Capítulo 6
Dedicada a: DiaBP97 y GalaBlue85
−Tienes toda la razón, es lo menos que puedo hacer. Pero dime algo, si acepto ¿a mi quien me salva de ti? −pregunto con una genuina duda y dejo a William sin saber que responder.
Una vez más Rachel fue directo a la yugular, sin anestesia y sin titubear; no tenía temor de lo que él pudiera pensar, o de que él perdiera el interés en ella. Precisamente eso era lo que más le gustaba de ella: su transparencia, su honestidad, y sobre ese aire de inocencia que desea corromper. Él mejor que nadie sabía las intenciones que tenía con Rachel, y una débil voz le decía que una mujer como ella no merecía que un hombre como él jugara con ella. Sin embargo, el deseo que sentía por ella era mayor a su raciocinio y mucho más fuerte que su conciencia; a la cual trataba de persuadir diciéndole que quizás ella también estaría encantada de aprender y de disfrutar a su lado los placeres del sexo.
William no estaba acostumbrado a ser rechazado y el hecho de que Rachel lo hiciera, en vez de irritarlo lo alentaba; mejor dicho, le entusiasmaba. Él estaba acostumbrado a tener todo lo que deseaba y sabía que Rachel no sería la excepción, sabia por experiencia que las mujeres por muy difíciles que se pusieran, todas, todas caían rendidas a sus pies. Él sabía muy bien cómo usar sus encantos, su galantería y su dinero para seducirlas y lograr su objetivo. Pero esta vez era diferente, por primera vez en su vida era algo más que solo deseo. Le atraía de una manera diferente y a la vez su instinto le gritaba que se alejara, que huyera de ella porque había una posibilidad muy grande de que el depredador estuviera yendo derechito y por voluntad propia hacia las redes de una trampa mortal. En silencio se debatía entre sincerarse con ella y decirle que solo quería tener sexo y quitarse las ganas que tenia de ella; con lo cual podrían pasar dos cosas: que posiblemente ella le diera una cachetada y le cerrara la puerta en sus narices; o lo menos probable y lo que más anhelaba era que sin más, aceptara que eso era lo que ella también quería y así resolvieran el problema en esa habitación de hotel. O simplemente, hacer lo más sensato y decirle que le daría tiempo para que lo pensara y que le llamaría después.
−El único riesgo que corres a mi lado es el de pasártela bien, además de conocer y disfrutar los placeres de la vida incluyendo el de conocer el cielo estando en mis entre mis brazos. −dijo con toda la seguridad del mundo, al mismo tiempo que se preguntaba porque su boca había hecho algo que su mente no había ni siquiera contemplado.
−De eso no tengo la menor duda; es más, tengo la certeza de que la larga lista de conquistas que tienes puede verificar lo que dices. Así como también podrían corroborar que entre más alto suban al cielo, más les duele la caída. Por ello no tengo ningún interés a ser parte de las mujeres que conforman esa lista y mucho menos de ser una de más de las que terminan con el corazón e ilusiones rotas. −respondió ella con la misma certeza que lo había hecho unos segundos antes, a la vez que se sintió que quizás el comentario había estado de más.
−Para tu información, aquí quien corre el mayor riesgo de salir con el corazón pulverizado soy yo. −confeso pensativo al sentir que estaba a punto de entrar en una zona minada, a la cual no creía que valiera la pena ni aunque se tratase del mismísimo paraíso. Pero mayor que el temor, era la emoción de salir con una mujer que no estuviera dispuesta a complacerlo y a decirle que sí a todo. Quizás eso era lo que necesitaba en su vida, alguien que lo retara, que le diera un poco de sabor y entusiasmo a su vida.
−No lo creo, a mí no me precede una lista indefinida de conquistas, ni rompo corazones.
−Rachel, soy un hombre de palabra; por lo tanto, no suelo prometer cosas que no intento cumplir. Lo único que ofrezco es pasársela de lo mejor mientras estén conmigo; no es mi culpa que ellas se hagan ilusiones.
Rachel no podría creer la desfachatez de William, pero tampoco podía negar que la sinceridad de su respuesta le causo gracia. Todo él era tentación y peligro, sin duda alguna una tentación casi imposible de evitar. Sabía que era diferente ver el cuadro desde fuera, y se preguntaba si valdría la pena arriesgarse a ser la próxima en su sufrir su desencanto. Así como también sabia que en su vida volvería a tener la oportunidad de tener una aventura con un hombre como él.
−Dame una buena razón para arriesgarme. −pidió ella, con una pisca de coquetería.
William sonrió pícaramente al pensar en más de una razón, pero no era el momento para levantarse el cuello y decirle lo buen amante que era. Mejor esperaría pacientemente para demostrárselo, cualidad nata de todo depredador.
−Una charla amena, acompañada de una deliciosa cena y un exquisito vino; en un lugar con una vista hermosa. −respondió mientras trazo la línea de su mejilla con su pulgar y termino delineando su labio interior.
−Suena tentativo, pero dime algo ¿a dónde me invitarías a ir?
−Uhhh lindura, tienes la faculta de dejarme sin habla. Sabes, después de todos los lugares a donde te invito Gregorio y que rechazaste; tengo que pensar muy bien a donde te quiero llevar a nuestra primera cita. Tengo que planearlo bien para que me des una segunda cita.
Rachel no podía creer lo que estaba escuchado, se sentía realmente alagada y a la vez nerviosa por lo que comenzó a morder su labio.
−Te he pedido que no lo hagas, al menos que quieras que te vuelva a besar.
Al escuchar eso, Rachel reaccionó apenada ya que no se había dado cuenta que lo hizo. No quería que William fuera a pensar que lo hizo intencionalmente. Estuvo a punto de decir algo, pero los labios de él no se lo permitieron. Después de besarla apasionadamente y con mucho pesar William se alejó de ella.
− ¿Segura que te quieres regresar en un vuelo comercial? −pregunto con una mirada llena de deseo.
−Si, estoy segura y es mejor que me dé prisa. −respondió con todo el pesar del mundo, ya que deseaba continuar a su lado, pero sabia que no estaba bien.
−En ese caso, espero que tengas un buen viaje, estaremos en contacto.
−Hasta pronto William− dijo ella con una sonrisa babilónica y cuando estaba a punto de darse la vuelta, él la tomo por el brazo para darle un último beso, esta vez delicado y tierno. Al terminar sostuvo su rostro con ambas manos y le beso la frente antes de retirarse sin voltear a verla, de lo contrario no podría irse.
. . .
Durante los siguientes días William y Rachel estuvieron en contacto, organizando sus agendas para poder salir juntos. Una semana antes de su cita, mientras Rachel hacia una revisión rutinaria en uno de los proyectos que tenía, y mientras conversaba con él, de pronto algo llamo su atención al ir a tirar a la basura el contenedor vació de lo había comido. Al ver algunos pedazos de azulejos, de inmediato comenzó a buscar más piezas rotas. Con ellas en las manos entro al baño principal el cual estaba terminado, e inmaculado de limpio. A simple vista todo estaba bien, pero las piezas que ella tenía en la mano le decían que no era así. Inclusive le pidió a William que le ayudara a observar detalladamente el azulejo para ver si veía algo que llamara su atención. Él no encontró nada, solo la felicito por el excelente trabajo que había realizado, con lo que solo crecieron los deseos de que trabajara para él. Ella estaba tan sumergida en sus ideas que ni presto atención a su alago, con el corazón en la mano, apresurada fue hasta la cajuela de su Ford Runner ya que acostumbra a llevar las muestras por las cuales se decidieron los clientes se decidieron. Las comparo con la que tenía en las que encontró en la basura y se dio cuenta de que eran muy parecidas, casi idénticas, pero el material era diferente, el peso de las dos piezas se lo confirmaba. William no entendía que era lo que estaba pasando y más se inquietó cuando le dijo que tenía que dejarlo porque necesitaba grabar algo. Minutos después al entrar nuevamente a la casa, busco al encargado de los trabajadores y le pidió que con mucho cuidado quitara unos 5 o 6 azulejos de diferentes partes y que removiera el pegamento lo mas que pudiera. En lo mientras ella se dirigió al lugar en donde tenían el resto de los materiales. Por suerte aún quedaban algunas cajas, minuciosamente las examino tratando de encontrar alguna anomalía; al hecerlo vio que de las 8 cajas que había; solo una era original.
Consternada le llamo a Lorena para informarle lo que estaba pasando.
− ¿Estás segura? - preguntó Lorena
−Por desgracia lo estoy.
− ¿Quién podría haber hecho el cambio, crees que lo hicieron los trabajadores de la nueva compañía que contratamos?
−No lo creo, porque ellos no sabían que material era, hasta que llagaron a la mansión.
−Entonces significa que el cambio fue en la bodega de distribución.
−O en la misma fábrica de producción.
Rachel estaba debatiendo entre Infórmale al cliente o simplemente solucionarlo sin decirle nada. Después de todo, no era problema de él, a ella le habían pagado por un trabajo y era su obligación cumplir con las expectativas del cliente. Estaba tratando de figurar cuanto tiempo les tomaría volver hacer los pisos y baños cuando vio una lujosa camioneta estacionarse.
−Lore, te voy a dejar; creo que llego el cliente. Por favor ten a la mano el numero de orden y el de los proveedores, también consígueme el nombre y el número del presidente de la compañía productora.
Segundos después, Rachel estaba saludando y recibiendo a los dueños de la propiedad. Ambos quedaron fascinados con el trabajo y los terminados. Al llegar al baño principal, todos observaron que había falta varias piezas.
−Está quedando mucho más hermoso de lo que imagine. −menciono la dueña.
−Me alegro de que les guste. Sin embargo, lamento informarle que no es lo que ustedes pidieron.
−A qué se refiere Rachel. −pregunto el dueño.
−Los que a ustedes les gustaron eran piezas artesanales italianas, estos a pesar de ser casi idénticos, no lo son.
−No entiendo, si es así, ¿porque permitió que se instalaran?
−Lo acabo de descubrir, hace solo unos minutos. Son unas copias muy bien elaboradas.
−Mire, esta es la pieza que ustedes eligieron y estas son las que instalaron.
−Son la misma. −dijeron todos los presentes: los dueños y los que estuvieron a cargo de la instalación.
−Pero no lo son. Si usted gusta, los podemos dejar y por supuesto habrá un ajuste en el contrato, porque no son piezas originales. O se pude quitar todo e instalar los azulejos y pisos que ustedes pidieron.
− ¿Como puede estar tan segura? a mí me parecen iguales. −pregunto la dueña.
−Por acá por favor. - les pidió mientras apuntaba hacia la salida. Los guio hasta el área en donde el piso aún era concreto.
−Estas fueron las que se instalaron, tomo dos piezas de los azulejos de baño y una pieza del piso y las dejo caer contra el piso; después tomo una de las originales y la de dejo caer enfrente que las anteriores. Solo hasta ese momento, y con asombro los demás pudieron ver la diferencia de la que hablaba Rachel.
− ¿Cómo lo descubrió? −pregunto esta vez el dueño.
−Fue por casualidad y gracias a que hace tiempo tuve la oportunidad de visitar la fábrica y ver el tedioso proceso de producción; razón por la cual son tan costosas las piezas. Al ver unas piezas rotas en la basura, lo supe.
−Pudo haberse quedado callada. Si usted que sabe sobre los materiales, no lo detecto; mucho menos lo hubiéramos hecho nosotros.
−No sería correcto, y no es lo por lo que usted pago. Va contra mi ética profesional, entregar un trabajo con el que no estoy satisfecha.
−Siendo así, quiero que se instalen las piezas originales. −expreso la dueña de casa. A lo que Rachel asedió con gusto. A pesar de saber que implicaría largas horas de trabajo.
Mientras el dueño escuchaba a su esposa emocionada porque ahora tendría algo que contarles a sus invitados, él pensaba en la honestidad y la ética profesional de Rachel. Sabía que era buena, ya que el proyecto que les presento fue el que más le gusto. Sin embargo, ahora no dudaría en contratarla para los trabajos que necesitara en el futuro y sobre todo para recomendarla a sus socios y conocidos; era lo menos que podía hacer por ella.
Rachel le envió un correo electrónico al dueño de la fábrica en el que incluía el video de los hechos, incluyendo las fotos del trabajo casi terminado como lo encontró ella esa tarde, y también de los pisos y baños sin nada después de que quitaron todas las piezas. Ahí mismo incluía la información de los datos del paquete con algunas piezas que le envió por paquetería para que verificara que lo que le decía era verdad. Le dejaba en claro que espera recibir las piezas por las que había pagado y que las quería a la brevedad posible. Horas más tarde, el mismo dueño le llamo para pedirle una disculpa y para darle un descuento; además de asegurarle que se encargaría el mismo de averiguar quien o quienes habían sido los responsables y de llevarlos ante la ley.
Días después, la misma Rachel se encargó de revisar cada una de las cajas que llegaron y de supervisar la instalación; ya que no podía darse el lujo de retrasar más el trabajo. Acostumbraba a planear la entrega de sus proyectos un par de días antes de la fecha estipulada en el contrato, por si se llegaban a presentar problemas tal como había sucedido. A pesar de que el dueño estaba consciente de los hechos, y de que le aseguro que no había problema si se retrasaban unos días más. El embarazo de su esposa estaba muy avanzado y quería darle el gusto de ver las habitaciones de los bebes listas para que ella le diera los toques finales y acomodara las pequeñas prendas. Además, la entrega de los muebles, lámparas y decoraciones no podía esperar. Eso sin contar con que ella tenía ya otros compromisos en los cuales no podía comenzar hasta que entregara ese; razón por la cual los trabajadores de esa obra estaban trabajando mas de doce horas al día.
William estaba al tanto de todo y por las breves platicas en video llamada que tenía con Rachel, podía ver que no estaba descansando bien; las ojeras eran cada día más notorias cuando ella no traía maquillaje. Por ello decidió posponer su cita; sin embargo, como él ya había hecho espacio en su agenda, decidió aprovechar para ir a visitarla.
Ese día en particular Rachel había tenido un día largo y pesado por lo que no veía el momento de llegar a su departamento. Aún tenía que revisar unos documentos, pero tenía pensado hacerlo en su cama y cómodamente vestida en sus pijamas. Cuando abrió la puerta la recibió un exquisito aroma a comida, pero se fue directo a su recamara; estaba literalmente muerta de cansancio y necesitaba quitarse los zapatos de aguja de 10 centímetros que había usado todo el día y darse un baño con agua caliente.
−Huele riquísimo Lore, dame 10 minutos. −pidió mientras se comenzó a bajar el cierre del vestido y después se quitó los zapatos antes de entrar a su recamara.
William tenia mas de una hora esperandola, lo agarro desprevenido cuando llego y no le dio tiempo de decirle nada cuando llego; menos después de verla semidesnuda de espaldas en el pasillo. Moria de ganas de seguirla hasta su habitación y espiarla mientras se bañaba, pero se contuvo. Tal como lo dijo, a los 10 minutos escucho a Rachel llamar a Lore y preguntarle si estaba esperando a alguien al notar la mesa con flores y lugar para dos personas.
Fue entonces cuando William salió de la cocina con una rosa en la mano y vio el hermoso tono rosado de piel que tenía su rostro. Primero vio la cara de sorpresa, incredulidad y un poco de susto, para después ver como pasó a ser de emoción y alegría. También noto que iba descalza y que por suerte el conjunto de pijama que traía no mostraba mucha piel al ser un conjunto de pantalón y una blusa de tirantes que permitía apreciar que no llevaba nada debajo.
−Hola hermosa, bienvenida.
− ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? −pregunto ella sin poder ocultar su asombro y emoción al tenerlo en la sala de su casa.
−Quería verte en persona, y Lore nos dejó entrar. −respondió dejándola con más dudas.
− ¿A ti y a quién más? −pregunto, pero no le dio tiempo a contestar porque un hombre con sombrero de chef salió de la cocina y le pregunto en cuanto tiempo quería que sirviera la cena.
−Puedes preparar todo para servirlo en 5 minutos. Voy a saludarla como se debe y después voy a servir el vino.
Rachel no podía creer que William estaba ahí, enfrente de ella, y que había llevado a un chef para que les cocinara.
−William, eres un amor. −dijo ella mientras fue a sus brazos para fundirse en un fuerte abrazo. Al verse, ella se acercó a su rostro para darle un beso en la mejilla, el también beso su mejilla y después delicadamente la tomo del rostro para apoderarse de sus labios y dejarle saber cuánto los había extrañado.
El sonido de los platos al ser puesto sobre la mesa de vidro los hizo salir de la burbuja en la que estaban.
Hasta ese momento Rachel volvió a poner atención a la hermosa decoración de la mesa.
−No lo puedo creer... −dijo ella mientras se reprochó en silencio al verlo tan guapo y bien vestido, mientras ella estaba con unas simples pijamas, con el pelo mal peinado y sin una gota de maquillaje. − Gracias por estar aquí y disculpa que no esté presentable como tú.
−Gracias a ti por dejarme entrar en tu vida, estas perfecta así. Me encantas. −le dijo invitándola a tomar asiento.
Rachel y William comenzaron a comer y mientras lo hacían ella notaba el gran esfuerzo que hacia William para no dirigir su mira hacia sus senos, y cuando lo hacía después hacia un gesto de desaprobación y apretada el cubierto que tuviera en su mano.
−William, ¿prefieres que me ponga la bata?
−Por favor hermosa, tu presencia me afecta como no tienes idea.
−Ya me di cuenta. − dijo ella entre risas al levantarse.
Williams solo dijo una maldición al verla de espaldas y después puso su mano sobre la frente antes de apoyar su cabeza hacia atrás. Molesto consigo mismo por no poder tener control del efecto que causaba Rachel en cierta parte de su cuerpo.
Casi enseguida ella regreso con una bata a juego, y le permitió a él poder disfrutar de la cena y de su presencia, tanto como de la conversación que estaban teniendo. Cuando terminaron de cenar, ambos degustaron un delicioso postre mientras se quedaron iluminados solo con las luces de las velas y de la chimenea. Al terminar de cenar y de poner los trastes en la lavadora automática, Rachel acepto que William la acompañara a revisar los contratos en su cama; tal como lo tenía planeado. Esa fue la condición que le puso para poder quedarse un rato más, ya que según él, no quería distraerla o entretenerla más de lo que ya lo había hecho. Ella no se pudo negar por dos razones, la primera: porque la pasaba muy bien al lado de él; y la segunda: porque las aportaciones de él para los nuevos contratos eran muy valiosas. Como bien dicen, dos cabezas piensan mejor que una, y los conocimientos de un hombre de negocios como William; era algo que ella no podía desaprovechar.
Disculpen la espera, mil gracias por su paciencia y por sus comentarios; me hacen muy feliz.
Mil gracias a mis nuevos seguidores: AuraSosa8, GalaBlue85, CandelaCisnerosHerre, Julinauti, y Marefitograce.
¡Les mando saludos y bendiciones!
Hasta la próxima,
Jackie Baez
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