▫ [7.] Estrellas ▫





*-*-*-*-*

Desde que tenía memoria, Izuku lo veía en sus sueños.

Ambos tenían casi la misma edad, así que el joven de cabello rojo y blanco prácticamente había crecido a su lado a pesar de que sólo ser un producto de su imaginación.

Lo había visto en su primer día en la guardería, ocultando su miedo y tragándose un par de lágrimas. También lo había visto riendo sin medidas cuando su madre lo aupaba o le hacía cosquillas.

E Izuku también lo había visto cuando el joven fue atacado por su madre, cuando la mirada en sus ojos cambió y una cicatriz fue añadida en su rostro, además de su corazón.

Fue la primera vez que Izuku sintió dolor. Un dolor extraño que nació en su marca de nacimiento y terminó extendiéndose por todo su cuerpo, haciéndolo sentir ansioso y preocupado. El dolor en su corazón también le había parecido muy real, pero no parecía un malestar que viniera de su cuerpo. Aquella ocasión, sólo había tenido fuerzas para sollozar el nombre de su madre mientras sentía que se ahogaba por la profunda presión que sentía en el pecho.

Izuku había llorado por el dolor del niño. Incapaz de alcanzarlo o de hacer algo más que mirar como a través de una pantalla, él había deseado por primera vez que sus manos pudieran alcanzarlo. Deseó con todas sus fuerzas consolarlo para que dejara de sentirse solo, para demostrarle que Izuku estaba a su lado y que nunca le haría daño.

Pero lo única forma en que lo veía, era a través de sus sueños. Con el paso de los años, Izuku había tratado de convencerse que ese joven sólo era alguien inventado, salido de una fantasía. No podía albergar las esperanzas de que ese joven fuera alguien real, porque aquello dolería.

Al fin y al cabo, Shouto vivía en un plano universal sacado de algún comic de héroes.

Izuku se había reído de sí mismo al soñar con los poderes del muchacho. Le había sorprendido que su cabeza tuviera la capacidad para crear ese tipo de mundo, uno donde tener poderes sobrenaturales era tan normal como respirar. Un mundo donde el joven de sus sueños creaba hielo y fuego con cada uno de los lados de su cuerpo.

Sus mundos no coincidían en absoluto. Izuku era parte de la aburrida Tierra, donde los humanos no hacían más que levantarse para comer, ganar dinero, tener sexo y dormir. Con una que otra variación, aquel era el resumen más vasto que Izuku habría podido dar a su entorno; no había ningún héroe con los poderes de cambiar el clima con sólo fuerza bruta, ni tampoco villanos que podían desmoronar la materia con un simple toque.

Pero la emoción que Izuku había sentido por ese mundo, por ese joven cuyo corazón parecía estar congelado, lo motivó a convertirse en escritor. Izuku descubrió su vocación por esos sueños, por esa conexión tan profunda y especial que tenía con Shouto.

Izuku había decidido plasmar la vida del joven en palabras, convirtiéndolo en su personaje principal de aventuras. Cada noche, nuevos sucesos venían a su mente y no parecían tener fin jamás. Nuevos villanos, nuevas aventuras y nuevas oportunidades de aprender.

Sin embargo, a pesar de que los años se acumulaban para ambos, Shouto no parecía cambiar en absoluto. Si bien se había convertido en alguien poderoso y admirable, lo suficiente para que toda la población de ese mundo de sueños aclamara su nombre, su corazón permanecía congelado, sin ser capaz de establecer una relación de afecto o siquiera hacer otra cosa más que pelear por inercia.

Shouto preocupaba a Midoriya, y aunque él se repetía una y otra vez que no era alguien real, los impulsos y deseos de poder alcanzarlo para decirle que estaba con él, no lo abandonaban.

Con el paso del tiempo, la situación pareció empeorar. El corazón de Shouto se fue marchitando poco a poco, llenándose de un rencor amargo hacia quien le había hecho daño y siendo incapaz de brindar perdón. Shouto se volvió frío, amargo, y lastimó profundamente el corazón de Izuku.

El pecoso pudo sentir que su cuerpo pesaba de nuevo, como aquella vez que había cambiado todo para la vida de Shouto. Así fue como supo que algo malo ocurriría, que Shouto se dejaría llevar por sus sentimientos negativos y cometería una locura imperdonable.

Se obligó a despertar, se obligó a detener sus sueños y la historia que parecía rodar sin control; pero fue inútil. Aún con los ojos abiertos, Izuku fue capaz de ver aquel mundo. Fue como si su fragmento de realidad se dividiera, como si una imagen quisiera superponerse a otra, batallando por ganar el control absoluto.

La cabeza de Izuku ardía, punzaba por ello. Sentía que se partiría en dos en cualquier momento, que su corazón saldría corriendo por su boca y lo dejaría hueco y sin alma.

Fue entonces cuando enfocó a Shouto por última vez, con la mano que producía hielo sobre su corazón. Desgarrando su ropa y quedándose vulnerable ante caricias perdidas que daba de arriba hacia abajo, como si estuviera preparando un terreno especial.

Izuku fue capaz de ver su torso por primera vez. Mientras la sensación de ahogo y miedo lo inundaban y lo dejaban al borde de la inconciencia, Izuku vio la marca de nacimiento de Shouto. Una estrella que lucía y se veía aterradoramente igual a la de Izuku.

Una última ráfaga de dolor lo atravesó de lado a lado, haciendo que cayera al suelo y se golpeara severamente la cabeza. Era como tener un paro cardiaco, así que él trató de calmar el dolor llevando la mano a su pecho, y presionando por sobre todo lo que podía alcanzar, incluso la marca de nacimiento.

Lloraba por un dolor que no era suyo, por un joven que no conocía y que tampoco era otra cosa que una fantasía. Pero con todas las fuerzas de su alma, Izuku deseó que Shouto fuera alguien real, que sus manos pudieran alcanzarlo y que Izuku tuviera la suficiente fuerza para sanar y descongelar su corazón.

Con el último deseo en los labios, Izuku dejó que la inconsciencia lo inundara y se llevara el dolor.

Y el dolor desapareció, igual a su cuerpo.




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Almas gemelas.

Almas gemelas cuyos mundos los separaba por algo más allá de lo físico o temporal. Ellos no podían estar juntos por decisión del destino, y sólo les quedaba esperar a otra vida para poder encontrarse.

Cuando por fin pudo recuperarse del desmayo, Izuku se había descubierto frente a Shouto. Estaba en medio de otro de sus sueños, pero cuando Izuku había intentado alcanzarlo, Shouto había abierto los ojos y lo había visto fijamente. Como si el protagonista del sueño fuese él, Izuku, y no al revés.

Con algo de temor, ambos habían extendido las manos hacia el otro, provocando que el sonido y la Tierra misma temblaran, como en una cadencia estridente cuyo eco no dejaba escuchar nada más.

Pero Izuku pudo alcanzarlo. Con un último sollozo, pudo alcanzarlo y abrazarlo como tantas veces imaginó, como tantas veces quiso hacer pero fue incapaz. Y le habló a Shouto, le dijo que no estaba solo y que nunca más estaría solo; pero que si se sentía así, tan sólo debían tocar sus respectivas marcas, sus estrellas, para sentir la conexión que los unía.

Shouto lo acariciaba con lágrimas en los ojos. Contándole que también lo conocía y también era protagonista de sus sueños. Él, mucho más que Izuku, había negado la existencia del otro. Creyendo que era un consuelo barato; con miedo a dañar su corazón con el sólo hecho de creer que Izuku pudiera ser real.

Izuku sonrió débilmente por la ironía. Ambos no parecían ser tan distintos.

Sin embargo, cuando las orillas de sus cuerpos comenzaron a desdibujarse, Izuku supo que su tiempo se estaba acabando. Que no faltaba mucho para que cada uno volviera a su respectiva realidad.

Te amo —le susurró, arrugando los ojos, estrujando su corazón a propósito—. Te conozco de toda la vida y he visto tu corazón herido. He sentido tu dolor como si fuera el mío propio, y te amo aún más por ello.

Inspiró aire otra vez, desesperado por dar a entender sus palabras. Desesperado porque Shouto entendiera hasta qué punto llegaban sus sentimientos.

—Nunca te he tocado, ni he creído que fueras real. Siempre he negado tu existencia, pero he sentido tus logros y tus fracasos como si fueran míos. Y desearía poder estar junto a ti siempre, pero en esta vida no puedo hacerlo.

Shouto también sollozó frente a él. Su sonrisa rota lastimó a Izuku de formas que nunca creyó posibles. Pero seguía siendo una sonrisa, una que hace tiempo había dejado de ver, con las manos apretadas frente a su pecho, con los sentimientos brotando de su corazón y traspasando todos los planos físicos y temporales que los separaban.

—Yo también te he negado, pero ya no más. Nunca más, Izuku. Te amo, y prometo amarte siempre, siempre —le dijo antes de desaparecer por completo. Izuku gritó cuando dejó de verlo. Gritó por su suerte y la de Shouto, por su amor y el destino al que estaba unido.

Lloró por ambos, y al despertar de su sueño, siguió haciéndolo.





*-*-*-*-*




Shouto ganó la extraña afición de dibujar cosas y llenar sus paredes de imágenes en blanco y negro.

Izuku era el protagonista de cada uno de esos bocetos. Lo era de la misma forma en que Shouto era protagonista y aparecía en primera plana en su serie de comics e historietas.

A su manera, cada uno llamaba al otro.

Y cada noche antes de dormir, dirigían su mano hacia la estrella cerca de su corazón, prometiéndose ser pacientes hasta que pudieran encontrarse en la siguiente vida.







*-*-*-*-*

Pues... Se acabó.

ToT

Me siento feliz de haber participado, he estado atravesando un bloqueo tremendo de escritura, y este fue un desafío que me ayudó a superar eso un poquito.

Y escribir sobre estos dos fue tan divertido. Los mundos y posibilidades salieron más sencillo de lo que creí posible, así que a pesar de que dormí un poco menos esta semana, no me arrepiento de nada.

Y newyorkblues, sé que posiblemente resulte ser algo pesada, pero muchas gracias por el empujoncito. A veces yo sólo sirvo a base de empujones y palabras de ánimo, así que quise devolverte un poco del gran amor que siento por tus historias. Tú hiciste que me enamorara perdidamente de esta ship.

Gracias, gracias por alegrarnos la vida a mí y a todos tus lectores. <3

Y bueno...

Solo me queda decir que espero poder escribir más sobre esta parejita. Realmente me encantó.

Y a quienes se sumaron a mis locuras, muchas gracias por el apoyo.

Un beso y un hasta luego.

K. Seleori.

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