Parte 3
Capítulo 3
Giro su cabeza hacia otro lado, evitando la acusadora mirada de su contrario. Por supuesto que no le afectaba, de hecho, lo consideraba algo muy suave en comparación a otras bromas que le ha gastado encima. ¿Tanto le molestaba que su habitación tuviera olor a insectos apestosos? ¿Acaso no era él quien se la pasaba metido de cabeza en las gramas altas del terreno? No se molestó en ocultar su sonrisa debajo de la copa al escucharlo maldecir a cada bocado. Pero que actitud tan descortés en la mesa por parte de un heredero.
– ¿Cómo puedes ser tan sínico? – escucho preguntar desde su asiento. La molestia teñía su voz.
– ¿Sínico?
– Sínico; persona que disimula su descaro ante una situación en la que estuvo involucrada. – dijo. – En otras palabras; el hecho de que TÚ pusiste chinches en mi habitación. – su expresión se arrugo aún más cuando el joven abrió su boca, fingiendo sorpresa absoluta sobre su acusación.
– ¿¡Que yo hice eso?! – exagero – ¡Vaya! ¡De las cosas que uno se entera sin haberlas hecho, caray! – se echó a reír sobre el respaldo de su silla.
– ¡Por a Dios! – exclamo – ¿Cómo puedes ser tan infantil?
– ¿Y cómo puedes ser tan amargado?
– Me comporto como alguien de mi edad debería de hacerlo; respetuoso y educado. Pero veo que eres un caso perdido tratándose de ti. Yo jamás me comportaría de tal manera.
– Si tú lo dices... – dejo la frase morir en el aire tenso, mirándolo retador. Sonriendo después cuando escucho el estruendo de sus manos chocar sobre la madera.
– ¿Crees que no puedo jugar a tu absurdo juego también?
– Oh no. Yo no creo nada, pero... si la corona te queda. ¡Adelante!
– Bien. – sonrió al ver como se levantaba de su asiento, creyendo que se retiraría como siempre pero dicha sonrisa se transformó en una mueca cuando al levantarse tomo su copa y camino hasta él. Poniéndose a su lado y luego derramando todo el líquido sobre su cabeza de manera lenta y prolongada. No movió su cuerpo debido a la sorpresa de su acto.
El mayor se retiró del comedor con una sonrisa ante el cuerpo pasmado y empapado del contrario, guiñándole un ojo antes de salir por la puerta con el mentón en alto. Pocos momentos después se escuchó un grito de frustración retumbar en el comedor seguido de una maldición hacia esa persona que había ensuciado su ropa.
No pudo evitar reír ante la humillada imagen en la que le había dejado en el comedor, atrayendo así las miradas curiosas de los sirvientes que por ahí pasaban puesto que a un ojos era alguien de pocas expresiones. Sabía en lo que se estaba metiendo pero así lo quiso. Aunque reconocía que fue muy poco serio de su parte caer en sus provocaciones.
Pero después de todo fue joven y tuvo hermanos mayores por lo que se sabía más de un truco que podría utilizar en su contra.
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