15|Capítulo
➼|Q U I N C E
Salida de amigos
Una semana.
Una maldita semana después de toda esa jodida conversación, más vale no hubiese dicho nada, eso se me da bien de todas formas.
Sinceramente había empezado a pensar que Anna — a la que no he visto en días. — no se había estado asomando a la mansión por mi culpa, y como siempre ¿Cómo puedo rebatir contra eso?. Sin embargo, Tadashi que muestra cierta calidez al hablar de Anna, nos había mencionado que había ido de visita a Mánchester por unos familiares, así que eso, sin contar otras cuantas, me habían relajado significativamente.
— ¿Sabes que sí sigues mirando el vaso de ese modo no cambiará de forma, verdad?
— comentó Elsa, quién a la par mía ojeaba unas revistas de moda.
— ¿Y si lo dejo caer, no cambiaría de forma al estrellarse contra el suelo? Porque como siempre jodo todo lo que hago y toco, no me sorprendería en lo absoluto. — detuve mi vista en el pequeño vaso de vidrio que Frederick me había ofrecido con limonada. Sigo sin entender su fascinación a favor de esa bebida.
— Supongo que no estamos hablando del vaso, ¿no?
— Honestamente. — la miré. — no sé de qué carajos estoy hablando.
— Si te reconforta. Nunca sabemos de qué demonios estás hablando. — me miró por un instante y siguió leyendo su revista.
Esbocé media sonrisa, y no pude evitar preguntar.
— Anna…— me relamí los labios, que por un segundo sentí que estaban completamente secos. — ¿Ella está bien?, Como no se ha asomado por días he pensado lo peor.
— Está con sus tíos en… no sé donde realmente. — respondió. — Además, su familia se ha ido con ella, creo que iban a hablar respecto a la boda y todo eso.
Asentí, no muy satisfecho y mucho menos tranquilo. Jack que traía consigo una cara de querer irse al propio infierno, se asomó hacia nosotros que nos encontrábamos a las afueras de la mansión, en el jardín para ser exactos.
— Esto es una mierda. — siseó mientras besaba sobre la frente a Elsa. — No puedo creerme que ningún maldito hotel esté disponible una semana antes de la boda, ¿Pueden creerlo?
— ¿El experto en fiestas tiene problemas?. No te lo creo…— mascullé con una leve sonrisa. — ¿Será acaso que el marketing no se te da bien ahora?
Elsa me miró con los ojos entrecerrados, siendo su forma amable de decir «Cierra la boca de una buena vez, si no quieres tener un ojo morado durante toda la semana». Vale, quizás no, pero entiendes la idea.
— Hasta los mejores tienen sus días de mierda, Hiccup. — enfatizó mientras se sentaba en una de las sillas blancas. — tendré que hacer más llamadas si quiero que todo salga bien.
— Y lo harás genial, no te preocupes. — comentó Elsa acariciando la espalda de su novio.
— Se me olvidaba. — me miró. — Cassie te está buscando desesperada por la mansión, dice que tiene algo que decirte y que es de suma importancia. — resopló Jack con los ojos cerrados. Yo, por el contrario, estaba más que confundido. — Si supiera Hiccup, te juro que te lo diría, en serio.
Elsa y yo intercambiamos miradas y lo miramos fijamente.
— O tal vez no. — se encoge de hombros altamente frustrado. — Son unos pesados.
Me levanté de la silla esbozando una leve sonrisa y dejé sobre la mesa de vidrio el vaso metafórico para luego entrar a la mansión. No importa cuantas veces diga esto, no me acostumbro a entrar a esta casa, parece una mansión victoriana del siglo XIX. Me apresuré a entrar a la cocina en busca de Cassie, pero no estaba, la busqué por el gran salón, pero, no la encontré, volví a salir al jardín, ¿Pero, adivinen qué?, si. La respuesta tampoco me estaba empezando a gustar.
Así que, de forma bastante resumida, me pasé casi media hora buscándola por todo el lugar, y como siempre, no la había encontrado. Dándome por vencido. — Ojalá lo hubiera pensado antes. — me fuí a mi habitación, pensaba que si escribía algo, la tensión que comenzaba a ser irradiada por mi rostro se esfumara lo más antes posible.
— Ya era hora. — se escuchó una voz por el otro lado de la puerta. Así que, me apresuré a abrir mi habitación de manera sorprendentemente rápida. — Ya empezaba a aburrirme si te soy sincera.
Me tensé un poco al verla sentada sobre mi cama.
— ¿Para qué me buscabas? — pregunté mientras dejaba caer por el suelo la chaqueta que recién me había quitado. — Jack me dijo que querías decirme algo sumamente importante.
— Y lo es. — remarcó con una risa.
— ¿Tienes un cadáver y quieres que te ayude a deshacerte de él?, no gracias. El cementerio y yo no nos llevamos bien.
— Cuando tenga uno te aviso, pero por el momento no es eso de lo que quiero hablarte.
— ¿A no?. — Me giré hacia ella, quién de manera sorprendente estaba un tanto ¿nerviosa?. Vale, el mundo y sus universos paralelos.
— Me preguntaba…— mira sus dedos. — Me preguntaba, si…si quisieras salir conmigo esta tarde, ya sabes como amigos.
— ¿Y, Sam? — lo hice sonar más a burla que a otra cosa. — Pensaba que lo suyo era para siempre, ¿Acaso no era el mejor sujeto que habías visto en la vida?
— Sam es homosexual.
Bueno, eso no me lo esperaba.
¿A quién engaño?, era obvio que lo pensaba. Hubiera hecho apuestas.
— Me invitó a salir el muy capullo solo para preguntarme sobre ti, hemos pasado casi dos horas hablando del mismo tema. ¿Qué me ha creído? ¿Detective privado?
— No tiene malos gustos. — bromeé mientras me apoyaba en el marco de la puerta.
— ¿Debo responder a eso? — Cassie me miró intrigada, yo solo me encogí de hombros levemente. — Creo que ya sabes la respuesta a esa tonta aclaración.
Arqueé una de mis cejas ante su comentario, ¿Realmente lo sabía?
— Aunque por ahora, Hiccup. Me conformo con que respondas a lo que te he preguntado hace un rato. — intervino mientras se levantaba de la cama. — ¿Quieres salir conmigo por una vuelta?
La miré por un momento. Cassie, la chica que había conocido hace unas semanas y que ha dejado bastante claro en muchas ocasiones. — demasiadas a mi parecer. — Su repentino interés en mí, ¿Quiere que acepte a salir con ella?, sé que la pregunta ofende, pero a mi cerebro le viene bien acomodar ciertas situaciones para poder tomar decisiones correctamente.
No sé porqué, pero no puedo evitar pensar en Anna, en lo que hablamos, en lo que de una u otra manera compartimos aquella mañana en la ladera. Ella me dejó en claro que el recuerdo de haber tenido una relación conmigo no era muy de su agrado, y que de cierta forma que sigo sin entender, ella está comprometida con uno de mis más grandes amigos; creo que esa conversación es como una bofetada a la realidad, porque, aunque disfrute estar con ella y ella lo haga conmigo, no es el mismo sentimiento el que compartimos.
Simplemente no es el mismo al que ambos aspiramos, y ahora lo he entendido.
Ella me ayudó a entenderlo.
Vuelvo a concentrarme en Cassie, ¿Estaría bien en aceptar su invitación?, ¿No sería traicionar a alguien o a algo por el estilo?. Ella y yo tenemos mucho en común, pero no me apasiona la expresión de «Clavo saca a otro clavo». Pero, no sé porqué, — llamenme loco si quieren. — me apetece salir con ella por una vez. No sé si se deba a la curiosidad de conocerla, o la necesidad de alejar a Anna de mi cabeza en que sea por un día.
— ¿Qué tienes en mente? — me escuché decir, mientras Cassie mordía el interior de su mejilla altamente emocionada.
Esperemos y esto resulté bien.
×
— Esto es lo más raro que he hecho. — bufé mientras dejaba caer mi cabeza sobre el asiento del copiloto. — Esto de no saber qué haremos o dónde iremos me pone nervioso e intrigado. Más nervioso si te soy sincero.
Cassie, quien conducía la camioneta. — si han leído bien. — se reía de mis comentarios, que a su buen juicio eran absurdos.
— Ya relájate, esto es de lo más normal. — siseó mientras cambiaba a segunda.
— No sé en tu país, pero en el mío el chico planea y la chica disfruta.
— Pues quédate quieta preciosa. — me miró un segundo y volvió con su mirada a la carretera. — porque, he planeado una velada inolvidable para ambos.
No se si me dió risa u horror su voz altamente carrasposa al tratar de imitar a un hombre.
— Cassie hablo enserio. — la miré seriamente, pero ella solo me sacó la lengua de una manera muy infantil. — Cassie…
De un momento para otro estaba estacionando la camioneta dentro de un estacionamiento privado. La seguí mientras me guiaba por unas cuadras de la inmensa ciudad, hasta que llegamos a donde creía ser…¿Un recinto ferial?
Divagué mi mirada por la deslumbrante entrada, había muchas lucecitas decorando el inmenso letrero de “Welcome to the madhouse”. Era impresionante, y eso que solo estaba entrando a la feria de la ciudad.
— ¿Es el momento en el que grito como cría mientras te abrazó como un eufórico?. — embocé media sonrisa mientras me observaba con ambos brazos cruzados.
— Estás lleno de tantos prejuicios sobrevalorados mi estimado Hiccup. — me sonrió. — pero tranquilo, me aseguraré de que se te olviden por completo.
Me sujetó la mano, — que por un segundo traté de esquivar. — y me arrastró consigo en medio de la ruidosa, luminosa y escandalosa feria.
Caminamos por unos minutos, mientras Cassie, emocionada, no sabía en qué dirección dirigirse, nuevamente con mi mano sujetada a la suya. Hasta que por fin se habría concentrado en una sola cosa.
— Nada mal. — siseé al notar como nos acercabamos al tiro y flecha. Ya saben, el típico juego de apuntar correctamente para que te regalen algún oso panda gigante como premio.
— ¿Quieres uno de esos, hermosa? — señaló un gran oso de peluche.
Bien, eso me empezaba a dar escalofríos.
— Deja de voltear todo la situación. No sucederá. — me paré frente a ella, que a mi juicio era mucho más pequeña que Anna. — ¿Qué tal si hacemos algo más divertido?, ¿Te interesa?
— Te escucho.
— El primero que gane el peluche gigante, le invita al otro una cerveza. — propuse mientras acomodaba las mangas de mi chaqueta al borde mi antebrazo.
— Espero y traigas dinero contigo. — me miró. — Porque vas a necesitarlo.
Reí casi al instante y la seguí para llegar finalmente a la atracción.
— Dos boletos por favor. — pedí amablemente al encargado del juego.
— Son tres intentos, si al intentarlo las tres veces fallas. Estás fuera. — indicó el sujeto.
— Perfecto.
Primero fue el turno de Cassie, quién tomó con ambas manos el arco. — con la flecha insertada —, y cerró uno de sus ojos para mayor puntería.
— Mierda. — masculló al fallar por primera vez.
Volvió a cerrar el ojo, y respiró con detenimiento para luego soltar la flecha de un solo disparo. Volviendo a fallar.
— Espero y traigas dinero contigo, porque lo necesitarás. — le susurré al oído. Cassie se volteó para encararme y soltó una risa demasiado cínica como para ir perdiendo.
— No cantes victoria.
Se sujetó su cabello corto con una liga que quién sabe de dónde diablos se la había sacado, respiró con lentitud, cerró nuevamente uno de sus ojos, y disparó el arco que yacía en sus temblorosas manos.
Juegos del hambre le decían.
Eso si te caía en la cabeza.
— ¡Joder, claro que se puede! — gruñó al darle en el centro de la diana. — Eso equivale a…— se detiene a leer el pequeño nombre que tiene grabado el joven en su camiseta. — 100 puntos según las indicaciones de Larry. ¿no?
Volteó a ver al sujeto que asintió levemente sorprendido. Lo sé, Cassie es imperativa, mucho de hecho.
— ¿Podrás igualarlo siquiera?
— Ya conoces la respuesta. — embocé media sonrisa tomando con mis manos el arco y la flecha.
Al tacto, son herramientas poco útiles comparadas a las que poseía en el club de flecheria en la preparatoria. ¿Acaso no le comenté a Cassie que formaba parte del equipo?, qué lástima.
Ahora que lo pienso, ¿Flecheria sí, pero no golf?, ser adolescente te hace tomar decisiones algo estúpidas, pero debo concentrarme.
Cierro los ojos, respiro lentamente, miró fijamente mi objetivo y lo dejo ir.
— Eres un verdadero E-G-O-C-É-N-T-R-I-C-O. — escuché a Cassie, mientras yo tomaba otra de las flechas del mostrador. Miré nuevamente hacia la diana y disparé. — Vale, he entendido. No tienes que…
No la dejé terminar, al parecer estaba apuntando por tercera vez a mi objetivo, justo para darle en el blanco.
Touché.
— Eres un verdadero pesado.
— ¿Qué significa eso Larry? — pregunté viendo fijamente a Cassie quién me observaba con una de sus cejas levantadas.
— Ha ganado el señor con un total de…— revisó la diana para calcular el puntaje. — 175 puntos, le ha dado a las tres dianas. ¡Felicidades!
Me dio como premio el gran oso de peluche, que con una gran sonrisa, — más de venganza que otra cosa. — le entregué a Cassie amablemente.
— Esto debe ser tuyo. — dije con voz baja mientras me bajaba a la altura de ella. — Mira, es casi de tu estatura, Minion.
— Y mira, tiene tu mismo coeficiente intelectual. — me miró. — idiota.
Sonreí inmediatamente y me alejé de la atracción. Cassie dudó un segundo en seguirme de vuelta.
— ¿Ahora a dónde vas? — soltó con ironía. Casi sentí que sus ojos giraban al decirlo.
— Por unas cervezas.
— Pero he perdido yo.
— Lo sé. — me encogí de hombros. — Pero quiero hacerlo yo, ¿O es algo machista porque no estaba en tus planes?
Negó.
— Entonces déjame invitarte. — le dije mientras le ayudaba a cargar el desgraciado y cursi oso de peluche. — ¿Por qué no le dan 100 dólares al ganador?, sería más provechoso que esto.
— Siempre pensando en cosas que a nadie le importa.
— Pues me alegro pensar en esas cosas. — le sonreí. — La gente actualmente es demasiada sobrevalorada, no piensan, ni actúan, no sienten, no les importa nada. La realidad es sobrevalorada, de ahí muchas reflexiones que terminan en la importancia de la vida, porque empiezan a valorar lo que tienen, quizás hasta el último momento.
×
— …Y entonces acepté. Fue uno de mis primeros trabajos. — miró hacia abajo, captando su atención en la lata de cerveza vacía. — siempre pensé en que me convertiría en una artista, y lo soy.
Embocé media sonrisa.
— Ser artista es como te percibo. — comenté dejando sobre el pasto mi lata vacía. — desde que te ví destrozando aquellos arbustos…
— Arte, yo hacía arte.
— Bueno, arte. — corregí. — Se notaba tu personalidad liberadora. Casi nunca conoces a alguien así, y es sorprendente cuando lo haces.
Cassie quien miraba hacia atrás en dirección a las atracciones feriales, no parecía ser la misma chica atrevida que había conocido. Estaba diferente, mucho más confiada y carismática.
— ¿Y tú? — me miró. — ¿Quieres ser escritor, no?
Asentí.
— ¿Y cómo se te ocurrió eso?
La escuché preguntar, mientras que yo con la mirada al frente observaba las luces que decoraban la ciudad por la noche. Estábamos en la parte de atrás del recinto ferial, compramos unas cervezas y una pizza, — a petición de ella. —, además, habíamos encontrado una rampa de césped bastante firme como para sentarnos y platicar un poco.
— No lo sé. — me encogí de hombros. — siempre lo he sabido, creo.
Cassie me miró de manera complaciente, era una clara invitación a que me soltará con ella como había hecho recientemente.
— Desde pequeño me ha gustado escribir. — me relamí los labios. — empecé con cartas a mi madre, luego a mis tías cercanas, hasta que decidí expandirlo. — embocé media sonrisa recordando las cartas que le había escrito a Anna durante nuestra relación. — pero sentí que algo me faltaba, no sé, no…no era solo escribir por escribir. Era más bien, compartir mis opiniones con los demás y no de forma dialogada, quería hacerlo de manera estrictamente escrita. Creo que las palabras siempre han sido mi medio de…
—Expresión. — finalizó Cassie con los ojos demasiados abiertos. Me reí por ese detalle. — Claro, es lo mismo que el arte. Una forma de expresión, de comunicación.
— Exacto.
Cassie levantó ambas manos en señal de rendición, como si al fin había logrado descifrar algo que deseaba hace tiempo.
— No eres como esperaba. — me atreví a comentar mientras la observaba por el rabillo del ojo.
— ¿Y qué esperabas?
— Teniendo en cuenta que me rozabas la pierna visiblemente…— me reí. — Tenía muchas ideas que no terminaban en nosotros dos en una feria hablando de nuestras vidas.
— ¿Eso es una sugerencia muy insinuadora, no te parece? — Noté que se mordía el labio inferior con nerviosismo.
— No lo sé. — volteé hacia la vista.
— ¿Y Anna…?
— ¿Qué con ella?
— Tu y ella son amigos. ¿Nunca te habló de mí?
Hemos hablado, si. Pero nunca de ti.
— La verdad es que no, apenas y establecemos conversación. — miré al suelo. — Está muy ocupada con la boda, y diablos que es una responsabilidad muy grande.
— Si, tienes razón.
Nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que escuché a Cassie suspirar pesadamente.
— Les mots sont plus doux que tes baisers. — susurró con la vista reflejada en la ciudad.
Bien, era mi turno de preguntar.
— ¿Qué demonios ha sido eso?
— Las palabras son más dulces que tus besos. — siseó con la mirada sobre mis labios. — Es francés.
— ¿Y eso de dónde lo has sacado? — me atreví a preguntar con la mirada en ella. — dudo que se te haya ocurrido en este preciso momento, ¿no?
Se encogió de hombros con una notable sonrisa juguetona
— Se me ocurren muchas cosas.
— Otra vez. ¿Qué significa eso exactamente?
— Tes lèvres sont douces. (Tus labios son dulces)
Apenas la escuché susurrar, porque sentí de manera inesperada sus labios sobre los míos. Me quedé helado, no sabía qué hacer; me había tomado por sorpresa.
Cassie, quién posicionaba sus brazos alrededor de mi cuello jaló de mi con una leve fuerza para que me acercara a ella y le siguiera el ritmo. Cerré por un momento los ojos sin moverme, sin actuar, sin responder.
Pero todo se fue directamente al carajo.
Posicioné una de mis manos bajo su nuca, rozando levemente con mi dedo pulgar su mentón. Cassie notó mi respuesta de inmediato, puesto que enredó una de sus manos en mi cabello, sujetándolo casi con fuerza. Seguimos con lo del beso a tal punto de poder sujetarla por la cintura mientra ella me seguía jugueteando con mi cabello.
Finalmente la escuché hablar.
— Eres…eres un tonto. — trató de decir con la voz acelerada.
— Me alegra saberlo. — le respondí ante su notable sarcasmo. Cassie rozó mi nariz con la suya y depositó un leve beso en la comisura de mis labios.
— Vamos, se nos hace tarde. — siseó mientras se alejaba de mí. — Debo regresarte a casa, no puedo dejarte solo. ¿Qué me dirá Jack?
— Otra vez con eso.
— Es mi deber. — me ayudó a levantarme del césped mientras salíamos del animado recinto ferial.
Vaya noche de locura. Creo que al llegar a mi habitación reflexionaré todas mis decisiones tomadas sin haber utilizado mi altísimo coeficiente intelectual, ¿Qué cómo lo sé?, lo he averiguado gracias a un test de Google.
Anna Smith.
Dos horas, dos horas para ir a Mánchester y dos para regresar. Esta semana ha sido muy atareada sin lugar a dudas, lo único que me reconforta es volver a la mansión con mis amigas, amigos y Tadashi.
Aunque siendo sincera con ustedes, no dejaba de pensar en la conversación que había tenido con Hiccup aquel día, había sido bastante liberador y un tanto extraño, ¿Por qué Hiccup no quiso contactar conmigo durante estos años?, la respuesta ya me la había dado, pero no estaba del todo segura.
— ¿Todo bien con su viaje, señorita? — me miró por el retrovisor Frederick quién me había recogido en el aeropuerto.
— Todo bien.
— El joven Tadashi ha estado actuando como un loco todo el día. — suspiró. — ¿Puede creer que mientras me daba un baño por la mañana ha entrado a recordarme de su llegada por la noche?
No evité sonreír. Eso suena tan a Tadashi.
— Le hubiera tirado el jabón a la cara, pero me he acordado de las vacaciones de invierno. — sonrió. — me ha prometido un aumento.
— Y te lo mereces Fred. — asomé mi cabeza entre los asientos para verlo. — tanta eficiencia debe ser altamente recompensada.
Y con eso, fue un camino lleno de conversaciones con el viejo Fred, hasta que llegamos a la mansión. Los guardias, — como siempre en la entrada.— nos dejaron pasar tras las enormes rejas que resguardan la propiedad. La familia de Tad es bastante estricta, es algo que a mis padres les cautivo, lo que a mi me llamó la atención.
— Amor. — sonrió mientras abría ambos brazos. — te he echado tanto de menos.
Tadashi se había tomado el tiempo de esperarme a las puertas de su casa, y cuando llegué a él, fue como una tormenta de besos.
— Si, una semana muy agotadora. — lo besé en los labios. Sentí como sus manos bajaban a mis caderas. — ¿Y tú cómo has estado?
— Extrañandote. — hundió su cabeza en el hueco de mi cuello. — ¿Es tan raro decir que he extrañado hasta tu aroma?
Negué un par de veces. Su aliento me hacía cosquillas en la piel cada vez que hablaba.
— No. — sujeté su rostro con ambas manos. — porque yo he hecho lo mismo.
Y lo volví a besar. Sentí su sonrisa sobre mis labios mientras entrelaza una de mis manos con la suya.
— Entremos. — señala la puerta frente a nosotros. — Puedes enfermarte aquí afuera.
Le sonreí y entré con él mientras reposaba mi cabeza en uno de sus brazos. Tad se dirigió al comedor, — en el que se reunían todos habitualmente. —. Sus padres me recibieron con entusiasmo, nunca me he quejado de ellos, son unas grandes personas.
Las chicas que estaban sentadas a un lado, se levantaron de golpe para recibirme. No sabía que extrañaba esto hasta ahora, tenerlas tan cerca me hacía sentir bastante cómoda.
— Mira quién ha regresado. — bufó Mérida mientras me abrazaba. — Te hemos echado de menos. Aunque una semana, es mejor que seis años ¿No?
Seis largos años sin poder verlas, sin hablar con ellas en persona. Se sentía una eternidad, y me alegraba tenerlas conmigo en esta nueva etapa de mi vida. Ojeé a otra de las esquinas, y estaban los chicos bromeando con Frederick quién había traído mis maletas, ese hombre tiene más espíritu que todos nosotros.
Pero, no noté a Hiccup. Eso es raro, no creo que esté en su habitación a esta hora de la noche, pero, no es que me importe también. Es mi amigo y creo que es normal preocuparse por él, haría lo mismo si Jack no estuviera aquí.
— ¿Y cómo te fue querida? — Samantha con una sonrisa me miraba atentamente.
— Pues bien, hice muchas cosas. Todos te mandan saludes.
— Me imagino que tus padres han regresado al hotel.
— No, ellos se quedarán un día más allá. — la miré. — Yo he regresado antes para no perderme nada.
— ¿Cómo qué? — preguntó Tad con un tono juguetón.
Oh no, no haríamos eso, sus padres estaban literalmente a unos centímetros de nosotros
— Ya sabes a que me….
Se escucharon risas resonar por todas las paredes a causa del eco de la enorme infraestructura. Hiccup y Cassie venían riendo como un par de locos, pero eso no me sorprendió.
Venían enganchados de los brazos.
Y con un gran oso de peluche.
¿Un oso de…?
— …eres taaaan idiota. — siseó Cassie que creo que ya empezaba a llorar por la risa. — Te he dicho que no es así. Es Tu t'en fiches.
— ¿No es más fácil decir, “No te importa”, que esa tontería?
— Obvio no.
Hiccup fue el primero en alzar la vista, que de manera tan repentina fue hacia a mi. Sentí que se me revolvió el estómago, ¿La comida del avión me habría caído mal?
— ¿A-a-Anna? — me miró pasmado. No sabía que iba a regresar hoy, eso era seguro. — ¿Estás aquí?. digo ¡Estás aquí!
Y el Óscar a mejor actor se lo lleva…
— Hola, Hiccup.
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