No quiero que estés luchando solo ahora que conozco cada una de tus inseguridades y cada uno de tus miedos. No quiero soltarte ahora que estoy ante tu reflejo. Escúchame bien, porque yo de aquí no me muevo y necesito que lo entiendas por el bien de ambos.

No estoy aquí porque tenga que estar, por pena o por compasión, sino porque me lo pide el cuerpo y me lo pide el corazón.

No me voy a ir a ninguna parte porque eres quien me ha dado una felicidad estos meses que no había conocido antes. Sé muy bien que el camino puede ser difícil por momentos, pero me gusta recorrerlo agarrándote muy fuerte, como si te fueses a tropezar en algún momento y yo tuviese que evitarlo.

Necesito protegerte, cuidarte, valorarte y respetarte. Te ruego que me escuches, porque el alma me pide amarte y cuando hay una conexión tan sincera y pura simplemente por quien eres tú y por quien soy yo, no se puede olvidar tan fácilmente como si solo hubiese sido una brisa.

No eres una brisa; eres un tornado y me has llevado a una mágica tierra en la que puedo caminar a tu lado por el sendero de baldosas amarillas.

No es por lo que puedes hacer, es por quien eres, sin más. Esa es la fórmula secreta de mi amor por ti.

Nunca dejes de ser, porque quiero ser contigo, admirando tu reflejo y abrazando tus defectos. Me gusta la luz que emana de tus grietas y cómo has convertido una pequeña idea en una revolución de sentimientos.

¿Sabes por qué? Exacto, por quien eres.