Capítulo uno

El sonido de los jadeos resonaba en el lugar, se escuchaban los pasos rápidos y el roce de su cuerpo peludo con las ramas mientras corría, se podía identificar su terror y pánico, estaba sola, logró hacer que aquellos hombres perdieran su rastro pero debía encontrar un lugar seguro.

Su panza no le ayudaba mucho con su agilidad pero debía seguir si quería sobrevivir y no perder a sus cachorros, estaba demasiado cansada que sentía que en cualquier momento podría ceder al agotamiento y caer. Sin embargo, pudo percatarse de un galpón a lo lejos, tenía las luces encendidas lo que indicaba que que estaba en uso, no pensó que algo así en medio del bosque fuera extraño, solo quería dar a luz y poner a salvo a sus hijos.

Al llegar se aseguró de encontrar un punto adecuado para hacer lo que debía, sentía que ya no podía más, sí, correr mientras estaba apunto de parir era peligroso pero lo era más estar cerca de aquellos locos dueños a los que fue a caer en manos.

El primer perrito estaba ya a su lado mientras seguía en lo suyo, no quería hacer ruidos, trataba de contener sus dolorosos alaridos, no quería que la encontraran, su lado humano no podría soportar esta situación.

Uno, dos, tres, cuatro pequeños cachorros se encontraban ya junto a ella, los lamía y acurrucaba para amamantarlos, estaba aliviada, ya los tenía con ella, ahora debía protecerlos de cualquier daño que amenace contra ellos. No estaba segura de cómo iba a sacarlos de ahí y poder ir a la casa de su hermana mayor, no podía volver a su forma humana hasta unos días después del parto pero no podía tampoco quedarse mucho tiempo en ese lugar desconocido.

Entonces con las luces enfocó su vista a su alrededor y vio bastantes herramientas de trabajo de campo, quizás no estaba tan lejos de la civilización cómo pensaba, el dueño del lugar viviria cerca quizás. Centró sus ojos prestando atención a sus recién nacidos, uno de los cuatro resaltaba más por su diminuto tamaño, era el más pequeño, el último en nacer, el hermano menor.

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Ya era de día, la perra estaba amamantando a sus hijos, esos niños comían tanto pero ella debía alimentarse también y para ello necesitaba salir de ahí, aún había el peligro allá afuera, esos hombres seguro no dejarían de buscarla.

Entonces un sonido alarmó sus sentidos, estaban golpeando la puerta, ella entró por un hueco que había a un costado del galpón así que aquello era para forzar la cerradura, cualquier dueño tendría la llave, obviamente.

Entró en pánico, rogó internamente que sus cachorros no despertaran porque seguramente harían ruido y debía evitarlo a toda costa.

Arropó lo mejor que pudo a sus hijos y jaló ese pedazo de tela que usó para su nido hasta atrás de un estante, debía actuar rápido para proteger a sus niños, caminó hasta la puerta enfrentándola esperando a que sea abierta, iba a despistarlos, ellos no sabrían que ya había dado a luz, nunca debían saberlo.

Una vez que el estruendo se oyó, ella tomó impulso y corrió hacia afuera.

—¡Ahí está, atrapala!—. Gritó un sujeto que se aproximaba a los cuarenta años, a quien gritó salió disparado tras la perra.

El primer sujeto se quedó parado justo en el mismo lugar, pero ella no lo sabía, creyó ingenuamente que los dos la perseguirian pero se equivocó terriblemente.

Los pequeñines al no sentir el calor de mamá una vez despiertos empezaron a soltar su característico llanto de cachorro, entonces el hombre los escuchó.
Se dispuso a adentrarse pero alguien se lo impidió.

—¡¿Qué mierda hace en mi propiedad?!—. Se escuchó un grito detras suyo.

—¡Oh! Lo siento mucho, en verdad, lo siento. Puedo explicarlo, mi perrita dió a luz ahí dentro y los abandonó, no sé cuánto tiempo podrían haber estado ahí dentro—. Dijo, seguro de su mentira— Estaba angustiado porque seguramente estarán muy hambrientos, perdón, solo pensaba en sacarlos de ahí para llevarlos a un lugar seguro. Le pagaré una nueva puerta, lo prometo.

El otro hombre pareció tragarse su cuento y minutos después el malo de la historia tenia a las pobres criaturas en brazos, ya estaba saboreando la gran cantidad de dinero que tendría por esos espécimen.

—Vaya, son tan lindos ¿No le gustaría regalarlos? Si su madre no regresa sería deficil mantenerlos, justo un vecino mío tiene una perra que también acaba de parir y podríamos intentar que los adopte.

—No se preocupe, estos pequeños son muy importantes para mí, sabré mantenerlos a salvo, muchas gracias de todas maneras. ¿Podemos arreglar lo de la puerta más tarde? Le doy mi dirección y tarjeta—. Sonrió muy amable.

—Claro, claro, ni crea que voy a dejarlo pasar—. Lo miró serio por unos segundos.

Entonces se escuchó un disparo a lo lejos exaltando a ambos.

—Los cazadores salieron muy temprano hoy ¿No?—. Se apresuró a decir riendo ligeramente para despistar al contrario.

—Eso parece.

Una sonrisa nerviosa se escapa de sus labios, finalmente tenía el poder en sus brazos literalmente.















NA: aquí el primer capítulo
como introducción, espero que
les guste y disfruten .^^

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