Capítulo 23

Dedicado a :@JosefinaGarcia319

Tiempo presente

Al salir del interrogatorio, se acercó a Rachel una mujer para pedirle que corroborará el croquis que tenían de la propiedad, en particular de la playa en donde se iba a llevar a cabo la ceremonia y lo que recordara de las decoraciones y del inmobiliario. Debido a que las personas que asistieron tuvieron que entregar su celular en el momento en que llegaron a la casa de playa, nadie tenía fotos. Todos iban a dar una detalla descripción de los hechos de ese día, pero era de suma importancia que ella les dijera todo lo que recordara ese día sobre la planeación, el personal y el servicio que estuvo ese día ahí.

Aprovechando que estaban en la playa, prefirió quedarse ahí en vez de regresar a la casa. Tenía demasiadas cosas en su mente y estaba comenzando a tener un ataque de pánico. Odiaba tener esos episodios, y sobre todo odiaba no tener el poder para prevenirlos. Al menos ahora podía identificar cuando iban a comenzar y lo único que podía hacer era intentar controlarlos por medio de la respiración profunda para relajarse, al mismo tiempo que se repetía una y otra vez que todo estaba bien; que esa sensación iba a pasar.

La imagen de William sonriendo maliciosamente y sus ojos verdes la tranquilizo.  Cuando su respiración estuvo controlada, recordó la repentina proposición de matrimonio que le hizo William y cómo de un día para otro le sugirió que tuvieran una ceremonia íntima ese mismo fin de semana.

Los días que Rachel pasó con William en Italia, cada que hablaban de trabajo, le pedía que se fuera a trabajar con él.

−Si no quieres trabajar para mí, entonces ven como socia o inversionista.

−No tengo los recursos para ser tu socia o una inversionista de tu compañía. −aseguró ella.

−Tienes talento, que es lo más importante y valioso para mi compañía. Contigo a mi lado tendré la constructora más fuerte del país.

−Nosotras estamos establecidas en la costa oeste, mientras que tú tienes tu oficina principal en la costa este. Nos ha costado mucho lograr tener los clientes que tenemos, no podemos simplemente movernos.

−No tienes por qué hacerlo ahora, ni dejar tu empresa. Lore podría continuar haciéndose cargo de esa oficina mientras tú laboras en ambas compañías. Piénsalo, pueden llegar a tener sucursales en varias ciudades.

−Suena muy bien..., esa una gran oportunidad Rachel. −afirmó Lore.

−Pero no te quiero dejar. Me va a tocar viajar constantemente, más de lo que ya lo hago.

−El avión particular va a estar disponible para ti, de hecho, para ambas para cuando lo necesiten. De esa manera será más rápido porque al menos no tendrán que esperar ni estar en el aeropuerto dos horas antes.

Después de regresar de Italia, Lore y Rachel tuvieron una larga conversación y acordaron que Rachel no podía desaprovechar la oportunidad que William le estaba ofreciendo. Por lo tanto, acepto comenzar a trabajar dos días a la semana con él. La única condición que puso fue tener su propio espacio; ya que se negó rotundamente a irse a vivir con él, a pesar de su insistencia.

William acepto su propuesta siempre y cuando ella se quedara en un condominio que estaba en un complejo del cual él era socio. A pesar de que prácticamente era propietario, ella no le ofreció una llave extra y se alegró de que él no la hubiera pedido. Le gustaba tener su privacidad, sus cosas y su espacio. Algo con lo que él en un principio no estuvo muy de acuerdo, sin embargo, eso acrecentó el interés en ella y le agrado continuar teniendo también su espacio. Cuando estaban en distintas ciudades, se hablaban todas las noches, y cuando estaban en el mismo lugar, cenaban juntos y algunas veces pasaban la noche juntos en ático de él, o en el condominio.

Contrario a lo que Rachel pensó , fue bien recibida por la mayoría del personal del piso de la oficina de William, en el cual también se encontraba la suya. Era un empresa grande, y no esperaba caerle bien a todos, especialmente cuando estaba saliendo con el apuesto y codiciado dueño de la empresa. A pesar de eso, la mayoría la trataba con cortesía, a excepción de la familia de él, ellos eran los únicos que la miraban con malos ojos.

Con el paso de los meses termino trabajando 4 días con él, ya que su presencia era necesaria en su propia empresa. El hecho de viajar constantemente no le afecto tanto como supuso porque siempre estaba trabajando mientras iba en el avión o era transportada a la oficina o al condominio. A pesar de que ambos trabajaban en el mismo piso, había ocasiones en que sólo se veían por la mañana o a la hora de irse, porque la mayoría del tiempo se iban juntos.

Tanto Rachel, como William tenían sus agendas y en ocasiones tenían que asuntarse por un par de días. En ocasiones podían ir juntos y en otras simplemente lo hacían solos.

En uno de esos viajes que William tuvo que hacer, un día Rachel fue a comer con  algunas de sus compañeras de piso para festejar el cumpleaños de una de ellas. Como todos iban a regresar al mismo lugar, optaron por irse en dos coches.

Mientras estaban comiendo y celebrando, Rachel se disculpó para ir al baño.

−Lo siento, me tengo que ir. −dijo pálida al regresar a la mesa.

−No has comido casi nada.  −mencionó una de ellas.

−Lo sé, pero me tengo que ir. Las veo en la oficina más tarde. –fue todo lo que dijo Rachel, antes de despedirse y salir a buscar un taxi.

Las horas transcurrieron y Rachel no regreso a la oficina, lo cual le pareció extraño a sus compañeras, pero no le dieron importancia; después de todo era la pareja del dueño y posible en ese momento estarían juntos.

Al día siguiente un William molesto esperó cerca de la puerta del elevador para ver entrar a cada uno de los que trabajan en ese piso. Todos llegaron, excepto Rachel. Las compañeras de Rachel al ver estacionado el lujoso coche de William, se imaginaron que Rachel había llegado con él.

−¿En dónde está Rachel? −pregunto tratando de mantener la poca calma que le quedaba.

−Pensamos que estaría con usted. −respondió una de ellas.

−No esta. Ayer salió de aquí con ustedes y ahorita no tengo la menor idea de donde pueda estar. −aseguró, frustrado, molesto y ,sobre todo preocupado.

−No ha de tardar en llegar, tiene una presentación en media hora. Ahorita le marco. −declaro su asistente.

−No le están entrando las llamadas, se va directo al buzón de voz. −aseguro preocupado él.

−Tiene razón, no me contesta. Es raro porque siempre lo tiene cargado y trae el cargador portátil con ella todo el tiempo.

−Ayer por la tarde fuimos a comer y ella dijo que tenía que irse, pero aseguró que regresaría al trabajo.

Un William desesperado volvió a marcarle a su número, pero nuevamente volvió a irse al buzón de voz. 

−Maldición, contesta. ¿En dónde diablos estas Rachel?

−Quizás esta en su casa. −sugirió alguien.

−Anoche fui y no estaba, esta mañana regresé, pero nadie abrió la puerta. No es común que no conteste el celular y que no esté en condominio.

Al decir aquello, todas sus compañeras voltearon a verse preocupadas.

−Ella es de las primeras en llegar a la oficina cuando tiene una presentación, no esperaría a llegar unos minutos antes, especialmente cuando no tiene la presentación lista; porque ayer no regreso para finalizar los últimos detalles. – aclaró preocupada su asistente.

Al escuchar eso, se encendieron las alarmas de William. Temía lo peor, si alguien quisiera hacerle daño a él, lo harían a través de Rachel. En ese momento se arrepintió de no haberle puesto seguridad sin que ella se diera cuenta. De inmediato llamo a un conocido para que le ayudara a localizarla y a rastrear su celular.

−Ya es tarde para cancelar la presentación, pero cancela el resto y comienza a llamar a los hospitales más cercarnos. –pidió a la asistente de ella, con la esperanza de que algo le hubiera pasado y no se tratara de un venganza.

−Estefany, cancela todo lo que tenga para hoy. −pidió a su secretaria−. ¿A que restaurante fueron ayer y a qué hora? −pregunto para después darle los datos a su contacto.

Todos los presentes, observaron sorprendidos lo desesperado que estaba William, no era únicamente porque ella jamás dejaría a un cliente esperando o una presentación sin concluir. Usualmente dejaba todo preparado la tarde anterior y ella misma se encargaba de revisar que todo estuviera bien, mucho antes de que el cliente llegara. La angustia y desesperación en el rostro de William era por no saber en donde estaba la mujer que amaba; ya no había dudas de que era un hombre enamorado.

Cuando los clientes llegaron y Rachel no se presentó, William los recibió y estuvo a punto de invitarlos a desayunar cuando recibió la llamada que estaba esperando. Se disculpó con ellos no sin antes pedirle a su asistente que les consiguiera pases para los lugares o eventos que quisieran durante su estadía ahí. Además de cubrir los gastos del hotel.  

Un William desesperado, llego al departamento de Rachel, estuvo a punto de golpear al encargado para que alguien subiera con él y le abrieran la puerta. Jamás olvidaría la escena que vio en el baño. Rachel tirada en el piso, en un charco de sangre. La bata que llevaba puesta estaba prácticamente cubierta de sangre y parte de su rostro tenía rastros de sangre seca.

Lo primero que vino a su mente fue, que alguien la había atacado. En su desesperación de encontrar algo que indicara muestras de estrago, vio los productos femeninos que estaban en tocador del baño, y eso aclaro de donde provenía la sangre de su bata. Pero no la sangre de su rostro.

−Amor, Rachel. −la llamaba desesperado. Al verla tan pálida y que no respondía, no dudo en tomarle el pulso y verificar que estaba muy lento.

Los minutos que transcurrieron para que llegaran los paramédicos, fuera transportada al hospital y le informaran que tenía un contusión y anemia; fueron los más largos y preocupantes de su vida. Sin duda, más que la vez del yate y, sobre todo más molesto con mismo porque no podía creer que con todo el dinero que tenía, no pudo hacer nada por ella y que paso la noche inconsciente en ese piso frio.

Un fuerte dolor de cabeza hizo a Rachel quejarse al momento de abrir los ojos. Cuando quiso tocar su frente, alguien se lo impidió. Un William ojeroso, desalineado y con el cabello despeinado seguramente por todas veces que paso su mano. La misma que en ese momento acaricia la suya, mientras la miraba con los ojos llorosos.

−¿Qué... sucedió? −preguntó Rachel confundida.

−No sabes el susto que me has sacado... creí que te perdía.

−Lo sieeentooo, mee lleeegoo el peerioooodo... peesadoo... y creeeo... −hablaba con trabajo−. "me bajo la presión." −pensó en decir, pero no terminó de hablar.

−No pienso volver a dejarte sola y sin supervisión. Respete tu decisión de vivir sola, pero no más. Saliendo de aquí te vienes a vivir conmigo.

−Williaaam... no ees paaara taanto. −dijo mientras movía su cabaza porque estaba arrastrando los palabras.

−¿!Qué no es para tanto!? Te abriste la frente al desmayarte, tienes una contusión y anemia.

−Lo sieento..., usuaaalmeente lo teengo bajo coontrolll.

−¿Bajo control? −comentó con ironía−. No tienes idea de lo desesperado que estaba por no saber nada de ti desde la noche anterior y la impresión que me llevé cuando te vi tirada en el piso cubierta de sangre.

−Sieento mucho... que haayas tenido que ver ese desastre.

−Y yo siento, no haber hecho nada anoche que te fui a buscar. Pero eso se acabó. Rachel, sé que es el lugar menos indicado y que pudiera esperar para hacerlo como se debe, pero no quiero esperar ni un minuto más.

−"William. ¿Qué sucede?" −quiso preguntar, pero no alcanzo a hacerlo porque al momento de enderezarse las náuseas la obligaron a recostarse y cerrar los ojos mientras se llevó la mano a la boca. Como queriendo evitar ese momento vergonzoso frente a él.

William no dudo en pasarle un recipiente que le dejaron a la mano, en caso de que eso sucediera, y preocupado presiono el botón de la enfermera. Cuando termino de vomitar, la enfermera estaba ahí para hacerse cargo del desecho y regresó con un vaso de agua con enjuague bucal.

−¿Estas mejor? –preguntó él.

−Si el vómito continua, le puedo dar algo para las náuseas. –ofreció la enfermera.

−Gracias. –respondió William, al ver que tenía los ojos cerrados y que no contesto.

−¿Me puedes dar algo para las náuseas y dolor de cabeza? −pidió con una mueca de dolor.

Poco después cuando la enfermera regresó y le suministro el medicamento en el suero, le informo a William que Rachel iba a dormir por un par de horas.

−¡Hola hermosa! −saludó William con mucho mejor aspecto, con otra ropa, y con una mirada de determinación.

−¡Hola guapo!

−¿Cómo te sientes?

−Mejor, ¿crees que me pueda ir ya?

−¿Cómo esta tu cabeza?

−Tengo una leve molestia.

−Razón de más para que te pases la noche y cuando salgas, te iras a vivir conmigo.

−William, sobre eso...

−Rachel, sé que no es el mejor momento ni el lugar. Pero después de hoy, no quiero esperar. Te quiero como a nadie y me haría muy feliz que aceptes ser mi esposa. −habló mientras tomaba una de las manos de Rachel y deslizaba un anillo de compromiso.





−Me he de ver fatal..., ¿estás seguro de que después de todo lo que has visto quieres casarte conmigo? −pregunto mientras admiraba el anillo, todavía sin poder creerlo.

−Vas a necesitar mucho más que eso para alejarme de ti. –dijo acercándose para besarla.

−Esta realmente hermoso.

−Me alegro de que te guste. Lo único que lamento es no habértelo entregado en un viaje o en una cena romántica.

−¿Cuándo lo compraste?

−Este, lo mandé hacer hace un par de semanas y lo recogí en el viaje.

−¿Este? – pregunto mostrándole el anillo.

−Tenía otro que pensaba darte el día del yate..., y después estuve a punto de hacerlo en el hospital, pero tus papas llegaron... y el resto es historia.

Esa confesión la dejo sin palabras, en aquel entonces no creía que la amara, pero ahora estaba segura de que lo hacía.

Rachel tuvo que pasar la noche en el hospital porque el dolor de cabeza no se aminoro y las náuseas continuaron. Las pocas veces que recordaba abrir los ojos, William estuvo a su lado. Al día siguiente al medio día la dieron de alta, y desde ese día comenzó a vivir con William.

Pusieron fecha para la boda y comenzaron a planear todo para casarse en seis meses. Sin embargo, durante las siguiente semanas William comenzó a actuar extraño, Rachel sabía que algo le preocupaba, pero siempre que le preguntaba, evadía el tema besándola y terminaba haciéndole el amor hasta dejarla exhausta y dormida.

La misma semana que firmó lo que penso que era el acuerdo prenupcial, después del restaurante. William le pidió que empacara ropa para un par de días y fue ese día cuando la llevo a conocer la casa de playa que había comprado. Fue ahí mismo, después de hacer el amor, que le pidió que adelantaran la boda por el civil.

−¿Cuál es la prisa, hay algún motivo en particular?

−Tiene que haberlo, no es suficiente el hecho de que te amo y que no veo motivo para esperar, después de todo prácticamente estamos casados.

−¿Prácticamente?

−Vivimos juntos, dormimos juntos, nos bañamos la mayoría de las veces juntos. Cocinamos juntos los fines de semana... hacemos casi todo juntos cuanto estamos juntos.

−Cuando estamos junto, porque últimamente pasas mucho tiempo fuera de la oficina o regreso yo sola a la casa.

−Ves, ya me reclamas como si fueras mi esposa. – dijo juguetón−. ¿Para qué esperar? Seria únicamente la boda la civil, en tres meses celebramos la boda del año, tal como lo tenemos planeado.

−¿Cuándo nos casaríamos?

−Este fin de semana.

−¿En dónde?

−¿Qué te parece aquí? Con la puesta del sol.

−¿Hablas en serio?

−¿Por qué no habría de hacerlo?

−Porque es una locura, no tenemos nada planeado.

−Si dices que sí, mañana me encargo de arreglar todo.

−Voy a necesitar un vestido.

−Mañana al medio hare que tengas una gran selección de vestidos para que elijas el que más te guste o los que te gusten.

−¿Quienes nos acompañarían?

−Solo algunos familiares y amigos cercanos. Pero los invitaremos con la excusa de la inauguración de la casa.

−¿Crees que vayan a poder venir con tan corto previo aviso?

−Créeme que la mayoría va a venir.


Rachel ahora, después de recordar eso, se preguntaba si se hubiera podido evitar esa tragedia si le hubiera dicho que no a William. Eso sería algo que nunca sabría, al igual que las verdaderas razones por las cuales adelanto la supuesta boda.

Si los días anteriores había tenía problemas para dormir, esa noche con todas las cosas que tenía en mente, no fue la excepción. Tenía tantas preguntas que no sabía ni por cual comenzar para entender lo que realmente sucedió.

¿Por qué William la hizo firmar el acta de matrimonio y le cedió acciones sin decírselo?

¿Quién era la mujer que se había hecho pasar por ella esos años que ella estuvo ausente?

¿Habrá sido William capaz de usarla como tapadera para sus negocios ilícitos, si es que en realidad los tenía?

¿Fue William quien planeo lo sucedido el día de su boda, o fue alguien que quiso ajustar cuentas, o simplemente quedarse con lo que era de él?

−¡Dios mío, me voy a volver loca! −exclamó frustrada.

Lo único de lo que estaba segura, era que necesitaba al mejor investigador. Después de lo que le descubrió esa tarde, no tenía duda de que quien planeo todo eso, no estaría nada contento de que ella demostrara que no había sido ella la mujer que apareció en el video, ni en las redes sociales.





Muchas gracias por continuar leyendo.

Especialmente gracias a: @MtaLuna, @Afrobella28, Olgapatricia, AngelaBernardo226, @Sary_Clem, @FabiolaSanchezGutier, @HeidyRuizp, @user11281417, @PatyAlczar, @Lufraca2020, @Adriana_Gianella, y @ChantalGonzalez5, por sus votos y comentarios.

Nos seguimos leyendo,

Lynn Baez

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top