Capítulo 15
Tiempo presente...
Rachel conocía a la perfección el reloj que portaba aquel hombre. Estaba segura de que era el mismo reloj que perteneció a su abuelo y que ella se encargó de mandarlo arreglar y hacer una correa especial.
− ¿De dónde sacaste ese reloj? −pensó en voz alta. Molesta al pensar que alguien mas pudiera haberse posesionada de las cosas de William.
Después de ver con detenimiento el reloj, comenzó a observar el antebrazo de aquel hombre; particularmente las manos. Al tener la certeza de que era William, agacho su cabeza tratando de ver el rostro su rostro.
−¿!Amor... William!? −preguntó, antes de poner todo su peso en una orilla del pequeño sillón que uso para alcanzar el libro. Logrando que el sillón se volteara y la tirara a ella al piso. Riendo de sí misma, por lo tonta que había sido, se sobaba su hombro y el codo.
William estaba ahí, Rachel estaba segura de que era él. Al levantarse rápidamente para encararlo, termino sintiéndose más mareada y opto por quedarse recostada por un momento más.
−No te vallas, por favor no te vayas. –pidió haciendo un gran esfuerzo para poder decir lo que estaba pensado, ya que al parecer le costaba trabajo articular palabras; trato de pensar que era lo que sucedía, pero ni quiera eso pudo hacer.
Cuando Rachel volvió abrir los ojos, le llevo unos segundos ubicarse. Lo primero que noto, fue que estaba en el piso y no en la cama. La claridad que brindaba la luz de la luna llena que había en esa noche, le permitió ver que no estaba en su departamento. Le llevo unos segundos reconocer el lugar y más recordar que hacia ella ahí. Estaba en la oficina de William y no en la habitación. No entendía que, hacia ella en el piso, pero cuando se apoyó en su codo para levantarse, al sentir el dolor recordó lo que paso.
Enseguida se dio que cuenta que había mantenido los ojos cerrados mas tiempo de lo que pienso; porque la lampara se apagó automáticamente al no haber movimiento. No tenia ni idea de cuánto tiempo había pasado, pero eso no importaba, porque ya no había nadie en la silla. Lo cual le causo una gran desilusión, a la vez que la hizo dudar de lo que vio.
"No era William, él no se hubiera quedado sin hacer nada al ver que iba a caer; mucho menos me hubiera dejado tirada en el suelo"
Estaba seguro de ello, y entre mas lo pensaba mas segura estaba de que solo había sido parte de su imaginación, o el cansancio, o simplemente el gran deseo que tenia de volver a verlo; aunque fuera una sola vez.
Antes de salir de la oficina, Rachel encendió la luz y comprobó que el pequeño sillón estaba volteado y que el libro que ella tenia en la mano estaba tirado, no muy lejos de ahí. Se acerco, al escritorio para ver si veía algo fuera que indicara que alguien estuvo sentado ahí, pero no vio nada. La silla estaba en la misma posición que ella la vio, lo único malo era que no había prestado atención a la posición de la silla cuando ella entro.
Con tristeza, Rachel salió de la oficia para intentar irse a dormir un rato. Al entrar a la habitación y volver a ser recibida con el aroma de la loción de William; opto por tomar una almohada y el cobertor para irse acostar a la sala. No supo cuánto tiempo le llevo poder mantener sus ojos cerrados por más de un par de minutos. Cuando por fin, creyó que iba a descansar un rato, la despertó de ruido que hacía alguna de las parejas que estaban y que al parecer decidieron continuar su encuentro amoroso fuera de la recamara. No tenía ni idea de quienes eran, ni quería saberlo, en especial después de escuchar lo que escucho. No era una santa, y sabía que lo que fuera que pasara en la intimidad estaba bien, mientras ambos estuvieran de acuerdo; pero las amistades de William eran demasiado liberares para su gusto.
Cansada, y convencida de que en ningún lugar de la casa podría descansar, porque todos ellos le traían recuerdos de William; regreso a la recamara. Se canso de dar vueltas en la cama y de abrir los ojos constantemente al sentir que había alguien más en la habitación. Esa sensación en vez de darle miedo le daba la ilusión de volver a William, porque que constantemente abría los ojos y se quedaba viendo hacia el gran ventanal. Quería verlo, deseaba tanto despertar de esa pesadilla para descubrir que su amado William estaba durmiendo a su lado; lo cual no sucedió ninguna vez.
Cansada de dar vueltas en la cama, y con intención de contralar la ansiedad que estaba comenzando a sentir, termino levantándose para ponerse algo para salir a correr. Necesitaba ocupar su mente, necesitaba que el cansancio y el dolor físico suprimiera el dolor emocional. Odia hacerlo, sobre todo porque había prometido no volver hacerlo, al menos no intencionalmente; pero en ese momento cualquier cosa era mejor que tener una recaída. No se podía darse el lujo de tener una, y mucho menos estando ahí y rodeada de toda esa gente.
Rachel corrió, hasta que sus piernas y sus pulmones no dieron más. Cuando sintió que se iba desmayar por el esfuerzo, termino agachándose para enseguida sentarse a ver como los primeros rayos del sol comenzaban a aclarar el cielo. Podría estar horas y horas viendo ese paisaje. La botella de agua que había tomado antes de salir se encontraba vacía desde hacía casi media hora. Con la intención de recuperarse más pronto, dejo caer su espalda en la arena para observar el cielo; la sensación de tranquilad, con el sonido de las olas y algunas aves parecieron acurrarla.
− ¿Señora...señora, se encuentra bien?
−Ahhhh− grito Rachel al abrir los ojos y ver frente a ella a Raúl.
−Perdón, no quise asustarla. ¿se encuentra bien?
− ¿Porque no habría de estarlo? −preguntó mientras se enderezaba.
−Esta acostada en la playa, pensé que algo le había sucedido.
−Estoy bien, sólo estaba casada y necesitaba tomar un descanso. −comentó mientras se ponía de pie y aceptaba la mano de el para levantarse. Al ver su brazo, recordó el brazo que vio la noche anterior y volteo a verlo a la cara, para después voltear a ver el brazo.
−No debería de estar tan alejada de la casa, o del radar de seguridad. Si llegara a necesitar algo, nadie podría auxiliarla.
−Estoy bien, para muestra aquí está usted.
−La encontré por casualidad, cada día tomo un rumbo diferente cuando salgo a correr.
−Siendo así, no lo entretengo más. Puede continuar corriendo, yo voy a regresar caminando.
−De ninguna manera, si no le molesta la puedo acompañar.
−Preferiría caminar sola, y tomar mi tiempo. No tengo ninguna prisa en regresar a la casa. Gracias por preocuparse. – dijo mientras comenzaba a caminar y le regalaba una media sonrisa, antes de dirigir su mirada al mar.
Rachel no sabia que pensar de Raúl, aun le parecía inaudito que justamente hubieran contratado a alguien tan parecido a William.
"¿Fue casualidad, o lo hicieron para perturbarnos?" -se preguntó en silencio.
No sabía que efecto surgía en las otras personas, pero ella no podía dejar de pensar en William.
"Como si no fuera suficiente, que todo me lo recordara" -pensó.
Tal como Rachel lo dijo, se tomó su tiempo y en varias ocasiones se sentó a contemplar el mar. Deseaba tanto meterse a nadar, pero sabía que era mar abierto y no era tan buena nadadora como le gustaría serlo. Estaba debatiendo si meterse a nadar un poco o esperar a tener ropa adecuada.
− ¿Ha nadado antes en mar abierto?
Rachel volteo a ver Raúl, quien ya al parecer ya se había bañado y ahora usaba ropa casual.
−No, pero siempre hay una primera vez.
−Le sugiero que, si va a ser la primera vez, lo haga cuando haya alguien que la pueda auxiliar en caso de que necesite ayuda.
La presencia de Raúl estaba comenzando a molestarle, y su comentario a pesar de ser lógico y cierto, la hizo sentir como una cría. Siendo que ella era mayor que él.
−No tienes nada más que hacer. −preguntó sin poder ocultar del todo su enfado.
−Su seguridad es mi prioridad. Venía a decirle que el desayuno está servido, hicieron varios platillos tipo bufe, pero Julia quiere saber que desea algo en particular para desayunar.
−No, no es necesario; estoy segura de que todo lo que preparo esta riquísimo. −dijo con una media sonrisa, al darse cuenta de que él no tenía la culpa de parecerse a William, ni que lo hubieran puesto a cuidarla.
−Señora, no fue mi intención molestarla. Le pidió disculpas.
−No Raúl, la que debe de disculparse soy yo. Me afecta demasiado el gran parecido que tienes a William, no puedo evitar molestarme al verte a ti y no al él. − comenzó mientras comenzaba a caminar hacia la casa.
Cuando Rachel regreso a la casa, la mayoría de los invitados y el personal de producción estaban desayunado. Era consciente de que estaba sudada y llena de arena, y a pesar de que le hubiera gustado ir primero a darse un baño; tenía varias horas despierta y su estómago le reclama que comiera algo, por lo que decidió comer primero.
−Señora, perdón, Rachel. Le deje varios tes junto a su taza para que escoja el que más te guste.
−Gracias Julia, por cierto, sabes que me gusta mucho lo que cocinas; no es necesario que prepares nada especial para mí.
Mientras Rachel servía en su plato lo que iba a comer, vio que el lugar que Julia tenia reservado para ella, estaba ocupado. En vez de causarle enojo la provocación, le dio risa, sin dudarlo dos veces se acerco para tomar uno de los tes.
−Te molesto con los tes que están ahí.
−Si, me molesta; es que acaso a ti no te enseñaron a no presentarte en una mesa con ese aspecto y oliendo a sudor.
−¿Y ti no te ensenaron a no tomar el asiento que está claramente designado para otra persona?
−No sabía que este era tu lugar.
−Por lo general cuando ponen el nombre de alguien es porque ese lugar está reservado para esa persona −dijo mostrándole su nombre impreso en una tarjeta−. Pero no te preocupes, puedes quedarte en mi lugar; no pensaba sentarme aquí.
−Me alegro, porque me desagrada que mientras todos estamos aquí sufriendo la partida de William, tú estás coqueteando con el doble de mi primo.
Rachel se rio con ganas al escuchar el comentario.
−Ya veo lo afectados que están todos, al parecer entre más corto y más descubierto es el vestido; más grande es el duelo, ¿verdad? Por cierto, hablando de Raúl; justamente hace unas horas escuche que alguien tenía un encuentro clandestino allá en la sala −dijo como si nada viendo como comenzó a ponerse pálida, −pero lo más curioso fue escuchar como estaba deseando que fuera "el doble de William" quien le hiciera no sé cuántas cosas.
− ¿Quién era la mujer? −pregunto el esposo de ella.
−No lo sé, solo escuche las voces. Estoy segura de voy a reconocer la voz cuando la vuelva a escuchar. −dijo mirándola a ella fijamente.
"¿Quieres jugar sucio?, vamos a jugar entonces" −pensó mientras se retiraba con una sonrisa.
−Hizo muy bien en ponerla en su lugar.
−No estoy muy segura de que haya sido lo mejor, lo único que sé es que ya tengo bastante con estar aquí, y con todos ellos; como para encima soportar sus estupideces.
−El león piensa que todos son de su condición.
−Verdad que sí. −respondió Rachel.
Más tarde, durante la hora de la comida, Rachel continuó escuchando las supuestas teorías de lo que le había sucedido a William. Mientras que llegaba la hora de la cena, ella continúo trabajando en la planeación del siguiente evento de recaudación que haría para el hospital en el que trabajaba. Nuevamente al atardecer salió a caminar a la playa y sentarse a disfrutar la vista.
Al estar ahí, era imposible no pensar en William, tenía la esperanza de que haya sobrevivido, pero entonces en dónde estaba; porque no aparecía él o sus restos. Necesitaba saber que fue lo que sucedió en realidad, si quería descubrir la verdad, tenia que escuchar lo que pensaban las demás personas; quizás ellos fueran más objetivos que ella.
A la hora de la cena, nadie estaba ocupando el lugar que le correspondía a ella, y fue ahí donde se sentó. Esta vez a diferencia de la noche anterior, estuvo atenta y les preguntó abiertamente que pensaban. No le sorprendió escuchar que había quienes creían que ella era la culpable y la que planeo todo, y quienes creían que ella fue solo una víctima de la ambición de él.
−Julia, ¿dónde están los tes? Necesito dormir esta noche y con todo lo que tengo en la cabeza, dudo vaya a poder hacerlo.
− ¿Le gusto el de anoche?
− ¿De qué era?
−Le di uno que ayuda a dormir, es el de la caja color lila.
Rachel iba a leer de que era, pero le entro una llamada y decidió salir a contestar para poder escuchar mejor. Ya que al parecer, después de la cena, la mayoría de los invitados se quedaba a conversar y a tomar mientras escuchaban música.
Para cuando Rachel regreso, vio su té preparado y se lo llevo a la oficina de William; después de buscar y de encontrar la computadora portátil de él, vio que estaba descargada por lo que fue a su recamara para ir a buscar la suya y el cargador. Al tomar su computadora, volvió a ver la fotografía de ella y de William.
− ¿Quién eras en realidad William? −preguntó llena de dudas, no quería creer lo que decían de él. No podía ni pensar que fuera verdad. Se negaba a pensar que él nunca la quiso, que todo fue parte de un plan para poder usar su compañía. Lo único de lo que estaba segura era de que ella no era la responsable de lo que sucedió, como algunos pensaban. Por lo tanto, tenía que descubrir si William ocultaba algo y que mejor lugar para encontrar pistas, que la computadora de él.
Cuando Rachel regreso a la oficina, mientras se cargaba la computadora de él, ella comenzó a verificar su identidad para volver a tener acceso a sus estados de cuenta y al correo electrónico que usaba en aquel tiempo; los cuales no había usado por años. Mientras lo hacía, comenzó a tomar el té; esta vez tardo más tiempo en hacerle efecto. Estaba tan sumergida en encontrar alguna anormalidad o ingresos injustificados que le llevo un rato darse cuenta de que había dejado de escribir notas y avanzar. Se rio y apoyo su cabeza sobre el escritorio, necesitaba descansar un poco la vista y esperar a que pasara el efecto para poder continuar trabajando.
Cuando abrió los ojos, volvió a encontrarse a oscuras, por lo que se levantó del asiento para que la luz se volviera a encender. No recordaba que la puerta del balcón estuviera abierta cuando llego, pero no le dio importancia ni tampoco al hombre que estaba de espalda. Podría jurar que era William, igual que la noche anterior, y que todas las veces que lo imagino antes. Iba vestido de negro, con las mangas arremangadas y el mismo reloj de la noche anterior, y manos en los bolsillos. Esta vez simplemente lo ignoro.
−Estoy muy ocupada. −dijo sin despegar la mirada de la computadora, había logrado encontrar los estados de cuenta de William y el reporte anual de la compañía de él. Cansada de sentirse observada, volteo para encontrarse con un William serio y hasta un poco molesto.
−Desaparece, no te quiero ver. −dijo mirándolo a los ojos, para después volver a fijar su vista en la computadora. Al sentir su mirada penetrante, volvió a voltear.
−Si te vas a aparecer, al menos regálame una sonrisa, quizás con eso me quites un poquito el enfado. −dijo riendo antes de volver a poner toda su atención de nuevo a los números, sin poder creer lo que veía. Sin dudarlo descargo los archivos y los transfirió a su computadora para revisarlos con mas tiempo y claridad al día siguiente. De pronto comenzó a darle trabajo mantener los ojos abiertos y la sensación de pesades ya no la dejaba ni pensar bien.
Cuando apago ambas computadoras, y después de guardar la de él, volteo a ver hacia donde había visto a William y para su sorpresa seguía ahí. Quizás una horas antes hubiera corrido a sus brazos, pero ahora, estaba mas que enfada por lo que había descubierto, sobre todo porque existía la posibilidad de que la haya usado.
− ¿Qué parte de que no te quiero ver no entiendes?
− ¿Qué pasa, porque me miras así? Aquí la única que tiene derecho a estar molesta soy yo. No debí haber bajado la guardia, ni confiar en ti. ¿No vas a decir nada?, que solamente te puedes aparecer?... Es eso ¿o no te importa lo que tengo que decirte?
Rachel al ver que seguía igual, prosiguió su monologo.
−Sabes, a veces te odiaba porque me juraste que ibas a regresar por mí y no lo hiciste. − dijo derramando las lágrimas. −Pero ahora que sé lo poco hombre que fuiste, te juro que te voy a sacar de mi vida, de miente y de mi corazón.
− ¿Me estas escuchando? −Eres un. – Rachel no termino la frase porque nunca espero que las palmas de sus manos chocaran con el pecho firme de él.
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