Prólogo

El aire frío que soplaba, junto a los pintorescos árboles, cuyas hojas caían lentamente, marcaban el inicio de un otoño más.

El tráfico era ligero, así como la cantidad de gente en las aceras, dando a entender que el horario laboral matutino ya estaba en curso . Un chico quién llevaba puestos unos audífonos y veía su celular, se encontraba caminando rumbo a su destino.

Vestía una sudadera negra, estando un poco abierta, dejando ver que portaba una camisa gris por debajo. Su cabello era algo alborotado y de un color castaño claro. Sus ojos de un tono azul, solo trasmitían una mirada algo indiferente.

De vez en cuando, aquel chico miraba al frente para no terminar chocando con alguien o algo.

—Parece que hoy también llegaré tarde a la universidad —dijo para sí mismo, al notar la hora en su celular—. Tengo que organizar mejor el tiempo que le dedico al desarrollo del juego.

Había guardado su celular, para poder enfocarse por donde ir, aunque un sonido de notificación proveniente del mismo había llegado. Esto era algo molesto que ocurría con frecuencia. Pudo haberlo ignorado, pero decidió volver a sacarlo para revisar que había recibido.

Al ver la notificación, vio que era un mensaje. Se trataba de una amiga suya, la cual redactó en el mensaje que lo veía en la cafetería, ya que quería decirle algo muy importante.

Mientras contestaba su mensaje, notó que ya se encontraba cruzando alguna de las grandes calles de la ciudad. Era fácil saberlo, ya que en su visión entraban las líneas de paso de peatones.

Él no era distraído. Comenzó a caminar ya que también veía de reojo que la gente a su alrededor, también lo hacía. Eso le daba a pensar que el semáforo estaba en rojo, permitiendo el paso.

Terminó de escribir el mensaje para su amiga, y después dio un gran bostezo al punto de cerrar totalmente sus ojos. El ¿por qué?, probablemente haya sido el sueño que tenía, debido al hecho de solo haber dormido en un par de horas.

Aunque ese bostezo fue el inicio de todo para él.

—¿Eh?…

Frunciendo un poco el ceño ante su desconcierto, aquel chico vio a su alrededor en estado de desconcierto, después de abrir los ojos. La razón de tal acción fue al hecho de solo ver lo que podía ser descrito con una palabra: «blanco».

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