Epílogo
— Su amor fue tan grande, que él decidió dar su vida para que su hija naciera. — la anciana seguía hablando, mientras su bisnieto, maravillado por su historia favorita, escuchaba y mantenía su pequeña boca abierta. — el amor de ellos fue tan grande que ni la misma vida se daría por vencida hasta darles otra oportunidad para amar.
El pequeño se colocó de pie y aplaudió, como si se encontrara al final de una función teatral. Le encantaba tanto la historia y aunque la haya escuchado más de diez veces, aún seguía sorprendiéndose por el final tan inesperado y trágico que vivieron los protagonistas.
— ¡Ota vez! ¡Ota vez! — gritó el pequeño de cabellos castaños, sonriendo y abrazándose a su pequeña muñeca de trapo, regalo de su padre.
— No, es hora de ir a terminar tus tareas y luego a dormir, mi pequeño Tae Hyung.— insistió la anciana, acariciando el rostro pequeño de su bisnieto y sonriéndole apenas, pues sus fuerzas iban disminuyendo con el pasar de los días.
— ¡No quelo! — gritó el niño, frunciendo su ceño, cruzándose de brazos y haciendo un tierno puchero. La mujer sonrió y recordó cuando ella lo hacía cada vez que quería salirse de algún castigo. Había pasado tanto tiempo desde que hizo un berrinche, desde que despidió a su padre y desde que decidió unir su vida a un hombre que la abandonó a los diez años de casada.
— ¡Tae Hyung! — el grito de la madre del pequeño castaño se oyó por toda la casa y entonces, el pequeño buscó en donde esconderse. Su madre era una persona muy frígida y casi siempre lo castigaba por una cosa u por otra, sin contar que odiaba que él pasara tiempo con su abuelita favorita.
El pequeño se escondió debajo de la cama y se abrazó muy fuerte a su muñeca, mientras esperaba la inminente entrada de su madre a la habitación.
— ¡Tae Hyung, sé que estás aquí! — gritó la mujer más joven. El pequeño miró los tacones de su madre y se estremeció de solo recordar cuando ella lo golpeó con estos hace una semana atrás.
— Deja al niño en paz, Hani. — susurró su abuelita, pero entonces comenzaron los gritos.
— ¡Ese niño es un malcriado y si lo está encubriendo, tenga por seguro que su nieto se va a enterar! ¡Usted sabe que al padre de Tae Hyung no le gusta que usted le esté metiendo cosas en la cabeza a nuestro hijo y a mí tampoco me gusta la idea, señora MinMin! — su madre continuó discutiendo hasta el punto en el que se cansó y salió de la habitación, azotando la puerta con fuerza.
Tae Hyung pudo respirar con tranquilidad cuando su madre salió y se abrazó a su bisabuela, comenzando a llorar y odiar a esa mujer que decía ser la persona que lo había traído al mundo.
— Ya cálmate, pequeño.— susurró, su abuela, acariciando su cabeza. El pequeño trató, pero con cada minuto que pasaba, solo lograba derramar más y más lágrimas.
La anciana era consciente de todo el sufrimiento que le hacían vivir al pequeño Tae Hyung, a su bisnieto. Su nieto, un hombre de muy buen corazón y honrado, pero demasiado ausente en la vida de su hijo, se había casado con una mujer que creía que era el amor de su vida, pero que solo resultó ser una arpía que odiaba a su propio hijo. MinMin había vivido bastante y aunque vio morir a su padre, a su esposo y a su hija, la madre de su nieto, nada era de mayor importancia que ver a su pequeño bisnieto y cumplir con la promesa que le hizo a su padre frente a la Torre Namsan, esa torre que ahora ya no existía.
— Q-quelo galletas... — susurró el pequeño Tae Hyung, una vez que se encontraba más calmado. La anciana sonrio y asintió, colocándose de pie apenas y caminando fuera de la habitación. El pequeño la guió y ayudó en todo momento, hasta que llegaron a la cocina.
— No te alejes mucho, Tae.— le advirtió la anciana, mientras lo veía salir hacia el patio posterior. El pequeño sonrió y asintió, sin importarle mucho la advertencia que le había dado su padre sobre no adentrarse al bosque o sobre los cuentos de su madre (que no eran cuentos en su totalidad) y que hablaban sobre los hombres lobos y como estos habían ido multiplicándose por todo el mundo, pero viviendo escondidos. Tae Hyung siempre terminaba teniendo pesadillas cada vez que su madre se ofrecía a contarle por las noches.
MinMin solo miraba a su pequeño bisnieto alejarse cada vez más y aunque quiso detenerlo, algo dentro suyo le dijo que él estaría bien, a pesar de ser de noche y solo encontrarse ella en la casa, pues la madre de Tae Hyung se había marchado a una cena importante en la ciudad junto a su esposo.
El pequeño castaño continuó caminando o según él, explorando todo el bosque. Siempre le había gustado la naturaleza y los bosques y haber nacido cerca a uno lo alegraba, pues eso facilitaba sus visitas a estos lugares. Tomó una pequeña rama con la que comenzó a tocar el suelo y fingir que era un explorador famoso.
Iba a continuar adentrándose, como siempre lo hacía cuando era de día, pero el gruñido, muy parecido al de un lobo, lo detuvo y lo obligó a dudar sobre la fantasía de los cuentos de su madre. Ella solo lo estaba molestando, nada más que eso, no existían los hombres lobos que se comían a las niñas o niños. Ellos no existían.
Tae Hyung comenzó a retroceder poco a poco y cuando vio la oportunidad, corrió con todas sus fuerzas, mirando atrás de vez en cuando para asegurarse de que ningún lobo estuviera siguiéndolo, sin embargo, fueron esas miradas hacia atrás las que lo hicieron chocar con alguien y caer al suelo. Pensó que se trataba de su abuelita, pero al colocarse de pie se encontró con otro niño igual que él... pero con la diferencia que se encontraba desnudo.
— ¿Qu-quién... — Tae Hyung no podía ni preguntar el nombre del niño que se encontraba delante de él.
El otro pequeño, de cabello azabache, le extendió la mano. Tae, temeroso, la sujetó y se colocó de pie. Ambos niños se miraron y aunque el castaño era demasiado sociable, en este momento simplemente no podía hilar una sola palabra.
— T-tú eres mío... — susurró el pequeño desnudo. Tae Hyung se alejó de inmediato cuando el pequeño lo quiso abrazar y aunque sabía que estaba bien hacerlo, en ese momento su mente le reprochó hacerlo.
— M-me llamo T-Tae Hyung. — el pequeño castaño extendió su mano, pero el azabache lo abrazó de inmediato.
Tae Hyung solo tenía cinco años, había vivido poco, sabía poco de la vida, pero cuando el niño lo abrazó, él se sintió sumamente tranquilo, sintió algo en su estómago y también en su pecho.
— H-Ho Seok... — susurró el niño, aún abrazándolo.— m-me llamo Ho Seok — y entonces, Tae no lo supo, pero al escuchar su nombre, rápidamente correspondió el abrazo.
[✨]
Las lágrimas de Tae Hyung no se detuvieron hasta que la medianoche llegó. Se había pasado toda la tarde y parte de la noche llorando por el desprecio de su madre. Él hacía todo lo posible por hacerla feliz, por ser el hijo ejemplar, pero ya estaba cansado de que a pesar de eso, siga siendo la vergüenza de la familia Kim.
Unos pequeños golpecitos en la ventana lo sacaron de su desgracia y aunque sabía de quien se trataba, continuó acostado en la cama. No quería verlo y que nuevamente le insistiera para huir, aunque a decir verdad, Tae Hyung ya tenía una respuesta.
Los golpes en la ventana continuaron y cuando estaba por dormirse, esta se abrió, dejando ver el cuerpo, ya casi desarrollado, de un chico de dieciséis años.
Tae Hyung se asustó de inmediato y prácticamente cayó de su cama. Ho Seok sonrió y quiso reír a carcajadas, pero sabía que los padres de su novio estarían durmiendo y lo mejor era no ocasionar un alboroto.
— ¿Estás bien, cariño? — Tae Hyung se estremeció al escuchar a su novio y aunque sus apodos cariñosos no eran algo nuevo, el castaño siempre se sorprendía y se sentía como la primera vez al escucharlo.
— Tonto.— susurró Tae Hyung. — ¿Cómo entraste?
— Trepé toda la enredadera de flores cuando vi que no me contestabas.
Tae Hyung se acostó en la cama, dejando un espacio para que Ho Seok lo hiciera y lo abrazara tan fuerte como para hacerle olvidar todos los maltratos que comenzó a recibir de parte de su madre después de que su abuelita/bisabuela muriera.
— Nuevamente te hizo daño, ¿Cierto?
Tae Hyung se estremeció de miedo con tan solo recordar los golpes que recibió de parte de esa mujer y asintió. Ho seok cerró sus manos en un puño y quiso golpear tanto a la madre de su novio. Ellos habían creado una conexión tan grande que ahora podían ver lo que otro veía y sentir lo que el otro sentía.
— Hay que huir, Tae Hyung.— susurró Ho Seok levantándose de la cama y caminando hacia el armario de su novio.— Tú ya conoces a mi familia y ellos amarán la idea de tenerte día y noche en la manada.
El mayor de ambos comenzó a sacar toda la ropa de su menor y colocarla en la primera mochila que encontró. Tae Hyung no lo detuvo, como lo pensó Ho Seok, por lo que continuó metiendo toda la ropa y alguna que otra pertenencia de su novio en la mochila.
— Tal vez no me acepten. — susurró el menor, cuando vio que la mochila ya estaba totalmente llena.
Ho Seok negó y se detuvo, sentándose a su lado y abrazándolo.
— Pronto seré el alfa de la manada y ten por seguro que ellos tendrán que amarte sí o sí, además a todos les agradas.
Tae Hyung sonrió y dejó un beso en los labios de su novio, antes de colocarse de pie. Había esperado tanto tiempo irse a vivir con Ho Seok, alejarse de todo el sufrimiento que le ocasionaba su madre y de la indiferencia de su padre.
Ho Seok lo ayudó a bajar por la enredadera sin problema y cuando comenzaron a correr, Tae Hyung supo que estaba bien todo lo que iba a hacer, pero aún se sentía algo inseguro... aún necesitaba confirmar algo.
— ¿Qué me ofreces? — preguntó el menor, deteniéndose de pronto y esperando alguna respuesta de su pareja. Ho Seok lo miró por un momento y aunque podía sentir el temor de Tae por su respuesta, él no necesitaba dudar ni pensar mucho para saber lo que quería y ofrecería a su pareja.
— Mi amor, te ofreceré mi amor para la eternidad, te dedicaré cada día de mi vida hasta que muera y si eso no es suficiente, trataré de darte todo lo que quieras hasta que estés conforme a mi lado, cariño.— Ho Seok se acercó y tomando entre sus manos el rostro de Tae Hyung, lo besó.
"Para la eternidad" eso le había sonado tan bonito, tan realidad y hermoso que no dudó ningún segundo más. En realidad nunca más en su vida dudó del amor eterno que le ofrecía su amado, pues cuando Ho Seok lo marcó, él supo que ese amor existía... lo supo porque a pesar de no morir nunca (un privilegio que le era concedido a todos los hombres lobos que encontraban a su pareja predestinada) Ho Seok siempre le demostró, con el pasar de días, meses, años, décadas, etc., que su amor por él seguía intacto.
El destino los había unido con tal fuerza, que la vida siempre se encargaba de reencontrarlos, ya sea en esta vida o en la otra.
Imagen en multimedia:
https://pin.it/fzh5nv2si7li54
Hasta aquí llegó la historia y aunque quería hacerle una segunda temporada, lo vi innecesario y muy pesado. Perdón
But... Estoy tan alegre que hayan llegado aquí que me hayan apoyado y llenado de comentarios muy lindos. Lxs amo como no tienen idea y nos veremos en otras historias.❤✨
Por si no entendieron, la bisabuela de Tae era MinMin y si se dan cuentan, todo empezó en un bosque y también está terminando en un bosque, ¿No es lindo?
Y por último, ScarletMaritza, espero que te haya gustado este regalo que te hice por un año de amistad, aunque te juro que haré otro por tu cumpleaños, pero esta vez tratará enteramente sobre la amistad. Te amo bebé, eres la mejor amiga que puedo tener y nunca me abandones, porque no sé qué haría sin ti. 😭😭😭😭❤✨😚
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top