Capítulo 2

¡Pero que mocoso tan irritante! ¿Se supone que ESE era el siguiente gobernante en su país? Pues podre de su gente entonces. Porque Dios santo, los dos días que ya llevaban viviendo bajo el mismo techo le había hecho un infierno.

Primero mojo las sabanas de su cama en plena noche. Luego le fastidio su lectura en la tarde. Finalmente lo molesto en su tiro con arco. ¡Y todas en la misma semana! Deseaba golpearlo con sus propias manos pero el acuerdo prohibía cualquier daño físico. Solo le quedaba la opción de tenerle evitarlo y tenerle paciencia durante las comidas. Pero que mucha paciencia. Durante un año. Genial.

Los únicos lugares en los que sabía que no lo encontraría serian en los campos alrededor del castillo. Él odiaba la tierra y los insectos. Era tan inmaduro ese mocoso. ¿Qué edad tendría? Ni su rostro o cuerpo lo hacían ver como alguien que pasara los veinte y nueve, pero tampoco parecía bajar de los diecinueve. ¿De cualquier manera por qué le debía importar? No es como que si tuviera ganas de tratarlo, era muy molesto.

Inhalo aire cuando sintió una mirada en su espalda, ni se giró por saber de quien se trataba ya.

Todavía no podía creer que ese fuera un heredero. Literalmente no lo parecía. ¿Qué clase de heredero a un trono se sentaría en medio de un campo lleno de tierra e insectos? Era asqueroso. No negaba el hecho de que disfrutaba molestándolo con pequeñas bromas. Aunque no es como si tuviera otra opción, no había nada más interesante que hacer aquí; literalmente llego al punto en el que desafío a cada sirviente a un partido de ajedrez y les gano a cada uno. Si, este lugar era aburrido. En su castillo podía pasar medio día hablando sobre cada uno de sus cuadros enmarcados en plata pero aquí no podía hacer nada de esto.

Sonrió con burla al ver como las nubes cargadas de lluvia empezaban a llegar, por lo que no tendría más opción que entrar, y eso significaba que podría jugarle más bromas para matar su aburrimiento.