Capítulo 30: La verdad
Tae Hyung
[Cuatro meses después]
— ¿Crees que es bonito cargar con una panza de siete meses? ¿Lo crees? — grité exaltado, mucho más de lo que pude estar en mi quinto mes de embarazo. Ho Seok rodó los ojos y entonces me enojé aun más. — ¡Ya deberías irte! — le grité a la par que le lanzaba una de mis pantuflas.
— Te amo.— dijo él mientras caminaba hacia atrás, manteniendo esa sonrisa de mil quilates. Comencé a avanzar y entonces me quité la otra pantufla para lanzársela. — Y aunque ahora estés algo enojado por eso de las hormonas, tenlo en cuenta. — Me mando besos volados y aunque quise reír, pues el enojo no duró por mucho, me mantuve neutro y le lancé mi pantufla. Él la esquivo y sonrió de nuevo.— Los voy a extrañar, bebés, pero cuídense. — Abrió la puerta del departamento como pudo y gritó un te amo antes de salir por esta y cerrarla con mucha fuerza.
Maldije por lo bajo, pero terminé riendo y al final llorando. Las hormonas me tenían demasiado sentimental y hasta cierto punto, estaba cansado de reír por un segundo y al siguiente estar llorando como una Magdalena. Amaba a mi hija, pero ella se empeñaba en hacerme sufrir, incluso me hacía enojar siempre o buscar algún defecto en Ho Seok para echarlo a esta hora de la mañana.
— A... a v-veces pienso q-que no quieres a tu padre.— musité entre sollozos involuntarios.
Caminé con lentitud hasta la cocina y sin pensarlo dos veces, abrí el refrigerador para sacar de este un pote de helado. Ho Seok había insistido en que estaba mal tomar helado por la mañana, en vez de un desayuno nutritivo, pero la bebé era la que lo pedía y yo no podía negarme, de lo contrario, me patearía con mucha fuerza.
— Eres demasiado exigente, al igual que tu padre.— susurré mientras iba por mi tercera cucharada de helado.
Estuve en un silencio cómodo por largo rato, hasta que el timbre sonó. Se me hizo raro, pues no acostumbraba a recibir visitas por la mañana y tampoco, a botar a Ho Seok del departamento sin su maleta o su traje ya colocado. Lo que menos quería era causarle problemas con su padre, pues desde que Ho Seok se convirtió en la mano derecha del señor Jung, este no ha hecho nada más que ser exigente con mi esposo, con la excusa de que pronto él asumirá el puesto de presidente.
— Tu padre es demasiado olvidadizo o simplemente es un idiota.— ironicé, mientras caminaba con lentitud hasta la puerta. Nunca creí que un embarazo sea fácil, tampoco pensé que sería difícil, pero ahora, que siento al bebé dentro de mí, todo esto es un completo asco. Amo a mi hija, como lo dije con anterioridad, pero ella se empeña en hacerme sufrir, ni siquiera me deja caminar sin tener hinchados los pies y siempre que estoy durmiendo de lo más tranquilo, ella me despierta con sus patadas de futbolista profesional, sin tomar en cuenta que estas siempre son por las noches. — Prometo no volver a tener otro hijo.— digo, ya cansado pues efectivamente mis pies se habían hinchado. — Más te vale que solo te hayas olvidado el teléfono, como la vez pasada, Ho Seok, porque no pienso aguantar... — me quedó inmediatamente callado y sorprendido al abrir la puerta y comprobar que la persona detrás de esta no es mi esposo.
— Hola Tae Hyung.— la sonrisa diabólica que me dedica me da demasiado miedo y por un momento quiero cerrarle la puerta en la cara, pero... — Ni pienses que me cerrarás la puerta en la cara, Tae. — Ella ríe al ver mi confusión y yo no dudo ni un segundo en cubrir bien mi vientre. — ¿Cuándo va a nacer? ¿Para noviembre? ¿Diciembre? — continuo aferrándome a la puerta y con ganas de empujar la puerta para dejar ver el asqueroso rostro de la ex novia de Ho Seok. — No te hagas el idiota conmigo, cariño. Creo que ya sabes el porqué estoy aquí, bueno, en realidad, ambos lo sabemos.
— No te entiendo.— me alejo de la puerta y trato de ser valiente al estar frente a ella. — Pero tampoco me importa hacerlo, así que hazme el favor de retirarte. — sueno totalmente seguro de mí mismo y siento que lo estoy haciendo bien... hasta que sus palabras me obligan a detener mi accionar y mirarla de frente.
— Lo sabía.— dice con orgullo.— Quieres la verdad, esa tan anhelada verdad.— su sonrisa se ensancha y entonces no sé cómo es que Ho Seok pudo estar con esta mujer. — ¿Tal vez te estés preguntando o tal vez en el pasado te preguntaste por qué no podías leer mi mente? Pues en muy simple cariño, la persona que te hizo la maldición es totalmente protegida, no solo físicamente, sino también mentalmente.
— ¿D-de qué estás hablando? — susurré con más temor del que pude haber sentido en toda mi vida.
— No te hagas el idiota conmigo, Tae Hyung. Te conozco, sé que deseabas a mi novio incluso cuando yo estaba con él y te juro que nada de esto estaría pasando si tú te encontraras en otro país, si es posible, en otro continente — una risa salió de lo más profundo de su garganta y entonces su mirada se volvió afilada. — Todo esto no hubiera ocurrido sino te hubieras fijado en Ho Seok, en mi prometido.
— Ho Seok no era tu prometido, jamás quiso nada contigo, incluso se enamoró de mí aun cuando estaba con...
— ¡Tú no me entiendes! — gritó con todas sus fuerzas, logrando asustarme a mí y a mi hija, para luego sonreír como si nada hubiera pasado. Estaba loca.— Claro que no estoy loca, cariño, ninguna loca en esta tierra vendría a decirte que todo lo que te está pasando y te llegó a pasar es por tu culpa. No sabes cuánto agradezco haber vivido el mismo tiempo que tú, agradezco tanto haberte visto llorar, sufrir y arrepentirte tanto de haber irrumpido en la vida de un campesino, como lo era Ho Seok.
Entonces mis ojos se abrieron en par, la voz de la gitana resonó en mi cabeza y quise golpear a la idiota que estaba delante de mí.
— Al parecer ya te diste cuenta, pero qué lástima, eso no cambiará nada.— se cruzó de brazos, esperando alguna respuesta mía, pero yo no sabía qué decirle. Mi interior quemaba, lleno de odio, ira, rencor y sobre todo, de tristeza.
Las lágrimas se deslizaron sin permiso y quise tanto no estar embarazado para golpearla y si era posible, echarle una maldición, devolverle todo lo que me hizo.
— T-tú... Tú fuiste la culpable de que yo viviera más de cinco siglos... — mis mejillas iban a estar llenas de lágrimas muy pronto, pero sabía que no podía llorar delante de esta... — E-ella me dijo que fue una bruja blanca, pero tú no tienes nada de pureza. Tú eres igual...
— ¡Sí! ¡Lo soy! ¡Soy igual que tú! ¡Estamos cortados por la misma tijera! — gritó antes de que terminara. — Soy una maldita bruja como tú, una asquerosa bruja que te maldijo, ¿Estás feliz? ¿Ya has escuchado lo que tanto querías? ¡Ahí está tu tan anhelada verdad! — quise alejarme cuando vi venir el golpe, pero no fui lo suficientemente veloz y caí al suelo.
Un dolor invadió mi columna y coxis al momento en el que mi cuerpo tocó el suelo. Traté de levantarme, pero esto no fue posible, por lo que comencé a arrastrarme en el vano intento de alejarme de esa mujer, que se acercaba cada vez más y más. Mi mano se mantuvo encima de mi vientre y aunque la bebé se encontraba bien, sabía que no podía bajar la guardia y dejar al descubierto mi vientre.
— ¿Acaso no te acuerdas de mí? — ella entró a la casa, cerró la puerta detrás suyo y sus tacos resonaron por todo el departamento.— ¿Acaso no te acuerdas de la prometida de Ho Seok? — lágrimas se deslizaron por sus mejillas y el maquillaje le quedó arruinado.— Yo estaba enamorada de Ho Seok y no sabes la felicidad que sentí cuando mis padres me dijeron que me casaría con él. Yo me había convertido en la mujer perfecta para Ho Seok, sabía todo sobre el hogar y lo amaba como nunca nadie amó, lo amé como tú nunca pudiste amar, porque eras y sigues siendo una abominación. — comenzó a sonreír mientras su mirada, ya roja por el llanto, se fijó en mi vientre. Rápidamente cubrí mi vientre con ambas manos.— Yo debí de cargar con sus bebés, yo debí de casarme con él, no tú.
— ¡No! ¡Aléjate! — grité cuando una de sus manos tomó mi tobillo y jaló de este tan fuerte que por un momento pensé que me lo rompería. — ¡Yo no tengo la culpa de nada! — grité en medios e la desesperación.
Ella apretó mi tobillo con fuerza y negó.
— Claro que sí, cariño. Claro que tienes la culpa, en realidad eres el culpable de todo lo malo que me pasó. Aún recuerdo lo estúpida que fui, lo ingenua que era Nana ¿Tú te acuerdas de ella? — su mano ejerció más presión y grité.— claro que te acuerdas de mí, ¿Cómo no hacerlo? Yo era la futura esposa de Ho Seok, su primer amor... — su voz sonó tenebrosa por un momento.— Yo no tenía porqué cambiar, no tenía que vender mi alma al diablo solo para tener tus poderes, no tenía que llorar mientras veía que ustedes se besaban.— Su mano se alejó de mi tobillo y pasó al otro. Entonces comencé a llorar como nunca al sentir presión en esta zona.— yo no tenía que obligar a esas personas a matarlo, yo no tenía que matarlo, él no se lo merecía... ¡Pero todo fue tu culpa! ¡Tu maldita culpa! — su mano ejerció presión y entonces sí me rompió el tobillo. Lo sentí. Ella rio y se alejó, colocándose de nuevo de pie.— No tenía por qué cambiar de nombre, tampoco había razón para quemar el pueblo entero después que Ho Seok murió, pero lo que sí tenía que hacer era maldecirte. Tenía que vengar a Ho Seok y hacerte sufrir en vida todo lo que él sufrió cuando estaba en esa hoguera. Es justo, ¿Cierto?
Mis lágrimas impedían que viera con claridad, pero eso no impidió que siguiera arrastrándome, pues los pies ya no podía utilizar.
Limpió sus lágrimas, ya negras por el maquillaje, con una pañito y se arregló el cabello y todo el rostro en un tronar de dedos. Definitivamente era una bruja.
— ¿Sabes algo más, cariño? — volvió a sonreír y se agachó hasta quedar a mi nivel.— Pude haber matado a mucha gente, puedo ser un cuerpo vacío, una mala persona.— rodó los ojos al mencionar lo último.— pero fui feliz cuando encontré a Ho Seok nuevamente, cuando lo vi por primera vez en un parque jugando con Nam, apenas tenían doce años, pero sabía que lo quería para mí, sabía que la vida me había brindado otra oportunidad... otra oportunidad que tú me robaste. — Su mano descansó encima de mi vientre, por encima de las mías, que aún protegían a mi bebé.— pero ya no más. Esta vez pagarás todo lo que hiciste y cuando te enamores, morirás. — comenzó a reír y entonces aparté su mano de mi vientre, prácticamente lo empujé.
— Yo no estoy muerto, sigo vivo.— recalqué cada palabra, viéndola con más odio del convencional.
— Es claro que tú no estás enamorado de Ho Seok, cariño, si fuera así, ya estarías muerto. Pero ten en cuenta que el amor más puro y verdadero es el de una madre. — Abrí mis ojos en par y miré mi vientre. — Es tan puro que la protegiste, incluso por sobre tu vida.
Me quedé un rato viendo mi vientre, la bebé estaba inquieta y esa mujer no hacía nada más que sonreír y observarse en un espejo de mano que traía consigo.
— Creo que todo se acabó para ti, Tae. Viviste lo que tuviste que vivir y eso es lo importante, ¿No?... Por cierto, tienes que ir a revisarte los tobillos, cariño. Se puede poner mal.
Su risa resonó por todo el departamento y fue lo último que escuché.
[✨]
Imagen en multimedia:
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Sus teorías eran ciertas. Na Eun era una bruja, la bruja que maldijo a Tae Hyung, y la misma chica que fue el primer amor del Ho Seok, es decir, Nana.
Espero que hayan disfrutado de este capítulo, aunque les puedo decir que después de esto, me querrán matar :')
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