HOMOFOBIA - 3


AÑOS ATRÁS...

Estaba harto de los golpes, así que escapó. Durante 3 semanas.

Vivió en los jardines, donde su pequeño hermano Kazajistán le llevaba comida y lo escondía si su padre comenzaba a buscarlo más. Para URSS, esto solo era una infantil rabieta, pero para Rusia, lo fue todo, fue probar la libertad por esos días, y fue hermoso. Su piel no ardía de golpes diarios, no había sangre en su boca, no había tirones de cabello y más importante aún, no estaba esa sala con esa pantalla, donde era golpeado sin parar en sus partes bajas, si reaccionaba ante algo que veía.

– ¿Chamaco? ¿Qué haces aquí? – sintió sudor frio al verlo. Allí estaba ese hombre, ese hombre hermoso que satisfacía a su padre por las noches. – Entiendo que de adolescentes todos huimos, pero URSS debe estar preocupado y... ¿Qué chingados te pasó?

Era la primera vez, que el mexicano veía al ruso con los moretones y cicatrices sin el maquillaje que su padre le ponía, para ocultarlo. Era la primera vez, pero, aun así, no le importo, solo podía ver esos hermosos colores mirándole. Ignorando que todas esas cicatrices eran notorias, y eso hizo que el latino se preocupara por él.

– Me caí. – respondió levantándose, viendo cómo eran ya del mismo tamaño. – Me caí, por favor, no le diga a mi padre que estoy aquí señor Mesica. Me caí de la ventana de mi cuarto, hay un despeñadero si no aterrizo en los árboles, las rocas me lastimaron, por favor, no le diga a mi padre que estoy herido.

– Es México wey. – dijo riendo el latino, pero la sonrisa se borró cuando miró al adolescente encogerse de hombros haciéndose bola en el suelo. – No mames, no importa si no lo puedes pronunciar wey, no te presiones así, eres prodigio de URSS ¿No? Yo igual lo soy, pero, no mames, tranquilo, ¿Estas bien?

– Perdón, me equivoque, falle, lo lamento, lo lamento, no volveré a cometer un error, lo lamento.

– Wey, no mames te presionas mucho. – dijo el mexicano acariciándole la cabeza. – Tas demasiado bonito pa andar así. Ven.

Fue así como inicio.

México lo dejaba esconderse en su avión, le preparaba comida, lo dejaba comer y le sonreía, dándole suaves caricias en la cabeza. El ruso se quedaba dormido siempre si era entre los brazos del mexicano, siempre, donde ambos permanecían ocultos en el avión, mientras se relajaban, siempre. Hasta que ese siempre, se volvió un problema, cuando el mexicano no le beso la frente, sino, beso suavemente sus labios.

Fue un beso fugaz, que inicio muchos más. Un beso que fue de broma, que inicio un loco romance secreto.

Porque siguieron haciéndolo, el ruso con 15 años, y el mexicano con veinte, siguieron escondiéndose para besarse, porque querían hacerlo, querían besarse, hasta que pasó. El mexicano nunca lo supo, pero el ruso sufrió las consecuencias, cuando sucedió lo que no quería porque mientras besaba a México, en aquel avión que se había convertido en su lugar favorito, notó la mirada de su padre viéndolos a través del vidrio protector de la cabina.

Notó la ira y enojo de su padre, lo noto, mientras besaba al mexicano, notó el infierno que viviría en esos ojos rojos que solo reflejaban ira y odio.

Rusia fue "encontrado" esa tarde por los guardias de su padre. Fue recluido por castigo. Pero no fue exactamente lo que pasó, no fue enviado a su habitación. Fue recluido en una jaula, oculta dentro de la habitación de su padre, detrás de un librero. Donde estaba a prueba de ruido para que no pudiera molestar a su padre con los sollozos o gritos que el ruso daba. En completa obscuridad, con solo un túnel que lo llevaba a un baño simple para hacer sus necesidades, y lo regresaba a la jaula. Tenía poco espacio, apenas tenía comida, le daban entrada de aire mínima, la suficiente para respirar, y le dolían mucho los cortes en su piel. Al igual que sus piernas, de estar hincado y sentado tanto tiempo.

Lo único que podía hacer estando allí, era mirar a su padre, porque si, podía ver la habitación de URSS, podía verlo caminar de un lado a otro, podía verlo dormir y podía verlo trabajar. Le dolía demasiado gritar por ayuda y por su padre, pero, que este nunca lo volteara a ver, viera si está bien, o simplemente sintiera compasión y lo dejara salir. Le dolía el desprecio, si, le dolía mucho.

Pero nada le dolió tanto como lo que paso después.

Porque su amante entro a regañadientes a la habitación de su padre, sosteniendo su casco, mirando a su padre, recargándose en la puerta mientras URSS trataba de abrazarle la cintura, pero el mexicano se negaba.

– URSS, la guerra acabo, te me cuidas wey, neta, que dejando de lado nuestro rompimiento, eres buen pedo. Y de corazón te digo que si te voy a extrañar. – dijo el mexicano sonriente. – además, wey, no mames, te pasas con tus hijos, entiendo que quieras ser algo estricto, pero no he visto a ninguno salir de sus habitaciones. Ya déjalos wey. Mira, España era igual, pero eso era porque me golpeaba a morir y era su esclavo. – rio el mexicano. – tu eres buen padre wey, ya deja a tus morros salir.

México era ignorante ante la situación, su padre siempre cuido eso, que él nunca se enterara de nada, por eso el maquillaje, por eso las luces tenues en la casa, por eso vigilar constantemente donde estaba México, para que él solo viera a un hombre ejemplar, no a un sádico y un jodido monstruo rojo frente a él.

– Lo pensaré mi pequeño México. Y también te extrañaré. – sonrió el gran rojo acariciándole el cabello. – Aun me pregunto porque decidiste romper nuestra relación.

– Pues cosas pasaron wey, ya X, mejor, despídete. – dijo el mexicano dándole la mano. Sonreí un poco, la cosas que pasaron fui yo, lo se México, nos amamos, dile, dios, dile y llévame contigo, llévame a tu casa, llévame lejos de él. – Si un día quieres visitar mis tierras, sin pedos dime y tú entras a huevo que sí. También Rusia y todos tus bebés.

– ¿Un brindis? – dijo su padre. – Tengo una botella aquí México, un último deseo.

– Wey, si hay chupe siempre jalo. – respondió feliz.

El ruso solo pudo gritar golpeando los barrotes, eso no era un vino común, eso no lo era, su padre había usado eso con Third Reich para drogarlo, esa droga solo te ponía en éxtasis y sumiso, alteraba tus sentidos y te ponías sensible a todo. Lloriqueaba alto y gritaba por su amante, pero no pudo detenerlo, el mexicano tomo la copa bebiendo, mientras el soviético miraba e inclinaba más aquella copa que el mexicano bebía sin parar.

– ¡Ah! No mames está bien buena wey. – sonrió el tricolor. – Bueno, nos vemos pronto URSS, cuida mucho a Ru... a todos tus morritos, espero verlos pronto, no, prometo verlos pronto wey, lo juro. Se lo prometí a tu bebé mayor y... ugh...

Su padre sonrió, viendo de reojo aquel librero y después sonriendo alegre sujetando al mexicano.

– ¿Estas bien? – preguntó el más alto.

– Hn... Si wey, solo... necesito un poco de aire, me lo tome muy pinche rápido, creo que ando pedo. – dijo el country sujetando el abrigo del más alto. – ¡AH! – gimió alto cuando la unión deslizo sus manos por la cintura y cadera del latino, haciéndolo que este las alzara. – verga...

– Quiero visitar tus tierras ahora. – dijo el soviético, tomando al mexicano arrojándolo a la cama. – Cómo despedida. No te importó cuando me negué a romper nuestra relación, entonces, déjame tomarte una vez más.

– Perate wey, no mames... es que... verga. – dijo el mexicano sintiendo a la enorme unión encima. – Wey, ya neta no somos... ¡Ah! – gimió cuando la URSS comenzó a desnudarle.

Lo hicieron.

Frente a sus ojos.

Aunque gritó y lucho para salir, lo hizo, tomó a su México, lo tomó, y ahora eso lo tenía destrozado.

Cuando su padre después de un día quitó el librero, solo pudo ver a su hijo entre vómito y lágrimas mirándolo. Sonrió, inclinándose a verlo cara a cara.

– No vuelvas a tocar mis cosas. – sentenció su padre, abriendo la jaula. – México es de mi propiedad Rusia, no lo toques, además, agradece que solo te encerré en esa jaula, dios, no sé si he de castrarte para que tus deseos homosexuales se repriman. No puedes ser un marica, Rusia, ¿Cuántas veces debo decirlo?

– ... lo siento. – respondió el ruso.

El mayor era un hipócrita enorme, lo era, siempre lo fue, siempre, pero ahora era ya un sin vergüenza, reclamando algo que el mismo no hace, lo odiaba, odiaba esto, odiaba que...

– Ya no necesitas esa jaula Rusia, las cadenas y barrotes ya están en tu mente, serás un buen sucesor cuando al fin logre quitarte lo gay. Tengo grandes planes para ti, quiero que aplastes al americano y resurjas como una gran nación. Tu dieta cambia desde ahora, necesitas masa corporal. Aumentare tus horas de escuela, y tu entrenamiento militar. ¿Estas escuchando?

– Si.

– Reprime esto y concéntrate, maldición Rusia, solo olvídate de lo que viste y punto.

– ... ¿Por qué? – dijo el ruso mirando al suelo, comenzando a sollozar. – ¿Por qué me hiciste esto?

– No lo estás reprimiendo Rusia.

– ¡¿Por qué?! – gritó el ruso saliendo y levantándose. Poniéndose frente a su padre, mirándolo. – Porque me hiciste esto, porque con él... papá, por dios, también tengo sentí...

La paliza de ese día lo dejó en el suelo de la habitación de su padre, entre charcos de sangre. Cuando despertó, se dedicó a sus estudios, se dedicó a ser fuerte, a ser listo, a ser rápido y hábil, olvidando aquellos besos fugaces que sucedieron, aquellas dulces palabras, y aquel amor que se juró sentir por aquel chico.

Despertó de golpe sudando en su cama.

Jadeante se puso de pie de golpe, mirándose en el espejo del baño, empapando su rostro, ¿Qué había sido eso? No recordaba nada de ello, de ese romance secreto con el mexicano, de cómo fue recluido en una jaula, de cómo fue obligado a ver a su padre tener relaciones con el hombre que le gustaba. De cómo enfermo a morir tras ver eso, de esas cicatrices en su mente y cuerpo.

Suspiró, dejando de apretar el filo del lavabo, mirando sus ojos en el espejo. Ese fino violeta en ellos, ese cabello blanco y caído, ese rostro limpio, no podían saberlo. No dejaría que nadie lo supiera, suprimiría esos deseos, lo haría, no importaba si deseaba al mexicano, no importaba, no podía, no podía la gran Rusia perder la cabeza por un tercermundista, no podía.

"Rusia, no dejes que nadie sea más que tú, si manchas mi linaje con sangre inferior te asesino."

Sintió un escalofrío en la espalda, su padre tenía razón, si pensaba tan siquiera, estar con el mexicano, mancharía el linaje, y el asco que siente ahora es aún mayor, es...

Acabo mordiendo su labio fuertemente, en la parte moreteada, haciéndose sangrar, mientras contenía los sollozos, ¿Por qué tendría que sentirse avergonzado y asqueado de su persona por sentir algo por él? No debería ser así. Debería poder admitir lo obvio, le gustaba el mexicano, debía poder hablarlo, poder decirlo...

– ¡Rusia! ¡Ábreme! – salió de su mente al fin, al escuchar la voz del bebé alado. – ¡Te traje comida!

Rápidamente, limpio lo más que pudo la sangre de su labio, y salió a abrirle, allí estaba el dulce kazajo sonriente, con unos contenedores de comida. El ruso sonrió, Ucrania y Kazajistán eran adorables, tenían más o menos la estatura del mexicano, como solo 5 a 7 centímetros más alto que el latino, y eran rotundamente adorables para el ruso, pero, no podía decírselos.

– Gracias. – dijo el más alto tomando la comida.

– ¿Cómo sigue tu labio? México golpea muy duro. – rio el chico, abriendo sus dulces y brillantes alas doradas. – ... ¿Quieres hablar de lo que pasó?

– No, solo, quiero comer. – dijo el ruso, sentándose en la mesa, a lo que su hermano le siguió sentándose.

– Sabes Rusia, nos vamos de la sede en dos días, deberías hacer las paces con México. Sé que no te gusta disculparte, pero, tú sabes, al menos no tendrías problemas.

– No me disculpare por nada. No dije una mentira. – contestó el mayor, comenzando a comer, joder, que en parte, que México rompiera la relación con su padre, puede que haya hecho que este se pusiera aún más loco y por eso murió, así que, no había mentira con decir que murió por un marica.

– Rusia...

– Solo déjame Kazaj.

El joven suspiró, levantándose, para después acercarse a la puerta, pero detenerse antes de abrirla.

– Canadá tiene una página de porno, donde tiene porno de todos los country excepto tuyo. – dijo el chico sonrojándose.

– ... ¿Hay porno tuyo allí? Voy a matar al canadiense si no lo elimina.

– No te estoy diciendo esto por mí. Rusia... tal vez te guste la sección de Latinoamérica. – respondió su hermano, a lo que el ruso soltó los cubiertos. – No tienes que ocultarlo conmigo yo sé que te gu...

El menor no pudo acabar, el ruso lo sujetó del cuello azotándolo contra la pared. Lo estaba dejando sin aire, en lo que Rusia jadeaba en un ataque de pánico, sosteniéndolo fuertemente, mientras el kazajo trataba de retirar la mano enorme de su cuello.

– No... puedo... respirar... – dijo el chico con alas, comenzando a patalear en busca de oxígeno.

– No digas algo tan asqueroso como eso, ¡No soy un maldito homosexual!

– R–Rusia... – el kazajo estaba perdiendo color, y sus labios se estaban poniendo morados.

El ruso lo soltó, viendo como su pequeño hermano caía al suelo jadeando y tosiendo, recuperando el aire. Se levantó después de un rato, con la ayuda de sus alas y la pared, lagrimeando mientras el ruso daba pasos hacia atrás, arrepentido y asustado de lo que había hecho.

– Bebé, no quería, no... no quería lastimarte, yo...

– Te gustan los hombres Rusia. Acéptalo. – dijo el chico soltando lágrimas. – Pero, te niegas a ser feliz porque sigues con la idea que eres él. ¡Tú no eres URSS!

– ¡Soy el mayor debería...!

– ¡Deberías ser Rusia! ¡No su heredero maldito idiota! ¡No te me acerques de nuevo!

El ruso se quedó allí, viendo a su lindo hermano irse, Kazajistán a diferencia de Ucrania, le quería, siempre jugaba en su habitación, o solía hablar por horas en lo que el ruso trabajaba, Kazajistán siempre fue así, y le gustaba, pero, también, recuerda ver a su hermano llorando mientras era colgado de esas alas con ganchos de carne cuando quería meterse a la habitación del ruso a convivir. Recuerda como sus primeras alas fueron arrancadas por su padre en castigo por besar la mejilla del ruso en su cumpleaños.

Recuerda verlo, no, verlos a todos, a todos su hermanos en jaulas y hambrientos, mientras él estaba sufriendo rasguños con grandes garras.

"Rusia es fuerte, Rusia es frio, Rusia es un líder, Rusia no necesita a nadie, Rusia conquistara a todos."

Sus manos se encogieron cerrándose como puños, debía alejarse, era lo mejor para Kazajistán, para Ucrania, para todos, era lo mejor, porque si el ruso trataba de acercárseles, trataba de sonreírles, trataba de abrazarlos. Acabarían lastimados por él.

– ¡Ya no existe! – Gritó para si en su habitación golpeando su cabeza. Tenía que parar su propia locura, su padre ya no existía, tenía que vivir su vida, tenía que hacerlo, tenía que comenzar a admitir sus sentimientos, a hablar sobre las cosas que le gustan, a sonreír sobre otras. Necesitaba ser libre de su propia mente. – Yo Rusia... – sintió su lengua temblorosa y pesada, el simple hecho de querer decirlo le provocaba asco y repulsión. – Y–yo Rusia en completo uso de mis facult... facultades declaro que me gu... me gust... me gustan los...

Acabo vomitando en el suelo. Porque solo recordar los golpes lo hizo asquearse de nuevo.

Hoy no era su día.

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Salió después de un baño y lavar bien su boca, la medicina que le dio el mexicano se había acabado, y el malestar de acidez seguía molestándolo. Salió de su habitación y vio al fondo a Canadá platicando con sus dos hermanos, Ucrania y Kazajistán, quería matar al canadiense ahora que lo sabía, que ese idiota había grabado a sus hermanos menores para venderlos en un sitio porno, quería romperle la cara, pero, para su sorpresa, el canadiense volteo a verlo y le sonrió, despidiéndose de sus hermanos menores y acercándose a él.

– Rusia, buen día, te estaba buscando. – dijo el amante del maple. – ¿Creciste más? Sabes, soy un país enorme igual y me siento pequeño a tu lado. – rio amablemente.

– ... ¿Qué quieres? – preguntó desconfiado el ruso.

– Okey iré al grano, el aniversario de mi página es hoy, ¿Has escuchado de ella? Es una página de adultos.

– Si no quitas a mis hermanos de tu página voy a arrancarte la cabeza.

– ¡Wow! Tranquilo grandote, si ellos están allí, es porque me lo permitieron, además que reciben ganancias por sus videos, no es mi culpa.

Lamentablemente el canadiense tenía razón.

– ... Déjame solo. – respondió el ruso comenzando a caminar, pero fue sujetado por el canadiense.

– Espera, ni siquiera me dejaste hablar. Al menos antes de que me digas que no, déjame decirte.

– Tienes 1 minuto, habla. – respondió el ruso mirándole, liberándose del agarre del canadiense.

– Bien, es el aniversario de mi página, Pornhub, tengo videos de todos los country, menos de uno. O sea tú. Rusia, déjame grabarte al menos cuando estés masturbándote para ponerlo como el video estelar y que todos lo compren.

El ruso hizo una mueca de asco mirando al canadiense, mientras este solo sonreía.

– Vete a la mierda. – dijo el ruso.

– Espera, espera, las ganancias igual son para ti, y no tienes que actuar, podemos simular que te grabé en secreto. Como cámara oculta, tú puedes estar como si nada en tu cuarto y bam, lo haces, yo lo transmito en directo, y nos llenamos de dinero ambos. ¿Qué dices?

– ... no.

El ruso estaba harto, no quería escuchar más las patrañas de ese jodido pervertido, no quería que le mencionaran más aquella página, no quería, no quería ni siquiera recordar la sección que le dijo el pequeño bebé dorado, no quería ni siquiera tener que entrar en esa página. Pero... El canadiense sabía manipular, más cuando el ruso ha estado vulnerable últimamente.

– Si lo haces, comenzaran a acercarse más a ti. ¿Te sientes solo, no Rusia? Tu tasa de suicidios es alta, siempre invierno, casi no hay sol, siempre solo, sin nadie con quien hablar, lo creas o no, todos te tienen miedo porque piensan que no eres ni siquiera normal, eres una enorme masa de poder, pero, ¿Qué pasaría si te comenzaran a ver cómo igual? Un country joven y atractivo, que disfruta el placer como todos, que hace lo mismo que todos, que puede verse relajado y jadeante por un momento. Estoy segura que a las señoritas les encantarías. Además, será un directo, pero, lo editaré antes y así, solo pondré lo que quieras. ¿Qué dices?

– ... Déjame solo maldita sea.

– Okey – suspiró Canadá resignado. – entiendo tu decisión, aun así, gracias por escucharme Rusia, que tengas lindo día. Oh, mira toma. – Dijo el canadiense dándole una tarjeta – Es un código Premium. Inserta el chip de la tarjeta, descarga la cuenta. Como pago de que me hayas escuchado.

– ...

El ruso frunció el ceño mirando dicha tarjeta, suspiro tomándola asintiendo, y después dio media vuelta retirándose. El ruso debió ser más precavido, porque, el canadiense sonrió viéndolo irse, para después tomar su celular. El canadiense era muy bueno para conseguir lo que quería, más si se trataba de su beneficio, no era un pan de dios, solo alguien que usa ese rostro amable y buena reputación a su beneficio.

– ¿Pusiste la cámara? – dijo llamando por teléfono.

– La puse, use tres, está listo. – respondió del otro lado su creación, un sujeto de piel negra con un logo naranja y negro en su rostro. – ¿Le diste la tarjeta?

– Si, cuando la inserte en su computadora, sabremos que se dará un poco de amor propio. Ve preparando las ventas, quiero un directo en vivo. Le metí algunas cosas en la cabeza para asegurarme de que la use.

El ruso estaba trabajando después de unas horas, en su habitación, pronto regresaría a sus tierras, y era un alivio porque dejaría detrás todo este malestar que estos días había sentido. Miro de reojo aquella tarjeta con código y después siguió mirando su computadora, pero, dejo de trabajar. Sentía demasiado calor y tentación al alcance de su mano. Estaba solo, al fin solo, no habría nadie, ni los recuerdos de su padre, solo completamente.

"Tal vez te gustaría la sección de Latinoamérica."

El recuerdo de esa dulce cintura, de esa tersa piel, de ese cabello, de esa sonrisa, todo, lo estaba haciendo sonrojar. Entonces, dejándose llevar por ese trance, tomó su computadora, y audífonos para acabar recostándose en la cama. Aun dudoso, busco dicha página para después insertar el chip de la tarjeta, ignorante de lo que sucedía, porque ahora, el canadiense, había comenzado una transmisión estelar, donde poco a poco, tal vez por morbo o curiosidad, country tras country entraban en la sala, viendo al ruso frente a su computadora. No podían ver lo que veían, pero si podían ver al ruso quitándose el cinturón.

El ruso dejándose llevar por sus deseos por primera vez, se metió en la sección de Latinoamérica, había muchos videos, pero, solo uno le llamó la atención de golpe. Era el mexicano, en su recamara, estaba solo, pero, estaba con un dildo y un vibrador. Estaba masturbándose, primero, acariciando sus labios y lamiendo sus propios dedos, al igual que chupando la punta de aquel dildo, para comenzar a acariciarse el pecho, abriendo sus piernas, mientras masturbaba suave y lentamente su miembro, soltando jadeos y gemidos.

El ruso no se dio cuenta cuando él mismo bajó el cierre de su pantalón, cuando él se había comenzado a masajear el miembro viendo ese video. Y peor aún, ni siquiera se dio cuenta, cuando las cámaras comenzaron el directo. El ruso era el premio gordo de la noche, y tras una gran suma de dinero, podían ver el directo del ruso masturbándose.

Los países comenzaron a entrar en dicho directo con más curiosidad, impresionados de ver por primera vez al ruso haciendo algo que no fuera golpear, gruñir o enojarse. Lo mejor fue cuando les gustaba lo que veían, un atractivo y joven país, masturbándose, con un enorme miembro endurecido, mientras se preguntaban, que diablos estaba mirando para que se haya puesto así, con la mirada tan ansiosa, con esa excitación que se sentía a través.

El dinero fue en aumento, al igual que el número de visitas, cuando el ruso retiro su playera, dejando ver ese cuerpo trabajado, pero, lleno de cicatrices, se sorprendieron todos en el directo, comentando sobre dichas marcas, marcas de tortura en su cuerpo, por el sinfín de cicatrices, por el símbolo de la URSS marcado en su piel por una quemadura, como si fuera ganado.

– Hn... – el ruso gimió bajo, mientras seguía mirando al mexicano introducir lentamente ese dildo en él, mientras lo movía y gemía sin parar.

Por otro lado, el mexicano se había unido a la transmisión, estaba mirando a aquel país con el que se había peleado, masturbándose en cámara, mientras se sonrojaba y mordía su labio. Su mirada no iba a su miembro como los demás, el mexicano estaba más interesado en las expresiones que el ruso soltaba, en como un rostro tan perfecto se veía sumergido en placer, en como su voz acariciaba los oídos del latino.

Pero, dentro de él sabía, que algo estaba mal. Canadá había un día filmado sin su autorización al mexicano mientras se masturbaba, así que, tenía miedo que esto fuera algo así. Golpeó la mesa, cerrando su computador, haciendo que el country que estaba en su habitación, Austria, despertara.

– ¿Qué pasa? – Dijo el hombre, levantándose de la cama del latino, se encontraba desnudo como el mexicano, – ¿México? ¿Qué pasa? – repitió el austriaco, comenzando a vestirse.

– Canadá puso una cámara en la habitación de Rusia, este está masturbándose, maldito maple, ¿Cómo puede hacerle algo así? Voy a detenerlo. – dijo el mexicano a lo que el austriaco arqueo una ceja.

– México, estas desnudo en primer lugar. Segundo, Canadá no graba a nadie sin su consentimiento, ¿Qué tal si Rusia lo permitió? Y tercero, ¿Qué te importa? La razón por la que estas golpeado es por él, llámalo karma.

– Aunque se lo merezca o no, aun así, no lo creo. ¿Rusia? Realmente crees que Rusia se dejaría grabar, por dios, imposible wey.

– Solo vuelve a la cama. – sonrió el austriaco, jalándolo. – Joder, tú y tu deseo de ayudar siempre.

– Pero... tsk...

El país miro al molesto latino mirando de reojo su computador, para después sonreír besándole la frente.

– Quiero ver la transmisión, deja ponerla. Al final, yo también tengo curiosidad de ver vulnerable a Rusia por primera vez. – dijo el chico, poniendo el computador entre ellos, pagando la suma y mirando el directo, veía al ruso con los audífonos masturbándose, disfrutando el momento. – Es sensual, no puedo negarlo, creo que es la primera vez que lo veo sin ese abrigo enorme. O sin su estúpida ropa de Adidas.

– ...

El mexicano solo miró dicha transmisión, mirando esas cicatrices, recordando cuando pasó su mano por ellas, recordando como besó esos labios, y como se derretía cuando el ruso susurraba dulces palabras en su oído. Cerró los ojos, sonrojándose para acabar mirando a otro lado, mientras el ruso gemía bajo, mirando entretenido su computador.

– Hn...me... – el ruso cubrió su boca, cosa que le dio curiosidad al austriaco. – Me... hn...

– Creo que mini URSS no se permite gemir. Que extraño. Imagínate el sexo con él, alguien tan reprimido sexualmente, debe ser horrible.

– Austria, deja de chingar. – castigó el latino mirando la transmisión.

Estaba el ruso al fin en el clímax, aumentado la velocidad de su mano, mientras en el video que miraba, estaba el mexicano ya con el vibrador dentro, moviendo el dildo rápidamente sin parar, el ruso apretó los ojos, imaginando esas piernas rodeándolo, imaginando sus dulces brazos abrazándolo, imaginando que esos gemidos eran para él y solo él... solo imaginando porque nunca en la vida podría tenerlo, nunca.

"Rusia..."

Abrió los ojos, su imaginación era vivida y pervertida, tantos jodidos años evitando tan siquiera masturbarse, tantos malditos años reprimiendo sus deseos, era momento de que solo un momento, solo uno, en su propia intimidad, probara un poco de libertad sexual, solo un poco.

El ruso continuo haciéndolo hasta al fin alcanzar el clímax total, y correrse tan satisfactoriamente que no pudo evitar gemir sin vergüenza alguna.

– ¡Ah! ¡México!...hnn... ah...

El canadiense se quedó en shock. Al igual que su creación, y no fue el único. Todos los country, comentaban lo mismo. "¿Acaba de gemir "México"? ¿Rusia gimió el nombre de un country? ¿Le gusta México? "¡Es un closetero!"

El canadiense sintió la gota gorda recorriendo su frente, pensó que solo sería una transmisión traviesa, no que el ruso dejara al descubierto que le gusta México, que se masturba con México y peor, que realmente le gustan los hombres.

Cerró la transmisión de golpe.

Había pasado algo, el ruso había dicho la voz de un country hombre cuando se masturbaba. Y el amante del maple había firmado su sentencia de muerte cuando el ruso se enterara de esto.

Pero el ruso no era consciente de ello, no lo fue, incluso, después del orgasmo solo jadeó un poco y tomó una ducha después. Tardo una hora, solo una, en salir de su habitación por algo de comer. Y al entrar al comedor, fue su fin.

Las miradas, las risas contenidas, todo, eran para el ruso. Y todo explotó, cuando el americano abrió la boca.

– Oye Rusia, lindo video, más cuando ya sabemos que eres un closetero de mierda. Si vuelves a querer intimidarnos por ser gay, te asesino idiota.

– ¡Cállate pinche gorda! – gritó el mexicano. – ¡Déjalo en paz!

– ¿Qué? ¿No te alegra México? Te golpeó anoche por ser homosexual, yo llamo esto dulce venganza. Todos estos años atormentándonos por demostrar nuestro cariño a nuestras parejas, todos estos años, viéndote sentir asqueado por nosotros, viéndote siempre hacernos menos, para que al final. – dijo USA levantándose de su asiento. – Al final, no seas más que un jodido closetero de mierda. Rusia es marica, y eso nada lo va a cambiar.

"Rusia, manchaste el linaje, jodido marica de mierda"

El ruso acabo dando pasos hacia atrás, en shock y pálido.

Solo podía quedarse así, caminando hacia atrás, mientras sentía esas cicatrices arder, mientras podía escuchar las cadenas y las armas, mientras podía sentir las manos de su padre alrededor de su cuello, a punto de asesinarlo, a punto de volver a esa habitación con la pantalla, amarrado, sintiendo los golpes con una varilla justo en sus testículos, haciéndolo vomitar de dolor una y otra y otra vez.

– Asqueroso maricon. – dijo Irán mirándolo.

El ruso sostuvo su boca, evitando acabar vomitando en el comedor.

– Rusia... – el mexicano se levantó de su asiento. – Rusia, está bien, tranquilo.

Tanto Ucrania como Kazajistán se levantaron, para ayudarlo, pero, el ruso salió corriendo, sentía que le faltaba el aire, sentía que la habitación era muy pequeña, sentía unas enormes nauseas, sentía a su padre persiguiéndolo con armas, iba morir, lo iba a matar, había deshonrado a sus tierras, a sus humanos, todo, sentía las cadenas pesadas en su cuerpo, las heridas abriéndose, todo.

Acabo vomitando en el pasillo, ahogándose con esa mezcla de bilis y sangre, en pánico con el sudor frio resbalándole por su rostro, ahora si recordaba las jaulas, ahora si recordaba las cadenas y barrotes de ese día, ahora si recordaba la golpiza de su padre.

– ¡Rusia! – gritó Kazajistán, corriendo con su hermano, llegando a darle palmadas en la espalda, ayudándolo a desahogarse. – Rusia, respira conmigo, está bien, todo está bien.

– Mátame... mátame por favor.

– ¿Rusia?

– ¡Mátame!

Gritó enloquecido el ruso sacudiendo a su hermano por los hombros.

– Mátame porque lo saben, y solo hay una solución, o yo muero, o todos mueren Kazaj.

El kazajo abrió los ojos de golpe, mirando a su hermano, con saliva y sangre corriendo de su boca, con el cabello alborotado ya que había perdido su Ushanka, con la ropa sucia, con más palmas de las manos sangrantes al clavarse las uñas cuando cerró los puños.

– Rusia...

Era verlo de nuevo, a su hermano, dentro de una jaula, solo, en la sala mientras su padre comía con sus demás hermanos, y Rusia solo podía mirar a lo lejos. Siempre solo, lleno de sangre seca y golpes, como todos, pero dios, con Rusia era brutal.

¿Qué tanto más estaba por sufrir su hermano ahora con esto?

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