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Veo en los árboles vigilantes. Las sombras me acechan desde temprano. No es que exista un ojo vigilante, pero las noticias vuelan pronto y yo soy solo una estudiante.

Mis ojos por las ramas, el corazón acelerado, ¿desde cuándo el mundo se volvió malvado? El cielo denota miedo, nadie entiende cuando lo expreso.

Miro la complejidad entre las nubes, pienso en las cosas extrañas que me aturden. Siento que están en donde sea, las mentiras, los maleantes. 

Anhelo el dulce de la infancia, en el alma esperanza. Ahora sé de los conflictos, en mi cabeza no hay nada más que gritos.

Censuras, política, una nueva marcha. Las reformas, el clima y la economía no marcha.

Volver a la infancia, cuando la vida era simpleza, su foco sólo en la naturaleza.

Pero escucha el violín que va bajando la marcha, el ave que canturrea y mi vida se calma. Ahí sigue, aunque no lo crea. Un rayo de luz me traspasa.

Quizá es la verdad que brilla bajo la farsa.

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