Cuando todo llega a su fin

-Soy, Hazel Donovan.

Él me sonríe.

-Sebastián Pierce.-me dice mientras toma mi mano.- Sabes, hueles a canela.

Cuando la llamada termina no sé que hacer, yo sé lo que debería hacer pero no me quiero mover, moverme e ir a ese lugar lo hace real y no quiero que sea real. No puedo sumergirme en aquella realidad ahora. No puedo hacerlo. Así que miro el lugar donde él me dijo te amo por primera vez, donde me pidió matrimonio, dónde se supone íbamos a venir con Grace. Miro el lugar y me sumerjo en los buenos recuerdos, ellos me mantienen a flote y me ayudan a respirar ahora. Tomo aire y camino de forma mecánica hasta el auto, no debería conducir ahora, mis manos tiemblan y no me puedo concentrar en nada en particular pero no quiero llamar a nadie, no quiero pronunciar aquello que me han dicho. Siento que si no lo digo en voz alta no es real, tal vez y existe la posibilidad que todo sea un error. Pero cuando llego al hospital confirmo que no es un error.

-Su esposo tiene muerte cerebral. -me dice el médico en aquel tono clínico y frío que debe utilizar con los familiares de los pacientes en estas circunstancias.- No hay nada que podamos hacer. Lo siento.

Estuve casada con un médico, sé lo que significa muerte cerebral, se que no hay nada que puedan hacer y sin embargo espero un milagro. Sin embargo me quedo mirando al doctor esperando a que me diga que hay algo que puede hacer, que existe una operación que lo puede ayudar. Pero el doctor no dice nada porque realmente no hay nada que hacer excepto esperar.

-Quiero verlo.- es todo lo que digo.

El doctor asiente y le pide a una enfermera que me acompañe hasta la habitación de mi esposo.

No hay lágrimas, no hay gritos de desesperación, no hay llanto de frustración, solo silencio de mi parte porque en este momento incluso respirar duele, porque aún creo que esto es una pesadilla, que esto no es real. Pero cuando la enfermera abre la puerta y lo veo, lleno de cables y conectado aquellas máquinas que lo mantienen aún aquí, yo lo entiendo, entiendo que esto es real, que esta pasando y no puedo respirar, me sostengo de la pared para no caer. Mis piernas tiemblan y no creo que pueda caminar, pero tomo aire y escucho lo que el doctor me esta diciendo, habla sobre desconectar y esperar por que no hay nada más que hacer.

-¿Cómo pasó?

Necesito saber, quiero saber quién es el responsable por que necesito a alguien a quien culpar. ¿A quién puedo culpar? El doctor me cuenta que un hombre manejaba a exceso de velocidad por que su esposa estaba de parto, que habían intentado concebir por mucho tiempo y ese era su primer hijo, que se paso una luz roja y así se dio el accidente. Que su esposa e hijo murieron y él perdió una pierna. Entonces ¿A quién debo culpar? No hay nadie a quien culpar y solo mucho dolor que sentir. El doctor me dice que hicieron todo lo posible pero eso no es suficiente para mí, todo lo posible no fue suficiente porque mi esposo esta muerto. Todo lo posible no bastó. Sin decir nada más sobre ese tema el doctor se va, no sin antes agregar que si tengo alguna pregunta no dude en decirle a la enfermera cuyo nombre no escucho.

-¿Tenemos que desconectarlo ahora?-le pregunto en un tono bajo.

La enferma mueve su cabeza y me explica con mucha calma todo el proceso y como después de desconectarlo aún va a pasar un tiempo hasta que todo termine. Ella me pregunta si él tiene más familiaresa los que deba llamar y yo murmuro un débil sí mientras me siento en una silla que esta junto a la cama.

-Creo que deberías llamarlos.-me dice ella.

Pero yo no me siento con ganas de hablar y contar lo que esta pasando. Sin apartar mis ojos de Sebastián sacó mi teléfono y busco el nombre de Camila y se lo paso a la enfermera. Le pido que hable con ella y le explique lo que está pasando, Camila le dirá a los demás. Yo no puedo hacerlo, estoy paralizada ahora. No escucho lo que la enfermera me dice, solo soy consciente cuando ella me devuelve el teléfono y me dice que Camila vendrá aquí lo antes posible.

-La dejaré sola para que pueda despedirse de su esposo y darle un último beso.

Un última beso...

Nunca pensé en darle un último beso, jamás creí que estaríamos aquí, de esta manera. Diciéndonos adiós así. Él ya no está, solo su cuerpo sigue aquí pero quien era él, ya se fue y no me pude despedir de forma correcta. No pude darle un último beso, un beso que diga cuanto lo amo, cuanto siento el daño que nos causamos en el pasado, un beso que diga que siempre voy amarlo. Solo quiero un beso, no un cierre como lo quería con Jaime. No quiero un cierre con Sebastián porque un cierre significa un final y no estoy lista para eso. Él ya no está pero mi amor por él si. Yo no quiero un cierre, solo un último beso, un último te amo, una última mirada aquellos ojos grises, solo quiero cinco minutos más a su lado. Pero me conformo con un último beso que contenga aquellas palabras que no nos alcanzamos a decir, aquellos buenos momentos que no llegamos a tener y los que si tuvimos y ahora estarán en mi memoria. Solo eso quiero, un último beso con mi alma gemela. Pero después de aquel último beso ¿Qué pasará? ¿Qué hago con el amor que tengo? ¿Qué hago con los recuerdos? No quiero un último beso, lo quiero a él a mi lado sosteniendo mi mano y diciendo cuanto me ama. Quiero más tiempo, lo necesito, no es justo ¿Porqué nuestra historia termina así? Él debería estar aquí y ver crecer a Grace. Somos una familia... pero ya no.

-Sebastián, siempre serás el amor de mi vida. Sé que no me estás escuchando ahora pero necesito decirlo, decirte cuanto te amo y cuanto te voy a extrañar. No me dejes, por favor, Sebas, no me dejes. No sé que hacer sin ti, eres el amor de mi vida, no sé supone que nuestra historia termine así.

No quiero medir nuestra relación en años, meses y minutos. No quiero ponerle fin a nuestro matrimonio. Nunca fue nuestro momento, de alguna manera siempre pasaba algo y nunca era el momento correcto. Primero  él no estaba seguro de ser lo mejor para mí, después me casé y después no me sentía segura de estar con él. Nunca era nuestro momento y finalmente lo conseguimos y pasa esto. Creo que nunca estuvimos destinados y solo estábamos desafiando al destino.

-Sebastián, no me dejes.

Pero él ya lo hizo, su conciencia ya no está. Ni siquiera me esta escuchando ahora ¿Esta en el cielo? ¿Existe un paraíso? Si existe espero que él esté ahí, deseo que exista, quiero creer que es así, qué él esta esperando por mí ahí. Que este no es el fin, que aún podemos volver a estar juntos. Que lo volveré a ver y esta vez será para siempre. Quiero creer que él me esta esperando en algún lugar idéntico a nuestro lugar especial. Realmente no me importa dónde este, solo quiero saber que él va a esperar por mí, que nosotros de alguna manera volveremos a estar juntos y que este no es el fin. Este no puede ser el fin.

-Espera por mí, amor, solo espera por mí.

¿Cómo puedo vivir en un mundo sin él? No tiene sentido, no puedo entenderlo, es extraño y confuso, no debería ser así, él es Sebastián, el padre de mi hija, mi esposo, mi amigo, el amor de mi vida ¿Cómo le puedo decir adiós? ¿Cómo le puedo dar un último beso? ¿A dónde va todo el amor que siento por él? ¿Qué hago con todo ese amor? Se supone que íbamos a envejecer juntos. Pensé que teníamos tiempo, que nos quedaban momentos y ahora todo se desvanece, ya no estás y la promesa que me hiciste de envejecer juntos y sostener mi mano en mi lecho de muerte, se la lleva el viento, se pierde. No vamos a envejecer juntos.

-Te amo, Sebastián, siempre y en todas partes.

Me arrepiento de todas las veces que le dije que por favor, no me diga que me ama, ahora desearía haberlo escuchado. Deseo tener esos te amo, los que tengo no son suficiente, necesito más. No es avaricia lo que me hace querer más, es desesperación, es el saber que no lo veré más. Que sus manos no sostendrán las mías, que no voy a despertar a su lado. Que ya no me dirá te amo. Eso debería ser lo último que él escucho, te amo. Nuestra última conversación debió ser buena, feliz y llena del amor que nos tenemos. Pero no fue así y no puedo regresar el tiempo para cambiar eso. Desearía poder cambiar tantas cosas. Evitarnos tanto dolor.

La puerta de la habitación se abre y Camila entra, ella no me mira o saluda, solo tiene ojos para su hermano. Ella empieza a sollozar mientras gruesas lágrimas ruedan por sus mejillas. Me levanto de la silla y dejo que ella se acerque a su hermano para poder decir adiós. Ella empieza hablar sobre anécdotas de su infancia. Es una historia muy bonita pero que en estás circunstancias resulta demasiado triste. Pero ella se sienta en la cama y sigue hablando, hace leves pausas como esperando a que él responda pero él no va a responder. Me recuesto contra la pared y escucho la historia con atención. Es extraño escuchar sobre su infancia, él no hablaba mucho sobre aquella época, no le gustaba pero al menos ahora sé que tuvo uno que otro buen recuerdo de su niñez. Ella se limpia las lágrimas y ahora empieza hablar sobre su adolescencia, es una época de la que si escuchado pero de todas formas prestó mucha atención a la historia. Es una parte de él que desconocía.

-Oh, Sebas, ¿Porqué me dejas así?-solloza Camila mientras sujeta la mano de su hermano.- No es justo, eres mi hermano mayor. Teníamos planes ¿Recuerdas? Me hiciste promesas y ahora ya no estás.

Ella vuelve hablar sobre su infancia y habla vagamente de sus padres. Nunca me agradaron los padres de Sebastián y ahora me agradan menos. Jaime también entra y lo veo pararse detrás de su hermana y poner sus manos en sus hombros en señal de apoyo. Él no habla pero puedo ver el dolor en su mirada por que no importa lo que paso, el daño que se hicieron, él esta perdiendo un hermano en este momento. Aquel hombre acostado en esa cama es su hermano.

-Jaime, dime que puedes hacer algo, dime que puedes salvar a nuestro hermano.-le pide Camila.- Eres doctor, eres el mejor, seguro puedes hacer un milagro.

Jaime no dice nada y solo la abraza, la deja llorar en su pecho.

La habitación se llena de personas, Kate, Ciara, Henry, Rafael y Paula. Todos tienen su momento para despedirse de Sebastián, hay lágrimas, historias e incredulidad y yo los observo desde un rincón, en silencio. Ciara se para a mi lado y también Henry, ninguno de los dos dice nada pero ambos me muestran su apoyo. Rafael se para junto a su amigo y empieza a contar sobre como se conocieron en la Universidad, Henry también habla sobre eso y ambos empiezan a contar anécdotas sobre aquella época y de nuevo me concentro en aquellas historias, en aquella parte de Sebastián que no conocí. Pero ambos detienen su conversación cuando la puerta se abre y Amelia entra seguida por un hombre alto.

-Amelia.-le dice Rafael y da un paso hacía ella pero ella lo detiene.

Camina despacio hasta Sebastián y se detiene al pie de la cama.

-¿Cómo se supone que debo decir adiós?-pregunta ella.

Es la primera en esta habitación que pregunta eso y entiendo que no es la primera vez que ella pierde a alguien. Rafael es quien responde, él trata de dar ánimos, de hacer todo más llevadero. El hombre que entró con Amelia, es Nicolás, su esposo. Él empieza a contar sobre la Universidad y la primera Navidad que pasaron juntos. Rafael y Henry hablan sobre como se volvieron familia. En como se apoyaron unos a otros en aquella época, cada uno cuenta una anécdota. Camila les hace preguntas y también Ciara, Kate hace comentarios sobre la escuela de derecho pero Amelia esta en silencio mirando a Sebastián.

-Eso suena muy Sebas.-dice Mila cuando Henry termina de contar una historia sobre uno de sus primeros casos.

La enfermera entra y nos pregunta si estamos listos, todos me miran a mí y yo quiero gritar que no, que no estoy lista, que solo quiero a mi esposo de regreso. Pero solo asiento con la cabeza y la enfermera nos da una sonrisa llena de comprensión y camina hasta las máquinas pero Jaime la detiene. Él pide ser quién desconecte a su hermano. La enfermera se hace a un lado y Jaime camina hasta la máquina y la empieza apagar.

-Espera.-le dice Amelia.

Jaime mueve su cabeza hacía ella.

-Solo espera un momento, por favor, es Sebastián no puedes solo pararte ahí y apagar una maquina y dejarlo ir, no es justo, él no debería terminar así. No esta bien, él no se puede ir, ella esta perdiendo a su esposo, ustedes a su hermano, ellos a un amigo. Solo espera un momento, por favor, déjame tener el valor de decir adiós.

Pero ella no es la única que necesita valor, yo también y todos aquí lo necesitamos pero nadie se atrevía a decirlo. Amelia tiene razón, no puede irse así. Muevo la silla mas cerca de Sebastián y tomo su mano. Me inclino ligeramente y beso sus labios. Nuestro último beso.

-Te amo.-le digo.

Paso mis dedos por su mano.

-Esta bien amor, voy a estar bien, yo cuidaré de Grace. Vamos a estar bien, solo espera por mí, Sebastián, espera por mí y no me olvides.

-Hueles a canela.-me dice él de nuevo, como si yo no lo hubiera escuchado la primera vez.

-No lo hago.

Muevo mi cabeza y un destello en el suelo llama mi atención. Él me mira atento mientras yo me inclino a tomar el centavo de la suerte. Sonrió y se lo enseño.

-Toma, creo que te vendría bien algo de suerte.-le digo mientras coloco el centavo en su mano.

Él me sonríe.

-No necesito suerte, Hazel, te acabo de conocer.

Camila le dice que lo ama y que cuidará de Grace.

-Le hablaré de ti todo el tiempo, hermano. Grace no te va olvidar, ninguno de nosotros lo haremos.

-Te vamos a extrañar.-dice Rafael.

-Nada será lo mismo sin ti. La pandilla de los renegados te va a extrañar.-Henry dice mientras se mueve cerca de Ciara.

-Te vamos a extrañar mucho, viejo amigo. No tienes idea cuanto.-le dice Nicolás.

Rafael abraza a Paula y busca apoyo en ella. Kate se acerca a Ciara que esta junto a Henry. Amelia toma la mano de Nicolás.

-Amelia, debes decir adiós.-le susurra Nicolás.

Ella mueve la cabeza.

-No, pueden desconectarlo, esta bien pero yo no diré adiós. Todos lo que amo o me dejan, mueren o no me aman lo suficiente.- dice ella.- No puedo decirle adiós a él, Sebastián siempre estuvo ahí para mí, es el único que nunca se fue y no puedo decirle adiós.

Jaime camina de nuevo hasta la maquina y esta vez es él quien duda antes de seguir apagando las máquinas.

Esperaré por ti, Sebastián, así como tu prometiste esperar por mí.

-Esta bien irte ahora, amor, puedes irte ahora. Vamos a estar bien, no estoy sola, no estoy enfadada. Puedes irte ahora, amor.

Jaime le quita el tubo que lo mantiene respirando y una de las máquinas hace un pitido extraño y sus latidos marcan cero. Él apaga la maquina y todos nos quedamos en silencio.

Él se ha ido.

Perdí a mi amigo, a mi esposo, al padre de mi hija...

Él esta muerto.

Hora de la muerte 23:07

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