Capítulo 46
Ethan abre los ojos por las pesadas emociones que comenzó a sentir, al instante supo que se trataba de Thalía... Ella lo necesitaba.
-Thalía, mi luna... ¿qué pasa? ¿Qué ocurre?
No hubo respuesta.
-Thalía.
Pero nadie respondió. Ethan se levanta de la cama que tenía en su carpa de campaña y salió de esta misma. Miró a todos lados pero no había nadie más que él, se molestó porque no habían guardias custodiando y cuando fue a ver en las demás carpas, tampoco había nadie.
-¿Pero qué...?
Volvió a mirar atrás y se sorprendió cuando ya no estaba en el bosque... Estaba en su casa, estaba de regreso. Rápidamente fue a buscar a Thalía con una sonrisa en el rostro por poder volver a verla.
-Mi luna -sonríe entrando a la habitación pero tampoco estaba allí.
Se puso a pensar donde estaría y por alguna razón, sus pies lo guiaron hacia el calabozo. Bajó las escaleras y fue hasta su celda... escuchando su llanto desde arriba.
-Thalía -la llama.
-¿Por qué...? -cuestiona ella sin mirarlo- ¿Por qué me haces esto?
-Lo siento tanto, por favor perdóname.
Él quería sacarla de allí pero ninguna de las llaves que traía consigo encajaban con la cerradura. Thalía se acerca y se sujeta a estas por más que le dolieran las manos al estar hechas con plata.
-Mi luna, aléjate, te vas a lastimar.
-¡No hay peor dolor que el que me hiciste sentir tú!
Ethan aprieta los puños y hace una mueca por lo mal que se sentía al recordar todo. La hizo sentirse rechazada y una carga mientras ella lo perdía todo en el mismo instante... es un imbécil.
-Jamás podré perdonarte, Ethan... Nunca debí de aparecer en tu vida. Como tú lo has dicho, ¿por qué tuve que aparecer?
Retrocedió dolido, recordaba tan bien esas palabras que no podría dejar de hacerlo. Se odiaba a sí mismo por haberlas dicho y con todo lo demás. Thalía se aparta de las rejas y se esconde en la oscuridad de la celda, pero parecía desaparecer. Ethan retrocede hasta bajar la mirada a sus manos por algo que molestaba en ellas.
-¿Sangre? -murmura con la voz monótona.
Al volver a levantar la mirada vio que estaba sobre una pila de cuerpos, cadáveres. Vampiros, cazadores, otros lobos y más... Sus manos estaban tan cubiertas de sangre que goteaban. Se quedó observandolas por mucho tiempo hasta que por fin abrió los ojos en la realidad. Miró sus manos ahora limpias pero las sentía igual que en su sueño, a su mente llegó Thalía y no pudo evitar sentir el nudo en su garganta y sus ojos cristalizándose.
-Lo siento tanto...
Se sentía terrible y no podía disculparse lo suficiente con Thalía como para borrar lo que hizo. No había nada que pudiera hacer.
Zack, por otro lado, estaba de guardia junto al campamento que habían armado junto a otros soldados. Pero estaba tan cansado que daba cabezadas por el sueño.
-Zack...
-¿Hm? -levantó la mirada pero volvía a cerrar los ojos.
-Zack, mi amor... Ven.
Volvió a levantar la cabeza y a mirar por todos lados, agudizó su visión hacia la oscuridad del bosque y abrió los ojos de par en par cuando vio a Lorraine a su lado.
-¿Lorraine?
Ella suelta una leve risa divertida antes de alejarse corriendo como si comenzara un juego.
-Espera... ¡Lorraine!
Zack fue a perseguirla, seguía el sonido de su risa y su voz que lo pedia que la buscara.
-Por aquí, lobito.
Corrió tanto que si quisiera volver al campamento ya no podría hacerlo en una sola noche. Se detuvo en seco tratando de encontrarla, sonrió pensando que se estaba escondiendo y debía encontrarla.
-Princesa mía, se te ha olvidado ocultar tu...
Él la encuentra tirada en el suelo, con un vampiro sobre ella succionando cada gota de sangre de su cuerpo hasta dejarla blanca y delgada. Lorraine hace un intento por levantar su mano hacia él.
-Z..Zack... a..ayúdame...
-¡Lorraine!
Él corre hacia ella pero por más que corría más se alejaba. No podía alcanzarla y por lo tanto, no podía ayudarla. Solo ver como ese vampiro la mataba lentamente y él, impotente, sin hacer nada.
Zack levanta la cabeza rápidamente cuando alguien apoya su mano sobre su hombro, agarra la muñeca de aquel hombre y lo empuja contra el suelo mientras gruñía.
-Beta, cálmese. Lo siento, lamento despertarlo.
-¿Qué...? -Zack suelta al guerrero y se levanta.
-Vine a relevarlo, ya es hora del cambio de turno -explicó el guerrero.
-Oh... lo siento.
-No se preocupe.
Zack se talla los ojos y mira a un lado, Lorraine no estaba por ningún lado y eso era mejor... Se había sentido tan horrible no poder ayudarla y ver como la mataban en frente de él.
Y finalmente, Aarón.
A quien siempre lo habían hecho a un lado por solo ser el Delta con problemas de ira, no era tan importante como en Alpha o Beta y lo consideraban un omega más. Escuchaba los murmullos de los otros, otra vez hablando de lo débil que era que ni siquiera pudo ganarle a Zack en el entrenamiento.
-¡Cállense! -bramó molesto- ¡Aunque no sea ellos, soy el Delta!
-Solo tienes un titulo, ¡¿Y qué?! Apuesto a que yo puedo ganarte las veces que sean -grita alguien.
Aarón no pudo soportarlo más y saltó a golpearlo sin descanso hasta que su rostro había sido desfigurado. Se sentía tan molesto que no pudo parar.
-¿A..Aarón?
-¿Trish? -se giró rápidamente y la vio horrorizada.
Miró sus manos, estaban cubiertas de sangre y a su alrededor no solo estaba aquel que lo molestaban, habían varios cuerpos más. Trish retrocede llamando la atención de Aarón, quien se levanta e intenta acercarse.
-Trish, oye. Esto... esto no es... déjame explicar.
-¿Los has matado?
-Se estaban burlando de mí, yo solo... me enojé y...
-¿Si te enojas conmigo me matarás?
-¡No!
Trish se echa a correr y Aarón la persigue. Grita por ella para que se detuviera pero no lo hizo hasta que desapareció. La escuchaba llorar como aquella vez que la encontró por primera vez, en una cueva, pero esta vez no podía encontrarla.
-¡Trish! ¡Vamos, por favor! ¡Nunca te haría daño, en serio!
-Yo no he sido, por favor no te enfades conmigo.
-¿De qué hablas? Sé que no has hecho nada. Sal de donde estés, hablemos...
-Si salgo me vas a golpear... -declara ella.
-Jamás lo haría. He manejado mi ira, nunca te pondría una mano encima. Vamos... por favor, ven conmigo.
Finalmente la escucha tras él, se voltea con una sonrisa pero escucha algo tronar con fuerza. Aarón abrió los ojos de par en par cuando vio a un cazador clavando su arma en el pecho de Trish. Ella sangraba y él no pudo hacer nada. El cazador la deja caer al suelo y pisa su cabeza.
-Hermosas escamas para un abrigo de piel -ríe el cazador.
Aarón no podía dejar de mirar a Trish, muerta en el suelo. De repente toda la ira que había podido guardar con los años había explotado en su interior y arremetió contra el cazador con una ferocidad que nadie nunca había visto.
Hasta despedazarlo completo, no estuvo satisfecho. Entonces miró a Trish y empezó a aullar de tristeza, hasta despertar en la realidad. Recordó lo asustada que se veía Trish de él en sus sueños y no le gustó para nada.
-Jamás te haría daño...
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