1. La cumpleañera

Dedicado a matona

—Cumpleaños a Liz, que los cumplas feliz ehhh— hacer tanto escándalo por un año más de vida, nunca me había gustado pero este era diferente, ellos no lo sabían pero yo sí, nunca había esperado mi cumpleaños con tantas ganas y miedo al mismo tiempo, es que de sólo pensarlo, me sobresalto y me niego rotundamente, me he negado muchas veces y esta vez me lo ofreció como regalo de cumpleaños o más bien me lo insinuó, de verdad me gusta y no quiero hecharlo a perder después que acepté, no exactamente a lo que imagino pero si acepté su invitación a "comer", aunque si dijera que no, se que el entendería, es una buena persona, por eso me gusta. Tengo que dejar la cobardía, no es como si me fuera a morir por esa tontería, además muchas chicas de mi edad lo hacen y no es una cosa del otro mundo según lo que he escuchado decir, ya tengo diecisiete años, tengo que comportarme como adulta.

Creo que me reí en voz alta porque todos me estaban mirando con cara de ¿Porque te ries? Y como no reirme, si estoy pensando comportarme como adulta, mientras estoy mirando mi pastel con diecisiete velitas de esas que usas para los niños pequeños.

Salgo de mis pensamientos cuando mamá me llama.

—Liz cariño, ¿De qué te ríes?— confirmado me reí en voz alta.

—De nada mamá— mentí —recordé algo en un cumple pasado, nada importante ¿En qué estabamos?

—Esperamos que soples las velitas o comeremos pastel con cera cariño— salvada por la campana.

Sople las diecisiete velas que mamá puso para mi. Pedí mi deseo. Perder la vergüenza. Todos hicieron una bulla, al finalizar de apagarlas todas.

—Gracias Mamá— aunque aveces me saca de mis casilla, es la mejor mamá del mundo.

No dijo nada, sólo plantó un beso en mi frente y lo tomé como respuesta a su silencio. Cuando ya salí de las felicitaciones y abrazos familiares, me dirigí a mis amigos, Darlen mi mejor amiga es como mi hermana mayor, Joseph el hermano menor de Darlen, Robert nuestro compañero de clase y él, Santiago, amigo de la infancia y compañero de clase, es como mi crush secreto, el dueño de mis ilusiones y mis mas grandes fantasías, no le diría que no si me pidiera ser su novia ¿Porque no me negaría? Porque es una muy buena persona y todo un amor, además ¿Quién no querría ser novia de su crush? Exacto todo el mundo.

—¿Cómo está la cumpleañera más hermosa del mundo?— ahí estaba él, haciendo que mi corazón se acelere a tal grando, que tengo que respirar hondo disimuladamente.

—Estoy bien, luchando con mi familia, ustedes saben como es esto— amo mi familia pero seamos sinceros, el día de tu cumpleaños, eres el centro de atención y no te dejan respirar.

—A ver mi pequeña Liz, siéntate aquí— Darlen es una persona encantadora, pero aveces me asusta y me sonroja con sus ideas y comentarios, no es fácil tener una amiga pervertida, cuando tu sólo conoces lo que ella dice, por cosas que haz leído en algún libro —tenemos los regalos para ti, abre el mío primero— tomé la caja en mis manos, la conosco, se que algo trama y aquí están los muchachos.

Luego de observarla a ella y mirar la caja, me miró indicándome que abriera la caja, retiré el lazo, junto con la tapa, intenté no ponerme morada y mantenerme en el tono rojizo que seguro estoy adquieriendo al ver el contenido de la misma. Sin poder reaccionar ella saco una pieza del conjunto, eran unas bragas negras de encaje rojo, me la extiende, las tomé tapandolas con mis manos, sacó el brasier a juego, con los mismos colores y encaje, lo entro todo rápido en la caja y la vuelvo a cerrar, ella ríe a carcajadas como siempre, para tener 19 es muy infantil.

—¿Por qué no me lo diste en privado Darlen?— le pregunté intentando verme seria ante los muchachos.

—Es una pequeñez, además ellos son de confianza— dijo señalando los demás.

—Me parece muy provocadora para ella, Darlen— dijo Robert, es como el más conservador después de mí, claro está.

—Es lindo— dijo Joseph, dándome una sonrisa.

—¿Qué te parece a ti Santiago?— le preguntó Darlen, sinceramente quería saber su respuesta, pero me estaba muriendo por su falta de discreción, Darlen no conocía esa palabra, e llegado a pensar que fue un error contarle que me gusta Santiago.

—Tengo curiosidad de saber ¿A quién se lo modelaras Liz?— ¿Cómo es posible contestar una pregunta con otra pregunta?.

—A nadie Santiago— contesté. Él me miró levantando una eja —o tal vez me lo ponga y se lo modele a Darlen, ya que ella fue quien me lo regaló.

Todos nos echamos a reír la verdad es que no tengo a quien modelarselo, solamente no quería quedar como la tonta que saben que soy.

—Bien, abre nuestro regalo, es de parte de los dos— dijo Joseph señalando a Robert —Espero que te guste— esa típica fracesita.

—Gracias muchachos— le dí un beso a cada uno, era un libro dividido en dos partes, ya lo había leído pero es bueno tenerlo en físico, es un libro que nunca voy a olvidar y siempre será mi favorito.

—¿Qué le vas a regalar Santiago?—  preguntó Joseph, igual de incorregible que su hermana.

—Le ofrecí una comida en mi casa, hecha por mí, ella ya lo sabía ¿Verdad Liz?— respira, respira, respira, respira —¿Liz?.

—Sí Santi ya lo sabía— era mi regalo más esperado.

—Una cena romántica ¿Eh?— le empujó el hombro Darlen, mientras el embozado una pequeña sonrisa de esas que valen un millón, que a mí me encanta tanto ver en su rostro.

—No exactamente Darlen— escuché un soplido, creo que se desinfló la nube en la que estaba sentada —es de mis pocas amigas, le regalaré una comida romántica, eso de cena es para novios y aún no somos eso— me guiño un ojo, ¡SI! ya estoy poniendo un tapón a la nube, para volverme a elevar.

—Hacen bonita pareja y se conocen hace mucho ¿Por qué no lo intentan? Es decir, es decisión suya, no de Darlen— comentó Robert mirando a mi amiga con los ojos entrecortados, mientras ella le tiraba un beso.

—No apresures las cosas— espetó Santiago, mientras yo estaba dando saltos interiormente, por aquello que había escuchado salir de su boca.

—Yo solo digo— dijo Robert encogiéndose de hombros. A veces pienso que Darlen y Robert tienen algo aunque son muy diferentes y siempre están en desacuerdo, del lado contrario al otro, por ahí dicen que los polos opuestos se atraen, además ella me lo diría, es mi mejor amiga.

Luego de eso no volvimos a tocar el tema, seguimos charlando tonterías y tomando algunos tragos, bailamos, cantamos, jugamos y así transcurrió la noche de mi fiesta. Dos horas después la mayoría de mis parientes que ya se habían retirado y los muchachos ya se iban, excepto Darlen.

—Cuídense chicas, no hagan tonterías— dijo Robert.

—Que descansen mis amores— nos dijo Santiago dándonos un beso en la mejilla cada una.

—Le diré a mamá que te emborrachaste y que por eso no llegaste a casa— habló Joseph mientras se reía.

—Tan tonto mi hermano que no sabe que ya llamé a mamá— ahora era ella quien se reía.

—Daña momentos— susurró dándose vuelta para irse.

—Yo también te amo hermanito— dijo Darlen, así cerró la puerta y se giró hacia mí, ya sabía lo que venía— ahora probemos ese conjunto tienes que modelarselo a Santiago.

—Cállate— le grité mientras las dos reíamos —me encantaría.

—Lo sé.

—Pero no puedo— me tapé la cara— él no gusta de mí y pues la vergüenza me mataría.

—Liz, ¿Que te dicho?.

—Que sea optimista.

—¿Y qué más?.

—Que la vergüenza la tendré, hasta el día que haga eso que me da vergüenza.

—Pues no se hable más vamos.

●●●

Subimos a la habitación y Darlen entró a tomar una ducha, mientras yo arreglaba su ropa en la cama y mi nuevo conjunto de encaje.

¡Gracias Por Leer¡

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