Capítulo 17
Las siguientes semanas William y Rachel continuaron llamándose por la noche, por lo general, después de cenar; ya que era la única hora que ambos estarían desocupados.
Los fines de semana que Rachel no tenía compromisos, aceptó acompañar a William a varios festejos y eventos, en los que trataba de esquivar lo más posible a los fotógrafos.
−¿Por qué no quieres ser fotografiada a mi lado?
− ¿Por qué no nos pueden dejar tranquilos?
−Porque soy una figura pública. Es promoción gratis.
−Me interesa tu compañía, estar a tu lado; no salir en una nota de revista de chismes.
–Eres extraña.
−¡Ya deberías de estar a acostumbrado! −respondió ella sonriendo, sin tomar a pecho el comentario de él.
A William le daba la impresión de que Rachel intentaba mantener su relación oculta. Lo cual era absurdo, porque era reconocida públicamente como la pareja de él. Era la comedilla de las revistas de chisme y farándula, al ser ella la primera mujer con quien él tiene varios meses de relación. Algunos medios, inclusive se atrevían apostar que pronto ella portaría un valiosos anillo de compromiso, ya que desde que estaba a su lado, no se le había visto con otras mujeres.
Rachel por su parte, solamente lo había invitado a un par de eventos públicos, en los cuales su presencia ya había sido requerida. A la boda de su amiga, lo invito porque los vieron llegar juntos a la habitación del hotel, a la hora que todas se dirigían a desayunar. Aun recordaba la cara de vergüenza de ella.
Al entrar a la habitación y ver que todas sus amigas estaban ahí, su primera reacción fue cerrar la puerta de inmediato. Era más que claro, que no quería que la vieran con él, pero sus amigas fueron más rápidas que ella y en dos segundos estaban todas en la puerta, interrogándola y dándole carrilla.
−¡Que calladita te lo tenías!
−Nosotras pensando que andabas en el gimnasio, o que decidiste salir a caminar un rato sola.
−Con razón, anoche no te quisiste quedar a dormir en nuestra habitación.
−Ya era tarde y estaba cansada.
−Si, ya nos dimos cuenta.
−Tarde se te hacia para irte con él.
−Dudo que hayas estado más cansada ahorita que hace unas horas.
−Amigas, esa es cara de alguien que paso una buena noche.
Rachel solo negaba con la cabeza mientras su rostro obtenía una tonalidad rosada. Mientras sus amigas disfrutaban hacerla pasar un mal rato.
−Chicas, le presento a. −Rachel guardo silencio al no saber cómo presentarlo.
−William Ferreira, su novio; un placer conocerlas. −se terminó de presentar él, sin prestar atención al grito de todas ellas, porque estaba viendo como ella volteo a verlo sorprendida, para después cubrirse el rostro con ambas manos.
−¿Por qué no nos dijiste que estabas saliendo con alguien?
−Nunca sales con nadie, y cuando lo haces, escoges al mejor.
−Valió la pena tanto abstinencia. −dijo otra de ellas.
−Ya déjenla en paz, no sean envidiosas. Ella se merece lo mejor, por ser bien portada. −menciono Lore, recibiéndola con un abrazo. −Te dejamos para que te bañes y te cambies, te esperamos abajo.
−Mucho gusto William, esperamos verte en la boda. −menciono la mujer que seguramente era la festejada.
−Orden algo por mí, estoy con ustedes en veinte minutos. –dijo Rachel entrando a la habitación, con William detrás de ella.
−Lo siento, no esperaba que fueran a estar aquí. –dijo ella disculpándose.
−Yo no; por el contrario, me alegro de haberte traído hasta la puerta y de haberlas conocido.
−Se pasaron, me muero de vergüenza.
−Eres un amor, preciosa. Soy muy afortunado.
Como siempre que Racel estaba con William, se la pasaba de lo mejor. Lo único que no le gustaba cuando salían, era encontrarse con mujeres resbalosas o ex amantes de él que se creían con derecho de decirte tonterías. Las cuales trataba de ignorar, pero a veces no lograba hacerlo.
−¿Te pasa algo cariño? −preguntó William al ver que se había retirado de donde él estaba.
−Nada, solo quería tomar un poco de aire y disfrutar la vista. −dijo con una media sonrisa, sabiendo de antemano que él no le creyó del todo.
−¿A dentro no estas disfrutando? ¿Quieres que no vayamos?
−No, no es eso.
−Cariño, dime ¿qué te molesto? Dime y enseguida me encargo de ello.
−No creo que puedas hacer nada.
−¿Qué pasa, cariño?
−Pasa a que todos los lugares que vamos, me encuentro con alguna querida tuya... resentida o que se creen mejores mujeres que yo.
−Rachel, nunca te he mentido. He sido honesto contigo desde el primer día, antes de conocerte tuve muchas mujeres; la mayoría solo por una noche.
−Lo sé, no hace falte que me recuerdes.
−No me mal intérpretes, déjame terminar. Tu eres especial, eres muy importante para mí; lo que tengo contigo, no la había tenido con nadie más. −dijo tomando el rostro de ella con ambas manos. −No dejes que los comentarios tontos, arruinen nuestro momento.
−A veces es difícil. −respondió abrazándolo.
El siguiente fin de semana, William invito a Rachel a una reunión con sus amigos en su nuevo yate de lujo. Rachel trato de pasar esa invitación, pero ante la insistencia de él, termino aceptado ir. Cuando William la vio lista para irse, se alegró al ver que ella llevaba puesto un traje de baño de una pieza, el cual combinaba con el pareo largo que dejaba al descubierto una de sus piernas. No es que fuera celoso, bueno quizás con ella, lo era un poco y no quería que los demás hombres se la comieran con la mirada. Sabía muy bien que iba a haber varias mujeres dejando muy poco a la imaginación, y se alegraba de que Rachel no fuera una de ellas.
−Me gustas mucho, y más me gusta que dejes ciertas prendas de ropa sólo para cuando estás conmigo. −menciono William, entes de darle un apasionado beso.
−Tengo algo para ti. −dijo William apartándose de ella para sacar una hermoso brazalete de blanco, que hacía juego con el suyo.
−Esta hermoso, gracias.
Al llegar al puerto y dirigirse al yate, Rachel vio que era el más grande, lo cual, en vez de causarle admiración, le causo risa. Lo que si le sorprendió fue confirmar su teoría de que algunos de los amigos y conocidos de William eran muy liberales, sobre todo la mujeres. Las cueles en su mayoría usaban diminutos bikinis y alguno que otra atrevida, solo la parte inferior; dejando libres los senos con la excusa de querer lograr un bronceado uniforme.
William estuvo al lado de Rachel desde el momento en que abordaron el yate. Cuando sus conocidos se acercaban a saludarlo, en ningún momento apartaba su brazo de la cintura de Rachel.
El único momento en el que William dejo a solas por un momento a Rachel fue, cuando una de sus primas y amigas de ella, con los senos al descubierto, se acercaron al lugar en donde ellos estaban conversando a solas.
−William, no veo por ningún lado a ningún camero, te importaría ir por bebidas para todas.
−¿Vienen de donde están las bebidas, y quieres que deje a mi novia para ir a buscar a alguien? ¿Por qué no va una de ustedes, o por qué mejor no se van a ordenar lo que a ustedes les apetezca tomar?
−No seas descortés William. ¿Qué tipo de anfitrión eres?
−Y ustedes no sean inoportunas. Si estoy apartado de todos es porque quiero pasar un rato con mi novia a solas. Contrate personal para no tener que atender an mis invitados yo mismo −dijo fulminando a su prima y amigas.
−Ay no seas exagerado y grosero, si quieras tener privacidad o estar a solas con ella, no hubieras venido. Tú sabes que aquí venimos a pasárnosla bien, y lo que menos hay es privacidad; tú me entiendes.
William entendía bastante bien a que se refería su prima y con tal de que se callara, acepto ir. De paso, se aseguraría que sus instrucciones se llevaran a cabo y que sus amigos dejaran sus juegos para después o para otra ocasión.
−Cariño, voy a ir por algo más de tomar para nosotros y enviar a un camarero para que vea que se les antoja tomar. Enseguida regreso.
−Está bien, aquí te espero. −No es que ella tuviera muchas ganas de quedarse ahí con esas mujeres, pero le alegraba que al menos William no tuviera frente a esas mujeres.
Mientras Rachel estaba acompañada de aquellas mujeres, varios hombres se acercaron a ellas para saludarlas y algunos para coquetear con ellas, en particular con ella. Lo cual le pareció raro, ya que ella era única de ahí que iba con su pareja y la mayoría de los invitados de William sabían que era su pareja. Cuando se sintió incomoda con la presencia de uno de esos hombres, decidió irse. Fui hasta el momento de levantarse que comenzó a sentirse mal, en ese momento volteo a ver su vaso. No comprendía que había pasado, si ella solo había bebido lo que William le dio.
−¿Qué pasa Rachel, te sientes mal? −preguntó la prima con una sonrisa maliciosa.
−No te preocupes, en unos minutos se te va a pasar y vas a tener el mejor sexo de tu vida. −comento otra de las mujeres.
−Que ni falta le hace a mi primo, según cuentan las malas lenguas. −dijo riéndose, mirando a Rachel.
−¿O me equivoco? −pregunto la prima, en esta ocasión a las otras mujeres con las que iba.
−Que va, es el mejor. Todas quisiéramos ser tú.
−No la vamos a pasar bien, ya verás. −dijo uno de los hombres.
Al ver la cara de sorpresa de Rachel, todos los demás comenzaron a reírse.
−No lo sabe, vele la cara. −dijo una de la mujeres.
Al escuchar esas palabras y la risa de aquellas mujeres, supo porque William le pidió que no tomara nada que él no le diera. Al ver que él no regresaba y al no verlo por ningún lado, decidió buscar un baño.
−Por favor ayúdame, me siento muy mal; acompáñame a un baño y después busca a William Ferreira. −pidió Rachel a la primera joven camarera que vio, quien por suerte se compadeció de ella y la guio hasta donde estaba el baño más cercano.
−Aquí a dentro tiene que haber un baño señorita.
−Busca a William por favor.
Siguiendo la indicaciones de la joven, Rachel entro a lo que parecía ser una sala; y lo que vio ahí la dejo sin palabras. Sobre las mesas de centro había varias botellas de licor y bebidas, y una variedad de pastillas de varios colores, junto a algunas líneas blancas. Alrededor en los sofás se estaba llevando a cabo una orgia. Sin prestar atención siguió de largo y entro a la puerta del que se suponía era el baño.
Antes de abrir la puerta, alguien apreso a su cuerpo y comenzó a decirle cosas obscenas al oído mientras manoseaba su cuerpo. Con repulsión y asco Rachel se volteó para encarar aquel hombre.
Quería decirle un par de verdades aquel hombre, pero con cada segundo que pasaba se sentía peor. Sentía que el corazón se le iba salir del pecho, al mismo tiempo que empezaba a sentir una leve capa de sudor en todo su cuerpo. No tenía ni idea del efecto que producía la droga que ingirió, pero dudaba mucho que fuera lo que ella sintiendo. Estaba muy lejos de estar excitada o de desear ser tocada.
Un apretón en su brazo la hizo y el intento de aquel hombre por bajar el tirante del traje de baño , la hizo reaccionar y darse cuenta de que aquel hombre no la iba a dejar. Como pudo le dio una cachetada. El hombre dejo de reír y la furia apareció en sus ojos.
−Maldita, te crees intocable porque andas con William. No eres más que una más de sus perras, y como tal, no le importara compartirte con nosotros. −le dijo el hombre sacudiendo por los brazos. Fue en ese momento que ella, lo vio a los ojos y supo estaba bajo el efecto de alguna sustancia. Lo cual le causo temor, sintiéndose tan mal como se sentía. Sin dudarlo, con todas las fuerzas que tenía le dio una merecida patada entre las piernas para alejarse de él.
Al abrir la puerta, de lo que pensaba que era el baño, descubrió que era una habitación. Al parecer la pareja que estaba dentro, estaban tan entretenidos que ni cuenta se dieron de su presencia. Lo que llamó la atención de la pareja, fue cuando el hombre que estaba detrás de Rachel, entro a la habitación detrás de ella gritándole obscenidades.
Rachel aprovecho la distracción de aquel hombre al ver a la pareja, para entrar finalmente al baño. Con las manos temblorosas, le puso el seguro a la puerta y mientras caminaba a la taza del baño, comenzó a inducirse el vómito. Lo hizo hasta no tener nada más que sacar, mientras el desconocido golpeaba la puerta y le exigía que abriera la puerta.
"¿En dónde estás William...porque me trajiste a este lugar?" −se pregunta Rachel llorando, asustada.
Después de que Rachel se enjuagara la boca y la cara varias veces, termino sentándose en el piso porque se sentía fatal; no paso mucho tiempo antes de que termina desvaneciendo en el piso, mientras oraba para que no le pasara nada.
Un William enfurecido llego hasta la habitación en donde estaba Rachel. Encorecido exigió a todos que se vistieran y que salieran de ahí.
−¿Qué parte que no quería sus jueguitos hoy, ni sus porquerías, no entendieron? −reclamo fulminando a todos.
−Bro, cálmate. No te pongas así. −dijo uno de los hombres que estaban de espectadores.
−Estas muy alterado, mejor metete una línea y relájate. −sugirió otro de ellos.
−Largo, no los quiero volver a ver. −dijo dirigiendo al grupo.
−Abre la puerta maldita perra, te vas a repentir. –grito el hombre que tocaba y trataba de forzar la puerta del baño en donde estaba Rachel.
El coraje que sentía William en ese momento consigo mismo por haber puesto a Rachel en peligro, y con su prima y sus amigas; lo saco con el hombre que desquiciado intentaba abrir la puerta.
−Maldito, más te vale no haberle puesto una mano encima a la mujer que está dentro.
−¿A tu perra de turno? −fue lo último que alcanzo a decir aquel hombre, antes de que William lo empezara a golpear hasta dejarlo inconsciente.
−Rachel, soy yo. Cariño ábreme la puerta. – pedía William sin obtener contestación.
Al ver que no obtuvo un respuesta después de las varias veces que le hablo, sin dudarlo se dejó ir contra la puerta para abrirla. Su peor temor se hizo realidad al ver a Rachel en el piso con espuma saliendo de su boca.
Los siguiente minutos, fueron un caos para William; pasaron lenta y tortuosamente mientras llegaba un helicóptero médico para transportar a Rachel al hospital mas cercano. Por desgracia, él no pudo acompañarla y tuvo que espera a que llegaran al puerto para poder reunirse con ella y saber de su estado.
Horas más tarde, Rachel despertó desorientada; al recordar que fue lo que paso, no puedo evitar sentir alivio al saber que estaba en un lugar seguro. En silencio dio gracias por estar viva, mientras las lágrimas comenzaban a rodar al recordar el intenso dolor que sintió antes de perder la conciencia y los gritos e insultos de aquel desconocido. Odiaba sentirse vulnerable y no podía creer que William la puso en esa situación. Al pensar en William, trato de levantarse y al moverse sintió un peso sobre su brazo.
−Amor; despertaste. −dijo William desalineado, con la camisa arrugada, y sin algunos botones; lo que más llamo su atención fueron las manchas de sangre que tenía en la camisa. Al ver las manchas vio su rostro y encontró algunos moretones y rasguños; al igual que sus ojos llorosos.
−¿Llegaste antes de que aquel hombre me hiciera algo? −preguntó Rachel, seria y molesta.
−Si, ese idiota no te puso un dedo encima.
−Lo hizo William. −dijo con los ojos llorosos al recordar−. ¿Porque me llevaste al yate si sabias que tus amigos o conocidos consumen drogas y hacen orgias?
−Lo siento mucho, eso no debió de haber pasado, y mucho menos.
−No William, yo no debí de estar en ese yate en primer lugar.
−Amor, yo no tengo control de lo que hacen las demás personas.
−Pero sabias que hacían eso y aun así me llevaste.
−Creme que no alcanzara la vida para arrepentirme por haberte dejado sola con mi prima y haberte puesto en peligro.
−¿Fue tu prima? Ella parecía saber lo que estaba pasando.
−No fue ella... pero fue ella la que lo planeo.
−¿Qué va a pasar con ella?
−Se va a abrir una investigación y se van a levantar cargos. Te voy a apoyar en lo que decidas hacer.
−¿Qué droga me dieron? ¿En qué momento lo hicieron si únicamente tome la bebida que tú me diste?
−Lo hizo uno de los hombres que llegaron después de que me fui. Al parecer lo tenía todo planeado. ¿Tomaste algún medicamento antes de irnos al yate?
-Si, "para no tener mi periodo tan pesado", ¿porque lo preguntas?
-Al parecer tuviste una reacción alérgica, además de la intoxicación.
Mientras William le aclarara sus dudas, vio alrededor de la habitación y vio que en vez de parecer una habitación de hospital parecía una florería.
"Por lo visto, alguien está tratando de limpiar su conciencia con flores" −pensó molesta.
−Te das cuenta de que pude haber muerto, por ingerir una maldita droga que alguien puso en mi bebida.
−Lo sé, y no sabes cuanto lo siento. Ya me deshice de ese yaye.
−Ojalá, yo también pudiera olvidar lo que paso así de fácil. −comento ella, molesta. Sabia que estaba siendo un poco injusta con William, pero estaba ahí por él.
−Amor, acepto mi culpa por haber llevado. No creí que lo fueran hacer, fui muy claro con ellos.
−¿Con cuantas de las mujeres que estaban ahí, te has metido?
−Amor, cariño..., no preguntes eso. Vamos a olvidar lo que paso.
−Y cómo olvido el hecho de que me confundieron con una de tus perras, a las que al parecer no te importa compartir con tus "amigos" o lo que sean tuyo.
Un William molesto apretó los puños, y fue hasta ese entonces que ella vio que tenia los nudillos de sus manos lastimados.
−Los gustos y prácticas sexuales de tus amigos, no me interesa, ni me escandaliza. Lo que me molesta es que no hayas sido sincero conmigo; me hubieras puesto al tanto para yo decidir si quería ir o no. O al menos para estar más alerta y no beber nada mientras tú no estabas a mi lado.
−Se que soy un cabron, que no tengo perdón por haberte puesto en esa posición. Que mis amigos y mi circulo social es muy diferente al tuyo.
−A si es. Hasta donde yo sé, mis amigas no participan en tríos, ni en orgias. Ni se meten drogas o sustancias ilícitas para pasar un buen rato o para divertirse. Si alguna lo llega hacer, lo hace sin que las demás lo sepamos.
−Lo de las orgias no es lo mío, pero si he participado en un par de ocasiones. -declaro sin sentirse orgulloso de ello.
−¿Y qué esperabas de esa fiestecita... dime, ¿esperabas que yo también fuera parte?
−Ni de loco te compartiría, tú eres mía, solamente mía.
−¿Pero a las otras si las compartiste?
−Las otras mujeres les daba lo mismo estar conmigo que con mis amigos. Ellas solas se entregaban a ellos. Nunca me importo, porque simplemente nunca me importaron ellas.
−Tú eres... "mi amor", tú eres diferente. Desde que te conocía no he vuelto a involucrarme con nadie. No lo necesito, te tengo a ti; solo deseo tu cuerpo, tus caricias y tu compañía... Anhelo tenerte a mi lado cada mañana y dormir contigo a mi lado. Nunca tuve tanto miedo de perder a alguien, hasta hace un par de horas.
"Estoy loco por ti. He luchado contra esto que siento, pero es más grande que yo" −pensó William y estuvo a punto de dejar a un lado sus temores y de pedirle que fuera su esposa. Pero el sonido de alguien tocando la puerta lo detuvo. Enseguida la puerta termino de abrió y Lore con una pareja mayor entraron.
Por los rasgos de la pareja supuso que eran los padres de Rachel, y por la mirada que le dieron los tres, supo que escucharon parte de su conversación.
−Mamá, papá ¿qué hacen aquí? −preguntó Rachel volteando a ver a Lore y a William.
−Los mande traer yo. −respondió William.
−Estaban muy preocupados por ti, estuvieron llamándote y cuando William me informo que estabas en el hospital, decidieron venir. −menciono Lore.
−Te dejo un rato para que platiquen. Señores, un gusto conocerlos; lamento conocerlos en estas circunstancias y que me vean así. –dijo William apenado por su apariencia.
−Los felicito, tienen una hija extraordinaria y muy talentosa.
−Lo sabemos – dijo el padre de ella serio, −le dimos la mejor educación posible y espero que sea asertiva en su vida amorosa, tal como lo es con los negocios. −Terminó de decir el señor, mientras su esposa lo reprimía dándole unas palmadas en el brazo.
−Un placer conocerlo, ya que mi hija no se ha dignado en llevarlo a la casa para que lo conozcamos como es debido.
−Mamá.
−Regreso por ti para llevarte a tu apartamento.
−No es necesario, me puedo regresar con mis papas y con Lore.
−De acuerdo... -dijo asintiendo con la cabeza, ocultando el dolor que estaba sintiendo en esos momentos. −Al menos permite que unos de mis hombres los lleve al aeropuerto y que el piloto los lleve a su destino.
−No es necesario.
−Lo es, déjame quedarme tranquilo sabiendo que llegaron con bien. Por favor. −pidió con los ojos brillosos, mientras apretaba en su mano el anillo de compromiso que pensaba darle.
Basto ver la determinación en los ojos de Rachel para saber que ella estaba dando por terminada sus relación.
−Gracias por todo, William.
−Gracias a ti cariño. Llámame cuando estes lista para hablar.
−Así lo hare. –dijo Rachel conteniendo sus lágrimas mientras volteo la mirada para no verlo marcharse.
Espero que les haya gustado. Mas tarde doy las gracias en forma a mis nuevos seguidores.
¡Saludos y bendiciones!
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