Capítulo 6

Era cerca de medianoche, y concentrada, seguía cosiendo el osito. Quería terminarlo esa misma noche; cosí su cuerpo. Ya casi lo tenía listo, solo me faltaba su cabeza.

Lo miré y me pareció que me estaba quedando bonito. Sonreí y me llegó un WhatsApp...

Más sonreí al ver que se trataba de Joey, el que todo tierno me había enviado una foto suya, usando la chaqueta de cuero, que a mi tanto me gustaba.

Me escribió:

"Joey: Hola, niña mía. Aquí te dejo esta foto y mi gran sonrisa para ti.

Te amo, Cielo."

Me reí de dicha y pensé en él.

Me vio en línea y sonrió con ternura al ver que yo había visto su foto y vibró al ver que yo le estaba escribiendo...

"Cielo: Qué lindo y guapo te ves en la foto, amo tu sonrisa.

Te amo, mi Joey."

Sonrió perdidamente al leer mi WhatsApp y rápidamente me escribió...

"Joey: Yo más te amo a ti."

Sonreí y vi que allá, en Londres, era muy tarde. Me llamó la atención que aún estuviera despierto y le volví a escribir.

"Cielo: Amor, pero ¿Qué haces despierto tan tarde? ¿Estás bien?"

Sonrió tierno.

"Joey: Si mi vida, es tan solo que no me quería ir a dormir, sin antes darte las buenas noches."

Sonreí.

"Cielo: Que tierno y lindo eres. Me encantó la foto y no te preocupes, que la guardaré solo para mí."

"Joey: Jejeje, bueno, ahora me iré a dormir. Que descanses, mi Cielo. Te amo demasiado."

"Cielo: Tú también descansa. Mañana hablamos. Soñaré contigo."

"Joey: Jejeje, entonces, me tendrás que contar ese sueño."

"Cielo: Jejeje. Te amo, mi Joey. Que duermas bien."

"Joey: Tú igual, mi Cielo. Buenas noches."

"Cielo: Buenas noches, mi Joey."

Al otro día...

Se me había hecho tarde. Llegué casi corriendo a la oficina y ahí estaba mi jefa, la que me miró más que molesta.

_ Estas no son horas de llegar, señorita María del Cielo.

_... Lo siento. No volverá a repetirse, lo prometo.

_ Más te vale. Ahora quiero que me vuelvas a archivar todos los contratos de terrenos por orden alfabético y esta vez no quiero errores.

_... No los habrá...

Me habían desordenado todos los contratos, y yo presionada, comencé nuevamente a ordenarlos y a archivarlos, mientras que el teléfono no dejaba de sonar.

Ya era casi medio día, y más que estresada y nerviosa, aún no terminaba de archivar; pensé en Joey y traté de ser fuerte, cuando mi jefa se me acercó...

_ ¿Y ya terminaste de archivar?

_ No, aún me queda un poco.

_ Mira, últimamente tu trabajo deja mucho que desear. – la miré en seco.

_ ¿Perdón?

_ Así es. Te has vuelto una irresponsable, una pésima recepcionista y ¿Sabes? No estamos conformes.

_...

_ Si no cambias, me temo que tendré que despedirte.

_ ¡¿Cómo?! ¡Pero usted no me puede despedir! ¡Yo he hecho todo lo que me ha pedido, incluso volver a archivar estos contratos, que ustedes mismos desordenaron!

_ Eso no es mi problema, pero si no me los tienes para hoy mismo, mañana no te molestes en venir. – se me vino el mundo encima.

_...

_ Ya estás advertida, María del Cielo...

Se me llenaron los ojos de lágrimas de tan solo pensar que podrían despedirme. La angustia me consumió y el teléfono seguía y seguía sonando.

Asfixiada, se me cayeron las lágrimas y no pude más y salí de la oficina.

Llorando de tristeza e impotencia, pensé en Joey y anhelé que me contuviera...

Leía un libro, cuando de repente sonó su celular.

Sus ojos brillaron al ver mi nombre como llamada entrante y contestó de inmediato.

_ Halo.

_... Hola, mi Joey. –advirtió que no estaba bien y se preocupó.

_ ¿Qué pasa, niña mía? ¿Por qué estás llorando? – me dieron más ganas de llorar.

_... Es que tuve un problema en mi trabajo. – más se preocupó.

_ ¿Qué pasó?

_ Fui castigada severamente. Mi jefa me dijo que era una irresponsable y que, en estos últimos días, estaba haciendo muy mal mi trabajo.

_ Pero ¡¿Cómo?! ¡Ella no puede tratarte así! – más lloré.

_ Me mandó a archivar esos horribles, y gordos contratos, otra vez y si no los tengo para hoy mismo, me despedirá. – más se angustió por mí y yo suspiré de llanto.

_ No, tranquila. No pienses en eso. Eres una gran secretaria, y recepcionista. Yo lo sé, mi amor.

_ Mi Joey. – sonreí entre lágrimas.

_ No llores más, niña mía. Lo que tienes que hacer es terminar ese trabajo. – me sequé los ojos.

_ Lo sé, pero es que tengo tanta tristeza. Estoy tan cansada de este trabajo.

_ Lo sé, Cielo.

_ Disculpa por haberte llamado.

_ No. no tienes por qué disculparte, Cielo. Me encantaría tanto poder estar ahí, ahora a tu lado, para abrazarte y contenerte como te lo mereces.

_ ¡Ay! Mi Joey. A mí me gustaría lo mismo ¿Cuándo volverás? – se entristeció y más deseó estar a mi lado.

_ Pronto, aún no lo sé, pero te prometo que estaré allí contigo. – más me puse a llorar – Mi cielo. Sé que esto te afecta, pero tienes que tomar una decisión. Tienes que ver si ese trabajo es lo que te conviene, o no ¿Comprendes?

_ Si, Joey. Creo que tienes razón.

_ Mi hermosa. – me sentí un poco más tranquila y me dio valor.

_ Iré a la oficina. Gracias, de verdad, muchas gracias por haberme escuchado, Joey.

_ No hay nada que agradecer, Cielo. Aunque ahora yo esté lejos, jamás te dejaré sola.

_ Te amo, Joey. – se le alborotó el alma y se llenó de alegría.

_ Yo también te amo, Cielo. – sonreí.

_ Bien. Ya debo irme.

_ Ok. Estamos hablando y tranquila, sí.

_ Si, ya al hablar contigo me siento mejor. Tú me das valor para seguir y enfrentar lo que sea.

_ Oh niña mía. Eres tan linda y tierna. Por eso, y otras cosas, es que te amo tanto. Te amé desde el primer día en que nos conocimos.

_ Y yo, mi Joey. Te he amado toda mi vida. – sonrió con ternura.

Decidida, entré con valor a la oficina. Ahí estaba Hilda, mi jefa, sentada en mi escritorio.

Me miró con seriedad.

_ ¿Y dónde se supone que estabas tú?

_ Salí a tomar aire un momento.

_ Te recuerdo que estas no son horas para tomar aire fresco. Para eso tienes tu hora de almuerzo.

_ Pero...

_ Y te recuerdo que debes tenerme, para hoy mismo, todos los contratos de terrenos, archivados, porque de lo contrario, mañana no te molestes en venir. – Ya no aguanté más.

_ ¡¿Sabe qué?! ¡Me tiene harta con sus estúpidas amenazas!

_ ¡¿Qué estás diciendo, mocosa estúpida?!

_ ¡Lo que oyó! ¡Y no me falte el respeto, porque yo jamás se lo he faltado a usted!

_ ¡Te estás sobrepasando, María del Cielo! ¡Esto no le va agradar nada a la directiva, cuando yo se los cuente!

_ ¡No me importa! ¡Ya nada de esto me importa! ¡¿Y sabe qué más?! ¡Renuncio! ¡Me voy de este horrendo lugar, lleno de arpías como todos ustedes! – abrió los ojos y se quedó casi sin aliento.

_ Pero ¡¿Cómo te atreves?!

_ ¡Ya me oyó! ¡Renuncio!

Le grité en la cara y me acerqué a mi escritorio a sacar todas mis cosas. Mi jefa desconcertada, se levantó de mi asiento.

_ Te vas a arrepentir de esto María del Cielo, pero desde ya te advierto que no encontraras un sitio, como este, para trabajar y ningún otro.

_ ¿Me está amenazando?

_ Tómalo como quieras, pero si te vas de aquí, me encargaré personalmente que ninguna otra empresa te contraté. – pensé en Joey y le sonreí.

_ No le temo a sus amenazas. Yo soy libre de hacer lo que quiera. Con permiso...

Le dije con todo valor y tomé mis cosas, y salí con la frente en alto de aquel detestable lugar.

Al salir de la empresa solté un suspiro y me sentí libre. Sentí que me había sacado un peso de encima.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top