Objetivo

Yuri!!! On Ice no me pertenece, su autorí­a es de Kubo y Sayo

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Otabek y JJ se introducían poco a poco en las vidas ajenas de ambos; pero más la del morocho por alguna razón, ya era fácilmente identificarlo si necesitabas ayuda con el matón de la escuela debías de ir primero por el canadiense de la clase de Geografía para pasar el mensaje.

Fue algo raro verlos juntos sin la biblioteca de por medio para entrar en la convivencia que son ahora y más porque fue el kazajo que empezó a juntarse más con él. Porque llevaban mucho tiempo en con las tutorías y hace poco el azabache se dio a la tarea de querer estar más cerca...

¿La razón?

Sucedió hace dos semanas, era un magnifico viernes donde por hoy tocarí­a en una fiesta; la paga era muy buena y no desaprovecharía esto; necesitaba unas cuantas cosas para sus consolas, por lo que se alisto y como a las ocho se dio la fuga a su casa.

Si tan solo su vista no hubiera ido a parar en los espejos retrovisores, pero fue el idiota que le pito y no quería echarle en cara, pero se topó con otra sorpresa. Detrás de la camioneta se podía ver una figura correr, esa característica cabellera la reconoció y la expresión de temor impregnado; después le siguieron unos sujetos no identificados.

Después de dedicarle una mirada que dejo helado al conductor de atrás, cambio su rumbo ¿Por qué quiere hacer esto? ¿Es normal preocuparse por él? Claro que sí­, es un viejo amigo ¿cierto? Deja la moto cerca y con pasos lentos se dirige al callejón donde todo culmino, escucho un golpe duro y hueco seguido por un jadeo de dolor.

—Para...—musito en bajo.

JJ no supo con exactitud porque el matón lo soltó y por los ruidos, intuida que llegó alguien más peligroso, con la nariz algo rota masajeo un poco su cien para calmar el dolor de una posible contusión. Si esos idiotas se molestaron solo por derramar por error sobre ellos, no quería pensar lo que ocurriría si era algo peor. No pudo cantar victoria a tiempo al sentir de nuevo el cuello de la camisa un jalón agresivo.

— ¿Serás idiota...?—reconoció la voz—Ellos son parte de uno...—no pudo terminar su sermón.

Las manos del canadiense acarician el rostro ajeno con intención de querer sanarlo, Beka siente las mejillas calientes al ver sus ojos marinos lleno de preocupación por su bienestar en vez del propio.

—¿Te encuentras bien?—su voz lo sacó del sueño.

Lo sueltá—¿y tú?—era su turno, también estaba preocupado.

—No es tan grave; pero tu estas sangrando...

—Igual tú—exclamó.

—El mío es por la nariz, en cambio el tuyo es por el brazo.

Otabek miro la herida—¡Oh! Tal vez tenían una navaja...—la neutra respuesta no convenció a JJ.

Titubeo un poco, pero rasgo una de sus mangas para hacer una improvisada venda; aunque no lo pareciera el morocho estaba hecho mierda, golpes en la espalda, una herida poco profunda que puede cicatrizarse por si sola y un ojo algo hinchado.

—Con esto estarás bien...

—Sí, aguantará para la fiesta.

—¿Fiesta?

No logró escuchar el sermón del nerd, solo hizo oí­dos sordos hasta ir por su moto y montarla antes de acelerar sin despedirse.

—¡Beka...!

Volteo, podía jurar ver a un niño en vez de un adolescente que acaba de tener unos golpes, pero esas dos personas colacionaron en una sola.

—Gracias—era la sonrisa más sincera que recibió por parte de él.

Su corazón latía a mil por hora, las manos le sudaron y pudo sentir la cara arder, por suerte las gafas y el casco podí­an cubrirlo en la posición en la que está. Quería darle un aventón hasta su casa o incluso invitarlo a la fiesta.

—De nada. Solo ten cuidado.

Fue lo único que salió de su boca.

—Lo tendré en cuenta—se despido.

El kazajo arranco y fue directo al evento, no pudo disfrutar mucho de la bebida, parecía monótono; en tonos grises veía la fiesta a pesar de tener la música y todos brincaban por el ritmo. No pudo dejar de pensar en eso, incluso cuando Yura lo llamó histérico que lo ayudara en algo, por su reloj se dio cuenta que eran la 01:35 de la madrugada, sin perder el tiempo exigió su paga y fue en ayuda de su hermano. Al parecer hoy era el día de ser el héroe.

Siguió las indicaciones de Yuri al pie de la letra, ir al parque enfrente del subterráneo, con dificultad estaciona la motocicleta; la escena era extraña de ver, su amigo cargaba por los hombros a un hombre de apariencia asiática.

—¡Beka! Ayúdame...

—Yuri ¿Quién es él...?

—¡Yuuri!

La tercera voz irrumpió, ambos jóvenes miraron en esa dirección mientras el nipón intentaba incorporarse, cuando lo hizo se colgó del tercero. Los tres se miraron sin saber con exactitud lo que ocurría.

—¡Leroy! ¿Qué te trae por aquí­, guapo?—apenas podía hablar bien sin tropezones.

—Me llamaste hace rato ¡Apestas ha alcohol, Yuuri!

Tanto el kazajo como el ruso querían interrumpir, el nipón se le insinuaba de forma peligrosa, la cosa dio un giro brusco cuando los labios de ambos chocaron y formaban un beso húmedo unilateral, más un arrimón de mano hacia el trasero del canadiense. Otabek no supo el porqué sentí­a tanta rabia en contra el azabache, sus puños se aprietan con ira y con intención de hacer daño.

Yura interviene ese encuentro, separando a los dos; el ruso agarro del cuello al nerd.

— ¿¡Quién te crees, imbécil!?

—Yo que tendrí­a más cuidado donde lo dejas...

Yura aparto la mirada; Otabek estaba incómodo y rojo al sentir una lengua querer ir por su claví­cula.

—¡Maldito, cerdo!

El nipón cayo en bruces—El Umpalumpa me sedujo—se defendió risueño.

—Me importa una mierda.

—¿Umpalumpa?—repitió el kazajo.

—¿Cuánto lleva así­? Phichit nos va asesinar...

— ¿Se conocen?—interrogaron al mismo tiempo.

—¡Es el del It's JJ style!—habló el de gafas con la pose en sus manos.

—¡No te metas, Katsudon!

—Me quedó con él en su departamento junto con Phichit, el ayudante del profesor de informática ¿Y tú?

—Es mi tutor.

Otabek unió los hechos, ambos parecían luchar con que el nipón se quedará quieto. El kazajo recordó el nombre del tutor de Yura por una plática que se dio; Katsuki Yuuri, un japonés que al parecer hacia bien su trabajo porque no se ha rendido en darle clases al rubio, aunque ahora no se veía muy profesional por su estado.

— ¿Qué tanto tomo?

— ¿Siempre es así?—cuestionó el ruso.

—La última vez, las prostitutas tuvieron que pagar sus servicios... ¡Ay!—sintió una nalgada—Te estás pasando.

El morocho alejo a Leroy, paso el brazo ajeno por el hombro, Yura hizo lo mismo; pero el dolor en su espalda era notable y JJ lo detuvo.

—Descuida...—tomó su lugar—Solo será unas cuadras, estamos cerca del apartamento.

No pudo negarse, no era por la cara JJ, sino la mirada que tení­a el ruso; era una nota silenciosa de que estaba de acuerdo por primera vez con el transferido. Otabek se dio media vuelta y se recargo en el poste con alguna parte del cuerpo donde pudiera soportar el ardor de los golpes.

Los pasos se alejaron junto con las palabras en distintos idiomas del tutor, aprovecho el momento para agarrar un cigarro y prenderlo; su vista no se enfocó a la nada, sino a una parte de sí que fue la mano, no había sentido esta clase de ira antes ¿No serí­a desagrado? Pero hablando entre nos, siempre ignoro a los mala copas y se enfoca en su meta sin más.

Expulsa humo sin saber con exactitud como su humor bajo de mierda, antes sintió poder conseguir muchas cosas; las palabras de Leroy le dieron aliento, pero la imagen de Katsuki al besarlo le frustra mucho.

—¿Me das uno?

—El cigarro hace daño...—le respondió a su amigo.

Yuri bufa por la actitud de él, quiere mantenerse en silencio; pero ya no puede.

— ¿Cuánto piensas seguir engañándote?—murmuro.

Yura se gana el apodo por ser la voz de su consciencia, era una de las pocas personas que sabí­a sobre las cicatrices de la infancia y guardar bochornosos momentos. Puede que su fachada de malo con moto hacia que todos lo tomarán como una roca sin sentimientos, solo él lo ha visto llorar, aunque no de frente porque ha mantenido su distancia; él es el único que puede confiar sus momentos de debilidad.

Pero esta vez no sabí­a de qué hablaba, era extraño verlo que abordara sobre este tipo de tema y él es completamente ignorante a lo que sucede...

— ¿Qué dices?

— ¿Acaso me quieres ver la cara? Vi como actuaste con el Katsudon.

—Sabes muy bien como...

—Es diferente...

Soltó el cigarro y lo miró de frente.

—... estabas celoso—Otabek abrió los ojos en par.

—Eso no es cierto.

—Vamos, todos lo hemos sabido; solo tú y el idiota de JJ no se dan cuenta.

—Yo no voy para ese mando—respondió ya con molestia.

—¡Joder! ¡Hasta la vieja bruja lo sabe! ¿Por qué crees que no lo han vuelto hacer?

—Si fuera así, ya me hubiera enamorado de personas más cerca de mí­, como tú.

Plisetsky cerró los puños, ahora si estaba molesto— ¡Eso nunca sucederí­a! ¡Somos casi hermanos! Eres tú el que está asustado.

— ¿Asustado? ¿De qué demonios hablas?

—De lo nuevo, no hablo de las cosas... Las experiencias y las personas las has dejado en segundo plano, no sabes cómo sentirte con respecto a Jean porque llego como alguien nuevo a pesar que lo conoces.

Las palabras le pesaban, la cara de exasperación del ruso daba a entender que no solo podían reflejarlo, sino que también le sucede lo mismo a él, no puede sentir esto ¿cierto? Las emociones eran tan distintas, su mente hacían comparaciones de las veces que estuvo con Mila, Yuri y JJ; el resulto era distinto en el último. Solo quería callarlo y comprobar que no era eso, así­ que agarro al rubio de las orejas y lo besó.

No podí­a estar enamorado.

¡No de Jean!

Pero al juntar los labios solo pudo pensar en él, en cómo se lleva la pluma a la boca y juega con el borde entre sus labios. Yuri lo aparto de forma brusca, ambos correspondieron al beso.

Pero pensando en distintas personas.

— ¡No vuelvas... hacer eso!—sus palabras quedaron a media al verlo.

—No puedo creerlo—balbuceo el kazajo.

Yura pudo haber rodado los ojos, desde que lo vio interesado por Jean no supo que pensar; no tení­a nada de malo que fueran hombres, pero no sincronizaban en nada. Las verdades del amor no las comprendía hasta que pasó un tiempo, donde apareció su primer amor.

Solo le ofreció una sonrisa irónica.

—Bienvenido al mismo bote...

Otabek lo miró interrogante, sus emociones aún se reacomodaban por el nuevo descubrimiento, pero entendió a lo que se referí­a como el hecho que entendía el de que ahora era más responsable, no faltará a sus tutorías particulares y que le haya llamado para ayudarlo con el borracho de su tutor.

—¿Cuándo?

—A diferencia de ti, soy más rápido para saber si estoy enamorado o no.

Suspiro rendido— ¿Y ahora?

—Ya me le insinuado, pero el Katsudon es muy lento para captar indirectas...

—... ¿O eres muy malo para darlas?

Se sentí­a liviano por alguna razón, había logrado sacar algo de lo que le hací­a sentir ese viejo amigo. Ahora con un objetivo en fijo se dio a la tarea de acercarse de forma discreta para poder conquistarlo —si eso podí­a serlo, Yura lo veí­a como no querer salir de la zona de amigos—.

El seguiría con su plan inicial; la paciencia y el tiempo debían de estar a su favor.

A pesar que ahora el propósito cambio.

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Parece que me fui algo rápido ¿no lo creen?, pero la idea principal de este fic realmente fue fugaz y suele suceder dos cosas cuando ocurre esto en mi cabeza;

1) Me olvido de la historia

O

2) La entrego, pero no con todos los elementos acomodados.

Siento que juego con el Ooc, y la historia de Jean y Otabek es más profundo que me llega a sentir pena por ellos; pero en el siguiente capí­tulo quiero hablar de la perspectiva de Yura y como se enamoró de Yuuri. Hago este paréntesis para que no se enojen (A la gente que no le guste el YuuYu) por si no quieren leerlo, lo voy hacer porque más adelante se viene algo más fuerte...

¿Por qué no hacerlo armonioso antes que me avienten la madre de lo que sucederá?

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