Cita
Un hombre de aproximadamente cincuenta años de edad conducía a una velocidad moderada por las calles de aquella gran ciudad.
Eran alrededor de las nueve de la mañana cuando el señor amablemente se había ofrecido en llevar a su hermana y sobrina a la cita que el oncólogo les había acordado para verificar el progreso del tratamiento y ver los resultados de la radiografía que anteriormente se había realizado la mujer con el mismo especialista.
- Gracias por llevarnos hermano.
- No hay de que Beatríz - respondió la figura masculina -. Además... ya saben que siempre pueden contar conmigo en todo lo que se les ofrezca.
Una tercera persona, ajena a la conversación que ambos adultos mantenían y quien todo el trayecto se mantuvo en total silencio, esbozó una pequeña sonrisa en agradecimiento por la amabilidad de su tío.
Él más que nadie conocía la difícil situación que dos años atrás su familia atravesaba.
La misma jodida situación que la había obligado a conseguir empleo como auxiliar de laboratorio en una malvada organización encargada de ayudar a villanos y exterminar héroes. Y es que la verdad desde que su madre enfermó las cosas habían cambiado drásticamente, empeorando aún más con el abandono de su padre, suceso que la obligó con tan solo 16 años sostener a toda su familia.
Y aunque en un principio la situacion se tornó bastante delicada y difícil, actualmente la joven se encontraba cursando el último semestre de preparatoria y contaba con el apoyo económico de algunos familiares y amigos cercanos a su madre.
- En esta esquina gira a la derecha tío, el consultorio está frente a Suburbia. - indicó la menor desde el asiento de atrás.
El más grande acató la orden, girando el volante para mover el pequeño vehículo rojo y buscando el lugar donde se estacionaría.
-Bien, llegamos, justo a tiempo, ya son las 9:25 - dijo luego de revisar su reloj y retiraba las llaves para apagar el automóvil. La adolescente fue la primera en salir para poder ayudar a su madre en bajar.
-Layla, ya te dije que yo puedo sola, aun no me muero. - bromeó la mujer de nombre Beatríz con una sonrisa.
Sin embargo aquel chiste no le hizo ninguna gracia, al contrario, le hizo sentir una ligera punzada en el corazón.
Admiraba e idolatraba a su madre por sonreír y bromear aun cuándo el momento era difícil. Y era uno de los rasgos de personalidad que la chica había heredado, solo que en ella en ocasiones no era muy notable.
-Mamá, no digas eso... - Murmuró en respuesta.- te tienes que recuperar, tu no te vas a morir- Animó
-Hazle caso a tu niña hermana, todos te apoyamos en esto - opinó su hermano mientras colocaba el seguro.
Nadie más habló pues comenzaron a caminar en dirección al consultorio, y una vez estaban frente a este, el hombre cuestionó a la joven.
- ¿Esta vez la acompañas?.
- Si.
- Entonces yo estaré afuera esperándolas.
***
- Buenos días Beatríz, Layla. ¿Cómo estamos el día de hoy? - Saludó de buena manera el oncólogo, este se encontraba acomodando y revisando unos cuantos papeles en su escritorio.
- Bien, muy bien doctor. - ambas respondieron al unísono.
Sin embargo luego de esas palabras la mujer guardó absoluto silencio, y se limitó a hacer una pequeña mueca que expresaba todo el pesar que cargaba. Ella sabía perfectamente que ninguna de las dos lo estaba ni lo estaría después de aquella consulta. Lo presentía
El cáncer no era como cualquier enfermedad causada por gérmenes o bacterias, no era como un resfriado que se curaba con un simple té y algunos medicamentos.
Cáncer, era una palabra que por si sola provocaba miedo y terror, y para muchos con tan sólo leerla o escucharla; dolor y amargura. Todos nosotros conocemos por lo menos el caso de una persona que tuvo que dejar este mundo a causa de tal devastadora enfermedad que al final ganó la batalla.
- Eso es bueno, - comentó el doctor dejando de lado el papeleo - ¿Cómo se siente el día de hoy Beatríz? ¿Ha tenido dolores, mareos, hinchazones?
- ¿Cómo salió la radiografía?
Otro largo silencio fue provocado por la respuesta de la madre.
Y aquel hombre palideció por tal pregunta tan repentina. Lamentaba ser el portador de esas noticias.
- Beatriz... - formuló. - la radiografía que se le fue realizada ha dado como resultado lo que temiamos... Verá, nos enfrentamos a un cáncer de mamá que se ha diseminado a otra parte de su cuerpo, según la radiografía de tórax que le tomamos el cáncer ha hecho metástasis en el pulmón - El doctor levantó la radiografía y la colocó a contraluz para que fuera más fácil apreciarla.
La madre de la chica no tardó en derramar lágrimas por lo dicho, y cubrió con su mano derecha su boca para tapar sus sollozos.
- Esa falta de aire, perdida de peso y tos constante eran algunos síntomas - terminó de hablar.
- ¿Pero tendría cura? - interrogó la más joven de todos.
- Lamentablemente no hay cura para el cáncer metastásico, el tratamiento que se lo pondrá solo garantizará que su madre pueda vivir por más tiempo - explicó el oncólogo.
La consulta solo continúo con posibles tratamientos que ayudarían a sobrellevar el cáncer, pero para la joven eso no bastaría para sanar el dolor de ambas y el de su familia...
La cita por fin había terminado, y era hora de retirarse. Aquel familiar que se había quedado afuera esperándolas las acompañó a casa para que pudieran desayunar. El camino de regreso pareció más corto de lo que esperaban, de hecho habían tardado más en llegar que en regresar, pero no es algo a lo cual le tomaron demasiada importancia.
Para Layla el día se había vuelto una mierda luego de esas noticias, ¿Y para quien no? Después de saber que tú madre seguiría con esa terrible enfermedad es de esperarse que no seguirás el resto del día con tú estado de ánimo habitual.
Bajaron del auto y caminaron hasta el interior de la residencia, la chica de cabellos castaños fue quien preparó el desayuno para su tío, madre y hermanas. No fue tan difícil, pues había algo de comida del día anterior en el refrigerador que lo único que era hacer era calentarla, ella solo preparó huevos revueltos para que alcanzara un poco más.
Cuando terminaron Layla subió a su habitación por su bolso dónde guardaba sus pertenencias de uso personal y una muda de ropa.
Se había alistado como una oficinista, aunque ese realmente no fuera su trabajo, solo era una fachada que reforzaba la idea de que sus familiares creyeran que trabajaba en otro lugar y no en una malvada corporación.
Existían tantas mentiras en su vida que creía que lo mejor era comenzar a hacer un recordatorio de todas ellas.
Nuevamente bajó al primer piso donde su madre y tio la esperaban, este último se ofreció en llevarla a su trabajo ya que le quedaba de paso, así que no tenía de otra.
- Dale esto a Kenny. -la señora le entregó un tupper con gelatina a su hija y siguió hablando. - Dile que es como agradecimiento por haberte traído ayer en la noche, es un buen muchacho
La más joven sonrió por ese comentario y abrazó a su madre como despedida, después salió de su hogar para subirse al auto de su tío.
***
- Gracias por traerme tío - Dijo la chica
- Que te vaya bien hija -se despidió el contrario y arrancó.
Ella cuando vió que que el auto color azul marino dió la vuelta en una de las avenidas comenzó a caminar con tranquilidad hasta unos baños públicos, pagó por el servicio y una vez dentro se cambió por un pantalón de mezclilla azul y un playera de manga corta rosa en conjunto con unos tenis blancos. Se recogió el cabello en una coleta algo desordenada. No tardó más de cinco minutos.
Salió del lugar y procedió a tomar un microbus para llegar más rápido hasta su verdadero trabajo. Pasaron veinte minutos y escuchó como el autobús se detuvo, resultó que una llanta se había ponchado. Era su día de suerte.
Todos los pasajeros bajaron y ella entre la multitud se dispuso a correr para llegar a tiempo a su trabajo, faltaban nueve minutos para las doce del medio día. No podía ser posible, y aún le faltaba unas cuantas cuadras pero no protesto, (tengo lo que merezco).
Se abría pasó entre las personas para correr, pero llegó un punto en el que se tropezó y cayó al suelo por no fijarse bien en lo que hacía, se levantó y recogió del suelo el teléfono celular ya que con la caída también terminó en el suelo, primero lo revisó para ver si este no se había estrellado por el golpe, pero por suerte -y la primera en el día- no le había pasado nada.
Siguió corriendo, y cuando lo notó ya se encontraba frente a la mansión en forma de sombrero.
Tocó la puerta, justo a tiempo.
12:00 pm
Pronto el doctor Flug salió para recibirla, ella solo fingió una pequeña sonrisa pues no le gustaba preocuparlo.
- Hola - saludó mientras se acercaba a abrazar al doctor.
Pero este no reaccionó de la misma forma, pues pudo sentir que algo en ella andaba mal, era una corazonada. La apartó, pero la siguió sujetando por los hombros para comenzar a hablar.
- ¿Pasó algo en la consulta? - dijo.
- Me caí cuando venía para acá - desvío el tema mientras reía.
- Ya sabes que a mi no me puedes engañar, sabes perfectamente que yo no soy igual de tonto que los demás que creen en tus "pequeñas" mentiras.
- Escucha... No quiero mentirte ni mucho menos decirte la verdad - su mirada se desvío al piso mientras que a su voz se le iban los animos. - ¿Podriamos hablar de eso después?...
- Será antes de que te vayas.
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Bueno aquí está la actualización del capítulo, la que tanto me habían pedido por mucho tiempo.
Así que hoy después de algunos meses de inactividad me he decidido a publicarla.
Y por si no quedó claro, este capítulo sucede al mismo tiempo que el anterior pero se enfoca principalmente en la prota, algunos dirán que es relleno pero en los próximos capítulos se darán cuenta de que realmente no lo es <3, ya qué es muy importante.
HASTA LA PRÓXIMAAAAA
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