Capítulo 06: Sueños
Ho Seok
No podía mover mis manos ni mis piernas, mis articulaciones en general parecían encontrarse entumecidas y no sé porqué razón, pero aquello me causaba mucha desesperación y hasta cierto punto miedo. De pronto, pude comenzar a gritar, sentía que lo estaba haciendo, sin embargo, no podía escuchar qué es lo que estaba diciendo. Era como si este cuerpo no fuera mío y yo solo estuviera siendo un espectador más de alguna situación.
En un momento dado, los gritos se hicieron más fuertes, lo sentí por el dolor que sentía en mi garganta, incluso presentía que lo que querían hacer era desgarrarse la garganta o algo parecido. Y cuando menos lo esperé, deje de sentir dolor, el calor que hace minutos atrás me abrazaba dejo de sentirse y mi mirada viajó por todos lados, hasta verlo a él.
Era el chico de la cafetería, estaba entre los frondosos árboles que rodeaban el lugar, de sus ojos caían lágrimas y cuando pensaba llamarlo, a pesar de que no sabía cuál era su nombre, él huyó.
Y entonces, mis ojos se abrieron. Comencé a mover mis extremidad y sonreí satisfecho al saber que aún podía moverlos, no como en aquel sueño, que parecía más una realidad que una creación de mi subconsciente.
Me senté en la cama y busqué nuevamente con la mirada mi ropa interior. Al encontrarla, me coloqué de pie y la tomé entre mis manos, para luego colocármela. Mi cuerpo se sentía pesado, cansado, como si hubiera corrido una maratón sin parar.
Al estar completamente vestido, ella se levantó, tomó las sábanas para cubrir su desnudez y me miró como si fuera lo peor de este mundo. Nunca antes lo había hecho, pero ahora parecía estar enojada.
— Ya me iba, no tienes que poner esa cara de pocos amigos. — susurré, más para mí, que para ella, sin embargo, me escuchó y nuevamente empezó a hablar del pasado y del porqué terminamos.
Na Eun era un tanto bipolar y no es por querer insultarla o algo parecido, pero ella era realmente parecía serlo. Muchas veces, durante nuestra relación, se comportaba un tanto distinta a lo que una vez llegó a gustarme. Se enojaba, lanzaba cosas y en muchos casos, me celaba al extremo. En ese tiempo, yo la amaba y pretendía hacer el de oídos sordos y de la vista gorda para no notar que ella me estaba destruyendo.
— ¡Lárgate de mi casa! — gritó, dirigiéndose hacia mí. Estaba tan enojada que las sábanas que cubrían su desnudez eran sujetas con tanta violencia que yo creía que serían rotas en cualquier momento por sus uñas. — ¡Eres un idiota y créeme al decirte que la próxima vez que vengas ebrio a mi departamento, te botaré y le diré al guardia que haga lo mis...
Y ahí quedaron sus palabras, pues mis labios encima de los suyos callaron sus gritos por al menos un momento.
Al separarnos, ella parecía más tranquila, sin embargo la gélida mirada que me entregó después de unos segundos, me demostró que era mejor no volver en unas cuantas semanas. No quería tener que lidiar con sus ataques de ira.
Salí del departamento tan rápido como pude y revise mi celular por si algo había cambiado o en todo caso, recibido alguna llamada o mensaje. Los únicos mensaje que había recibido era de Nam y todos decían que nos veríamos el siguiente fin de semana para ver los trajes y demás. Luego, lo único que estaba fuera de su lugar eran los contactos, prácticamente se me habían borrado todos aquellos números telefónicos de bonitas mujeres que había conseguido la noche anterior en el club, antes de terminar tocando la puerta de Na Eun y teniendo sexo con ella. Maldije por lo bajo, pues sabía claramente que la causante era mi ex novia. Ella siempre hacía lo mismo cada vez que terminábamos debajo de las sábanas, además de aprovechar para volver a agendarse.
Borré el número de Na Eun de mi teléfono y en esta ocasión esperaba que ella no volviera a agendarse o incluso, a tocar mi celular mientras dormía.
El ascensor se detuvo en un el quinto piso, no presté mucha atención a la persona que entró junto conmigo, solo seguí sumergido en mi móvil o así fue hasta que este se apagó por la baja batería de la cual no me había dado cuenta.
— Mierda. — susurré, guardando el móvil en mi bolsillo y viendo al frente.
El ascensor era de un color plateado y detrás había un espejo, del cual yo no me preocupaba mucho, sin embargo al ver de reojo a mi acompañante, me sorprendí. Era el chico de la cafetería.
Su cabello era cubierto por una capucha y sus manos estaban siendo resguardadas en los bolsillos delanteros de su chaqueta.
Me puse nervioso, pues no esperé verlo y mucho menos tenerlo tan cerca, pero ahí estaba.
— Tengo algo en la cara. — preguntó de pronto, sacándome de ese pozo de pensamientos en el cual había caído.
Rápidamente aparte la mirada de su perfil y miré al frente nuevamente.
No contesté y él tampoco parecía tener ganas de decir algo más, ni siquiera cuando no recibió una respuesta. Parecía que el silencio le daba bien y el ignorarme también, pues apesar de mirarlo más de cinco veces en toda nuestra trayectoria, él no se inmutó.
Las puertas del ascensor se abrieron y él salió de ahí, sin mirarme ni nada por el estilo.
Respiré con tranquilidad cuando lo vi alejarse y a mi mente llegó ese sueño en donde lo miraba con los ojos llenos de lágrimas. Fue tan extraño, parecía que el cuerpo en el cual estaba lo conocía muy bien, sin embargo, no entendía porqué yo me encontraba ahí. ¿Qué tenía que ver con eso?
[✨]
Las reuniones familiares de cada domingo eran una tradición en mi familia. Mis padres se reunían, a pesar de estar divorciados, y mi hermana llegaba junto a su esposo de Busan para pasar este día junto a nosotros. Los tíos y primos también se reunían en nuestra casa y hablaban de toda su semana. La mayoría se quedaba hasta muy tarde el inclusive algunos dormían en nuestra casa. Y aunque nadie lo crea, este era mi día favorito de toda la semana. Me encantaba hablar con mis tíos y escuchar las risas de mis primos por toda la casa. Era algo muy relajante, a mi parecer.
— ¿Fumando solo? — la voz de Nam me sorprendió y a la vez, asustó.
— A la próxima te colocaré una campana. — dije antes de ofrecerle mi cigarrillo. Él negó y sonrió.
— No sé lo diré a tus padres, pero debes mantenerte alejado de Seok Jin, sabes que no puede es...
— ¿Cuándo piensas decírselo a tus padres? — lo interrumpí, esperando que no se enojara. — Pueda ser que hoy le inviten una copa de vino a Seok Jin y créeme que tu madre sospechara si es que él la rechaza.
Nam Joon se apoyó al otro lado del árbol de donde me encontraba y a pesar de no mirarlo, supe que había negado con la cabeza.
— La boda será dentro de tres semanas. No creo que ellos se den cuenta para ese tiempo, además Seok Jin tiene demasiado cuidado.
Rodé los ojos a modo de respuesta. Era algo idiota esconder el embarazo de tu novio, pero a pesar de haberse titulado con honores, Nam seguía siendo algo tonto, en especial en el ámbito personal o sentimental.
— ¿Por qué simplemente no se lo dices hoy? Eres hijo único, tal vez ellos te perdonen y acepten a su nieto.
— Eso haría, pero solo estamos a unas semanas de la boda, nada malo podría pasar.
Tiré el cigarrillo y lo pise con la suela de mi zapato. Suspiré y sin despedirme de mi primo, me alejé. Iba a entrar a la casa y comenzar a hablar con mis tíos sobre la sociedad, los adolescentes de hoy o sobre los avances científicos en nuestro país a comparación de otros, sin embargo, el sueño volvió a reproducirse en mi mente y los ojos llenos de lágrimas de aquel chico, me obligaron a detenerme.
— Nam... — llamé a mi primo, solo recibí un susurro de su parte que me avisaba que él sí me estaba escuchando y entonces continué. — ¿Alguna vez has tenido un sueño donde sentías estar en otro cuerpo?
— ¿Te estás drogando? — fue la respuesta inmediata de mi primo.
Maldije por lo bajo y me adentré a la casa. Lo último que quería era recibir un sermón sobre drogas.
La noche llegó y todos estuvieron de acuerdo en hacer una parrilla, algunos tíos se encontraban en la casa y muchos de mis primos (jóvenes) se encontraban ayudando con la carne y demás.
— Enciende la parrilla. — me dijo mi hermana. Miré a JiWoo y luego la caja de fósforos que me estaba ofreciendo, sin embargo, no lo recibí. Ella volvió a insistir y yo negué.— Ho Seok ya estás grande, tu fobia debió haber acabado hacer mucho.
La miré mal y tomé los malditos fósforos, más por orgullo que por demostrar que ya había superado esa fobia.
Desde que tengo uso de razón, me han espantado todo lo que tenga que ver el contacto directo con el fuego, incluso una caja de fósforos podía lograr hacerme gritar cuando tenía seis años, en cambio ahora con veinticuatro años, podía decir que estaba... asustado.
Traté de encender un fósforo, pero al instante tiré todo al ver que el fósforo se iba consumiendo de a poco y parecía querer tocar mi piel.
JiWoo murmuró un insulto al cual realmente no presté atención y procedió a encender la parrilla ella misma.
Me aparté apenas pude y sin importar que mi familia esté reunida, me retiré. Entré a mi auto y conduje hasta mi apartamento, sintiéndome mal por ser un completo cobarde ante el fuego.
Solo en el departamento pude pensar con claridad y tratar de recordar algo de ese sueño que seguía rondando mi cabeza y que no me dejaba en paz, sin embargo, no podía sacar ninguna conclusión, mucho menos una explicación a la presencia del chico de la cafetería en mi sueño.
[✨]
Bebés, hoy es mi último día de vacaciones. Nuevamente empezaremos con libros, lecturas, tareas individuales y grupales, y siendo sincera, aún no recupero el sueño y sigo cansada. Sin embargo, la noticia principal trata sobre que no tendré tanto tiempo o trataré de tenerlo de algún modo para seguir escribiendo, pero por ahora este es el último capítulo que publicaré este fin de semana. Gracias por su apoyo y un dato que les puedo dar es que Na Eun es alguien muy importante en esta historia.
Nos vemos, bebés.
Imagen:
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