Un último recuerdo
Levantó su cuerpo con lentitud para evitar marearse al sentarse en el colchón y las delgadas sábanas que cubrían su cuerpo, cayeron hacia la parte baja de su estómago, dejando al descubierto su abdomen.
Apegó sus piernas a su cadera y observó a su alrededor con ojos cansados, mientras rebuscaba en sus recuerdos aquella habitación donde se encontraba.
Nada, no había nada en su mente, no había estantes colgados en la pared, no había una puerta a punto de caerse... Su mente estaba en blanco.
Pero, ¿por qué sentía que algo le faltaba? Algo se le olvidaba; ¿qué era? Tomó el saco, la camisa y los pantalones que sobresalían de la cómoda y se los puso con lentitud, cantando, bostezando y sintiendo cómo sus ojos amenazaban con botar lágrimas.
Antes de ir a la puerta, se detuvo frente al tocador y extendió su dedo al celular que se encontraba ahí, presionando la pantalla antes que la alarma empiece.
Observó el móvil y se acercó a él, lo tomó entre sus dedos y desbloqueó la pantalla. Fue al Reloj, presionó el apartado de Alarmas y revisó el título de la alarma que hace unos instantes apagó.
― "No vayas con él".
¿Con quién?
Se observó en el espejo y notó que sus ojos estaban hinchados, pasó su dedo sobre ellos y sintió una punzada en el pecho, recordando cómo en la noche anterior cambiaba la posición de sus piernas al momento de abrazar su almohada con fuerza mientras lloraba y gritaba de dolor y sufrimiento.
― ¿Por qué llorabas, tonto?
Sintió algo caer por sus mejillas, bajar por su cuello y caer al tocador; una gota pereció en su mano.
― ¿Por qué lloras? ―y se dejó caer en el suelo mientras soltaba lágrimas de un dolor que nuevamente desconocía.
Lo único que recordaba al abrir los ojos era la misma escena con la que siempre se quedaba dormido: llorar por algo que siempre se escapaba de sus manos como mantequilla. No recordaba, ¿por qué olvidaba?
Y un milagro sucedió; tocaron la puerta de su apartamento semi-vacío.
Alzó rápidamente su cabeza, limpió su rostro, se levantó débilmente y sintió sus piernas temblar, mientras su corazón latía fuertemente como si estuviera emocionado por sentir a la persona que esperaba por mucho tiempo al otro lado de la puerta.
Giró la perilla con lentitud y al abrir, sintió sus ojos aguarse, su corazón latió con más fuerza y se lanzó hacia quien lo esperaba de pie en la entrada.
Y sintió una punzada en su pecho, recordando unas grandes manos pasando por su cintura y deteniéndose en la parte trasera de sus muslos, cargándolo en el aire y haciendo que el chico abrace las caderas de aquel hombre con sus piernas.
Y así pasó.
― ¿Quién eres? ¿Y por qué siento que debo abrazarte? ―soltó en su hombro y siguió llorando.
―Lo olvidaste, ¿no? ―abrazó fuertemente la fina cintura del chico y le alzó el mentón para que lo vea a los ojos.
― ¿Olvidar qué? ¿Qué es lo que olvidé? ―susurró.
El más alto se alejó lentamente de él y lo bajó con cuidado, para abrazarlo mientras soltaba lágrimas de desesperación y dolor sobre su hombro.
―SeokJin, volviste a olvidarme.
Una respuesta que lo tomó desprevenido, sintió su cuerpo quebrarse y, escuchar ese llanto doloroso del chico, lo hizo romperse inmediatamente.
Pasó sus manos por la espalda del chico y empezó a lamentarse sobre su pecho, repitiendo varias veces:
―Lo siento mucho; aléjate de mí para no dañarte, hermoso desconocido. Lo lamento; vete de aquí para no sufrir, lindo desconocido. ―distintas palabras, mismo significado.
El otro abrió lentamente los ojos y lo observó rápidamente, dejando de lado su llanto y dolor para observarlo con sorpresa y amor.
―Sí, eres hermoso ―se limpió sus últimas lágrimas y su corazón aceleró―. Aunque no lo creas, eres... demasiado lindo para este mundo. Y... para mí- ―su cuerpo fue atraído hacia el contrario y sus labios se unieron en un corto beso de felicidad y tristeza, buscando recuperar las experiencias que vivieron juntos, separándose con mucho pesar.
―Soy NamJoon, ¿quién eres, lindo? ―pasó su mano por la mejilla de SeokJin.
―Yo... ―dudó un momento; trató de recordar su nombre y lo observó―. Me llamo SeokJin, pero puedes decirm-
―Jinnie. Hermoso nombre, hermoso hombre ―tomó sus muñecas con una mano y le besó la frente―. Dime, ¿qué deseas saber de mí? Sé que vuelvo a ser un extraño para ti, pero quiero que me conozcas, como solías hacerlo.
SeokJin lo observó atentamente, se frotó el rostro con las manos, parpadeó unas veces y pensó bien sus palabras. Cuando las tuvo, sonrió lentamente y sus ojos brillaron por la alegría que volvía a sentir.
―NamJoon ―con los nervios a flor de piel, se mantuvo tranquilo y, con una sonrisa dibujándose en él, dijo: ―. Estoy enamorándome de ti. ―soltó felizmente.
―Y, ¿cómo sabes eso? Me estás viendo por primera vez.
―Porque en los instantes que he visto tu mirada, mi corazón se acelera. NamJoon, ¿tengo algo en el corazón? ―su voz era tan suave y melodiosa que podía escucharla todo el día, sin aburrirse.
Sí, así era SeokJin. Alguien inocente incapaz de saber qué le pasaba y por qué. El mundo no lo merecía, porque era perfecto incluso con su amnesia total transitoria, un episodio donde los recuerdos de acontecimientos recientes simplemente desaparecen.
Cuando lo vio en el autobús, nunca creyó que ese chico torpe que evadía a todos sería la persona a la que le pediría "Quédate conmigo. Quédate conmigo porque estoy enamorándome de ti".
Tomó su mano y la llevó a su propio pecho, haciéndolo sentir sus latidos y sonriendo al verlo sonreír.
―Tengo una enfermedad denominada Amor. Es cuando una persona siente su corazón bombear fuertemente cuando ve a esa persona que lo está llamando, no necesariamente por su nombre.
― ¿Es bueno tener esa enfermedad?
A veces era bueno; otras, doloroso. NamJoon siempre se sentía atraído por varios chicos y chicas, ya sea por su físico, actitudes, aptitudes... Cuando les proponía ser su pareja, era rechazado. Con quien tuvo algo de suerte fue con una señorita que era su tipo ideal, pero un día ella lo humilló de la peor forma.
Semanas después de esa mala relación, se subió a un autobús para visitar algún museo y despejar su mente, hasta que observó a un chico subir al transporte y sentarse en los últimos asientos mientras se alejaba de los demás.
Cuando NamJoon bajó en el paradero, ese chico también y contempló los pétalos que caían de un árbol de cerezo en media acera.
Sin prestarle atención, se fue. Pasó toda la tarde dentro del museo y, en la noche, se golpeó con el mismo joven, quien cargaba dos vasos de café que ahora estaban embarrados en su pecho pequeño pero atractivo. Se disculpó rápidamente y se alejó de él, llorando.
Corrió para pedirle disculpas y dejar el mal recuerdo como tal, pero cuando lo encontró, éste dijo no recordarlo; más bien, le preguntó su nombre y NamJoon se lo dio como todo un caballero. SeokJin juró nunca olvidárselo, pero siempre lo hizo.
―Si esa enfermedad implica quedarme al lado tuyo, entonces quiero estar enfermo para siempre.
SeokJin sonrió como si una parte de él se complementaba en esos instantes y volvió a abrazarlo, hundiendo su rostro en el pecho ajeno, NamJoon lo cargó en sus brazos y salió con él del apartamento.
NamJoon le hizo recordar lo que vivieron juntos, pasearon por sus lugares favoritos y degustaron su comida favorita. SeokJin lo interrumpía porque empezaba a recordar lo que vivieron y eso alegraba a NamJoon; un gran logro para ambos.
A altas horas de la noche, el moreno lo llevó en su espalda como koala y, al ingresar al apartamento, lo dejó en su cama con ciertas advertencias como: escribir el nombre del contrario en su muñeca con un plumón, dormir antes de la medianoche y prometer que nunca ignoraría la alarma.
― ¿Por qué no? ¿Es malo? ―fue besado en la frente, se levantó de la cama y avanzó a la puerta―. NamJoon, ¿a dónde vas?
―A descubrir la cura para tu amnesia. ―lo observó y sonrió.
― ¿Qué es Amnesia? ―lo miró como un tierno perrito. NamJoon rio ante tan adorable acto.
―Es cuando olvidas a alguien-
― ¿Y si... y si te olvido?
Apretaron sus labios y sonrieron con tristeza.
―Me conocerás y te enamorarás. ―le dio la espalda para irse, pero fue detenido.
―Seas quien seas, ¿por qué siento como si te amé desde hace mucho tiempo atrás? ―preguntó inocentemente.
―Prometo curarte, mi amor. ―y se fue aguantando sus ganas de llorar.
SeokJin se quedó confundido en su cama sin saber quién era. Inconscientemente empezó a llorar se movía de un lado a otro para tranquilizarse y estar tranquilo. La medianoche llegó y los recuerdos con NamJoon desaparecían de su mente.
Él solo quería saber la felicidad que era tener pareja, pero como siempre, lo echaba a perder. Juntó sus manos en un puño y lloró más; al ocultar su rostro se fijó en una palabra que pronunció torpemente.
―N-NamJoon. ¡¿Qué te hice NamJoon?! ―se ocultó entre sus sábanas e hizo respiraciones para calmarse. Cuando cerró sus ojos, su mirada llegó a su mente, siendo lo último que olvidaría ese día.
Del otro lado de la puerta, un joven lloraba mientras se culpaba a cada instante por dejarlo olvidar cada noche, y es que él ahora sufría de cáncer terminal. Si se quedaba a su lado, él lo vería morir y lo mejor para ambos es dejarse de ver cada noche hasta que NamJoon ya no lo visite y SeokJin se olvide de él.
Pero, hasta entonces, lo visitaría y se volvería a enamorarse de él. Le haría recordar que su amor nunca morirá porque, mientras lo ame, será capaz de volver a hacerlo sentir completo al amarlo.
Porque él siempre le diría con cariño: Quédate conmigo.
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