien mejor. Además, ¿Cómo podría mirarlos temblar mientras yo sonreía?
Fue una simple risa nasal lo que salió por parte del americano, y después simplemente suspiró.
– A veces olvido porque nos enamoraste tan rápido. Y cuando lo haces de nuevo siento mis piernas débiles. Me haces sentir de nuevo esa colonia que solo quería tu atención.
– Pero ya no eres una colonia. – sonrío al suelo el ruso. – Al menos, si vas a conquistarme, procura que, el rio de San Petersburgo esté libre de locales, solo, deja que los humanos se relajen paseando por sus aguas.
Y un sonrojo fugaz se formó de nuevo en el americano. Recordando ver a un Imperio dormido en una balsa, mientras copos de nieve caían en su cabello, atascándose entre los mechones. Era ver un ángel durmiendo, uno bendito que llego a conquistar no solo su corazón sino también el del latino.
– Tomé mi decisión. – dijo el amante de las hamburguesas levantándose. – CIA, destruye los documentos reales y mejora los actuales. Es peligroso que esa información siga en la red. Hazlo ahora, y crea un mejor sistema de seguridad para OMS y ONU.
– ¿Señor? – Por supuesto que la CIA estaba confundido. ¿El americano no iba a aprovechar esa grandísima oportunidad de conquistar al fin las tierras soviéticas?
– Ya me escuchaste, hazlo, ahora.
– Si mi señor.
– Por favor, FBI, supervisa el trabajo de CIA y espérenme fuera.
Sin decir más, y con miles de dudas los sujetos asintieron para retirarse de dicha habitación, dejando al americano y al ruso solos. El estadunidense tomo asiento delante del ex imperio mirándolo con una sonrisa cálida, mientras este no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, ¿Era un juego de América? ¿Qué era?
– Sé que debes estar sorprendido de mi postura, pero permíteme explicarte. – un simple movimiento y los lentes del americano fueron retirados para ponérselos momentáneamente en la cabeza, dejando sus ojos libres. – Hace mucho tiempo, cuando era una colonia, nada de mi vida era normal. Sufría todo el tiempo, mi padre era un monstruo, y mi único alivio era Nueva España y mi hermano en ocasiones, pero Francia acaparaba a Canadá, así que muy pocas veces lo veía. Estar en una casa con Inglaterra era un infierno, me hizo odiar a los imperios a un nivel enorme. Así que cuando te conocí, pensé que solo eras un imperio más del montón, pero... cambiaste toda mi perspectiva al final. – Y una cálida sonrisa se formó en el americano. – Eras único, tan amable, loco y gentil, tan valiente y fuerte, fuiste el primero en vernos como alguien en lugar que un objeto. Me enamoré perdidamente de ti, quería convertirme en un gran país que pudiera obtener tu mano algún día. Pero... te enamoraste de Nueva España. Debo decir que sentí muchos celos, quería gritarle a Nueva España que se alejara de ti, pero al final, nunca podría hacerle daño a México, a mi alma gemela, y como tampoco podía hacerte daño a ti, decidí simplemente quitarme del camino. Dejé ir a mi otra mitad, y dejé ir a mi corazón, para que pudieran ser felices juntos.
El ruso solo podía mirarlo, y acabó por agachar la cabeza, no había pensado en nada de esto por estar cegado en su enamoramiento. Nunca pensó que aquel enamoramiento juvenil del americano fuera tan fuerte como el que México tenía por él.
– Aunque, esa fue mi elección imperio, no tienes porque sentirte culpable. – sonrió el joven. – Fui feliz a mi forma, lo único que me dolió, fue que, en tu muerte, no pude llegar a tiempo. Te habías desvanecido... Entonces me juré a mí mismo que trataría de reparar a México mientras reparaba mi corazón desecho. Lo logré... me volví fuerte, valiente y una potencia. Impresionante ¿no?
– Lo es. – contestó el ruso mirándole. – Siempre supe que tenías dichas cualidades en ti. Siempre tu ambición fue enorme a diferencia de México quien... era más...
– Altruista y emocional. – dijeron los dos al mismo tiempo.
– Exacto. – comentó el americano. – Y la única razón de que sea así, es porque tú le diste la confianza de ser quien era, como me la diste a mí. Así que, dime, ¿Enserio crees que enviaría a la horca a alguien que significa tanto para mí?
El ruso sonrió, ladeando su cabeza mientras el americano colocaba sus lentes normalmente sonriéndole.
– Eres el mismo chico de antes... – comentó Rusia dejando salir una leve risa.
– Así es, solo quería jugar contigo un rato. – rio el americano. – No tengo un hotel a cuál ir, así que, déjame dormir aquí, me trae buenos recuerdos tu palacio.
– América. – dijo el ruso, remarcando la "r", como solía amar el americano escucharlo.
Sintió los brazos del ex soviético rodearle y después sentir su cuerpo abrazarle en tan lindo gesto de alivio y hermandad. El americano sonrió abrazándole, para al final ocultarse en el pecho del ruso como lo hacía antes, queriendo escuchar aquel corazón que nunca fue suyo, pensando que podía estar cerca de él con tan solo sentir los latidos. Sonrió para sí mismo mientras sentía aquel amor que el ruso le estaba dando en ese momento, allí y ahora.
– Gracias por regresar... – susurró el norteamericano.
– Gracias por aceptarme de regreso...
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Meses después...
El rechinido de la cama era lo que inundaba esa habitación.
El alemán era un hombre de principios, primero el trabajo, primero la estabilidad, clase, representación de su persona antes que cualquier cosa, pero, ahora mismo, había echado todo eso por la borda. Los gemidos en alto de ese país, ese cuerpo que te invita a pecar, esa mirada que lo derretía, ¿Cómo se había enganchado así de un latino?
– Alemania, contra la pared. – dijo el mexicano sonriéndole. – ¿Puedes hacer que tu erección dure más, niño?
Era bendito, simplemente bendito.
Lo tomó en sus manos, abriendo bien esas piernas aun con marcas de mordidas en ellas, miró esa pequeña entrada contraerse mientras el mexicano le miraba y entró poco a poco abriéndose paso. El interior viscoso y cálido de México era el mejor, tener sexo siendo el activo era mil veces mejor que ser el pasivo de Rusia. Embestía dependiendo los requerimientos de su pareja, pero ahora mismo eso no le importaba, los jadeos y el placer iban en aumento como su libido así que llegó a un punto donde pegó ambas piernas del flexible mexicano a la pared, y lo embistió sin parar, sintiendo los rasguños del latino en su espalda mientras este gritaba de placer, haciendo que la habitación se llenara del mexicano.
No se resistió, como nadie se resiste en estas situaciones.
Acabó por morder fuerte en su hombro dejando que esa sangre latina fluyera por la piel de bronce, mientras el sonido de muslos golpeando inundaba el lugar. El movimiento de caderas del latino le suplicaba por seguirse moviendo, cosa que hizo, mientras sujetaba ese fino cuello apretándolo más, dejando más marcas de él en esa piel morena. Tal vez fueron tres o cuatro estocadas más lo que lo hizo correrse, apenas el mexicano apretó su interior dando inicio al orgasmo.
El gemido en conjunto les dio placer mientras ambos sentían su cuerpo temblar y poco a poco iban deslizándose por la pared hasta caer en el suelo. México después del orgasmo era una cosa bendita de ver, su cabello alborotado y salvaje, sus ojos encendidos e intensos, esas grecas preciosas que marcan su piel, ese jadeo de agotamiento, el subir y bajar de su pecho en busca aire, y que decir del semen embarrando su abdomen y también escurriendo por sus piernas una vez consumado el acto.
– Vaya, eso estuvo rico. – dijo el mexicano acariciándole el mentón al alemán. – Iré a ducharme.
Y con una leve mueca de dolor el mexicano se levantó, sin importarle los fluidos que escurrían de él, tomó su ropa y caminó al baño para que minutos después el alemán escuchara el agua caer. Sonrojado aún, caminó a ese baño donde se encontró al mexicano disfrutando la regadera, por supuesto, no pidió ningún permiso al entrar y simplemente entró por detrás abrazando la pequeña cintura femenina del latino. Que decir, México tenía esa dulce cintura de mujer, y aun no comprendía porqué.
– Eres adorable... – dijo el alemán besando la mejilla del mexicano.
– Gracias, oye, escuché que hay muchos country en tu país, ¿No quieres hacer una peda?
– ¿Peda? – francamente el europeo estaba confundido.
– Una fiesta, digo, hay como 10 country ¿No?
– hmmm... seguro, si es lo que quieres.
– ¡A huevo! – sonrió el latino siguiendo su baño. – ¿Sabes quienes están? Solo sé que esta UK y China, ¿Quiénes son los otros?
– Realmente no sé, pero, creo que esta Ucrania, Filipinas, Brasil y Canadá.
– Oh...
Tal vez su primera señal debió ser allí.
Cuando escuchó ese "oh", cuando el interés del mexicano cambió de golpe y se volvió sonriente y feliz. Debió saberlo tal vez, cuando el latino le preguntó por Canadá y si tenía relaciones con él. Debió tener una bandera roja en frente, cuando el latino sonreía cada vez que se mencionaba al americano.
– ¿Tú y Canadá son buenos amigos? – preguntó el alemán mirando al latino arreglar sus maletas.
– Algo así, veras, hace tiempo tuve una experiencia traumática que me dejo en ridículo frente a todas las naciones de esa época. No podía ver mi reflejo en pintura, solo quería llorar y esperar a que alguien me conquistara y me volviera solo parte de su servidumbre, realmente quería pertenecer de nuevo a España cuando sucedió eso. Pero, él llegó a mi vida. Estaba sentado enfrente de una de mis playas y él apareció de la nada, se sentó a mi lado sin decir mucho, y después solo dijo algo. "¿No quieres nadar?" lo dijo con una sonrisa enorme y con un corazón de oro en la mano. Acepté algo dudoso y pasé una buena tarde a su lado. No me trató con condescendencia o me dijo que lamentaba lo que había pasado, solo me trató normal, como si realmente no le importara que todos me dijeran que era una puta, él solo me trató normal. Siempre me trató con cariño, digo, somos amigos desde colonias, pero... creo que realmente me siento seguro con él. Quiero estar con él.
El alemán arqueó una ceja, el amor del mexicano hacia el canadiense se derivaba a su fragilidad. Es como un niño maltratado, amará a quien sea que lo trate bien después del trauma. México solo amaba a Canadá, porque fue el único que se acercó cuando él necesitaba compañía. Eso se podía notar a kilómetros, y al alemán realmente no le importaba en ese momento. México decía que solo era especial para él, y eso era todo.
Eso era todo... ¿Cierto?
– ¿Quieres estar con él? Pues, estará en la fiesta, podemos divertirnos los tres. – sonrió feliz el alemán mirándole.
– ¿Eh? – el mexicano sonrió acariciándole el cabello. – Tonto, quiero que sea mi pareja, eso es lo que quiero.
El alemán recibió una lección en ese preciso momento. Una lección que marcaría su vida.
En el momento en el que el mexicano lo vio con confusión, lo supo. Lo sabía, por como su corazón se estaba estrujando y rompiéndose, que tan iluso había sido.
– ¿Pareja? Nosotros somos pareja, México.
– ¿Uh? ¿Desde cuándo? Solo cogemos, nunca hemos formalizado nada, pensé que eso querías, desde nuestra primera vez juntos, solo me haces venir o vas a mis tierras a coger, es todo. ¿Realmente creíste que eso es ser pareja de alguien? ¿Tener una mascota sexual es ser una pareja?
"Alemania, ten tantas mascotas quieras. Al final solo recuerda no encariñarte con alguna."
Y lo supo.
Nunca le había pedido una relación al latino, simplemente él había asumido que la tenían. Porque el latino solía derretirse con él como alguien enamorado, pero, solo era un espejismo que el mismo se había hecho. No existía amor, y eso lo odió. Apretó los puños mientras veía al latino comenzando a vestirse, esas curvas, esos gemidos, esa sonrisa. Había sido usado cual mascota, realmente los country más viejos hacen eso... te usan a morir.
Sintió sus ojos arder, clavando ese odio en su corazón, ¿Qué diablos pensaba? Debía solo seguir lo que le dijo su padre y tener mascotas, no amor.
– Eres una puta, México. – dijo el alemán, mirándolo con aquellos ojos rojo y gris. – Por algo no puedes tener a Canadá, él no está buscando zorras que se acuesten con todos. Él solo está buscando a un country que sea perfecto, y en esa categoría no entras tú. Yo que tú, olvidaba ese estúpido sueño de tener a Canadá, porque nunca lograrás alcanzar su corazón, y si lo haces, será por mera lástima, porque Canadá es tan débil, que te aceptará con una sonrisa, aunque muera por dentro. Solo porque el idiota no puede decir que no.
Fue una enorme bofetada la que fue a parar en el alemán. México podría soportar todo, lo que fuera, pero, se rompía si le decían eso, que era una puta, porque recordaba la humillación eterna de aquel día. El alemán supo que hizo mal, al final, el mexicano era libre de disfrutar su sexualidad como quisiera, pero, quería herirlo, quería herirlo como él lo había herido.
– Un día Alemania, vas a estar muriéndote por alguien, y este te rechazara porque no eres más que mierda andando, eres igual a tu padre. Pensando que todos son muñecas que puede usar a su antojo. Yo nunca te engañé, desde el inicio esta relación solo era sexo, si te dolía tanto que fuera así, ¿Por qué diablos no dijiste nada? Pudiste decirme que querías algo formal y lo hubiéramos intentado, pero no, es tu orgullo y ego lo que siempre te nublan, y siempre perderás todo al menos de que te deshagas de eso.
Y así, dejo aquella habitación.
Aquella habitación que solía traerle placer, ahora, le había costado una decepción más.
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No sabía cómo había pasado.
Tener a USA alrededor realmente me estaba levantando mucho el ánimo. Solía venir de vez en cuando y quedarse aquí. Bromeábamos con diferentes cosas mientras hacíamos pláticas de diversos temas. USA solía abrazarme cuando me veía decaído, y me daba suaves besos en las mejillas cuando sentía que había muchos copos de nieve acumulándose en mi cabello, por una tristeza creciente en mi corazón. Éramos juntos un desastre en la cocina, así que acabábamos por comprar pizza o dejar que Ana cocinara para nosotros. Le jugábamos bromas a Pete, la mejor fue cuando lo mojamos con pistolas de agua.
Lo mejor era cuando jugábamos distintas cosas. Y entre esos juegos, comencé a sentir mi corazón bombeando con fuerza, cada vez que veía la dulce sonrisa de USA.
– ¡Ni creas que me ganarás, URSS! – gritó USA corriendo por los pasillos con su traje militar, mientras yo disfrazado de URSS le perseguía con una nerf en la mano. Era divertido, poder jugar así con él.
– Maldito capitalista, ya verás realmente quien es el mejor en invierno.
– ¡Oh, fuck you bitch!
Lo perseguí hasta los salones donde disparamos al mismo tiempo, y por ende morimos al mismo tiempo. Solo nos quedamos mirándonos y después cayendo lo más dramáticamente posible al suelo, cerca el uno con el otro. Entre risas y jadeos por todo el tiempo que llevábamos corriendo en mi palacio, USA hizo contacto visual conmigo. Pude notar esos ojos azules, en lo lindo que son y lo que ocultan. Dolor, miedo, ira y desesperación tras una dulce sonrisa. América tenía mucho peso en sus hombros, siempre tenía que sobresalir, la presión social te puede matar, eso lo sabía, y odiaba que un rostro tan bello estuviera atormentado por una tontería.
Lo vi acercándose y decidí no moverme, porque dentro de mi quería que lo hiciera. Fue un dulce beso suave, donde sonreí sin lugar a dudas besándolo más, quería unirme a él, quiero dejar el dolor detrás, solo quiero unirme a él. ¿Puedo? Tengo derecho a rehacer mi vida como México lo hizo. Debo dejar de amarlo y amar a un nuevo corazón.
Seguí besándolo, sintiendo su respiración golpear con la mía, sintiendo esos dulces gemidos y esos jadeos en busca de aire, cuando lo aprisionaba contra mí. Su cuerpo no es delicado, es fuerte y grande, pero me encanta su espalda ancha, así que es mi parte favorita para acariciar ahora. Sigue besando como una colonia, dios, que adorable puede ser. ¿Nadie te ha besado mejor que eso? Déjame enseñarte como se hace...
Sujeté su cintura posicionándome encima mientras marcaba el paso, por supuesto sentí ese gemido de sorpresa en USA, sentí como sus manos temblorosas me rodeaban y sentí ese agarre en mi camiseta mientras trataba de seguirme el ritmo, realmente es adorable, rotundamente adorable. Cuando mi lengua reclamó su boca lo tomé por sorpresa, pero no vi que se quejara, más cuando podía sentir como estaba frotándose contra mi pierna. ¿Solo unos besos y estás así? Que adorable sigues siendo.
– Rusia... – dijo jadeante mirándome con esas mejillas color rojo carmesí. – Dame una oportunidad de hacerte feliz...
– América cl...
Vi entrar a San Petersburgo y vi su mirada sonrojada, avergonzado de haber interrumpido.
– Perdón por interrumpir padre, pero, el señor UK y el señor Francia han venido a visitarlo. Me envió un mensaje el señor UK. "No te atrevas a rechazar mi visita, ya casi es la hora del té como dijiste, así que he venido"
– Oh...
– Tengo que irme, no puedes decirle que estoy aquí. – dijo USA de golpe levantándose. – No quiero verlo.
– ¿Pasa algo?
– Seguramente viene a interrogarte sobre si eres Imperio Ruso o no, he escondido toda tu información, no tiene pruebas así que no le creas. Y simplemente sigo molesto con él por peleas normales entre padre e hijo. Por ahora, solo no digas que estoy aquí, y ni se te ocurra decirle quien eres. UK solo está buscando cualquier cosa para volver a ponerse la corona en la cabeza, no lo dejes.
– USA... – solo lo vi correr lejos, tenía un mal presentimiento de esto.
– ¿Padre? ¿Qué le digo al señor UK?
– Hazlo pasar a mi oficina, ya que tuvo el descaro de venir a mi palacio, sé que no se ira de aquí. No es como si yo fuera al suyo, ese idiota ex imperio amante del té. – y con un suspiro me puse de pie arreglando mi ropa.
Sabía que podría ser muy gracioso llegar con la ropa de URSS, y ver la cara de pánico en UK y Francia, pero, soy buena persona, así que solo vestiré lo de siempre. He encontrado cómodos los jeans y una playera negra encima con mi abrigo. Dentro de la casa no uso el gorro, pero Pete me insiste que lo use, mi cabello suele reflejar mis emociones así que prefiere que lo oculte. Fue entonces cuando llegue a mi oficina, donde Ana les estaba sirviendo té a ambos.
Y allí lo vi.
Sentado en una perfecta posición, con su espalda erguida, tomando té mientras disfrutaba de la calma y buen clima de mi oficina. Al entrar sonreí ante ambos, donde recibí una sonrisa cálida de Francia y una mirada de UK. Caminé por supuesto hacia mi asiento, pero Francia se levantó saludándome, dándome esos dos besos en mis mejillas dejando que me sentara. Le pedí a Ana que se retirase y después fue un silencio total hasta que di el primer sorbo de té de mi taza.
– Este sabor de té... me es familiar. – dijo el inglés mirando la taza. – Es una fina taza, una cuidada con oro. ¿Esto de dónde lo sacaste?
– Es de Imperio Ruso, supongo que, al estar muerto, ya no le preocupara en absoluto su vajilla de té.
El inglés sonrió, la verdad me sorprende que tan bien conservado esta su nuevo cuerpo, ese atractivo, ese cabello peinado y moderno, es demasiado bello, puedo declarar, y que decir del hermoso y andrógino Francia, tan precioso, siguen igual de hermosos que antes.
– Hmmm... Bien, creo que todos en esta habitación somos adultos. – espeto el europeo mirando al ruso. – Rusia, ¿Sabes porque vine hasta estas tierras heladas?
– ¿Por una buena taza de té? – Rio el ruso dejando la pequeña taza en la mesa.
– No soy estúpido, la única razón por la que hemos venido aquí es para que dejes este acto, ¿Renaciste? Todos lo hicimos, digo, nuestros cuerpos son muy jóvenes a comparación de nuestra antigua apariencia. Francia sigue teniendo su sangre real, por supuesto que yo sigo teniendo la mía. Y esos ojos violetas y cabello gris... sigues siendo tú. ¿No es así?
– No entiendo de que habla señor UK.
– No me vengas con esa mierda, Imperio. – sonrió el inglés. – Siempre haciendo lo que quisiste, siempre disfrutando el sufrimiento de los demás, dime, ¿Realmente crees que puedes olvidar tu pasado? ¿Realmente creíste que no llegaría el karma para ti? – con una risa se puso de pie, rodeándome y poniendo sus manos en mis hombros, por detrás de mí. – ¿Realmente creíste que la vida te recompensaría con una vida a lado de esa colonia? No, tu vida estaba destinada a fracasar. Como ahora, quieres borrar lo que eres para ser un simple país joven lleno de riquezas, ¿No es así?
– ¿Disculpe?
– Estabas desecho, todos lo sabían, todos esperábamos el momento de atacar y apropiarnos de tus tierras, pero de pronto cambias tus colores, y te vuelves inmersamente fuerte cuando miras a esa colonia. Reí en tu cara cuando te vi enamorado, ¿Realmente crees que puedes tener una vida con México? El preferiría arrancarse la cabeza a sentir un simple beso tuyo, te detesta, nada volverá a ser como antes, admítelo y deja este acto. – el europeo miró directo a los ojos violetas del ruso. – Aunque... ya no tienes gris en los ojos. Pero, aun así, el violeta del hielo sigue en tu sangre, dime, ¿Cómo diablos lograste regresar?
Y sonreí, sonreí con la mayor seguridad que he tenido en años. Arqué una ceja y después me levanté, mirándolo, viendo que apenas logra llegarme a la mitad del pecho. Ya no eres ese enorme Imperio que veía a todos desde su trono, ya has sido rebajado, y no sabes cómo amo verte así.
– No tengo ni la más mínima idea de que habla. Pensé que con los análisis que me hizo ONU estarían contentos, pero, creo que no puedo hacer más, tendrá que creerme señor UK.
– Bien, si quieres jugar ese juego, dos podemos jugarlo. Hay algo que te delatara y ni siquiera tienes que decirlo, lo sabré apenas vea tu cara.
"Deja que el cello y el violín toquen en esa noche de sangre y perdición"
Debí saberlo en ese momento, pero, no lo hice.
Creo que mi primera alarma tuvo que ser cuando UK tiró todo lo que había en mi escritorio, sentándose en él para comenzar a sacarse su corbata lentamente, dejándola caer. ¿Qué quiere mostrarme? ¿Quiere desnudarse? ¿Había algo que hacia cuando se desnudaba?
– ¿Qué haces UK? – dijo Francia. – Te ves como cuando hacías esos espectáculos en Grecia. Ya no estamos en las épocas de orgias incontrolables.
"Estás tan duro, Imperio..."
– Lo sé, es difícil repetir esa época, más porque no hay ninguna colonia a quien maltratar, pero creo que podemos hacer una excepción hoy.
NO.
No.
– ¿Qué piensa hacer señor UK? Por favor levante las cosas que tiró, esos libros valen más que su traje. Y realmente no estoy interesado en verlo desnudo. – dijo el ruso mirándole, extrañado, aunque debajo de esa máscara inocente, sabía que estaba por ocurrir.
– No hasta que recupere a mi viejo amigo. – amenazó el inglés. – Tal vez puedas hacerte el tonto jugando a ser un "Rusia" nuevo, pero tu cuerpo será siempre el mismo bastardo que se excita demasiado con el sufrimiento, la sangre y lágrimas.
Entonces lo hizo.
Yo solo pude ver como sujeto a Francia del cabello, jalándolo con fuerza para tumbarlo en el escritorio. Cuando me levanté para pararlo, solo vi un arma apuntándome y lo vi sonreír mientras hacía que me sentara de nuevo. Noté como la tela de la ropa de Francia era desgarrada y él entre gritos forcejeaba contra UK, para después ver ese enorme golpe al rostro que Francia recibió dejándolo atontado, mientras el Reino Unido rompía las ropas de Francia dejándolo desnudo.
Mi shock fue enorme, como cuando te asustan tan fuerte que no puedes moverte y solo estas consiente a tu alrededor. Me sentí atrapado en mi propio cuerpo, mientras veía a UK jalar las piernas de Francia.
– Arrête, foutu animal! Allons y! Laisse moi tranquille! – gritaba horrorizado el francés, empujándolo, pero el inglés siempre fue más fuerte, y pudo someterlo con otro golpe directo al rostro atontándolo. – ¡Royaume–Uni!
– Shut up... – dijo sin más el inglés, dando otro golpe al rostro hinchado del francés, lamiendo desde su vientre hasta su cuello, dejando una enorme mordida en él, sacando sangre, porque si había algo que amara UK durante el sexo, es la bendita sangre correr que puede lamer y excitarse con ella. Joder que OMS le detecto Vampirismo Clínico.
– Arrête s'il–te–plaît... – El ruso sentía sus manos temblar, ese último "Para, por favor" de Francia le había ardido en el alma, y no entendía porqué...
– ¿Ya recuerdas lo que hacías? – dijo el Reino Unido mirándolo. – ¿No? Bueno, tendré que seguir entonces. Al parecer, es más importante para ti seguir ocultándolo que salvar a Francia. No me des esa cara de preocupación y shock, tú le hiciste cosas mucho peores. A todos... ¿Recuerdas cuando le rompiste la mandíbula a Prusia? ¿Cuándo me rompiste los tobillos? ¿Cuándo le quebraste las costillas a Francia?
– Por favor pare señor UK. ¡Para! – Gritó el ruso, pero una bala fue a parar a su pierna derecha, haciéndolo gritar.
– Aleja a tu ex capital y a tu servidumbre de aquí, si entran por esa puerta, te garantizo un tiro directo a sus cabezas, y para que lo sepas. La servidumbre muere como humano, y tu hijo tardara meses en recuperarse, OMS tiene un programa para los de muerte cerebral, no será el mismo de antes, pero, vivirá.
Cuando el ruso sintió las pisadas y su hijo con su maid corriendo hacia ellos, gritó tan fuerte para que no tocaran ni siquiera la manija de la puerta.
– Ана, Петербург, не заходи, у меня все под контролем. (Ana, Petersburgo, no entren, lo tengo controlado.)
El ruso jadeo mientras sostenía la herida de su pierna, tenía que concentrarse en sanarla para poder levantarse, pero, primero tenía que sacar la bala.
– Admite que eres Imperio, y yo mismo te ayudo a sanar tus heridas. – dijo el inglés mirándolo.
– No sé de qué me está hablando, por favor, pare.
– Así lo decidiste.
Sometió al francés boca abajo, dejándolo inclinado en el escritorio. Sonrió al ver el dulce paisaje de ese cuerpo, pero sintió como la pierna del francés logro golpearle intentando zafarse del agarre, aun luchando por ser libre de él.
– Auch, eso dolió Francia. – dijo el inglés. – No debiste hacer eso.
Y sin más, un fuerte rodillazo a las partes bajas del francés, lo hizo gritar y vomitar bilis en el escritorio del ruso, mientras se retorcía como podía con el agarre del inglés. Este último, lo sometió más, con sus piernas mientras le abría las nalgas viendo ese anillo rosado del cuerpo del francés.
– Perdona bebé, es la única forma en la que traeré a Imperio de regreso. Te lo compensaré, te daré muchísimas cosas después. – el cinismo del reino unido era enorme, y con un beso en la espalda del que hablaba el idioma del amor, anuncio su siguiente movimiento.
Penetró de golpe, sin preparación, sin cuidado, solo por el simple hecho de penetrar a la fuerza al francés. Cubrió su boca, callando ese enorme grito de dolor, para después, meterle su corbata en la boca al francés y seguir con las fuertes y certeras embestidas que desgarraban y hacían chorrear sangre al europeo por sus piernas.
– Sigues siendo una enorme puta Francia, sabes que por eso te adoro. – comentó UK, jalando el cabello del francés hacia atrás, para después azotar su rostro con fuerza en el escritorio, abriéndole la nariz. – Sigues siendo el mejor de todos, tu precioso rostro dañado me da años de vida.
Y continuó, los golpes, las mordidas, todo. Sentí un nudo en la garganta, en el estómago, ¿Por qué siento tanto miedo? ¿Por qué siento tanto escalofrió? ¿Solía hacerlo? Si, solía hacer cosas peores que esa, entonces, ¿Por qué el miedo?
"¿Iván? ¿Te encuentras bien? ¿Estás ebrio de nuevo?"
Y mi mente se quedó en blanco.
En shock total... cuando mis memorias se comenzaban a reconstruir. Sobre un suceso que me obligué a olvidar.
– ¿Qué te parece eso? ¿Im... – el inglés paró mirando al muchacho que estaba allí. Sangrando, con una pierna herida, y mirando directo a la nada, pálido y sudando frio. – ¿Rusia?
Fue la cara de terror que tenía lo que hizo que UK cambiara su postura. Se me acercó y puso sus manos en mi rostro, haciendo que lo mirara a los ojos. Vi esos ojos de perdición de nuevo para después verlo fruncir el ceño.
– No eres Imperio... ni una erección, creo que he traumado a un simple niño rico. – dijo, sacudiendo mi cabello. – Perdona por confundirte, Imperio era un gran amigo, solíamos hacer cosas juntos, nos divertíamos en la conquista y en estos juegos. Veía una gota de sangre y se excitaba a morir, era un sádico de primera como yo. Amábamos escuchar el dolor de los demás, amábamos ponernos esa corona en la cabeza y gozar. Supongo que me excedí un poco, lo lamento. Oh, por cierto, antes de que corras con ONU. Francia aceptó que hiciera eso. ¿Verdad, hermoso? o cierto...
Vi como caminó hacia Francia y comenzó a ayudarle a sanar. Hasta que al francés solo se le notaran los golpes y moretones, pero, las heridas sangrantes estuvieran cerradas.
– Juré que eso traería a Imperio. – dijo el francés. – Lo has traumado de por vida. De nuevo, has traumado a un menor UK.
– Ni siquiera fue algo fuerte, en fin, nos vamos. La sangre se quita con agua oxigenada o peróxido, te enviaré un cheque para cubrir lo que rompí. Mil disculpas de nuevo.
Lo vi sujetar a Francia y cubrirlo con su abrigo, después de eso, simplemente salió.
Salió de allí.
Salió.
"Por supuesto que la amaba, me enamoré de su libertad, con ella aprendí a danzar y ser libre, ella me enseñó a tratar mejor a los demás, y fue en ese entonces donde comencé a cambiar, poco a poco, dejando que aquella enemiga me fuera enamorando."
El ruso de golpe cubrió su rostro al ver toda esa sangre en su oficina, donde en un grito recordó porque perdió la corona...
Él tenía razón, el peso de la corona te corrompe, a un punto donde te pierdes a ti mismo.
Fue un violonchelo lo que anunciaba el inicio de un recuerdo.
Una melodía que conocía de memoria reflejando su perdición, si, Canon in D by Johann Pachelbel, dando una versión más cruda, dejando al violonchelo solo en la entrada. Fue allí cuando se vio a si mismo caminar de regreso en su palacio. Sonrió a toda su servidumbre deseándoles buena noche, mientras con delicadeza retiro su abrigo y subió. Podía escuchar a los violines integrarse, primer, segundo y tercer violín entrando en escena mientras caminaba a esa habitación. Fue allí donde estaba por abrir la puerta que vio una belleza correr por el pasillo a abrazarle.
Sonrió, mirando a esa muñeca de cabellos rubios como muñeca, ojos azules y una linda sonrisa. Tan bella, como una dulce flor, tan delicada como el más fino cristal, tan dulce como el mejor postre que uno pudiera probar.
Sonrió.
– ¿Iván? ¿Estás bien?
– Dime Imperio... – dijo el ruso acariciándole las mejillas. – ¿Por qué nunca me llamas Imperio?
– Dijiste que querías dejar de serlo. – respondió la joven mujer mirándolo. – Iván, ¿Estas bien?
– Odio cuando no respetan mi corona.
– ¿Iván? ¿Te encuentras bien? ¿Estás ebrio de nuevo?
– ¡NO ME LLAMES IVÁN!
Y fue el inicio de su perdición.
Las orgías, el sadismo, los fetiches, la lujuria, todo. La corona quería sangre derramada y eso era lo que tenía que obtener. Muchos luchaban por arrebatarle dicha corona, pero, él nunca iba a dejar que se la quitaran. Tenía que hacer lo que dijo Prusia, ¿No? Sobrevivir, matar a quienes amenacen con rebajarlo, porque ahora no solo vivía para él, cargaba consigo a Prusia y tenía que mantenerse con vida. No tenía las pelotas para matar a un niño, una niña, lo sabía, pero, podía jugar con su muñeca, ¿No? Es lo que hace la gente, juega con muñecas sin fin...
Y lo hizo.
Recordaba los gritos mientras su muñeca se revolcaba en el suelo, cuando la jaló por el cabello, arrastrándola por el pasillo hasta arrojarla dentro de su oficina. Donde al cerrar dejaría en claro su destino. No paró, en absoluto, hasta que toda esa oficina acabó cubierta de sangre. No paró por los gritos, no paró con los golpes, no paró con las súplicas, solo siguió hasta el final.
Cerró los ojos, en un momento de paz, para abrirlos de nuevo y mirar a su alrededor, manchado de rojo carmesí en toda la habitación. Miró sus manos, y las vio temblorosas, con pedazos de carne y residuos de piel. Fue entonces cuando su vista fue directa al suelo, donde encontró el cadáver de su muñeca favorita. De su amor, de su única salvación.
Un cadáver desecho y sodomizado hasta la muerte.
– ¿Lena?... – dijo apenas con la poca voz que le quedaba dando pasos hacia atrás mientras aquella muestra de violencia de su parte quedaba grabada en él.
"Las veces en las que te comportas como un Imperio, me das miedo, tus ojos violetas se vuelven tan fríos..."
Salió rápido de allí, corriendo lo más rápido que podía para caer a los pies de su pintura, de aquel autorretrato, viéndose como lo que es, un imperio autoritario, un imperio duro, un imperio que abusó de su poder de nuevo. Acabó soltando un enorme grito, despertando a todos, quienes corrieron a auxiliarle, solo para ver al Imperio envuelto en sangre y semidesnudo. Fue la capital, su capital, quien se acercó poco a poco a su padre, para verlo como este levantaba el rostro y notaba esos colores agrietarse, y como si fuera una máscara de porcelana, vio caer dichos colores y salir aquellos tonos, blanco, azul y rojo. Con el escudo de la monarquía.
"padre"
Volvió a la realidad.
En esa habitación donde Francia había sido abusado, donde UK le recordó su pasado, y donde había cometido un crimen atroz, entre los muchos que cometió, en el pasado.
En un ataque de pánico, por las memorias recientes, soltó un enorme grito haciendo que su ex capital corriera con él y viera toda esa sangre en el suelo. Asustado, corrió con su padre, sosteniéndole el rostro solo para ver esos ojos violeta potentes, y comenzar a ver caer sangre del ruso por su camiseta.
– ¿Padre? ¿Qué te sucede?
– ¡Rusia! ¿Qué pasa? – dijo el americano entrando de golpe mirando todo el desorden. – Oh shit...
– Esta sangrando, su pierna está herida. – dijo la capital comenzando a entrar en pánico.
– Muévete. – dijo el americano, empujando al hijo del ruso, sacando una navaja para sacar la bala de la pierna del ruso y ayudarlo a regenerarse, pero después vio como esa camiseta se manchaba más y más de sangre, así que acabó por arrancársela solo para ver como una herida en la espalda, como si fuera un tatuaje, comenzaba a marcarse en su piel.
El ruso soltó un grito aferrándose al americano, mientras este presenció el destino del ruso. Como una cicatriz sangrante, en lo ancho de su espalda, el escudo de la monarquía se tatuaba de nuevo. Imperio Ruso tenía su escudo en la espalda, cosa que era normal, pero ahora, que apareciera como si alguien le estuviera tallando en la piel aquel escudo, era una señal.
El ruso ya no podía huir de su pasado.
– ¿Qué significa eso?
– ... Que no puede huir más. Y que tenemos que buscar una manera de protegerlo y hacer que nadie nunca vea eso.
El ruso se desmayó del dolor al final, donde el americano con ayuda de la capital, lo jalaron hasta una bañera y comenzaron a limpiar la herida, viendo como esta cicatrizaba, pero no se borraba. El Escudo estaba marcado, así como UK tenía su escudo en el brazo, Francia en su pecho izquierdo, México en todo su cuerpo, lleno de runas de sus civilizaciones, Perú lleno de marcas de su Imperio, ahora Rusia, carga la sangre real reflejada en su piel.
Se quedaron horas a lado del ruso, mientras este dormía.
USA sostuvo su mano, y miró ese bello rostro dormir, había cosas que no conocía de Rusia, de su pasado, y era hora de conocer el lado que Imperio nunca mostro, no podía ser tan perfecto, tenía que haber una falla en él.
– Me vas a decir ya, ¿qué lo puso así? – dijo el americano mirando a la ex capital. – Estabas muy calmado con la situación, como si ya lo hubieras vivido.
– Cuando perdió sus colores la primera vez. En un golpe al Imperio, donde cambio el amarillo, blanco y negro por el azul blanco y rojo. Imperio estaba vacío, siempre lo estuvo cuando descubrió que no podía obtener más, y se aburrió de su vida. Para ese entonces, ante su debilidad, nacieron dos niños, uno, como sabes, fue URSS. Y el otro, una niña, llamada Lena. La chica nunca pudo obtener un nombre como tal, fue asesinada antes de continuar su desarrollo. Pero, fue amada por Imperio.
– ¿Amada?
– Cuando mandó a llamar a ambos niños al palacio, se suponía que iba a asesinarlos, pero no lo hizo, lo que supe fue que los metió en su cama y se dispuso a dormir. Ese día, los ayudantes de URSS fueron a rescatarlo, lamentablemente la ayuda de Lena era menos, y muy débil, no pudieron sacarla del palacio. Imperio pensó que tenía una muñeca nueva para jugar, una niña que lo haría feliz. Al principio fue difícil, Lena no se adaptaba a nada, no seguía las reglas, y era rebelde y desordenada. Desafió a Imperio, en cada cosa, haciendo que este se sintiera diferente. Era la primera vez que alguien lo veía a los ojos sin sentir miedo ante él.
– Como México. – dijo el americano. – Fue el único que lo desafío cuando salió con todas las colonias.
– Bueno, después de eso, Imperio se volvió más amable y rebelde, dejo de hacer cosas para divertirse en otras, se la pasaba corriendo en la nieve, y leyendo diferentes historias junto a esa niña que comenzaba a crecer, ambos comenzaban a crecer de una manera única. El cabello de Imperio se hizo largo, salvaje y rebelde, dejo de pasar tiempo con los demás Imperios y solo se la pasaba aprendiendo nuevas cosas. Mi padre estaba feliz. Quería casarse con la chica, quería tener descendencia, quería todo. Hasta que un día...
– ¿Qué pasó?
– Los imperios lo invitaron a reunirse, padre fue ya que había rechazado muchas invitaciones. Pero cuando regresó, su aura se notaba diferente, no sé qué habrá pasado, solo sé que tenía esa misma mirada que años atrás había tenido. Dijo que iría a dormir, pero Lena se atravesó en su camino. Ella siempre le hablaba a mi padre por su nombre humano, supongo que algo de eso debió haberlo molestado, y...
– ¿Y?
– La asesinó. Con sus propias manos la torturó hasta la muerte. El escudo en su espalda brillaba tanto, la realeza había hablado, y había acabado esa guerra interna. En el mundo humano...
– En el mundo humano destruyeron el movimiento que representaba Lena, así que, Rusia al ser la representación de todo el poder...
– Tuvo que asesinarla con sus propias manos. – culminó la ex capital mirando a su padre. – Cuando salió del shock que le había causado dicho acto, sus colores se rompieron sacando los colores que tiene con el escudo de la monarquía. Padre olvidó después de días que Lena había muerto por su mano, supongo que había sido un enorme trauma. Un trauma que volvió gracias a tu padre.
– UK solo quiere volver a ponerse la corona de oro que alguna vez fue suya. – suspiró el americano. – No sé qué le habrá echo. Pero como no hay nada en las noticias, supongo que no sabe la verdad. Ahora eso no es importante, lo importante es ver cómo podemos... ayudar a Rusia a superarlo.
Y como si hubiera sido una alarma, el ruso despertó adolorido.
Miró al americano, y este le besó la frente, para después acariciarle el cabello. El ruso sonrió y miró a su ex capital. Su mente divagaba un poco, aun no comprendía que había sucedido realmente en esa habitación, aun su memoria estaba reiniciándose para entender.
"¿Cuánto tiempo vas a huir de tu corona?"
Esa voz.
La belleza de imperio seguía, en un hermoso cuerpo tallado, un hermoso rostro, pero, marcado por su propia ruina.
– Pete...
– ¿Si padre?
– Busca a los Románov, cuando sepas donde están los humanos, asegúrate que nunca sepan quienes son. Tienen otro apellido y diferentes nombres, Anastasia murió ya, no hay nadie que les recuerde quienes son. Borra de la existencia a los Románov, que sean felices siendo personas comunes y corrientes.
– Padre... pero si ellos... deciden reclamar su posición nosotros...
– No pienso ser un Imperio nunca más, no quiero estar relacionado con ellos, no quiero ser Imperio Ruso. Solo soy Rusia, perdóname hijo, la corona tal vez sea bonita, pero, el peso de ella no lo es. Si pudiera matar a humanos directamente, mataría a todos los Románov, chicos y grandes, perdería toda relación y podría vivir feliz, lejos de toda esa mierda. ¿Crees que mi cabello sería gris? ¿Negro? ¿Rubio? Mis ojos tal ve serian azules... o rojos.
El ruso parecía feliz divagando sobre las posibilidades de su vida. Fue entonces cuando el americano decidió actuar, de una forma, que cambiaría el rumbo de Rusia en todos los aspectos.
– Rusia... – dijo el americano. – ¿Confías en mí?
– ¿Uh?
– ¿Confías en mí? ¿En qué quiero lo mejor para ti?
– Por supuesto, siempre he confiado en ti.
– Ven conmigo... – dijo el americano ayudándolo a pararse.
– Espera, ¿Qué haces? – dijo el estado mirando al americano.
– Salvando a tu padre de sí mismo antes de que haga una estupidez. – respondió el estadunidense.
Envolvió una toalla alrededor del cuerpo del ruso, y salió de ese baño con él. Caminó por los pasillos hasta ver la entrada de la antigua habitación del Imperio. Una que nunca visitó, pero siempre supo que estaba allí.
– No, vamos a mi habitación actual. – dijo el ruso deteniendo su caminar.
– ¿Por qué no entrar?
– Es mi habitación con México. – respondió bajando la mirada.
– Dices que no quieres ser Imperio, si no quieres serlo, tienes que dejar a México detrás. Tienes que olvidarlo. Olvidarlo todo. Déjame ayudarte, primero, desecha a México de tu corazón. – el rostro del ruso fue de dolor mientras miraba los ojos azules del americano. ¿Desechar al amor de su vida? ¿Se podía? ¿Era posible? Su corazón lo mataría si olvidara a la única persona que lo liberó de todo.
– Yo...
– Te ayudaré, pero tienes que confiar en mi desde ahora. Tienes que confiar en que quiero lo mejor para ti.
Frunció el ceño, recordando su felicidad, él correteando de la mano de México, en una fiesta de antifaces, donde los besos de amor, la pasión, y el tiempo corrían a esa habitación, dejándose llevar por las llamas de su amor eterno, uno inolvidable. ¿Cómo podría olvidar eso?
Pero debía hacerlo...
– Esta bien, confió en ti Ame... – sonrió suavemente.
El americano sonrió, caminando y abriendo dicha habitación. Hermosa y perfecta, con una gran cama adornando el lugar. Hizo que el ruso se sentara en la cama, y después, con delicadeza, el americano se sentó en sus piernas quedando frente a frente. Miró alrededor, esa habitación tenia toques de México, se notaba que era su espacio especial de ambos, un espacio que tenía que destruir.
– ¿Quieres preguntarme algo? ¿Antes de comenzar?
– ... ¿Te hizo alguna vez algo así? – preguntó el ruso acariciándole la mejilla al norteamericano. – Te...
– ¿Sodomizó? ¿Controló? ¿Casi mató? Si Rusia. UK hizo eso con todos, no solo con algunos. – el americano frunció el ceño. – Pero, es algo que hacían todos los imperios, Francia, España... incluso tú.
– ... Yo no quería...
– Para esa mierda, claro que querías. – dijo el chico arqueando una ceja. – Tienes que aceptar que fuiste un enorme hijo de puta, por eso tu monarquía se corrompió hasta llegar tu muerte. Fuiste un enorme trozo de mierda, que no le importó ni por un minuto la vida de los demás, solo cambiaste tu punto de vista cuando perdiste todo. Nuestro pasado duele Rusia, y es horrible recordarlo, pero si no lo aceptas nunca podrás entender lo que está delante de ti. Lo importante de tu yo de ahora, es que comprendiste cual importante es tu vida, cual importante es amar, cual importante es jodidamente vivir y disfrutar cualquier mínima cosa. Y solo pudiste llegar a ese punto hasta que ocurrió todo lo demás, así que, acepta tu realidad. Ya no eres Imperio, nunca lo serás de nuevo, solo eres Rusia, y Rusia tiene que crecer y ser fuerte. Tienes que dejar el dolor atrás...
– ¿Me ayudarías? – fue lo único que salió de la boca del ruso... – ¿Me ayudarías a dejar mi pasado atrás?
– Claro... – susurró el americano mirándolo. – Rusia, siempre puedes contar conmigo... Así que es hora de borrar todo.
EL ruso miró directo a los ojos del americano y después negó con la cabeza, haciendo que este se extrañara de ese comportamiento.
– Quieres borrar mi pasado, no puedo permitirlo. Si borras mi pasado, no seré realmente yo, ¿Quieres eso?
– Eso es mejor que perderte. Llenaré tu pasado solo conmigo, te hare olvidar el dolor y hacerte embriagarte de mí, solo de mí. México tuvo su oportunidad y la perdió, Alemania nunca comprenderá tu dolor, UK está a punto de saber la verdad. O te salvo, o te pierdo para siempre... lo lamento, solo prometo que vivirás feliz.
– ¿USA? No puedo permitirlo. Solo ayúdame a sobrellevar las...
El americano se lanzó a besarlo, un dulce beso, tomando por sorpresa al imperio. Para después, ponerle sus gafas al ruso.
– Te haré un mejor Rusia. FBI, activa el sistema.
Dichas gafas se iluminaron mientras el ruso cayo en la cama, sufriendo leves espasmos. Una terapia electroconvulsiva más agresiva que las normales era lo que el ruso estaba experimentando en estos momentos, mientras el americano esperaba los resultados. Dichos lentes que siempre portaba el americano, no solo eran unos lentes normales, eran un arma, algo que le ayudaría a salir de cualquier situación si era necesario. Un arma que hacía que el americano siempre tuviera control de todo.
– FBI, ¿Cómo está el proceso?
– Las descargas siguen afectando el lóbulo temporal, estamos llegando a la corteza cerebral, eliminaremos la memoria a corto y largo plazo de los eventos. O si no se eliminan, al menos crearemos una pared para que no puedan salir. Lo que queremos lograr es solo eliminar a Imperio de su sistema, pero, dejaremos las memorias de Rusia desde su niñez a la actualidad.
– Va a creer que URSS si era su padre y es un country más. Bien.
– Sus signos vitales están aún en orden, ¿Continuamos?
– Hagan esa pared de acero, no quiero que recuerde que es Imperio.
– Entendido.
Pasaron unas horas hasta que el ruso abrió los ojos de nuevo para mirar al americano a su lado, acariciándole el cabello. Sonrió mirándole, acariciándole la mejilla, a lo que el del norte se acercó lentamente a besarle la frente.
– ¿Me quede dormido? – dijo el ruso a lo que el estadunidense sonrió.
– Si. ¿Recuerdas lo que hacíamos?
– Jugamos con las NERF. Y estábamos en medio de un beso, ¿Seguimos?
– ¿Quieres besarme?
– Claro que quiero besarte, desde que soy un país nadie se me acerca solo tú. Solo quiero besarte.
El ruso le besó con delicadeza, acariciándole las mejillas suave y tiernamente, sintiendo los labios del americano en él. Fue bajando sus manos poco a poco, disfrutando las curvas discretas del joven país. USA tenía un cuerpo fornido y bien trabajado, hacia derretir a todos cuando lo mirabas, su belleza masculina era incomparable, y eso le encantaba al ruso. Dio una suave mordida en su hombro, escuchando un pequeño gemido de parte del americano. Un gemido que dio pauta para algo más.
– USA...
– Sí, quiero seguir, no tienes que preguntarlo, solo hazlo, no sabes cuánto he deseado que me hagas tuyo.
El ruso sonrió, recostándolo con amor en la cama, y nunca apresuró su paso, no sabía si alguna vez el americano había sido tratado con amor, de esta manera, no lo sabía, solo tenía en mente en tratar al yanqui como la más delicada flor que pudiera encontrar en invierno. Las telas caían delicadamente hasta que al fin vio esa piel blanca desnuda, con marcas de guerra, marcas que contaba historia en su piel, que gritaban locura y desenfreno. Besó cada una de ellas, dedicándose a explorar cada centímetro de piel de la belleza que tenía entre sus manos.
– Hnn... Rusia... aquí.
Fue un simple movimiento, donde el americano abrió sus piernas, dejándole el paso libre a tomarlo. Se acercó cauteloso, besando desde los tobillos hasta los muslos, dejando sus marcas, dejando y marcando esa hermosa piel que era suya, que quería hacer suya solo por un momento. Degusto del americano, de cómo se estremecía con cada lamida, con una mordida, con una felación que lo llevaba a retorcerse y a gemir desenfrenadamente, abriendo sus piernas más, incitando con esos movimientos de cadera al ruso para que lo tomara.
Y no tuvo que esperar en absoluto.
El eslavo subió por su abdomen, dando dulces besos que le sacaban lágrimas de placer al americano, hasta llegar a esos benditos labios y besarlos mientras se acomodaba en aquellas piernas que daban paso a la lujuria. Rusia sonrió, solo se sentía afortunado de tener tan hermoso país en sus brazos.
Ahora solo era Rusia, y solo siendo Rusia, cabía una persona en su corazón, solo una, solo el americano.
Tal vez pasaron horas en la que esa cama se movía, esa cabecera golpeaba con firmeza la pared, y los gemidos de ambos se entrelazaban dejándose llevar por el libido del momento, mientras la mirada violeta bajo a mirar lo que lo tenía loco. Miró como su falo entraba y salía de la entrada enrojecida del americano, como el vientre de este se levantaba cada vez que la metía por completo, como el del norte gritaba y jadeaba jalando las sábanas sin parar.
Acaricio el miembro del americano, viendo el pre semen salir como loco mientras los jadeos inundaban la habitación, y los gemidos del yanqui se volvían más agudos, dejándose dominar por el ruso. Esa belleza, retorciéndose debajo de él, en éxtasis, llegando al orgasmo con un par de embestidas más.
Aquella habitación que era del amor de su vida, se olvidó, para darle paso a la única persona en la mente del ruso, darle vida a su nuevo amor.
Estados Unidos de América.
Su único y perfecto amor.
¿Verdad?
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A la mañana siguiente despertó.
Con un hermoso país entre sus brazos, sonrió besándole la frente abrazándolo. Había estado con el country más hermoso de todos, y eso lo tenía feliz, demasiado feliz, quedándose embobado. Pero fue interrumpido por el sonido de un celular en la habitación. El americano hizo un gesto de molestia mientras estiraba las manos buscando algo sin abrir los ojos aún.
– Espera, yo lo busco. – sonrió el ruso levantándose aún desnudo buscando por la habitación hasta divisar aquel aparato y acercárselo al estadunidense. – Aquí tienes, bebé.
– hmm... Thanks honey... ¿Hello? – comentó el joven país tallando sus ojos. – Oh, Hola Mex, ¿Qué pasa?
El ruso sonrió, metiéndose a la cama de nuevo, besándole el pecho y el cuello al americano quien mordía su labio siguiendo la llamada. Vio como el americano temblaba ante sus labios rozar su piel, así que dejó más marcas, haciéndolo gemir.
– No, no estoy gimiendo, es una película Mex. – dijo el del norte. – ¡AH!... Bueno ahora si fui yo. Pensé que ya te lo había dicho, salgo con Rusia, y ahora mismo está tocando ciertos puntos de mí que me hacen sentir muy caliente...
El ruso sonrió, besándole el cuello, deslizándose al pecho para apresar un pezón, chupándolo y mordiéndolo.
– ¡AH! ... okey gracias por la información, te veo luego, bye baby. – se despidió y después tumbo al ruso subiéndosele encima.
– ¿No podías esperar hasta que terminara esa llamada? – sonrió el americano.
– No. – contestó el ruso sonriente acariciando las caderas desnudas de la potencia. – ¿Por qué te habló?
– México está en tierras europeas, es el cumpleaños de Alemania e irá a la fiesta. ¿Quieres ir?
– ¿Tú quieres ir?
– Claro que quiero.
– Entonces vamos. – dijo el ruso jalándolo para besarlo. – Hn... por ahora solo déjame disfrutar más de ti. – y una mano se fue a deslizar a las nalgas del estadunidense para comenzar a acariciarle una entrada hinchada y rojiza de la noche anterior.
– Hn... espera, primero, déjame preguntarte algo. Irá México, ¿Estas bien con ello?
– ¿México? Si, seguro... bueno me odia por lo que pasó con mi padre, pero, eso no es mi culpa. Además, él siempre hacia este juego de ponerme un dedo en la boca y decirme que me callara cuando se acostaba con otros, nunca lo delaté, y aun así me odia, no lo entiendo...
– Rusia... México es Nueva España, Lo sabes, ¿verdad?
– ... ah... – el ruso frunció el ceño, mirando a un lado, pensando en que era Nueva España. Eso solo provoco una sonrisa enorme en el americano, había funcionado, no recordaba nada, era solo un country joven, que no tenía idea de su pasado, solo sabía que había nacido de la URSS y eso era todo. – Era una colonia de España, ¿no?
¿Era lo mejor? Por supuesto que sí, así el ruso no estaba en peligro y no cometería ninguna estupidez por depresión, y también, sacó un poco de ventaja al tenerlo solamente para él, como se debe. Al final lo merecía, México lo tuvo, lo perdió, y cuando pudo volver a tenerlo desperdició su oportunidad al irse con Alemania a tontear, ahora era su turno, tener a el hermoso Rusia, y aun mejor, tenerlo para moldearlo a su antojo.
– Si... Rusia, oye...
– ¿Hm?
Ahora él tenía el control.
Y no se aprovecharía del todo, cuidaría al ruso, porque sabía que ese escudo tatuado en su piel era un presagio, de que, en un futuro, el ruso perdería todo. Sabía que significaba, lo supo en el momento que Petersburgo miro con tristeza a su padre, los Románov algún día se alzarían de nuevo. Pudo prevenirlo, pudo hacer que el ruso pudiera controlar su pasado y su presente, hacer que Imperio se fusionara con lo que es ahora, y crear una Rusia fuerte que podría con el alza de los Románov.
Pudo hacerlo, sí, pero vio esos ojos violetas, esos hermosos ojos violetas solo brillando para él, como siempre había deseado. Y no quiso perder esa oportunidad.
Tenía en su cama al hombre que siempre deseo poseer. Lo tenía amándolo, lo tenía deseándolo, lo tenía besándolo. Tal vez podía salvar a Rusia de su fin, sí, pero, su corazón no iba a soportar por segunda vez verse roto, para ver al ruso correr hacia México. Tal vez fue la tristeza, la ira, los celos enfermizos que le tuvo al mexicano durante todo ese tiempo, lo que lo hizo tomar su decisión.
– Nada, solo bésame hasta que se me rompan los labios.
Fue así como comenzó todo. Donde el ruso fue suyo, solo suyo.
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Meses después...
El ruso era un animal.
Uno candente y sensual que vivía en el mejor palacio, bebiendo vodka y riendo con todos. Era divertido, era elocuente y era un jodido rebelde sin causa. No le importaba nada, solo emborracharse, crear armas y de vez en cuando, armar peleas solo por diversión. Pero, eso no era la parte favorita del americano.
Su parte favorita era el apetito sexual interminable del ruso.
Lo hacían todo el tiempo, embriagándose entre ellos, en los pasillos, en los salones, en los baños, en las habitaciones, en diferentes balcones, los jardines, en la terraza, en el techo. Era su ruso, el hombre solo tenía ojos para él, como siempre había querido. Solo su Rusia, solo de él.
– ¡Ah! ¡You're so fucking big! ¡Ah! ¡Fuck me harder!
Nunca había estado en esa habitación, había muchos instrumentos. Pero realmente no podía apreciar su belleza, estaba montando una polla enorme a lado de un precioso piano, y no podía pensar ya, solo mover sus caderas sin descanso. Rasguñó la espalda del ruso sin remordimientos, mientras podía sentir ese bulto en su vientre crecer e irse, dependiendo que tan profundo el ruso entrara. Tenía ya corazones en los ojos montando lo más rápido que podía a aquel hombre, que fumaba un cigarrillo mientras el americano hacia su trabajo.
– ¿Eso es lo mejor que tienes? Mueve más tu trasero Ame, eres mi puta personal, actúa como una.
– ¡Ah! ¡Yes daddy!
Trató de hacerlo más rápido, pero las piernas se le vencían apenas daba un salto, el ruso estaba destruyendo todos sus puntos suaves, y estaba volviéndose loco, nunca había sentido orgasmos tan fuertes y largos como los que le provocaba ese euroasiático. Sintió el humo del cigarrillo salir de la boca del eslavo para después ser puesto contra el piano, y ser embestido a morir, escuchando el sinfín de golpes contra su trasero, una serie de aplausos enormes que lo llevaban al cielo.
Sintió al ruso jalar su cabello, mientras mordía su hombro, sin parar en ningún momento lo que hacía. Era bendito el ardor, el placer en su próstata a punto de provocarle otro orgasmo más, el ruso lo dejaba absolutamente seco, corriéndose hasta no dejar ni una gota dentro.
Tenía la vista borrosa mientras el éxtasis era enorme, el ruso podía romperlo y armarlo, podía hacer lo que quisiera con su cuerpo si lo hacía sentir así siempre, era...
– Padre, ¿Quieres tocar una...
El americano solo podía gemir mirando a la ex capital en shock, sintió una enorme vergüenza, pero, estaba tan débil que no podía parar al ruso, solo podía gemir. Cubrió su rostro de golpe, avergonzado de que un estado lo viera tan pasivo ante otro. Fue hasta que ruso notó la presencia de su hijo, que habló, pero claro, sin detener sus caderas de embestir al americano.
– Largo de aquí Pete, maldición... – dijo el euroasiático soltando otra bocanada de humo. – ¿No ves que estoy ocupado?
– Es el cuarto de música... ¡Es el cuarto de música! –gritó el estado mirando al ruso azotando ese violín en su mano en el suelo. – ¿Cómo haces esto aquí? ¿Cómo le faltas el respeto a una habitación que solo era tuya y mía, donde pasábamos horas? ¿Cómo puedes hacerme esto, padre?
El ruso paró, apagando el cigarrillo en el cenicero arriba del piano, y salió del americano acomodando su ropa y cubriendo a su pareja con su abrigo. La ex capital sintió sus piernas temblar, mientras veía a su padre acercarse a él. Aquella capital que apenas le llegaba un poco más arriba de su cintura.
– Repara tu desorden Petersburgo. – dijo el ruso. – Ese era un violín bueno, lo compré para ti.
– No necesitas comprarlo, tú sabes fabricarlos, tenemos la madera para...
– ¿Fabricarlos? ¿Madera? ¿Me ves cara de idiota que sabe hacer esas cosas? – bufó el ruso. – Te comprare otro, pero discúlpate por ser un imbécil entrando solo para decir mierdas mientras estoy cogiendo. C'mon baby, say it.
– Padre...
– Solo dilo Pete, suficiente tengo con tenerte todo el día aquí queriendo hacer ballet o estar con... am... ¿Cómo se llama?
– Ana.
– Si Ana, sabes he pensado con darle su propia casa, seria más cómodo, así podría estar con América más tiempo sin interrupciones. Y...
– Esta es la casa de Ana, como es la mía.
– Es mi palacio. Yo decido que sucede aquí, H–O–N–E–Y.
El ruso sonrió, y la ex capital miró con odio al estadunidense. Había moldeado al ruso a su antojo, lo hizo como él, engreído, ególatra, narcisista. Nada de su padre quedaba, en absoluto, nada. ¿Es así como prometió cuidarlo? Volviéndolo alguien que no es, ¿Es así como abusó de la confianza de su padre? ¿Eso era?
El americano bajó la mirada encogiéndose de hombros.
– ¿Pete? ¿Estás allí? Diablos... solo vete, olvida las disculpas, pero no pienso comprarte otra cosa de esas.
– Eres un idiota. – dijo el estado mirándolo. – Eres un completo idiota.
– ¿Uh?
– No mereces ni dormir aquí, tu no mereces ni siquiera tener el control de estas tierras. Eres todo lo que odio en una persona... – Y la ex capital comenzó a lagrimear apretando los puños. – ¡Nunca pasas tiempo conmigo! ¡Ignoras a Ana! ¡Manchas todo el castillo con tus excesos! ¡No has mirado la nieve en lo absoluto desde que empezaste tu relación con él! ¡Él te está cambiando! ¡Tú no eres así! ¡No reconozco a mi padre! ¡ERES COMO URSS! ¡ERES UN TÍTERE DE NUEVO!
Fue una enorme bofetada lo que fue a parar en el pequeño estado.
Una que lo hizo caer y casi noquearlo, el ruso no estaba midiendo su fuerza. Ese golpe hizo al americano estremecerse, nunca en la vida, Imperio había tocado a uno de sus hijos, los adoraba y amaba, ya que, en sus palabras, sin ellos él no podría existir. Fuera quien fuera, el Rusia que él conocía era incapaz de golpear a sus preciados estados, y ahora, en ese momento, el americano se había dado cuenta de lo que había hecho.
De lo que había creado.
– No vuelvas a hablarme de esa manera. No vuelvas a insultar a América, ¿Quién diablos te has creído Petersburgo?
El pequeño estado sostuvo su mejilla, atolondrado para alzar la mirada y ver esos potentes ojos violeta. Aquellos ojos que solían verlo con tanto amor, ahora, solo lo veían con enojo encapsulado en las pupilas.
– Te odio. – dijo la capital dejando al ruso sin palabras, sorprendido. – ... Le daré mis declaraciones a Moscú, él te las dará a ti, así que no tendrás que verme nunca como deseas. Ana y yo nos iremos, como requieres, si necesitas ayudantes contrata unos por tu cuenta.
– Pete... ¿Qué diablos dices? P–perdona por el golpe, solo, solo me deje llevar por... no quería que pasara esto. Vamos bebé, ¿Quieres jugar? Juguemos, toquemos estas... cosas. – dijo el ruso sujetando un violín algo torpe. – Am... mi padre casi no me enseñó esto, pero puedo aprender. Vamos, podemos...
– ¿Qué parte de odio no comprendes? – dijo el estado viéndolo. – Quema los palacios y crea un bar enorme donde puedas despertar lleno de vodka y exceso como te gustan. Convierte en un burdel todas las calles que represento, no me interesa. Eres una mierda, déjame en paz.
El ruso se quedó en shock, mirando a su estado.
Fue el americano que sujetó a la ex capital, para que no saliera.
– No puedes hacerle esto, por favor.
– Esta es la razón por la que tú nunca ganaste su amor... – dijo el estado mirando al americano. – Siempre tratas de cambiar a todos a tu forma de ser. Porque siempre tienes miedo de que te rechacen si solo dejas las cosas fluir. Tienes que asegurarte con tus artimañas de que saldrás ganador o no resistes la presión de perder algo que amas. La diferencia entre Nueva España y tú, es que ellos se complementaban, tu simplemente hiciste un clon de tus excesos.
– Tú no tienes idea de...
– Él te hubiera aceptado si le hubieras dado tiempo de enamorarse de ti. Como México lo hizo. Cuando mostrabas tu verdadero tú, estoy seguro que él estaba cayendo por ti hasta que tenías que arruinarlo. Ahora disfruta tu premio.
El ruso pasó las siguientes semanas buscando a su estado, sin éxito. No volvieron a ver a San Petersburgo ni a Ana después de eso. Ninguno los volvió a ver. El ruso se rompió un poco con ello, una grieta en su pecho apareció, y le provocaba un dolor enorme, mientras solía dormir abrazando las pocas cosas que su ex capital había dejado, un suéter, un gorro y una bufanda.
– Rusia...
– ¿Por qué me está doliendo tanto? Ni siquiera es mi capital, no sé porque me duele tanto, no sabía que lo amaba de esta forma, son hijos de URSS, yo solo los adopté, ¿Por qué me duele tanto, América?
– ...No lo sé...
Desde ese día, el americano sufrió un infierno de culpa, que poco a poco se preparaba para explotar.
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Años después...
Llegó la cotización de la medicina al ruso. La droga GR era imposible de pagar, más cuando el mexicano le cobraba cantidades enormes en lugar de su precio normal. Suspiró angustiado, ¿De dónde diablos iba a sacar tanto dinero? Tendría que organizar muchos eventos, trabajar más con muchos gobiernos e invertir tanto como pudiera. Una caja le causaría unas bajas enormes.
¿Qué hacer?
– Russ, ¿Estas bien? – y esa voz, esa hermosa voz. Apenas escuchó al americano entrar a su oficina, le sonrió haciendo una seña para que se acercara y acabara por besarle y abrazarlo. – ¿Todo está bien?
– No puedo pagar la droga. – dijo el ruso.
– ... ¿Cuánto te está cobrando cada caja?
– 20,000,000 cada caja.
– Oh shit... – el americano suspiro abrazándolo. – Te daré una de mis cajas.
– Es mucho dinero...
– No, a mí me las cobra a 10,000 dólares. – dijo el americano. – Me costaron un millón las primeras, pero después me bajó el precio.
– Mis hermanos morirán y yo moriré si no consigo esa droga. Necesito cajas para todos ellos. Tengo que hablar con México, tengo que explicarle que tiene que dejar de odiarme, tal vez he actuado odioso e insoportable para él, pero realmente necesito ponerme de rodillas y suplicarle que al menos me la deje a un millón cada una. Cada caja cuenta con 20 dosis de droga. Me iré a la quiebra.
El americano le acarició las mejillas, y le besó, calmando a su amante mientras lo acurrucaba en su pecho. ¿Cómo diablos lo ayudaba? Podría comprarlas más baratas, pero México sospecharía de sus compras y al final se enojaría si supiera que está ayudando al ruso. Acabó por besarle la frente mientras el eslavo aspiraba el dulce aroma del americano, abrazándole.
Fue hasta que el americano divisó una bailarina encapsulada, en un estante, una con unos colores vivos y diseño en su vestuario hermoso. Momento, había visto esos colores alguna vez, si, son de México. ¿Era ese un regalo para México?
– ¿Tú hiciste esa bailarina? – preguntó el americano señalando.
– No sé, estaba aquí cuando me di cuenta, pero me gusta mucho sus colores y maquillaje, así que la conservo cerca, Es preciosa, ¿no? Su piel morena, sus bellos ojos que esconden estrellas en ellas, su cabello largo y negro, esos colores en su vestimenta.
– ¿No te recuerda a alguien? – preguntó el americano con mofa.
– No.
El americano frunció el ceño mirando al suelo para después ver esos ojos violetas. Le besó la mejilla abrazándole, para después sin pleno aviso comenzar a sollozar, el ruso se alarmó de golpe, abrazándolo y llenándolo de mimos y dulces caricias, pero cada caricia era un golpe al americano. Había destruido a Rusia, lo había hecho, este hombre que lo mira con tanto amor, no es el verdadero Rusia, no lo es, es un tipo con el cerebro lavado.
– Si te hiciera algo horrible, ¿Me perdonarías?
– ¿Uh?
– Si te hubiera hecho algo horrible, ¿Me perdonarías? ¿Me entenderías?
– Ame... – el ruso miró esos ojos con lágrimas y se le partió el corazón, para después sonreír acariciándole las mejillas. – Me dolería seguramente, me enloquecería, pero, te perdonaría, porque al final... Te amo, eres la única persona que puedo amar.
– Te amo. – respondió el americano besándole, ocultando una vez más la verdad.
Pasaron los días, y se anunció una reunión en Italia. Había una gran expectativa por la llegada del mexicano, ya que la mayoría de los países estaban dispuestos a lamer la suela de sus zapatos para lograr que el mexicano les vendiera un poco de la tan preciada droga GR a un precio accesible.
Entonces llegó el tan esperado invitado, de la mano del canadiense. El americano frunció el ceño al ver como su hermano seguía con esa farsa, Canadá no podía romper con México, menos cuando gracias a esa relación tiene acceso a la droga y puede darle parte de su compra a Ucrania. No sabía quién era mejor farsante, si su hermano o él. Dejó a Rusia mientras platicaba con él alemán y caminó hacia su hermano que estaba distraído, mientras el mexicano saludaba a sus hermanos.
– ¿Cuánto tiempo piensas que puedes ocultar esta mentira? – le dijo el americano viendo al canadiense.
– Metete en tus propios asuntos Ame. – contestó el amante del maple.
– México no merece eso. Y tú tampoco, ¿Prefieres ser miserable con alguien que no puedes amar a correr con el amor de tu vida y luchar juntos?
– ¿Tengo opción? Es la única forma en la que le puedo dar la droga a Ucrania sin que él se vaya a bancarrota. Prefiero mil veces sacrificarme a que él tenga que sufrir. Si eso implica estar con taquito, bueno... – el canadiense frunció el ceño. – Lo haré.
– México quiere retenerte cueste lo que cueste, debería darse cuenta de lo obvio, que tú no eres tú cuando estas con él, solo eres un reflejo de lo que México quiere y... – Como balde de agua fría el americano vio su realidad. Él era México, mientras Canadá era el ruso, que solo lo amaba porque no conocía nadie más, porque estaba tan controlado que no veía más allá, siendo un muñeco perfecto a sus comodidades. De nuevo esa culpa.
– ¿Pasa algo hermano?
– Necesito un trago, con permiso.
Ya no podía con la culpa.
Tenía que revertir el proceso, tenía que hacerlo ya. Miró a lo lejos al ruso reír con él alemán, mientras a tan solo 5 pasos, el mexicano reía con el chileno. Solo 5 pasos y esos dos podrían estar juntos, pero esos pasos él los había borrado, para ser inaccesible que ellos pudieran estar de nuevo juntos. Las bebidas no paraban mientras usaba sus lentes para mantener la comunicación con FBI, en un rincón, mientras trataba de olvidar lo que hizo, donde todo estuviera de nuevo como antes, Rusia siendo Rusia, donde si se hubiera enamorado de él poco a poco, donde esa sonrisa no se sintiera artificial, donde nada se sintiera artificial.
– Lo lamento señor, no se puede revertir el proceso. La única forma en la que se podría, es que el mismo Rusia destruyera dicha pared que se creó en su memoria.
Esas palabras le golpearon en el corazón. No tendría de nuevo al verdadero Rusia, solo cachos de lo que pensó que tendría alguna vez. Ya no soportaba el hecho de...
– ¡Gringo! ¡Mi gringo precioso! Hola bebé. – dijo un ebrio mexicano abrazándolo por la espalda. Lo miró y después levantó su mirar a esa habitación. ¿Cuántas horas había estado auto compadeciéndose? ¿O cuanto había bebido? Todos ya estaban ebrios, algunos besándose en las esquinas, otros despidiéndose para subir a las habitaciones del hotel, y otros siguiendo una charla amena. – Gringo, gordis, perdí a tu hermano, me dijeron que lo vieron con Ucrania, pero... no lo encuentro, ¿Lo has visto?
– No... hablé con él hace horas, no sé dónde pueda estar. – respondió, sosteniéndose la cabeza. – Creo que he bebido demasiado, me había quedado dormido.
– Mhhmmm seguramente. – dijo el latino abrazándolo. – Gordis, tu hermano siempre se escabulle lejos de mí, no sé cómo hacerlo feliz, que se sienta feliz de tenerme. En el fondo siento que me tiene lástima, pero, Canadá no es así, no puede tenerme lástima, ¿Verdad?
– No te ama, solo ama a Ucrania. – dijo el americano mareado. – Deberías botarlo.
– Tu deberías botar a Rusia. – dijo el mexicano defendiéndose, cambiando el tema. – Mereces algo mejor que ese pedazo de mierda.
– No hables así de él. – remilgo el del norte. – Él es perfecto.
– No, tú y yo somos perfectos, él es un hijo de puta que no quiero que te lastime como me lastimó a mí. – respondió el latino acariciándole la cintura a su ebria mitad. – Todo era más fácil cuando solo nos amábamos tú y yo. Cuando no teníamos problemas en amar a nadie más. Solo tú y yo contra todos, me hubiera gustado quedarnos así, amándonos, sin miedo a nada, solo amarnos. Pero al final, aunque te necesito para respirar, no soy lo que necesitas para tu vida. Soy como esa pieza que embona contigo, pero, no soy realmente lo que necesitas para completar tu rompecabezas. – el latino se acercó, lento, al rostro del americano. – Tal vez soy tu alma gemela, pero no el alma que debas amar para toda la vida.
– No funcionamos como pareja. – respondió el americano. – Y me duele eso... ¿Puedes guardar un secreto?
– Si. – sonrió el latino mirándolo.
– Me he aferrado a alguien que he amado por mucho tiempo hasta llegar al punto de destruirlo, y ahora, desecho, ya no sé cómo repararlo. Ya no sé cómo.
– ¿Qué rompiste de él?
– Su vida.
– Entonces entrega la tuya. – dijo el latino a centímetros de su rostro. – Entrega la tuya a él, sin importar el dolor, y deja que él respire, mientras tú te ahogas, como castigo de tus acciones. Para que, al momento de tocar arena, al fondo de ese mar, puedas volver a subir. Vas a caer más y más bajo, hasta llegar al punto de subir. Y cuando lo hagas, en la superficie, te estará esperando aquella mitad que tanto deseas.
– ¿Qué propones?
– Llega a tu punto de quiebre, deja que te mate, y revive para solucionar tu vida.
Y el latino acabó por besar esos labios. El americano comprendió que no era un beso normal, era un beso de esos que México daba como sentencia. Por supuesto que el Country que ve y platica con la muerte, podía dar dichos besos que calaban en el alma, para hacerte actuar. Era una lástima que el mexicano no pudiera besarse a sí mismo para abrirle los ojos.
– ¡Aléjate de él! – gritó el ruso ebrio y mareado, empujando al latino abrazando al americano. – ¡Es mío! ¡No te le acerques!
– ... es todo tuyo galán. – dijo el latino mirando al americano.
– Rusia, México, acompáñenme. He bebido demasiado hoy, estoy seguro que tomaré decisiones estúpidas hoy, pero también se, que puede ayudar a mi punto de quiebre.
América podría ser muchas cosas. Ególatra, narcisista, egoísta, abusador, todo, pero, al menos trataba a su manera en hacer las cosas correctamente.
Tomó la mano del mexicano, caminando por ese pasillo al elevador, donde al subir a su habitación, les dio paso a ambos, al latino y al ruso. Al estar dentro, el americano cerró con llave mientras miraba a los dos country allí. Entonces sonrió, retirándose su saco y corbata dejándola caer en el suelo, abriendo los primeros cuatro botones de su camiseta, mirándolos.
– Rusia, ¿Me amas?
– Sí, claro que te amo. – respondió el ruso mirándole.
– México, ¿Me amas?
– Eres mi alma gemela, claro que te amo. ¿A qué quieres llegar con esto?
– A qué voy a abusar que ambos están tan ebrios como yo, y voy a hacer que ambos me destruyan en esa cama. Quiero que me cojan a morir allí, quiero el mejor trio que he tenido, y quiero que todos participen. Quiero que tu México te dejes coger por Rusia, y tu Rusia, te cojas a México hasta que le rompas la próstata.
– ¿Qué? – ambos países veían al americano con sonrojo y confundidos, el alcohol los hacia dudar si lo que decía era real, o solo era una simple ilusión.
– Permítanme, ponerlos en el mood que necesitan. Ambos me aman, así que a ambos les encanta esto, ¿No es así?
Fue erótico.
Como el americano lentamente retiraba cada prenda de su cuerpo, deslizándola, dejando notar ese asombroso cuerpo bien trabajado y esculpido, esas cicatrices, esos músculos, dios, un dios en la tierra. Podía notar como los ojos de esos dos country lo devoraban con la mirada, así que se divirtió quitándose la ropa. Salió la camiseta, salió el pantalón, los zapatos, calcetines, todo. Hasta quedar en boxers donde se acercó lentamente a ellos, gateando por la alfombra hasta estar allí, a sus pies. Para después subir a la cama, y sentir como ambos country le seguían de cerca.
– Cómanme.
El americano no tuvo que decir más, tanto el mexicano como el ruso, lamieron desde su tobillo, subiendo con los besos en sus piernas, mordiendo al mismo tiempo sus muslos internos, para dejar esas benditas marcas que hacían estremecer al estadunidense. Para deleite del chico, al bajar los boxers, vio tanto al ruso como al mexicano lamiendo su falo, lenta y sensualmente, chupando cada uno su lado, turnándose la punta, haciendo que la glande del norteño se hinchara y poco a poco su erección fuera creciendo. Era bendito ver a dos country devorándolo, haciéndolo llegar al cielo solo usando su lengua.
Cuando se sintió cerca de correrse, al sentir la lengua y labios del ruso chupar mientras el mexicano lamia sus bolas, quiso parar, pero el ruso y el mexicano hicieron caso omiso, donde sus bocas continuaron con intensidad, buscando el placer del de 50 estrellas, al punto donde el pre semen comenzó a salir como loco, y en un gemido fuerte, un chorro de semen salió acabando por manchar tanto el rostro del ruso como del latino.
– Ah... mierda, no pensé que... lo harían...ah... – el americano jadeaba mirándolos, para después, empujar al ruso a la cama, mientras se posicionaba para comenzar a chupar ese falo semiduro del ruso, desnudándolo de la cintura para abajo. – Nunca había tenido tantas ganas de chupar esta enorme cosa como ahora. Mexy, siéntate en la cara de Rusia, quiero que me exciten tus gemidos.
– ¿Eso quieres? ¿Qué me siente en la cara de tu novio? – sonrió el mexicano retirando sus pantalones y boxers.
– Yes honey, hazme feliz. – sonrió el americano acariciando el falo del ruso. – Necesitas estas abierto para que esto te quepa, es más grueso y largo de lo que hayas probado antes. Ni Canadá le llega a esta verga titánica. Si te la voy a prestar debes estar bien preparado.
El mexicano trago saliva al ver el falo del ruso, era un gran tamaño, mordió su labio y se acomodó para acabar por sentarse sin previo aviso en la cara del eslavo. Este se quejó, buscando aire y cuando tuvo una mejor posición, frunció el ceño.
– Russ, hazlo... o no te voy a complacer aquí. – dijo el americano, masajeándolo un poco.
– No te atrevas a morderme idiota porque si no me voy a vengar mordiéndote la polla ya que la tienes afuera. – dictó el mexicano, dejando caer su peso en el rostro del ruso, provocando la molestia de este. – Eres tan fácil de... ¡AAH!
Mordió su labio, mientras la lengua del ruso comenzaba a trabajar, se movía lento, lamiendo lentamente, chupando y besando con delicadeza esa sensible parte. El rostro de México se había convertido en un poema, girando los ojos en excitación, mientras su lado más pasivo salía a la luz, nunca en su vida había disfrutado tanto un beso negro como ahora, nunca en su...
"Confía en mí, te haré sentir bien, solo, alza un poco tus caderas..."
– Hn... Imperio... – susurró el mexicano captando la atención del americano. – ¡AH!
El ruso sujetó fuerte las caderas del latino, dejándolo sin escape, quería que sintiera todo, como cada punto de ese anillo se estremecía con su toque, con sus labios, con su lengua. Al ruso no le gustaba hacer esto, pero, tampoco podía detenerse de devorar al latino, sentía su cuerpo tan excitado de tenerlo entre sus manos y no sabía porqué, solo quería sostener ese cuerpo y devorarlo toda la noche. De pronto, conocía que puntos hacían gritar al mexicano, que tan profundo su lengua y dedos podían tocar para hacerlo gritar en excitación, en donde se encontraba el punto dulce del latino, donde podía hacerlo correrse sin penetración.
El mexicano gemía en lo alto, apenas teniendo compostura de sus acciones, se estaba derritiendo con el ruso, soltando presemen como loco, mientras veía al americano chupar y degustar esa enorme polla que ahora quería en su trasero, embistiéndolo hasta matarle.
– ¡AH AH! ¡AAAAH! – Los gritos y gemidos del mexicano inundaban la habitación como la canción más erótica para el americano y el ruso. – ¡AAAH! ¡RUSIA!
El ruso acabó por nalguear fuerte dejando sus manos marcadas, en ese precioso trasero redondo y perfecto, siguiendo su trabajo, deseoso de más. Nunca se había sentido tan duro como ahora, tan deseoso de penetrar a alguien como ahora, solo quería destruir al latino, quería hacerlo mientras se derretía en sus brazos. Pero, eso no estaba en los planes, porque antes de que pudiera acomodar al latino, sintió una cavidad caliente y húmeda haciéndolo gemir.
– ¡FUCK YEAH! Dammit... so fucking big... – Su novio se había penetrado a sí mismo, comenzando a montarlo mientras besaba al mexicano que apenas podía sostenerse sentado en el rostro del ruso.
El americano por supuesto iba a aprovechar lo duro y excitado que se encontraba su novio primero, antes que nadie. Además, su plan estaba funcionando, tal vez la memoria de Rusia él no la podía recuperar, pero el cuerpo de México sí. Tener de nuevo a ese bello país que lo enamoró, podría traerlo de vuelta.
Comenzó a montarlo más salvaje que siempre, sin importarle si se desgarraba.
Besaba al latino mientras movía sus caderas rápido y fuerte sacándole gemidos al ruso que estaba perdiendo la batalla contra el placer. De un momento a otro, los tres países gemían a morir, mientras otros country se acercaban a la puerta a escuchar esa sinfonía, no sabían quién estaba dentro, pero tenían una fiesta divertida al parecer.
Entre tanto éxtasis acumulado en la habitación, el mexicano acabo corriéndose de solo ser lamido, manchando al americano. Mientras el americano estaba tratando de conseguir su dosis diaria de proteína rusa, apretando su entrada, moviéndose con maestría, aprisionando la verga del eslavo, montándola como un dios sexual, hasta conseguir esos chorros de semen llenar su interior.
Tomaron un respiro, uno simple y dulce, donde todos se dieron un momento para recobrar energías.
Entonces el mexicano sintió el tirón del americano, poniéndolo encima del ruso.
– Deja que te coja la verga de mi novio. – susurró el americano besándole el cuello al latino. – Quieres probarla, ¿no? Sabes que deseas probarla.
Y sin más que decir, el mexicano se acomodó, mientras el americano salía y dejaba dicha verga libre, ayudando al mexicano a penetrarse poco a poco. Entre lágrimas de placer sintió como su anillo se estiró tanto que quiso parar, pero, el americano lo fue empujando más, hasta tener la cabeza por completo dentro.
– ¡AAAH!
– Lo sé, ese grito solo la provoca la verga más grande de todos los países. – sonrió USA. – Sigue...
Los gemidos del ruso y el mexicano se sincronizaron, ambos se fueron de esa habitación, sus mentes viajaron juntas, a un recuerdo borroso. Donde sabanas rojas se encontraban en una habitación, donde dos amantes se entregaban el uno al otro, donde ese bendito sentir, el verdadero significado del sexo estaba allí, atravesando como una descarga sus cuerpos, la conexión única con el cuerpo más compatible que podían encontrar. Poco a poco el mexicano logró meterla entera dentro de él, con lágrimas escurriendo de los ojos, y con un bulto visible en su vientre.
– hnn...
Y entre esa mirada de galaxias y estrellas, con la mirada violeta, no resistieron más, y acabaron besándose. No fue un beso simple, uno donde solo parecía deseo, no, fue un beso único, uno desesperado y ansiado, como de un amor que se encuentra con su viejo amor, uno que querían que durara toda la vida, uno que exigía quedarse.
La compatibilidad de cuerpos.
Sus almas hirviendo en deseo.
Sus miradas exigiendo amor.
Sus expresiones tan familiares.
Se quedaron unos segundos mirándose que parecían minutos. Así, analizando sus rostros, sintiéndose unidos. El mexicano se inclinó a besar dichos labios de nuevo, dejando las lágrimas salir mientras degustaba con los ojos cerrados esos labios que lo traían loco. Para después alzarse, mostrando con un poco de vergüenza su cuerpo, comenzando a mover las caderas en círculos, sacándole un gemido sensual al ruso, quien echo la cabeza para atrás, sosteniéndole las caderas.
Llegó un punto donde no podían apartar la mirada del otro. El ruso quería reclamarlo como suyo, sin pensarlo, donde veía con tanto deseo al mexicano, en cambio el latino, solo quería que esos ojos violetas lo voltearan a ver siempre, mientras se lo cogía como era, como se debe, entregándose completo, con un puñado de sentimientos ocultos y miles de dudas, expuesto, sensual y lascivo, reclamando el cuerpo del ruso como suyo, por cada movimiento, cada salto, cada embestida.
– Se mío Rusia, por favor, yo...
Y el americano intervino, besando al ruso, rompiendo esa conexión entre ellos. Los celos, los malditos celos de entregarle a Rusia, por más que amara al mexicano, no quería cedérselo, aunque había querido arreglar las cosas, quería tener al ruso, cada vez que el latino quería tenerlo, lo deseaba más, cada vez que el de raíces azteca lo deseara. El americano acercó su miembro a la boca del ruso, haciendo que este comenzara a chupar, mientras un molesto mexicano seguía montándole.
– Are you okey, honey? – dijo con descaro USA mirando a México, burlándose de su superioridad. El americano tenia al ruso, y solo lo tendría él.
– Claro que sí. – replico el latino siguiendo su trabajo. – ¡AH!
– Here... – y el estadunidense tomo la botella de vino de cortesía, abriéndola y dándosela al latino. – Embriágate más. Que esto aún no termina.
Y así lo hizo, montó al ruso hasta sentir ese bendito chorro llenar sus adentros, el placer era indescriptible, nunca había sentido tanto en su vida, al menos no desde la muerte de imperio. Los gemidos no pararon en esa habitación, siguieron hasta los tres quedar secos, donde en la mañana comenzaría el martirio de los tres.
El ruso despertó primero de golpe, mirando alrededor, viendo al americano a su lado, sonrió acariciándole el cabello, pero después miró algo más. A su izquierda estaba el mexicano durmiendo desnudo. Entro en pánico, ¿Qué diablos había pasado anoche? Solo recordaba haber bebido vodka a morir y después... después...
Recordó una cintura pequeña, y una piel morena. ¿Por qué le agradaba tanto?
– Hn.. honey... – dijo el americano despertando. – ¿Russ?
– Uh... Ame, anoche.
– Estuviste excelente. Si... – sonrió el americano besándolo. – Oh, pensé que se iría. Pero no ha despertado. Espera... – dijo el estadunidense acercándose al latino besándole la espalda. – Baby taquito, es hora de despertar.
Y allí fue cuando el cristal se agrietó.
Al momento que el mexicano miró la situación en la que estaba, en cómo se había acostado con ambos, comenzó a lagrimear. Y después a llorar cubriendo su rostro, asustando incluso al americano. El mexicano comenzó a gritar sobre cómo había engañado al canadiense, en lo mierda que era, en como lo perdería, en como todo se había arruinado. USA trataba de tranquilizarlo, de nuevo regresando a la realidad, de nuevo, había lastimado a la persona que juraba amar, por estúpidas decisiones. El americano juró guardar silencio, mientras el mexicano no podía con la culpa.
– Tengo que decirle lo que hice... dios... – dijo el latino levantándose como podía de la cama, para vestirse.
El americano le ayudó, a limpiarse y a ponerse bien de pie, diciéndole que lo acompañaría, pero el latino no quiso. Al acabar de vestirse se levantó y salió de la habitación, no sin antes lanzar una mirada hacia atrás, haciendo contacto con el callado ruso que lo miraba. Y allí, en ese choque de miradas, allí, el ruso recordó a una persona que amaba, donde aquella pared de acero en su mente se fundía.
Allí, viendo a México irse, fue cuando lo supo.
América estaba preocupado. Golpeándose repetidamente la frente mientras se odiaba por dentro de haber usado y lastimado a México así.
– Ame...
– ¡¿Qué?! – dijo el americano.
– No te culpes. Estábamos los tres ebrios. Déjame ayudarte.
– ¡¿Tú, ayudarme?! No me hagas reír, no conseguirás nada, México te debe odiar más ahora que... – el ruso puso un dedo en la boca del americano, para al final besarle la frente. – ¿Russ?
– ...
El eslavo miró directo a los ojos al americano, mientras este nervioso le devolvía la mirada. Frunció el ceño mirándolo y después simplemente cargó al americano en sus brazos.
– Duchémonos...
Sin más que decir, el americano aceptó, pero desde ese día, algo cambio con el ruso, algo que el americano nunca comprendió...
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ACTUALIDAD...
El ruso suspiró mirando al americano para acariciarle la mejilla una vez más.
– Recuperé la memoria poco a poco después de eso. Y en ese momento tenía dos opciones en mi mano. Arrancarte la cabeza por traerme años como tu muñeca personal, por hacerme perder a San Petersburgo y arruinar mi vida, o, perdonarte. Tome mi decisión allí. Al final, América, decidí perdonarte, porque, fuera de todo ese control, seguías cuidándome, seguías conmigo. Hasta que claro, sentiste que ya no te idolatraba tanto y como siempre lo haces, al sentir un poco de desamor, corres a alguien más en busca de más amor. Corriste con Filipinas y me engañaste. Porque sigues sin poder aceptar el rechazo.
– ... Ya no soy esa persona.
– ¿Enserio? – sonrió el ruso. – Tengo una noticia para ti. Quieres que le diga a México que soy Imperio para que este ayude a unirnos a todos, pero dime, ¿Qué tanto cambia tu plan si te digo lo siguiente...
– ¿Qué cosa?
– México es receptivo. Podrías embarazarlo y sobrevivir. No me necesitarías a mí. Dime, América, ¿Qué deseas ahora al saber eso? Seguirás sacrificándote, demostrando que cambiaste, o correrás a algo seguro. Dime, ¿Aceptarás que yo regrese con México, o los celos te ganaran de nuevo?
– Haré lo correcto. Lo que yo considere correcto. – respondió el americano mirándole. – Pero solo debo saber una cosa, ¿Me amaste alguna vez realmente?
– Me estaba enamorando de ti perdidamente, pero decidiste arruinarlo para convertirme en tu muñeca. Te hubiera amado con todo mi ser, si me hubieras permitido amarte, en lugar de hundirte en la incertidumbre y jugar sucio y a lo seguro. Pero no te culpo, yo era igual o peor, digo, ve esta situación, no es tu culpa, es de todos, porque no podemos dejar ir, no queremos sacrificar. Así que, aquí está el jaque...
Las alarmas comenzaron a sonar mientras una risa escapó del ruso. Dada la ironía de que sonara la alarma en ese preciso instante.
– Tú elegirás sobre a quién y cómo salvarás. Y yo elegiré si quiero morir, o vivir. Ambos estamos en el nuevo punto de quiebre, USA. Terminemos esto juntos...
–– Atención, se hace un llamado a todas las naciones a ir a la sala de reuniones, repito, todas las naciones ir a la sala de reuniones. –
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ACLARACIONES:
– Perdón por el HARD culero. :'v
– Como veo que sigue siendo un problema lo de "ALMAS GEMELAS" Lo explico. Cuando USA y México se refieren a sí mismo a almas gemelas, se deben a un headcanon que tengo sobre ese tema. Para mí, las almas gemelas son aquellas que se necesitan para vivir, donde necesitan coexistir una con la otra, para realizar su vida. No necesariamente como una pareja romántica, su amor va más allá de eso, simplemente son el motor del otro. Debido a las relaciones de USA y México, como países reales, donde ambos se necesitan mutuamente, los declare almas gemelas, México necesita a USA bien, como USA necesita a México bien, aunque México ame a Rusia a morir. Otro punto, es que, por ejemplo, Rusia es el alma gemela de Alemania. Su relación viene desde Imperio con Prusia, aunque estos dos aún no se aceptan como tales.
– México nunca vio el escudo durante el sexo porque el ruso solo se desnudó de la cintura para abajo, además, USA lo mantenía de espaldas para que México no lograra ver nada.
– UK desea la corona de oro. Se habló de esto desde el inicio, la lucha incontrolable de los country por ser el país con más poder. Así que no le importa nada ni nadie, pero, si aprecia a quienes son como él, así que, por eso quería a Imperio de regreso, porque el viejo Imperio era como él, sanguinario, egoísta y con un deseo de control enorme.
– San Petersburgo no volvió con Rusia, de esto se hablará más adelante, pero esa realmente fue la última vez que Rusia vio a Pete.
– Antes de que empiecen, quiero defender a USA aquí. Recuerden que esto es años atrás, antes y durante la invención de la droga. USA ha declarado que siempre quiso a imperio, pero se hizo a un lado para que México lo amara. Aunque los celos y todo lo mataran. Ahora, USA tiene el problema, de que no tolera el desamor por ese mismo motivo. Si siente que están por rechazarlo, o no está seguro de que lo aceptaran, se descontrola, porque no quiere volver a perder. Es un pequeño trauma que tiene, ya que no quiere ser segunda opción de nadie. Cuando USA decide borrarle la memoria a Imperio, realmente en ese momento creía que era lo mejor, Imperio estaba deprimido y tenía miedo de que se lastimara, así que para él fue lo mejor, pero cuando se dio cuenta que la memoria de Rusia estaba en blanco, decidió hacer que se enamorara de él perdidamente, y así tener lo que siempre quiso, a Rusia para él. Poco a poco se da cuenta de que está condenando a Rusia, y tiene siempre una lucha interna, donde por medio de excesos (alcohol, droga, sexo sin control) quiere olvidar esos pensamientos, pero al final, siempre regresan a él, de una peor forma.
USA sabe que está condenado, sabe que no merece ni el perdón de Rusia como el de México, por eso, siempre que salía con México sin memorias, lloraba por perdón, porque sabe que lastimo a ambos y está tratando de arreglar las cosas. La neta USA es el que, si le está echando huevos a ser una mejor persona, en la actualidad realmente está tratando de solucionar las cosas.
– Con lo último. Rusia quiere saber si realmente USA quiera ayudar como dice, por eso le dijo que México estaba receptivo, para ver si los planes de USA cambian, y quiere ahora a México para él. En cambio, USA quiere ver si Rusia tiene los pantalones para admitir quien es y solucionar el problema de separación entre los países, con ayuda de México. Ambos se encuentran en jaque de nuevo, a una decisión de empeorar todo o salvar a todos, por eso Rusia le dice que están de nuevo en el punto de quiebre.
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