18. ...juntos

Dedicado a KaremGarcias por estar siempre pendiente a mi historia.

—Todo va muy bien, ¿No creen?— pregunta Robert. Todos estamos aislados de los padres mientras hablamos.

—Aún falta el plato fuerte— comentó Darlen.

—Pero, ya nos comimos hasta el postre, te hacía glotona pero no para comerte dos platos fuertes— habló Joseph riéndose.

—Pero serás idiota— dije y le golpeé la cabeza con mi mano.

—Outch, me estás maltratando.

—Porque eres un tonto, me estoy refiriendo a decirle a nuestros padres— le aclaró Darlen.

—Yo que iba a saber, pensé que hablabas de comida— se defendió ofendido.

—Por eso te dijeron tonto e idiota— respondió Robert por nosotras.

—¿Y ustedes por qué están tan callados?— preguntó mi amiga.

—Yo no tengo nada que decir, mis padres saben que soy novia de Joseph, no tengo nada de que preocuparme— habló Lía.

—Suertuda— anunció Darlen —y usted que está tan pensativo.

—Estoy casi seguro que me tocará hablar a mi y eso, estoy nervioso— habló Santiago.

—Ten Santi, se te están cayendo las plumas— todos reímos con el comentario de Joseph.

—Lo mejor que puedes hacer es quedarte calladito Joseph o se te olvida que fuiste tú, quien pasó toda la velada gagueando— río Darlen —y..o..yo se..e laa voy a cuuu..ida..r See..ñor Doo...ncan per..dón Duun..can— ahora todos nos reíamos de Joseph.

—Sabes, a veces pienso que me odias— dijo. También empezó a reir y abrazó a Lía —valió la pena— dijo, dejando un beso en su frente.

—No, no te odio corazón, si eres mi único hermano tonto, si te odiara no me podría burlar de ti con amor.

Todos seguíamos riendo sobre los comentarios de los chicos, nuestros padres estaban al otro lado de la terraza conversando, se veían muy entretenidos los unos con los otros y ya casi era hora de romper esa hermosa armonía que se podía sentir en el ambiente.

Tomamos unos cuantos tragos hasta que llegó la hora de la verdad, nadie quería ser él primero así que Joseph se ofreció hablar un poco de su noviazgo con Lía en frente de todos para ganar algo de tiempo.

—¿Vas tú o voy yo?.

—Yo..o, o mejor los dos. Todos es mejor— respondió Santiago.

Santiago respiró profundo, avanzó en camino a nuestros padres, seguimos sus pasos hacia las mesas y los padres se acercaban a tomar asiento. Tomé dos copas en las manos y me encaminé a donde estaba Santi. Cuando todos estuvieron sentados, le entregué una copa a mi novio mirando fijamente sus ojos.

—Ya es hora— dijo.

—Ya es la hora— afirmé.

—Bien, todos pongan atención por favor, queremos decirle algo muy importante— empezó a hablar y yo a mirar mis padres. Robert y Darlen se pusieron de pies a mi lado. Darlen tomó mi mano y la de Robert —ustedes nos conocen de mucho tiempo, son como padres para nosotros por la amistad que mantenemos con cada uno de sus hijos, por eso hoy decidimos hacer las cosas bien con ustedes por el respeto que sentimos por cada uno.

—Nos han brindado la suficiente confianza para no fallarles, para hoy tomar valor y hablar formalmente con ustedes— agregó Robert.

—Tal vez sea muy común o tal vez no, una situación como esta, pero lo importante es que ustedes tienen la última palabra— opiné.

—Yo no tengo palabras para ustedes porque ellos lo dijeron todo, pero saben que todo lo tomo a chiste o relajo, pero esto es importante y quiero que tomen en cuenta mi seriedad porque es real. No solo yo lo tomo así, sino todos aquí de pies— finalizó Darlen.

—Chicos, creo que deberían ir al punto que ya todos sabemos— dijo el Señor Duncan. Los demás sonrieron a excepción de mi padre.

—Formalmente queremos pedirles al Señor Gilles y al Señor Galler, que nos den permiso de que sus hijas nos concedan el honor de ser nuestras novias— Santiago no estaba gagueando pero bien que estaba temblando.

Aplausos fue lo que más escuché, todos sonriendo, estrechando sus manos con los chicos y chocando copas brindando. Mi madre tenía una gran sonrisa en su rostro como solo ella podía sonreir, transmitiendo su felicidad a quien la mirase, menos él, no tenía ninguna expresión, sólo levantaba un poco la comisura de su labio cuando mi madre lo miraba. Más la suya estaba clavada en mi, sólo me mantenía la mirada pero no había ningún gesto que mostrara su estado de ánimo.

Santiago y Robert fueron felicitados por todos. Mi padre felicitó a Robert con sinceridad, se podía leer en su rostro pero con Santiago, sólo se limitó a estrechar su mano firmemente y unas simples felicidades. Mi madre lo abrazó y lo llenó de besos, le dijo que me cuidara con todo su corazón y él dijo que si.

Mi padre se puso de pies y caminó a una de las orillas de la terraza, a la parte más aislada de todos —por así decir— di pasos entre los demás y seguí a mi padre a esa parte.

—¿Me estás siguiendo?, Deberías ir a celebrar con tu novio, ¿No crees?.

—Suéltalo, dale es el momento, desahogate.

—¿Cómo pasó esto tan rápido?¿En qué me equivoque?, Eres una bebé, mi bebé— se acercó a mi dejando un fuerte abrazo.

—Papá no te equivocaste, aún soy tu bebé, que tenga novio no cambia nada.

—Sólo lo dices para tranquilizarme, al menos tengo la ventaja de que es con Santiago, es un buen muchacho— su voz ya no era nada firme, su voz estaba en un hilo.

—Papá no es que me voy a vivir con él o que me haya casado y esperara hijos de él, sólo me pidió ser su novia; si lo hubieras visto todo nervioso hablando. Sus piernas temblaba y tenia sus manos en los bolsillos, ni hablar de su respiración. Estaba que moría y eso papá, se llama respeto.

—Prefiero llamarlo miedo— sonrió —mi niña, cuanto haz crecido y apenas me doy cuenta, acabo de abrir los ojos.

—Sigo siendo tu pequeña, dijiste que este viejo— coloqué mi dedo indice en su pecho —aún podía y siempre podría conmigo.

—Y no te mentí, pero ni crean que se la voy a poner fácil— lo miré unos segundo  —él y yo tendremos esa conversación.

—De acuerdo, cosas de hombre — solté y ambos sonreímos.

—Será mejor que entremos, antes que tu madre se ponga como loca a buscarnos.

—¿Loca?— pregunté curiosa.

—Si, nunca lo escuchaste de mi boca— dijo pasando los dedos por sus labios en forma de cerrar zipe.

—Aquí están, Sofia los anda buscando — informó Santiago.

 —Te lo dije, mucho había durado—me miró —e usted y yo tenemos una charla jovencito— dijo mi padre a Santiago. Ya no estaba lloriqueando.

—Cuando usted quiera Señor, con mucho gusto.

—Bien, vamos.

Mi padre cruzó un brazo por el hombro de Santiago y el otro por encima de él mío; le susurró un "lo siento" por lo bajo a Santi. Llegamos donde mi madre, la cual me dio un abrazo y me preguntó, ¿Dónde estábamos? Así que le dije la verdad y sólo pude ver la gran sonrisa que tiene cuando le conté lo de mi padre.

En realidad no salió tan mal como yo esperaba, la reacción de mi padre no fue lo que yo estaba esperando. Fue comprensivo, hasta podría decir que soltó una cuantas lágrimas haciéndose él fuerte. En algo así tenía razón, no nos la iba a poner fácil hasta que no tuvieramos la suficiente confianza con él y eso yo lo tenia muy claro.

Todos nos volvimos a sentar a la mesa, pero con la diferencia de que ahora, todos estabamos en parejas —incluido padres, como nosotros —mientras conversábamos entretenidos de como habían evolucionado las cosas entre nosotros.

Mi madre siempre había sospechado de Santiago y los padres de él, hace mucho tiempo que lo sabían pero mi príncipe azul no tenia suficiente valor en ese entonces.

Siempre espero lo peor de las situaciones que la vida me pone para sobrellevar, así en el momento que me toque vivir algo impactante, no estoy tan a la deriva. Si paso una mala situación, estoy preparada para lo peor, más que, si pasó algo bueno, sólo me queda regocijarme en mi alegría, porque al final nada salió como yo esperaba.

Está un poco corto pero aquí está el nuevo capítulo, andaba bien melancólica y no quería arruinarlo.

Espero que les haya gustado.

¡Hey! La cena no salió tan mal después de todo y yo siempre pensando mal.

Gracias por leer chicos/as, son mis mejores del mundo por llegar hasta aquí conmigo.

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