Capítulo 5
Al otro día...
Feliz me fui a mi trabajo. Recordaba, una y otra vez, que Joey me había llamado anoche, y en todo lo que habíamos conversado.
Caminé por el terminal de buses, y soñé con su rostro, y su tierna risa, cada vez conversábamos.
Sentada en mi escritorio, ingresaba correspondencia y me detuve a mirar sus fotos en el fondo del computador. Cada vez me parecían más lindas y me recordar que él y yo hablábamos por teléfono de forma secreta. Que él me quería, y que estábamos juntos, aunque fuera a distancia.
<< Mi Joey, mí amado, Joey.>>
<< Estoy tan feliz de que me quieras, como yo a ti siempre te he querido.>>
<< Esto es un bello sueño, un sueño hecho realidad.>>
Escribía ideas para canciones en su laptop...
Se bebía una taza de café cargado y desvió la mirada. Sonrió con alegría y tomó el celular y marcó a mi número...
Terminaba la correspondencia, y de hablar con un usuario por teléfono, y sonó mi celular. Me imaginé de quien se trataría, y con mi sonrisa a flor de piel, le contesté.
_ Halo.
_ ¿Cómo está la mujer más linda de todas?
_ Hola, mi vida. Aquí estoy trabajando.
_ ¿Todo bien?
_ Si, gracias ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo? – sonrió.
_ Escribía algunas ideas, en la laptop, para unas nuevas canciones. Acompañado de una muy buena taza de café cargado – me imaginé como lucía sentado frente a su laptop, tomándose su anhelado café cargado y sonreí.
_ Es cierto. Te encanta el café. – volvió a sonreír.
_ Si. Soy adicto al café. Cada vez que escribo, o compongo, debo tener mi taza de café conmigo. – sonreí.
_ Me encantaría, ahora, verte tomar ese café. – sonrió ilusionado.
_ Ya pronto me verás mi vida.
Me dijo todo decisivo, brillándole sus ojos. A mí se me entrecortó la respiración y el corazón me saltó de alegría.
_ Joey, acaso ¿Vas a viajar aquí a Santiago?
_ Aún no mi vida, pero pronto lo haré. – sonreí y ansié que llegará ese momento.
_ Me encantaría tanto prepararte yo una taza de café, mi Joey. – sonrió perdidamente enamorado.
_ Yo feliz me la tomaría, mi cielo.
_ Espero que te guste.
_ Claro que me gustará. Eso es un hecho.
Ambos sonreímos, a la vez, y Joey fascinado, yo me sentí flotar por los cielos. Escuché su suave voz y el teléfono no dejó de sonar a mi lado. Él también lo escuchó.
_ Cielo ¿Es tú teléfono el que está sonando?
_ ¡Ay si! Este condenado teléfono. Lleva así todo el día y el resto de la semana. Lo odio. –oí su risa.
_ ¡Jajaja! Sí que es acosador ¿No tendrás problemas si no lo contestas?
_ Pero es que yo quiero seguir hablando contigo amor. – sonrió con ternura.
_ Lo sé mi vida, pero no quiero que te metas en problemas por mi culpa.
_ Mi Joey.
_ ¿Te parece que te llamé a la hora de almuerzo? – sonreí ilusionada.
_ Si. Me encantaría. Entonces, te estaré esperando.
_ Así será. Te amo.
_ Y yo a ti.
_ Me encantaría tanto besarte.
_ Mí amado Joey. a mí también. Antes que cortes, jejeje ¿Besas rico, o no? – se sorprendió y luego comenzó a reírse.
_ Pues no sé, yo creo. Tú tendrás que juzgar cuando nos veamos.
_ Anhelo averiguarlo. – sonrió intenso.
_ Espero no defraudarte.
_ No lo harás. Te amo tanto.
_ Me vuelves loco cada vez que me dices que me amas. – sonreí con destellos.
_ Mi Joey.
_ Jejeje. En un rato más te llamaré, bonita.
_ Llámame como a las 13:30 hrs. – volvió a sonreír con ternura.
_ De acuerdo. Te llamaré a esa hora entonces...
En el descanso...
Acabado de almorzar, tuve deseos de dar una vuelta por la plaza, que quedaba a unas pocas calles de mi empresa y así aprovechar mi hora de colación.
Caminé por la larga arboleda; solté un suspiro y miré los árboles. Pensé en Joey.
Llegué a la plaza, busqué mi sitio preferido, la pileta y me senté en ella.
Miraba la gente, los perros y sentía correr el agua de la pileta tras de mí.
Mi celular sonó y yo sonreí. Sabía que era Joey, y feliz, le contesté...
_ Hola, mi amor.
_ Hola, mi niña bella. Aquí estoy, puntual.
_ Jejeje.
_ ¿Qué comiste de almuerzo?
_ Lasaña.
_ ¡Mmm! La lasaña es deliciosa.
_ ¿Te gusta?
_ Si, no tanto como el café, pero igual la disfruto.
_ ¡Jajaja!
_ ¿Y qué haces ahora?
_ Estoy en mi hora de colación. Estoy aquí en una plaza, que me gusta mucho.
_ Escucho agua ¿Es una pileta?
_ Si. – sus ojos brillaron.
_ Te imagino sentada en ella. Debes verte preciosa. – sonreí.
_ Que tierno eres ¿Y qué has hecho?
_ Después que terminamos de hablar, fui al centro a comprar algunas cosas.
_ ¿La gente no se te acerca, cuando te ve?
_ No realmente. Aquí en Londres puedo caminar libre, como cualquier persona.
_ Eso es bueno.
_ Si, bastante, jejeje. Oye, después de que terminamos de hablar ¿Te siguieron llamando mucho por teléfono?
_ Si. Ese condenado teléfono no me deja tranquila.
_ Oh ¿No has considerado buscar otro trabajo?
_ Te digo la verdad. Lo he pensado, pero no sé, este lugar y la gente me agradan; mi trabajo es estresante, pero es lo que me gusta. – sonrió.
_ Entiendo.
_ Antes que me fuera a colación, estaba viendo unas fotos tuyas y hay una que sales muy bien. Te ves muy guapo. – él sonrió.
_ ¿En serio? Jejeje.
_ Si. Llevabas puesta una chaqueta de cuero, con botones dorados.
_ Ah. Ya sé cuál es.
_ Encuentro que te ves muy guapo en esa foto y con esa chaqueta.
_ ¿Qué me veo guapo? Que tierna eres. – sonreí.
_ Es la verdad. Te encuentro demasiado guapo, mi Joey. – sonrió con destellos.
_ Niña mía.
_ Te quiero.
_ Yo igual.
_ Jejeje.
_ Igual debo confesarte que no uso mucho esa chaqueta. Me incómoda un poco y es calurosa.
_ Oh, ya veo.
_ Quizás la regale.
_ Oh no. No hagas eso. A mí me gusta tanto como se te ve. – volvió a sonreír.
_ Mmm, no lo sé. Lo pensaré.
_ Jejeje...
Ambos reímos y la gente pasaba frente a mí. Yo sumida total en la alegría, que sentía, al oír su suave voz, hablarme, oía también su risa. Sin duda, los dos nos entendíamos y llevábamos tan bien, que podíamos hablar, como si detuviéramos el tiempo.
Reíamos y reíamos. Nos sentíamos tan increíbles.
De pronto, vi la hora. Me faltaba menos de cinco minutos, para volver de colación; Tuve que regresar casi corriendo a la oficina.
Después de mi trabajo me pasé al centro para ver unas cosas...
Caminé por la calle de Puente y me detuve frente a una tienda de peluches y materiales para poder fabricarlos una misma. Eso me llamó aún más la atención.
Miré los peluches con atención y entré a la tienda para buscar los materiales.
Llegué más que rápido a mi casa, me encerré en mi habitación y saqué los materiales de mi bolso.
Estaba ansiosa por ver cómo me quedaría. Seguí las instrucciones del manual y comencé a coser mi propio osito de peluche, el que le regalaría a Joey, con todo mi amor, para el día en que nos reencontráramos.
Uní sus dos patitas; estaba un poco complicado, ya que era la primera vez que fabricaba algo así con mis propias manos.
Cosía concentrada sus patas de peluches, según me guiaba por el manual y solté un suspiro. Pensé en él con cariño.
_ Ay. Espero que este osito te guste, mi Joey.
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