Capítulo 20
Dedicado a: chrisszelMez
William y Rachel no se volvieron a ver o a cruzar palabras en persona después de que él la dejo en el cuarto de hospital con sus padres. Ella lo llamo una vez por teléfono cuando decidió levantar cargos contra la prima de él; la única razón por la que lo llamo fue hizo fue porque el incidente sucedió en su yate. Después de que él le ofreció su apoyo, le pregunto si podían verse para hablar sobre ellos, pero ella se negó diciendo que aún no estaba lista para hacerlo.
La segunda y última vez que hablaron, fue William quien le llamo a ella porque estaba entre la espada y la pared. Por una parte, estaba la lealtad a su familia; en especial a su tía, quien llorando le suplico que evitara que su única hija callera en la cárcel o se viera envuelta en un escándalo. Por otro lado, estaba su lealtad a la única mujer que había demostrado estar interesada en él y no en su cuenta bancaria o su estatus social.
Por eso, la única solución que William encontró fue que Rachel y su prima llegaran a un acuerdo fuera de los tribunales, en el cual cada una obtendría lo justo. Le aseguro que él mismo se encararía de que su prima hiciera servicio social por un año en una institución pública, y que a partir de ese momento cancelaria sus tarjetas de crédito y la haría trabajar para sustentar sus gastos personales. Principalmente, William le pidió que aceptara la remuneración que le ofrecían, sabía que esa cantidad de dinero no iba arreglar el error ni el daño, pero era lo menos que podía hacer después de pedirle que no demandara a su prima.
−No puedo creer que me estes pidiendo tal cosa. −dijo Rachel más que molesta, decepcionada.
−No lo haría si no fuera necesario.
− ¿Es esta tu manera de apoyarme? Si mal no recuerdo, la última vez que hablamos, dijiste que me ibas apoyar en lo que decidiera.
−Cariño, créeme que soy el más interesado en hacer que los culpables paguen; de hecho, no me interesa lo que pasa con mi prima; lo hago más que nada porque mi tía me lo suplico. No puedo darle la espalda a la mujer que vio como su hijo, son mi familia después de todo.
−Claro.
−Por favor ponte en mi lugar.
−Me gustaría hacerlo William, pero no puedo quedarme de brazos cruzados después de lo que tu prima me hizo; yo tuve suerte, pero quizás la siguiente persona no la tenga.
−Te entiendo, por eso me voy a encargar de darle una lesión que no olvidara.
−Dudo mucho que lo entiendas ya que estas estas ofreciendo dinero. −dijo en tono de reclamo.
−No te estoy ofreciendo dinero; es una remuneración por daños; mi familia y principalmente yo lamentamos mucho lo sucedido.
−No es cuestión de dinero, sino de principios y valores.
−Rachel, tienes razón, pero no estes molesta conmigo.
−No William, no estoy molesta; lo que estoy es decepcionada "esperaba más de ti", esperaba tu apoyo; no tu dinero.
−Tienes mi apoyo, juntos vamos a superar ese lamentable incidente y vamos a continuar como. −No termino su frase porque ella lo interrumpió.
−No William, tú y yo no vamos a continuar nada; es mejor que cada uno siga por su lado. Tu estilo de vida no va conmigo, no es para mí.
−Cariño..., Rachel por favor no tomes esa decisión. Si pudiera hacer algo para cambiar lo que paso lo haría, pero no puedo. Es muy lamentable lo que sucedió y aunque no lo creas, me siento responsable de lo que sucedió y me duele mucho haberte hecho pasar por eso. Por lo mismo me voy a hacer cargo de mi prima.
−Lo siento William, entiendo que la familia esta primero. Sólo te pido que también tú entiendas que no puedo seguir a tu lado cuando mi seguridad y mi salud estuvieron en riesgo.
−Lo sé y no sabes cuanto lo siento, de ahora en adelante seremos sólo tú y yo... Si aun así no te sientes a gusto o segura a mi lado, "aunque me duela", voy aceptara tu decisión
−No William, por favor no hagas esto más difícil. −pidió ella, tratando de que su voz no se cortara.
−Está bien, bonita. Si eso es lo quieres. – respondió con pesar, después de un largo silencio.
−Lo es. Gracias..., por todos los momento hermosos.
−Gracias a ti Rachel, por los días maravillosos que me regalaste; por los meses que hiciste el hombre más feliz. Eres una mujer extraordinaria. Espero me perdones.
Por mucho que le doliera a William dejar ir a Rachel, lo iba hacer; se lo debía. La última vez que la vio, al ver como miraba a sus padres, supo que ella anhelaba tener lo mismo: una relación en donde el amor, la confianza y complicidad creciera con los años. Algo que él no podía ofrecerle por ahora, mucho menos por siempre.
Rachel sabía que alejarse de William era lo más sano y lo mejor para ella; sin embargo, fue más difícil de lo que lo que imagino. Se reusaba a pensar en las últimas palabras de él; se negaba a pensar que él sentía algo más que atracción por ella, porque si lo hacía terminaría yendo a buscarlo. Por lo tanto, prefería pensar que lo extrañaba por ser un hombre detallista y atento; y por su propio bien, se negaba a recordar lo bien que la hacía sentir cuando estaban en la intimidad.
Por mucho que le doliera, ella debería de continuar su vida como antes de conocerlo; tal como se lo planteo desde la primera vez que acepto salir con él. Desde un principio supo que no era material para nada serio, así lo acepto cuando decidió vivir la aventura de su vida; ahora era momento de continuar y de quedarse sólo con los momentos bonitos que vivió a su lado.
En un lugar de Italia...
Ese fin de semana se iba a llevar a cabo una conferencia de arquitectura y diseño, en la cual no podría faltar las nuevas tendencias y estilos de diseño, tanto en materiales como en terminados; al igual que de decoración. Rachel estaba feliz porque ese año el evento era en Italia; era uno de sus países favoritos y donde vivía una familia muy querida para y especial para ella.
Usualmente Rachel y Lore no se ausentaban al mismo tiempo; sin embargo, los últimos meses ambas habían trabajado mucho y ese viaje era la excusa perfecta para que tomaran días libres para ir a la conferencia y después para recorrer juntas el país. Ambas aprovecharon un descanso entre secciones para ir al baño; mientras buscaban los más cercanos se sintió observada, pero no le prestó atención. Fue hasta que salieron y se dirigieron a tomar unos folletos, que volvió a sentir la mirada penetrante de alguien. En esa ocasión, Rachel volteo varias veces para ver si encontraba un rostro conocido, pero fue difícil hacerlo entre el mar de personas que caminaban en los pasillos del lugar.
Durante una presentación, Rachel salió de la conferencia y se dirigió a la salida principal para encontrarse con un hombre apuesto quien la recibió con los brazos abiertos y se fundieron en un prolongado abrazo; después de un beso en la mejilla ambos se fueron abrazos, mientras se miraban y reían felices de la vida.
Varias horas más tarde, Rachel regreso con una gran sonrisa ya que había pasado un día maravilloso al lado de su querido amigo Francesco; quien bajó para abrirle la puerta del carro, justamente enfrente de en donde se encontraba Lore con un grupo de americanos en su mayoría.
−Buenas noches. – saludo Rachel a todos, y su sonrisa de borró al volver a ver a William y acompañado de dos mujeres que sujetaban cada uno de sus brazos.
Ternarlo frente a ella la dejo sin palabras al mismo tiempo que sintió una mezcla de emociones. Por un lado, una inexplicable alegría y emoción al poder percibir el aroma de loción fina, sentir su aura de poder, y verlo con su elegante pero casual vestimenta; un espécimen digno de robar el aliento a cualquiera; incluyéndola a ella. Sin embargo, también sintió molestia al ver aquellas dos mujeres rubias y exuberantes colgadas de él, como sabandijas o mejor dicho como gatas en celo porque una de ellas no dejaba de acariciar su brazo y de restregar sus implantes.
−Rachel− que gusto volver a verte. −Saludo Roberto, al incorporase al grupo y liberar a William de una de sus acompañantes.
−Hola Roberto, ¿qué tal? −pregunto por cortesía, mientras veía como William la miraba a ella y después veía con odio a Francesco conversando con Lore.
−Llegaste justo a tiempo, estamos por irnos a cenar. −comento Roberto, mientras era recibido con emoción por una de la rubias que estaban con William.
−Sera en otra ocasión; estoy algo cansada y necesito terminar algunos pendientes antes de irme a dormir.
−Yo también estaría cansada si hubiera salido con ese apuesto italiano. – comento la joven que seguía colgada del brazo de William.
Rachel no respondió al comentario, pero si se rio al recordar todas las cosas que había hecho esa tarde; sobre todo, rio más al pensar que ella y posiblemente William estaban pensando cosas muy diferente a lo que en realidad hizo.
A William le molesto el comentario de la rubia, pero más la risa de Rachel y ver que se veía desalineada y cansada. Rachel se sintió incomoda con la mirada de William y prefirió darles la espalda para incorporarse en la plática de Francesco y Lore. Poco después, el finalmente se despidió de Lore y enseguida de ella con un abrazo de oso mientras le susurraba algo al oído, para después darle un par de besos en la mejilla.
−Es un encanto de hombre. −menciono Lore.
−Lo es, estoy feliz por él.
−Estoy feliz con él −Fue lo que William escucho a Rachel decir. "Al menos uno de los dos es feliz" −penso con una sonrisa forzada y sin dudarlo paso su brazo por la espalda de la mujer que estaba a su lado.
−Vamos a ir a cenar. −comento Lore a Rachel.
− ¿Ya saben a dónde van a ir o que quieren de comer? −pregunto tratando de no evitar su molestia al ver a William empalagado con la rubia.
−En el camino vemos que se nos antoja.
−Sería mejor que se pongan de acuerdo antes de irse, para que no les toque esperar tanto.
− ¿Tú no vas a ir?
−Estoy cansada, prefiero ir a darme un baño y terminar los pendientes que tengo.
Cuando William decidió ir a esa conferencia, imagino que posiblemente Rachel también asistiría; lo que no imagino era que la vería un par de veces entre multitud de personas que se encontraban ahí. Sobre todo, nunca hubiera imaginado, verla fundirse en un prolongado abrazo con un hombre casi de su edad; con quien después salieron abrazados. La emocionó que sintió al verla de nuevo ahí, al igual que la ilusión de volver con ella, se opacaron al verla marcharse feliz con ese hombre. Al principio prefirió pensar que era sólo un amigo y que lo más probable era que hayan ido a almorzar o a tomar un café; sin embargo, al ver que las horas pasaron y que ella no regreso, se resignó a la idea de que no volvería a tener otra oportunidad con ella.
Después de que William y Rachel hablaron la última vez, él espero un par de semanas para ver si ella lo buscaba o daba indicios de querer volver. Cada día que pasaba era un martirio no saber de ella y no tenerla cerca; se cansó de extrañarla y necesitarla tanto. Al saber que asistió a un evento con Leo, supo que era tiempo de sacarla de su mente y de su sistema. Ya una vez había permitido que una mujer pusiera su mundo de cabeza y lo había llevado a tocar fondo; aunque Rachel era muy diferente a aquella mujer, no estaba dispuesto a volver a permitir que una fémina tuviera tanto poder sobre sus emociones y decisiones. Por eso, decidió regresar a su estilo de vida; esta vez apareciendo cada fin de semana en un evento en una ciudad diferente y acompañado siempre de diferentes mujeres.
Por desgracia, todos los intentos de olvidarla con otros mujeres, fueron en vano. Cansado de ver que ninguna mujer lograba sacarla de sus sistema y que la vida desenfrenada de fiestas y excesos ya no le daba placer, decidió dejar todo eso. Opto por enfocarse en el trabajo y hacer ejercicio durante varias horas al día para liberar sus frustraciones; algunos días en el gimnasio, o en rin de box y los fines de semana en actividades al aire libre.
− ¿Cómo te la pasaste? −pregunto Lore.
−De maravilla, hacia mucho que no me la pasaba tan bien. −respondió Rachel
−Porque no nos acompañas, aunque sea con una copa de vino, para conversar. – pregunto otra persona del grupo.
−Sera en otra ocasión. – respondió evitando mirar a William, quien no dejaba de obsérvala.
− ¿Qué lugar nos recomiendas? −pregunto Lore.
−Uno de mis lugares favoritos, con platillos y vinos para el paladar de todos es Cantine Milano. Si quieren algo más tradicional, les recomiendo Casa Bianca; está un poco escondido, pero es un lugar hermoso y acogedor, con comida y los vinos nacionales de primera calidad. −sugirió evocando recuerdos.
−Algún platillo que nos recomiendes.
−Lo que pidan, les va a gustar.
−Bueno, te veo después. ¿Te llevo postre?
−Si, al menos que quieras quedarte a dormir en el pasillo o en el balcón. −contesto riendo.
Cuando estaban por irse todos, Francesco regreso con la chamarra de Rachel y espero a que ella tradujera algo a el grupo.
−Francesco, dice que si asistir a una celebración cien por cierto italiana, están cordialmente invitados mañana a la finca de su familia, a la boda.
−Yo si quiero ir. −respondió alguien.
− ¿Quién se casa? – pregunto la acompañante de Roberto.
−Mi amigo Francesco. – respondió Rachel con una gran sonrisa, evidentemente feliz por su amigo.
− ¿No vamos a ser muchos? −pregunto alguien más.
−No, la finca es grande y es realmente hermosa.
− ¿Vas a ir? – le pregunto alguien a ella.
−Por supuesto, por nada del mundo me la perdería. Los arreglos y las mesas quedaron hermosas.
− ¿Fue por eso por lo que no regresaste? −pregunto Lore.
−Si, no podía quedarme sentada comiendo mientras la familia decoraba.
−Debí imaginarlo. – comento Lore riendo.
William al escuchar la plática entre Lore y Rachel, recordó que en ningún momento los vio besándose. Las muestras de cariño eran solo de amigos, algo en lo que no recapacito porque estaba cegado por los celos. En ese momento, le daban ganas de irse con Rachel y dejar a un lado a la rubia.
− ¿Ya decidieron a donde quieren ir?, puedo llamar para hacer reservaciones para que no les toque esperar.
−Comida tradicional. – menciono la mayoría del grupo.
−De acuerdo, enseguida hago las reservaciones. – dijo ella.
Una vez mas William se quedo sorprendo al escucharla hablar italiano. Después de darle la dirección, ella se despidió de todos en general y se fue al hotel mientras todos los demás se fueron a cenar.
Después de darse un baño, y de revisar los folletos e información que Lore le dio, Rachel se dispuso a trabajar. Cuando alguien toco la puerta, dejo su copa de vino y tomo el dinero que tenía listo para dar la propina. Al abrir la puerta se encontró con un hombre que sostenía un ramo de flores en una mano y el agua mineral en la otra; mientras la devoraba con la mirada.
− ¡William!
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Los quiero,
Lynn Baez
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