Capítulo 1: Nuevos problemas
Hunter
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La luz blanca de la sala de espera golpeaba mi cabeza como un martillo. Me sentía demasiado alto entre los humanos, incómodo, un recordatorio sutil de lo diferente que era a ellos. Podía escuchar con desesperación los sonidos rebotando en el lugar. Siempre resultaba molesto, pero en esa situación, todo me afectaba aún más.
Estaba al borde de perder la cabeza. La necesidad de convertirla y llevármela a un sitio donde nada pudiera hacerle daño me carcomía por dentro. Zac me mantenía a raya, más sereno, mientras Derek usaba sus habilidades para calmar el cuerpo de Abigail, evitando que sintiera demasiado dolor.
Su médica insistía en que, estando inconsciente, era poco probable que sintiera algo. Pero yo estaba seguro de que lo de Abby no era un coma común. Lo sobrenatural nunca la dejaba en paz. Y ahí, en primera fila, estaba yo.
Su padre me odiaba, y no tenía intención alguna de cambiarlo. Sentía que me lo merecía. No había podido protegerla lo suficiente.
Josh Winsley creía que todo había sido un accidente: una caída desafortunada, un golpe mal dado, que sumado a su frágil salud, la había dejado en ese estado.
—¿Qué hacen ustedes dos aquí todavía? —La voz de Matthew Leblanc interrumpió mis pensamientos. El mejor amigo de Christian, el hermano de Abby, y el único que, a diferencia de este, mantenía un trato cordial conmigo.
Varias veces había insistido en que nos fuéramos a descansar. Estaba tan irritado que incluso sentía ganas de soltarle que era una estupidez sugerirle a un vampiro que durmiera.
Respiré hondo, recordándome a mí mismo que Matthew no tenía la culpa de nada. Solo intentaba ayudar, y Abby lo apreciaba.
—No estoy cansado —respondí secamente, sin apartar la mirada del suelo.
Matthew suspiró, pero no insistió.
—Solo aprovecho mis momentos libres para ver cómo va todo —dijo Josh Winsley, con un tono forzadamente casual.
Mentía. Seguramente su horario de trabajo era un desastre en las últimas semanas. Pero no iba a delatarlo, lo entendía. De hecho, sin que nadie lo supiera, había movido algunos hilos con hipnosis para que nadie notara su ausencia.
Al principio, el señor Winsley se había mantenido sereno. Los exámenes de Abby eran positivos, lo que significaba que en cualquier momento podría despertar. Pero pasaron las semanas. Luego dos meses. En trece días más, serían tres.
Josh Winsley y yo estábamos perdiendo la cabeza.
Él, porque bajo toda lógica, la situación de Abigail no tenía sentido. Estaba sana, su cuerpo estaba sano. ¿Por qué no despertaba?
Y yo... porque lo entendía perfectamente.
—Hunter.
Derek, como pocas veces lograba hacerlo, me sorprendió apareciendo de la nada. Su repentina presencia hizo que Josh y Matthew dieran un respingo, casi soltando un grito. Ese sujeto no tenía límites, ni conocía la sutileza.
Me puse de pie de inmediato y le hice un gesto para que me siguiera fuera de la sala de espera. No quería arriesgarme a que soltara cualquier estupidez frente a los demás.
El pasillo del hospital estaba casi vacío, con solo un par de enfermeras moviéndose de un lado a otro. Nos detuvimos en un rincón apartado, donde la tenue luz de emergencia proyectaba sombras alargadas en la pared.
—Zac ya lo ha logrado —soltó Derek con su usual aire de suficiencia.
Fruncí el ceño, mirándolo con incredulidad.
—¿Zac ha logrado qué exactamente, Derek
—Pues hacer que Abby despierte, obviamente.
Sentí un vuelco en el pecho.
—¿Cómo? ¿De qué estás hablando?
—Ah, cierto... no te lo comenté antes porque Zac me lo pidió. No estaba seguro de si funcionaría y no quería que te preocuparas aún más.
Me tensé.
—Derek, dime qué es lo que hicieron.
Él sonrió, como si todo fuera un simple juego.
—Salvar a Abby —dijo con falsa modestia—. Bueno, en realidad no fui yo. Zac fue quien hizo el trato con los demonios.
Un escalofrío me recorrió la espalda.
—¿Qué les dio a cambio?
Derek se encogió de hombros.
—Ah, eso no me lo dijo. Pero los demonios prometieron traer a Abby de regreso antes de que pase un año.
No iba a desmayarme, pero sentía que podía hacerlo.
Un trato con demonios nunca era algo bueno. Zac era inteligente, sí, pero no había forma de ganar cuando se apostaba con demonios.
—¿Dónde está Zac ahora?
Derek dejó escapar un suspiro, perdiendo momentáneamente su actitud despreocupada.
—Zac no pierde la mala costumbre de aislarse y querer resolver todo por su cuenta —por primera vez, su voz sonó seria—. Por eso vine a buscarte. Tenemos que seguirle la pista... hasta ese maldito lugar al que no quieres volver.
Mi pecho se contrajo como si me hubieran dado un puñetazo.
Maldita sea.
—¿Qué demonios tiene que hacer Zac en Noctral? —pronunciar el nombre de mi lugar de origen me revolvió el estómago—. Y para colmo, ¿ir solo? No tiene ni la menor idea de cómo es, ¡él jamás ha estado allí!
—Le ayudé a contactar con Amber. Me lo pidió hace unas semanas, pero no pensé que ella realmente lo ayudaría...
Maldita sea.
—Espero que solo Amber sepa de su visita...
—Debemos ponernos en marcha pronto. No hay tiempo para maletas.
Asentí, pero antes de moverme, algo en mi interior me frenó.
—Necesito verla una vez más.
La habitación de Abby era silenciosa, solo interrumpida por el suave pitido de las máquinas que monitoreaban sus signos vitales. El tenue resplandor de la lámpara de pared dibujaba sombras en su rostro dormido.
Me acerqué a la cama con pasos lentos, mi garganta se sentía apretada. Abby yacía inmóvil, su piel pálida contrastaba con su cabello oscuro sobre la almohada.
Con cuidado, tomé su mano, sintiendo su calidez contra mi piel fría. Cerré los ojos, tratando de grabar en mi memoria la sensación de su tacto, como si al soltarla pudiera perderla para siempre.
—Voy a arreglar esto, lo prometo —murmuré en voz baja, casi como un secreto que solo ella podía escuchar.
Me incliné, apoyando la frente contra su brazo. Con un suspiro tembloroso, me incorporé lo suficiente para deslizar los dedos entre su cabello, acariciándolo con delicadeza.
—Regresaré —le prometí—. Y cuando lo haga, todo estará bien.
Me incliné un poco más, dejando un beso en su frente. Cerré los ojos por un instante, permitiéndome ese momento, antes de obligarme a separar. No podía quedarme más tiempo.
Respiré hondo y avancé con pasos pesados de regreso a donde Derek me esperaba. Pero al llegar, el desconcierto me golpeó de lleno.
—Bueno, tal parece que nuestra aventura terminó antes de empezar—soltó Derek, con un aparente tono despreocupado en su voz.
Mi mirada se fijó en Zac, buscando respuestas en su rostro impasible.
—Tengo muchas preguntas para ti en este momento —dije con frialdad.
Zac no reaccionó de inmediato. Mantuvo su semblante sereno, pero cuando finalmente me miró, fue como si me atravesara con una daga. Su expresión estaba cargada de algo más profundo... algo que no entendía del todo. No era solo seriedad, era algo cercano al odio. Como si algo hubiera ocurrido sin que yo lo supiera, y ahora le debiera una disculpa por ello.
Pero cuando habló, sus palabras no tuvieron nada que ver con lo que su mirada sugería.
—El contador ya debe estar en treinta y dos minutos —anunció con calma—. Ella despertará pronto.
Mi mente tardó un segundo en procesar sus palabras, pero en cuanto lo hice, mi cuerpo reaccionó antes que yo.
Mi corazón, si es que todavía podía llamarlo así, martilló en mi pecho con una fuerza inusual.
Abby... iba a despertar.
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Nota de la autora:
¡Hola! Esta novela se está editando, algunas cosas se mantendrán solo bajo edición y otras se reescribirán por completo (como el presente capítulo). Espero que puedan ir disfrutando de esto :) que iré pacientemente editando.
Recuerden seguirme en instagram @1pinkmu. Donde próximamente en febrero estaré subiendo una nueva ilustración que mandé a hacer de la novela :)
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