06|Capítulo
➼| S E I S
Salida de chicos
El catorce de junio trae recuerdos
Estos días han sido bastante geniales a comparación de otros sin duda alguna, por lo tanto me llena de orgullo decirles que he estado saliendo con mis amigos por más tiempo de lo acostumbrado, por lo que ya no eran solamente los “viernes de diversión”, sino todos aquellos momentos disponibles en nuestros horarios o aquellos sin siquiera ser planeados con anticipación; además, debes recordar lo que dicen: “los momentos no planeados son los que más memorables se vuelven en la vida de las personas”,que si lo piensas con más claridad es eso y la llegada de un bebé a tu vida de forma inesperada. Vaya que reflexivo es esto, a veces me cuestiono si sería mejor seguir estudiando literatura o cambiarme a psicología, me gustaría creer que sería mejor psicólogo que Eugene.
Por qué recuerda: La autoestima hasta el cielo y las lágrimas pal' suelo.
También he estado trabajando en el taller unas horas extras para conseguir más dinero para el pago de la mensualidad del apartamento. Jack como siempre se ofreció a ayudarme, pero como ya era tradición lo tuve que rechazar otra vez; pero no me malinterpreten no es por hombría, sino por honor y respeto.
¿Y don Tadashi cara de guayaba?, Pues Hamada como había dicho días atrás, él estaba de vacaciones en New York y por lo que cada vez que salíamos él se incorporaba al grupo de nosotros. La verdad todavía no comprendía el por qué de eso, ¿Sería quizás por la diversión, o es que pretendía que nosotros fuésemos su personal de seguridad que evitaría que le golpeasen el rostro nuevamente?; sea cual sea la respuesta, no habría problema por mi parte me agrada ese sujeto.
— ¿Podrías cerrar la boca por un momento Haddock?.— exigió Jack quien estaba tras el desayunador con la vista pegada a su celular. Al parecer estaba haciendo algo de suma importancia, ya que podía notar la desesperación que emanaba su rostro en busca de una respuesta.
Pensé en dejarlo ahí, pero todos sabemos que pensar no era una fortaleza mía.
— hmm, Jack …— me miró con cara de «es exactamente lo que te dije que no hicieras idiota»— ¿Puedo preguntarte algo?— le pregunté al peliblanco que estaba frente mío mientras colocaba dentro del microondas una taza llena de agua. La verdad que sin mi café mañanero mi cerebro no funcionaba muy bien, por lo que se me había ocurrido la magnífica idea de indagar un poco respecto a Anna, lo cierto es que no había podido dejar de pensar en ella desde que Eugene la mencionó aquélla noche en el bar.
—Shhhh.— me silenció alzando su dedo índice al aire. ¿Será esta la forma del destino en decirme que no pregunte acerca de ella?. Por qué si es así, se específico por favor.— Y...¡ya! ¡Diablos lo logré!— exclamó alegre y bastante entusiasmado. — ¡Finalmente cerré el maldito contrato!— celebró mientras se levantaba del lugar en el que estaba sentado.— ¿Viste eso Fredderick? ¿A quién diablos ascenderán ahora muchacho?, porque por lo visto no sirve de nada ser hijo del presidente de la empresa ¿O si?.— murmuraba por casi todo el apartamento mientras yo solo lo observaba dándole un sorbo a mi café recién hecho.
Jack estaba de buen humor, al parecer acababa de cerrar un negocio con una empresa de Europa para que fueran importadores de la empresa a la cual trabajaba, así que espero que esa conmoción y adrenalina haya desviado su atención a la pregunta que le había mencionado anteriormente; de todas formas Jack tendía a olvidar casi todo.
Pero por lo visto esto era una triste excepción. — ¿Qué quieres preguntarme papucho?— me preguntó mientras se reponía de su supuesta “celebración” que había consistido en un baile arriba del sofá. Y si por favor omitamos la parte en la que me dice papucho, ¿acaso no ven que él sujeto está completamente loco?.
— ¿Has sabido algo de Anna? — me mostré serio al pronunciar aquellas palabras que atormentaban mi alma.— Escuché la vez pasada que Punzie preguntaba por ella. ¿Se encuentra bien?.— solté por último mostrando no tanta “importancia en el asunto ”.
— El nene al fin quiere hablar...— se burló mientras se acercaba al lugar en el que yo estaba. Maldición, solo ver su cínica sonrisa me daba por hecho que haberle preguntado aquello fue un vil y estúpido error. — Debo confesarte que ya me empezaba a preocupar que después de 6 largos años siguieras sin nombrarla ni una sola vez. Eso da miedo ¿Qué no lo ves?
— ¿Sabes qué? ¡Olvídalo Frost!— le dije con el semblante serio mientras me levantaba del desayunador.
— Estoy bromeando viejo, tranquilo. — me sonrió para sentarse en el sofá, para luego indicar que me sentase a su lado. — Repito nuevamente, ¿Qué deseas saber?.— ¡Todo! Fue mi respuesta inmediata, pero pues hay limitaciones, no puedo sonar tan mal y sumamente intrigado con ello ¿O si?
— ¿Cómo está ella?— musité sin verlo. La verdad que me apenaba mucho hablar de ella después de tantos años, pero ya no podía seguir olvidando su existencia.
— Anna esta bien Hiccup, por lo visto está realizando sus prácticas de medicina en un reconocido hospital en el centro de Londres.— respondió aquel peliblanco sonriendo de manera leve.
— Me alegro por ella.
— Y también Anna se comunica cada semana con Elsa para preguntar por lo demás, ella no nos ha olvidado.— terminó de decir a lo que no pude evitar pensar si había preguntado por mi, pero Jack ya había visto la necesidad en mis ojos.— Hiccup, Anna …Ella no suele mencionarte amigo, lo lamento. En ocasiones escucho como Elsa abre el tema pero Anna cambia todo preguntado en su lugar por las demás chicas.
Quisé no haber escuchado aquella revelación pero ¿Acaso podía culparla?, Había sido yo quién la había abandonado.— Descuida, está bien. No espero en lo absoluto que quiera hablar de mí después de todo.
— Todavía no logro entender lo que pasó realmente, y tú nunca has querido mencionarlo.— alzó una de sus cejas mientras fruncía el ceño. Eso era totalmente verdad, evitaba a toda costa mencionar la manera en la que habían terminado las cosas, y por lo visto Anna tampoco lo había compartido con las chicas.
— Y seguirá siendo así si no te molesta.— afirmé jugando con la taza vacía que tenía en mis manos.
— Hiccup, eres mi amigo y no había querido decirte nada a petición de Elsa, por no saber cómo lo tomarías…— comenzó a hablar mostrando nerviosismo en sus palabras. Lo que venía no iba a ser bueno.— Anna está saliendo con alguien, viejo.
Mis ojos se abrieron como platos y casi dejo caer la taza que traía— ¿Enserio?— solté rápidamente dejando la maldita taza en el lavaplatos.— ¿Por qué debería tomarlo a mal? Me alegro por ella. Es bueno que inicie una relación y sea feliz— mentí como un perro cobarde, sí señoras y señores el perro cobarde que realmente era.
— Viejo, su relación lleva más de dos años.— soltó sin más. No lo podía creer ¿Dos años? ¿Anna estaba saliendo con alguien durante dos años?. Sabía que en ese país encontraría a alguien, pero me duele corroborar esa idea que había sido irrelevante por tanto tiempo.
— ¿Y por qué me lo dices ahora?.— me levanté y comencé a caminar hacia la terraza del apartamento.
— porque eres mi amigo y no deseo ocultarte cosas Hiccup, además sé que tú todavía la a…
—¡No, Jack! Ya no lo hago, te lo puedo asegurar.— lo corte con voz firme y autoritaria.— eso fue pasado hermano, no tienes por qué ocultarme cosas. Sabes bien que quien terminó la relación fui yo, no ella. Yo decidí que las cosas fueran así.
Terminé de decir dándole punto final a la conversación. En ese momento la puerta del apartamento se abrió dando espacio a la llegada de los chicos quiénes esperaban que los acompañaramos a almorzar.
— ¿Terminaste con alguien?— preguntó Tadashi dejando su abrigo en el sofá. Cómo había dicho, ya era costumbre verlo con nosotros casi todo el tiempo.
— si, pero fue hace tiempo.— respondí acercándome a los chicos quienes apenas habían llegado. Jack solo me miró y guiñó uno de sus ojos en señal de apoyo, pero entre nosotros ¿Quién diablos necesitaba eso ahora?— por lo que eso no importa ahora, tranquilo.
— Mejor hablemos de otras cosas más masculinas, como por ejemplo del lugar a dónde iremos almorzar, ¡Muero de hambre! — cambio de tema el albino, antes que otro al que llamamos “Kristoff” soltará una estupidez.— pero nada de alcohol. Elsa ya me dejó en claro lo que perdería si llego a su casa oliendo a cerveza y a trago.— musitó chistoso, a lo que Eugene y Kristoff levantaron la mano en señal de aprobación.
— ¿No quieren pizza?— preguntó Tadashi revolviéndose el cabello con una de sus manos.
— Para eso llamamos al Delivery hermano. — soltó Kriss alzando una de sus tupidas cejas.
— verdadera pizza Kriss — añadió con una sonrisa.— Al ser europeo el paladar es más exigente que el de ustedes los americanos. Por lo que me gustaría invitarlos a comer pizza italiana en uno de los restaurantes de la ciudad.
Todos nos miramos buscando una aprobación unánime. Es de conocimiento que no importa el lugar donde vayas a comer, es de hombres ir a divertirse sin importar el sitio o la comida.
— claro, ¿Por qué no?— respondí a lo que Tadashi se mostró alegre ante la aceptación, y de inmediato emprendimos camino al restaurante.
Salimos en el auto de Tadashi, ya que él, Kristoff y Eugene habían llegado ahí al apartamento. El trayecto fue bastante relajado, era un viaje de charlas, bromas y diversión. Estos chicos realmente me alegraban el día, más cuando lo de Anna no me había dejado descansar la mente, no podía dejar de pensar en lo que Jack había soltado después de tanto tiempo.
— ¿Prrrofuni esquisto?— murmuró Eugene viendo el gran letrero a través de la ventana.
— Más bien profumo squito— recalcó Tadashi saliendo del auto y acomodándose el abrigo que traía consigo. Debo de admitir que el lugar era muy bonito, era bastante rústico, elegante y joder si que olía delicioso desde aquí afuera.
Nos adentramos al restaurante hasta que llegamos al recepcionista quien nos sonrió con una cálida sonrisa como si conociese a alguien de uno de nosotros.
— Señor Hamada, un gusto verlo por aquí nuevamente.— saludo el buen hombre mientras recibía cada uno de nuestros abrigos para colocarlos en un perchero cerca de dicha recepción.— ¡Que bueno que haya regresado a New York! ¿Cómo está la señorita?— preguntó nuevamente el amable hombre a lo que Tadashi no pudo evitar sonreír de manera leve.
— Oh Laurence. Un gusto estar de nuevo aquí hombre.— estrecho su mano con el buen señor.— La señorita no pudo venir, pero le hará feliz recibir su saludo.— sonrió alegremente. Luego dirigió su mirada hacía nosotros.— Laurence, ellos son mis amigos, los conocí hace unas 5 semanas en un bar de New York. — dijo de último para que todos nosotros saludaramos al buen hombre.
— Mucho gusto — Saludé con cortesía, a lo que Laurence correspondió alegremente.
— Le mostraré su mesa Sr. Hamada.— musitó para adentrarse dentro del restaurante a lo que los chicos y yo lo seguimos a través de las mesas y decoración Italiana que desbordaba ese restaurante.
Laurence nos mostró una mesa muy hermosa, en la segunda planta al lado de la terraza que dejaba ver de una manera espectacular los grandes rascacielos que adornaban la gran ciudad.
— ¿Les parece bien señores? — preguntó a lo que no pude evitar sonreír. Es que ¿Señor yo? Ja por favor, ni que estuviera tan viejo.
— ¡Perfecto Laurence! Impecable como siempre.— le agradeció Hamada mientras se sentaba en una de las sillas de la enorme mesa. Todos nosotros nos sentamos de igual forma viendo como Laurence se retiraba cordialmente.
— ¿Les gusta?— preguntó Tadashi alzando una de sus cejas y mostrando satisfacción al estar en ese lugar. Yo solo asentí mostrando mi aprobación.
— ¿Es que acaso nadie hablará acerca que esté men nos ha estado mintiendo por 5 malditas semanas? — cuestionó Kristoff volviendo a ser él como siempre, típico.
— La verdad que la cara de princesa tiene razón.— asumió Jack tomando una copa de vino que yacía sobre la mesa. — ¿No que era tu primera vez en New York, Tad?.— cuestionó bebiendo de su copa.
— La primera vez en ese bar Jack.— asumió alzando sus hombros de manera leve.— La verdad es que es mi tercera vez que estoy en esta ciudad chicos.
—¿Tercera vez?— musité tomando una copa como los demás hacían. La curiosidad ya se había despertado en mí. ¿Es que acaso se hubiera dejado golpear aquella noche en el bar? Eso era de turistas, y él que ya había venido aquí, era bastante raro, completamente irracional.
— Sí, verán es que la primera vez que vine fue para firmar un acta de servicio social. Allá en Londres comencé a hacer mis prácticas en el “Central Hospital”, pero la firma debía ser realizada personalmente en New York, y pues…— Miró con precisión su copa de vino— no pude negarme.
— ¿Prácticas? ¿De qué cosa?— se unió Eugene a los cuestionamientos.
— Prácticas de mi carrera, soy cirujano especializado en cardiología.— soltó sin más. Este sujeto guardaba sorpresas. Pero algo faltaba…
— ¿Y tú tercer viaje? — dije paulatinamente.
— Pues vine con mi novia.— contestó tomando de un solo trago lo que restaba de su vino.— Ella originalmente es de aquí, y el año pasado decidió regresar después de tanto tiempo para ver nuevamente a su familia. A ella le encanta la pizza, cuando la conocí me resultó curiosa su fascinación por este platillo, así que la traje acá y de inmediato lleno de dulzura el lugar. — contestó honestamente como si aquello se tratase del más hermoso recuerdo que no debía olvidar.— Se ganó a Laurence de inmediato, ella es así.
— Me alegro hermano. — le felicitó Jack alcanzando su copa al aire.— El amor es así, cuando te llega, te llega…
— que sin importar que tan ridículo sea, es espléndido con el hecho de ser tan solo amor.— musité sin más mientras bebía de un solo trago todo el vino que apenas y había tomado durante la conversación.
Tadashi me hizo recordar algo que pensaba ya haber olvidado. A Anna le encantaba la pizza, aquella tarde en la que le había pedido ser mi novia había comprado una pizza tamaño familiar a petición de ella, según por qué era completamente capaz de comer más de 4 rebanadas. Era algo que su padre no le permitía, pero hasta la fecha me da risa recordarlo ya que solo terminó por comerse tan solo dos rebanadas.
— Eso es profundo. — aclaró Tadashi mirándome fijamente.
— Es que es escritor. Es algo natural en él.— recalcó Jack con una sonrisa de lado.
— Cuando muera necesito que Hiccup se encargue de dar mi último adiós.— agregó Kristoff como si fuese su última voluntad.
— Como si eso fuese a pasar. ¿Acaso no sabes que la mala hierba nunca muere?— mencionó Eugene que lo miró de reojo para luego matarse de la risa junto a los demás.
El almuerzo prosiguió normal, todos hablábamos o charlabamos más acerca de nuestras vidas, porque por lo visto a penas y Tadashi sabía algo de nosotros o nosotros acerca de él. Al terminar de comer, comenzamos a caminar hacia la salida para retirarnos de ese restaurante y subir al auto.
— ¿Y cuando te regresas a Londres Tadashi?— le preguntó Eugene en el asiento de atrás en el auto. Yo iba en el asiento del copiloto, ya que me considero el único cuerdo para tomar dicho lugar.
— El Martes que viene.— soltó para luego arrancar su automóvil.— Ya se acerca el cumpleaños de mi novia, y debo estar ahí. Además la familia de ella se hospedará unos días en mi casa y debo recibirlos, pero tengo un problema.
— ¿Qué problema?— cuestionó Jack ansioso poniéndose entre el asiento del conductor y el copiloto. Si señores este era una caso común de un futuro accidente automovilístico.
— No se que darle a alguien que ya lo tiene todo, y más cuando a ella no le importa lo material.
— ¿Flores?— sugirió Kristoff. Diablos ya sabía porque Mérida optaba por darle calcetines al chico, sin duda Kristoff carecía de romanticismo en algunas ocasiones.
— No.— se rió mientras doblaba en una esquina.— Pero quiero hacer algo que he estado planeando hace tiempo, pero me lo pensaré otra vez.— agregó sin más.
— Qué suerte que no te desfiguraron el rostro ¿No?, Porque hubiera sido bastante sorpresivo para ella verte con un ojo más grande que el otro.— bromeé al escuchar como ya se empezaba a preocupar por los días faltantes a si viaje.— Pero ¿Qué día cumple años tu novia?— pregunté curioso para saber si le quedaban días para conseguir algo bonito.
— El 14 de junio.— respondió sin apartar la vista del camino.
¡Joder! Ese era el cumpleaños de Anna.
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