Capítulo 10
"Los recuerdos son fotos que toma el corazón de esos momentos inolvidables"
−Más que gustarme, me encantó. Ahora entiendo porque el sexo es maravilloso. −dijo admirando el trasero firme y redondo de William mientras él se dirigía al baño para desechar el preservativo. Rachel se sorprendió cuando se acercó a ella y con una toalla pequeña, humada y tibia con cuidado la ayudo a limpiarse, depositando un beso en su frente antes de volver a entrar al baño para preparar la tina para ambos. Minutos después al salir y no verla en la cama, ni por ningún lado; siguió el camino de velas apagadas y llego hasta el balcón. En donde la vio agachada apagando la última vela que se encontraba en esa área. Al levantarse observo el agua por un instante y después se quitó la camisa que él uso esa noche, y con cuidado la coloco sobre una tumbona para enseguida entrar lentamente al agua, mientras parecía acariciar la superficie del agua con sus manos.
"Esa mujer es sensualidad andante y ella no tenía ni idea."
En silencio regreso a la habitación para buscar su celular.
Mientras Rachel estaba dentro del agua, recordó la sensación de los labios y de las manos de William recorrer todo su cuerpo. De la nada, vino a su mente cuando se entregó a quien creyó era el amor de su vida. Hacer el amor con él fue maravilloso, el hecho de que haya sido la primera vez para ambos y que haya sido doloroso, no le quito lo especial al momento. La fusión de la unión física y la conexión emocional en ese momento fue muy especial, casi mágico. Al menos lo fue para ella porque si hubiera sido importante para él, no hubiera desaparecido dejándola con dudas, inseguridades y con el corazón roto. A pesar de eso, atesoro ese momento y se enfocó en sus estudios y el trabajo. Al salir a la superficie, su mente volvió al presente, todavía tenía una sonrisa pintada en su rostro mientras flotaba en el agua y observaba las estrellas. ¿Cómo no estar feliz después de haber tenido sexo con William? Nunca imagino que llegaría a estar con alguien a quien no amara, pero ese hombre era candela pura; todo él irradiaba sensualidad y deseo. No se arrepentía ni un poquito por haberse dejado llevar por el deseo, porque había sido simplemente extraordinario. En ese momento viendo el cielo y una estrella fugaz aprovecho para pedir un deseo.
"Deseo encontrar alguien con quien pueda tener momentos mágicos y maravillosos y a la vez llenos de placer y pasión"
Rachel sabía que era mucho, pero no perdía nada con pedir; después de todo, soñar no costaba nada. Riéndose de sus propias ocurrencias, se sumergió en el agua y cuando salió se quedó flotando para ver por última vez el hermoso cielo estrellado; después de tratar de abarcar con su mirada la mayor cantidad de cielo y estrellas, decidió que era tiempo de salir.
Cuando William regreso, tomo varias fotos con la luna de fondo mientras ella pasaba sus manos por su cabello al salir de agua. Mientras lo hacía, sonrió al pensar que ella era todo lo que nunca pensó encontrar. Habían pasado tantos años, de la última vez que algo parecido cruzo por su mente. En aquel entonces era un adolescente y estaba perdidamente enamorado de la mujer que creyó era ideal para estar a su lado por siempre. Creyó que el amor que sentía por ella sería suficiente para superar todos los obstáculos que enfrentaban en ese momento, hasta que descubrió que la ambición de ella sobrepasaba el amor de él. Su sonrisa cambio a un gesto de amargura al recordar que solo había sido un joven iluso e inexperto a quien habían engatusado vilmente para poder apoderarse de su fortuna. Ahora sin pensarlo y sin buscarla, tenía unos pasos a una mujer ajena a lo que provocaba en él. En ese momento no estaba seguro de lo que sentía por ella, de lo único que estaba seguro era, de que ella diferente a todas las demás y que quería tenerla a su lado por el mayor tiempo posible.
Ajena a la presencia de William y sin tener idea de que él le tomo algunas fotos, algo que no acostumbraba a hacer, ya que por lo general después de haber estado con ellas, perdía el interés en volver a verlas o a estar con ellas. Pero ella era la excepción, hacia menos de quince minutos que había estado ella y ya deseaba volver hacerlo.
Después de que Rachel seco su cuerpo, se envolvió la toalla en el pelo y tomo la camisa, mientras se abrochaba unos botones y caminaba de regreso a la habitación se encontró con William sexymente despeinado y vistiendo solo el pantalón que uso esa noche y con las manos dentro de los bolsillos. Al verlo tan guapo y sexy, una sonrisa se formó en el rostro de ella al recordar como acaricio y en ocasiones jalo su pelo dejándose llevar por el momento mientras la hizo suya.
−Pensé que te ibas a bañar.
−No pensaba hacerlo solo; de hecho, prepare la tina para ambos.
Rachel no sabía que decir, no esperaba ese gesto de atención de su parte. No tenía experiencia en esas cosas; por lo tanto, tampoco tenía expectativas. William vio en el rostro de ella una mezcla de duda y gusto a la vez. La ingenuidad de ella era evidente y eso era algo que lo derretida. Estaba dispuesto a enseñarle cosas nuevas y más que feliz de que viviera a su lado cosas que no había hecho antes; no había sido el primer hombre en su vida, pero si el primero con quien conoció el placer y estaba seguro que sería el primero en muchas otras cosas más.
La duda de si él era así de atento con todas sus conquistas, cruzo por su mente de ella, pero no hizo la pregunta. Después de todo, ambos tomarían caminos diferentes cuando regresaran del viaje.
−Vamos hermosa, nos espera la tina de hidromasaje. −dijo él, besándola antes de ingresar a la suite.
Dentro del baño, William insistió con ayudarla a lavar su cuerpo y ella encantada acepto para después hacer lo mismo con él. Después de una prolongada sesión caricias y de besos dentro del jacuzzi, terminaron enjuagándose la espuma de sus cuerpos dejando únicamente una fina capa de aceites aromáticos que hidratarían su piel. Rachel salió primero y se fue a su habitación para hacer su rutina de belleza nocturna y para ponerse su pijama. A William le pareció que ya se estaba tardando mucho, y decidió ir a buscarla. La encontró moviendo sus caderas al son de la música que escuchaba en su celular mientras cepillaba su pelo, traía un camisón y una bata de satín color rosa palo que llegaba arriba de sus rodillas; no necesita mostrar mucha piel para provocarlo, su sola presencia lo hacía reaccionar como un adolescente hormonal. Había recorrido y memorizado cada parte de su cuerpo, que podía fácilmente pintar con los ojos cerrados cada detalle de su cuerpo y a pesar de eso, deseaba volver hacerla suya.
Se acerco hacia ella por la espalda, entrelazando sus brazos en la cintura de ella mientras la contemplaba sin una gota de maquillaje.
−Eres realmente hermosa.
−Gracias William. −hablo mirándolo por el espejo.
− ¿De qué hermosa? si solo te estoy diciendo la verdad. −respondió encontrando su mirada en el reflejo del espejo.
−Gracias por tus palabras, por tus atenciones y por tus cuidados... sobre todo gracias por este día inolvidable. Nunca lo voy a olvidar. −dijo volteando a verlo y quedando entre sus brazos.
−Esa es la idea, que este día se inolvidable.
William pensó que era él quien debería de agradecerle a ella por lo que le hacía sentir al estar a su lado. Estaba dispuesto a demostrarle que tan feliz y agradecido estaba por tenerla a su lado; después de todo, no creía poder expresar con palabras lo que estaba sintiendo en ese momento. Rachel feliz correspondió a los besos y las caricias; con él todo se daba con naturalidad, solo tenía que dejarse llevar.
−La noche aún no termina, podemos hacer esta noche más inolvidable. −dijo él un momento en que se apartó lo necesario para verla a los ojos. La mirada de ella le expreso lo dispuesta que estaba para aceptar su propuesta y sin dudarlo volvió a poseer sus labios para poco después hacerla suya una vez más.
Por la mañana, la necesidad de ir al baño y los rayos del sol iluminando la habitación, obligaron a Rachel a abrir los ojos. Le llevo unos segundos darse cuenta de que no estaba en su recámara, sino en un hotel; y la mano del hombre que la sujetaba le hizo recordar que había viajado con William y que habían pasado la noche juntos. Era extraño despertar al dado de un hombre, pero se sentía feliz. La sonrisa y emoción por lo que vivió anoche, fue remplazada por una de sorpresa al sentir la erección matutina de William, al mismo tiempo que sintió una punzada y molestia entre sus piernas.
Con la incomodidad en esa área, vinieron los recuerdos de todas las cosas que había hecho mientras lo hacían dos veces más. En ese momento, con la luz del día y sin una gota de erotismo y sensualidad en el ambiente; no estaba segura de poder mirarlo a cara. Se estaba muriendo de vergüenza y de sorpresa porque nunca imagino ser tan desinhibida en la intimidad con un hombre; lo peor de todo era que a pesar de lo adolorida que estaba, ansiaba volver tenerlo dentro de ella.
Suprimiendo esos deseos lujuriosos, trato se separarse de William y solo logro que él la acercara más a su masculinidad, al mismo tiempo que comenzó a acariciar sus senos.
−Necesito ir al baño. −dijo con la voz entre cortada mientras apartaba las manos de él y tratando de controlar los estragos que provocaban sus caricias, para tomar su bata del suelo y cubrir sus desnudes y la vergüenza que sentía en ese momento.
− ¿Estas bien... dime hermosa, fui muy brusco contigo?
−No, no lo fuiste. Estoy bien. −respondió regalándole una sonrisa.
−¿Te gustaría que nos bañemos juntos o prefieres hacerlo sola?
Antes de que responder, volteo a ver reloj. −Dudo mucho que únicamente nos bañemos. Si no estuviéramos tarde, estaría encantada de bañarnos juntos.
−Tienes razón −dijo él después de ver también el reloj. −Me encantaría un rapidito; pero sé que estas adolorida y no te quiero lastimar más. Te dejo para irme al otro baño.
Mas tarde, después de ver el lugar en donde se construiría el nuevo centro comercial, y de hablar del proyecto y sus ideas mientras desayunaban; William y Rachel se fueron a la zona arqueológica de la Chichen Itzá. Rachel estaba más que encantada de estar ahí, de tener la oportunidad de visitar una de las siete nuevas maravillas del mundo. William la quería llevar a conocer los lugares turísticos del área, pero nunca imagino que ella iba a disfrutar tanto un lugar arqueológico ni que supiera de historia y de la cultura Maya. Al final de cuentas, él fue quien termino aprendiendo más del lugar que ella.
Después de ahí fueron a las ruinas de Tulum y aprovecharon para ir al gran cenote ahí mismo. Rachel se reusó a regresar al hotel sin antes meterse un rato al mar; al principio William se negó, ya que no le veía el caso hacerlo, teniendo acceso a playas privadas en el hotel. Pero al verla entrar, no le quedo más opción que acompañarla y termino dándose cuenta de que a su lado, cualquier lugar era divertido. Él tenía pensado llevarla únicamente a un lugar turístico y pasar la mayor parte del día en un yate privado. No contaba con la audacia y el espíritu aventurero de ella, por lo que sus planes terminaron siendo otros. Lo único que logro hacer, fue tener una cena romántica con ella en un yate.
Cuando William y Rachel regresaron al hotel les informaron que el dueño los invitaba a cenar con él y su familia. William no alcanzo a agradecer y a disculparse diciendo que ya habían cenado, porque le dijeron si ya habían cenado, el dueño se sentiría honrado en compartir con ellos una copa de vino en la terraza privada. William deseaba estar a solas con Rachel y tenía la esperanza de ella declinara la invitación, pero cuando volteo a verla ella y capto que la decisión era de ella; acepto dando las gracias y pidiendo media para ponerse presentables.
−Hermosa, no tenías por qué aceptar ¿no estas cansada?
−Un poco, pero ¿viste el gusto que le dio al joven vernos llegar? quién sabe desde a qué hora estaba esperándonos. No quise ser descortés, ni tampoco hacer sentir mal al joven al tener que informarle a su jefe que no aceptamos la invitación. −menciono ella antes de hacerla la señal para que continuara caminando, mientras él la observación con admiración y algo más que aún no podía descifrar.
−Eres única, por eso me encantas; eres muy considera al pensar en el bienestar de otras personas.
−Si se puede porque no hacerlo. Además, prácticamente vamos a hacer acto de presencia, únicamente una copa y después nos disculpamos diciendo que ya teníamos planes.
−Así sera, porque anhelo tenerte solo para mí, y tener otra noche maravillosa como la de anoche.
− ¿Te pareció que fue una noche maravillosa?
−Para mí lo fue, ¿para ti no? −pregunto él sin comprender el motivo de la pregunta.
−No fue nada del otro mundo. −dijo juguetona tratando se contener la risa al ver como abrió los ojos, sorprendido por su respuesta. Seguro que esperaba escuchar que era todo un dios en la cama; lo era cierto, pero no necesitaba elevar más su ego y le gustaba hacerlo desatinar.
−Me cuesta trabajo creerte, porque conmigo tuviste tus primeros orgasmos, y también porque si hubieras tenido una noche común no hubieras hecho caras o gestos porque tenías un poco de malestar entre sus piernas después de haber tenido tanto sexo la noche anterior.
−Shhhh, cállate −dijo apenada, volteando para ver si nadie los había escuchado. −Como esperabas que no tuviera molestias si anoche parecía que tu misión fue darme por todo lo que no me han dado en años.
Después de una sonora carcajada, William comento: −Tú en ningún momento pusiste objeción; al contrario, parecías disfrutarlo mucho. −dijo tomándola por la cintura entre risas y besos.
−Es tu culpa. −le dijo tratando de ponerse seria mientras se mordía los labios para no decir lo que estaba cruzando por su mente.
−¿Por qué, porque soy muy bueno?, recuerdas que te dije que te podía llevar al cielo.
Rachel se rio porque el parecía saber perfectamente que pensaba y también porque recordó su comentario.
−No te voy a dar el gusto de escucharme decirte algo que ya sabes. Anda, mejor abre la puerta. −pidió ella.
−No hace falta que lo digas, me basta escucharte jadear y gemir mientras te hago mía. −comento riendo mientras abría la puerta de la suite y acordaban en bañarse por separado para no tardar mucho en bajar. La conversación se pauso cuando la atención de Rachel se enfoco en un arreglo enorme de hortensias en tonalidades de rosa. Estaba sin palabras viendo el hermoso arreglo. Brevemente se emocionó al pensar que se las habían enviado a ella y que quien lo hizo sabía cuánto le gustaban esas flores y ese color. Al reflexionar un poco en eso, volteo a ver a William; no recordaba haberle mencionado eso y él tampoco parecía tener idea de cómo llegaron esas flores ahí.
En silencio admiro las flores sin atreverse a tocarlas y al no encontrar una tarjeta o una nota decidió dejar el asunto a un lado por el momento, para continuar con sus planes.
−En veinte minutos estoy lista. −le comento a William con una media sonrisa y se dirigió a su habitación en donde encontró varios arreglos pequeños con las mismas flores. Lo cual, en vez de alegrarla, le disgusto porque solo una persona sabia cuanto le gustaban esas flores; y esa persona que juro amarla, no tuvo los pantalones para hablar con ella antes de irse y dejarla. La otra opción era que por casualidad y cortesía alguien hubiera decidió poner ese tipo de flores en la habitación de ellos; pero ella no creía en las casualidades. Un leve ardor en su hombro, la hizo volver a la realidad al darse cuenta de que se había arañado su hombro. Eso la obligo temporalmente a sacar de su mente esos pensamientos que no la llevaban a nada y mejor se dio prisa a bañarse y arreglarse lo más rápido posible.
El bronceado espectacular que logro en esos dos días ahí, le ayudo a decir que ponerse. El vestido blanco y suelto que le llegaba arriba de la rodilla, lo acompaño con unas sandalias café de tacón mediano blancas, con accesorios de madera; y para su rostro solo necesito usar rímel y lápiz labial. Cuando estuvo lista se dirigió de inmediato a la habitación de William.
−Te gane. −comento entrando y viendo que en la habitación de él no había ningún arreglo de flores.
− ¿Qué pasa bonita... porque esa carita?
−En mi habitación pusieron más flores... ¿tú las mandaste poner?
−No hermosa ¿te preocupa que no haya sido yo?
−No, solo tengo curiosidad.
−No te preocupes, ya mandé investigar quien las envió; pronto sabremos. −comento atrayéndola para darle un corto beso antes de salir de la suite.
William dirigió sus pasos a el área del hotel en donde estaba el balcón en el que los esperaban. Rachel se dejaba guiar mientras apoyada su cabeza en el hombro de él. Cuando llegaron a su destino, Rachel vio a un hombre y dos mujeres de espaldas contemplando la noche, se imaginó que eran los dueños y aprovecho para recordarle a William que solo estarían por un breve momento.
− ¿Rachel? −una voz familiar la hizo voltear, para encontrarse con un dulce rostro, pero en el momento en el que vio al hombre que estaba a un lado de ella, sintió que sus piernas se quedaron sin fuerzas y se vio obligada a tomar asiento por un momento.
Mil disculpas por el retraso.
¿Quién creen que sea la persona que le envió las flores?
Les agradezco de corazón, su tiempo y prometo no perderme.
Gracias a mis nuevos seguidores: Sammonse, DorisNeira, EleMariePelbalm, PedroRocha905, user28847103,
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¡Bendiciones!
Jackie Baez
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