Miedo a lo desconocido
Boston, 4 de febrero del 2016
Empezamos siendo siete y ahora somos seis, Damián ya no esta, hace casi seis meses de su muerte. Ahora somos seis que estamos tratando de olvidar que uno de nosotros ya no está. Mark y Rafael hacen bromas y tratan de aligerar la situación, Stella y Nicolás se encargan del apartamento de Damián y de su oficina. Ya hay alguien nuevo ocupando su puesto, la vida sigue, después de todo no se va a detener solo porque un querido amigo ya no esta. Sebastián y Henry son quienes nos sostienen, no permiten que nos derrumbemos. Han pasado seis meses y todo parece haber vuelto a la normalidad, excepto que uno de nosotros ya no esta.
-Te visitaré pronto, lo prometo.-digo frente a la lápida blanca de Damián mientras me inclino para dejar el pequeño ramo de no me olvides.
Guardo mis manos en los bolsillos de mi abrigo rojo y camino por el cementerio hasta mi auto. Me siento en mi auto y veo que tengo dos llamadas perdidas de mi hermana. Eso es algo que me resulta extraño por que ella y yo no hablamos, en realidad yo no hablo con nadie de mi familia.
-Hola, tengo dos llamadas perdidas tuyas ¿Qué sucede?-le digo cuando ella consta el teléfono.
No hay saludo amistoso entre las dos, mi familia no hace eso.
-Estoy en Boston y pensé que podíamos ir a tomar un café.
No puedo evitar la sorpresa cuando ella me dice eso.
-¿Porqué?
-No sabía que necesitaba una razón para salir a tomar un café con mi hermana.
-No la necesitas pero sé que hay una razón.
-Tengo cáncer de ovario, etapa terminal y quiero verte. ¿Te parece esa suficiente razón?
De todas las razones jamás consideré algo así.
-Estoy libre ahora.
Ella me da la dirección de una cafetería y le digo que estaré ahí. Necesito un momento después de terminar la llamada para asimilar lo que ella me acaba de decir. Rebecca esta muriendo, mi hermana mayor esta muriendo y no sé como sentirme. Espero sentir el dolor o algo de tristeza pero no siento nada de eso. Tal vez y si sea Satanás después de todo, como suelen decir. Mi hermana esta muriendo y no siento pena. Nunca hemos sido unidas pero al menso creo que debería sentir algo. ¿Hay algo mal conmigo?
Cuando llego a la cafetería mi hermana ya esta ahí, sentada en una mesa apartada con una taza de café frente a ella, asumo que es café negro, sin crema, ni azúcar. Así es como le gusta el café a ella. Sé eso de ella, también se que no tiene ningún color favorito, le gustan las películas francesas y la comida picante. Sé que corre todas las mañana o solía hacerlo y ahora también sé que esta muriendo.
-Hola.-le digo.
Ella mueve su cabeza y veo sus ojos verdes, tiene el cabello hasta la barbilla, algo que me sorprende porque siempre le ha gustado llevarlo largo y recuerdo el cáncer entonces miro con más atención su cabello y veo que es una peluca, una de buena calidad, no podía esperar menos de Rebecca. Debió ser difícil para ella, perder su cabello, estar muriéndo.
-Hola.-me responde ella.
Esta muy delgada, el maquillaje no logra cubrir sus ojeras.
-Así que estas muriendo.-le digo.
Ella suelta una risa hueca y mueve un poco su ceja izquierda, siempre suele hacer eso. Sus manos se mueven sobre la mesa antes de tomar la taza y llevarla a sus labios para dar un ligero sorbo al café.
-Lo estoy, me queda poco tiempo. Muy poco, realmente.
-¿Porqué me lo dices ahora?
-Por que estoy muriendo y estoy sola.
No hay nada en su mirada, ni en su voz. Suena tan vacía que empieza a preocuparme.
-Estoy sola, Amelia, nadie quiere morir solo. ¿Tú lo querrías? Dime, ¿No te daría miedo morir sola? Morir y que nadie sepa que te has ido, que nadie se preocupe por que no estás. Si muriera ahora, nadie se daría cuenta.
Rebecca aparta la mirada hacia un cuadro en la pared. Ella no llora o su voz se quiebra, nosotras no hacemos eso, mamá nunca nos dejó. Los Clarke no lloramos en público, no mostramos debilidad. Rebecca siempre fue mejor que yo en eso, ella siempre fue mejor que yo en muchas cosas. Nunca nos llevamos bien o compartimos secretos y sueños, no hablábamos, no recuerdo cuando fue la última vez que lo hicimos. Ni siquiera nos hemos dicho que nos amamos pero aquí esta ella, diciéndome que tiene miedo de morir sola y yo mejor que nadie sé lo mucho que le debió costar decir eso en voz alta, mostrar debilidad nunca fue una opción para ella y escucharla es extraño.
-No estas sola, Rebecca.
No tomo su mano o digo palabras cursis de consuelo, no hablo de un cielo o de un lugar mejor por que sé que ella no quiere eso.
-Quiero que sostengas mi mano.-me pide ella.- Cuando este muriendo quiero que sostengas mi mano y me digas que no estoy sola.
Sus ojos se encuentran con los míos y por primera vez veo vulnerabilidad en ella.
-Eso haré.
Es cuando ella estira su mano y toma la mía, tomándome totalmente desprevenida y siento como el dolor se empieza abrir paso en mi cuerpo. Es cuando ella aprieta ligeramente mi mano cuando entiendo realmente lo que esta pasando.
-No he llorado.-me dice ella.- mis conductos lagrimales son demasiados arrogantes y no me dejan llorar. Tú tampoco deberías llorar, no por mí al menos o por nadie. No creo que haya alguien que merezca realmente tus lágrimas.
Ella aún sostiene mi mano sobre la mesa.
-Siempre diciéndome que hacer.
-Algunas cosas no cambian.
Pero van a cambiar, ella va a morir. De alguna manera extraña siempre la he querido, es mi hermana y ahora ya no va a estar. Es alguien más que pierdo.
Hablo con ella de como se enteró, del tratamiento y de todo lo que pasó. Ella estuvo sola, en todo ese tiempo y en esa difícil situación ella estuvo sola y pienso en lo afortunada que soy por tener a Nicolás a mi lado.
-Siempre quise hijos.-me confiesa ella.- Pensé en adoptar, quería hacerlo, incluso tengo papeles en mi casa y ahora jamás podré.
No sabía eso de ella y es normal que no lo sepa porque ella y yo no hablamos, no es solo mi culpa, también lo es de ella. De ambas, ninguna hizo el intento de hablar con la otra a menos que sea necesario. Pero incluso en su forma de ser recuerdo que ella estuvo en mi boda, fue la única de mi familia que asistió.
Pienso en lo que Rebecca me dijo mientras conduzco a casa. Me tomo el día libre porque tengo demasiado en mi cabeza como para sentirme productiva hoy. Solo necesito un momento a solas para asimilar todo eso. Cuando llego a casa me quito el abrigo y los zapatos, camino descalza hasta el piano, la guitarra de Nicolás esta junto al piano porque anoche estuvimos cantando juntos. Mientras toco el piano pienso en los hijos. Nicolás y yo hemos hablado sobre eso y ambos acordamos que no es el mejor momento. Todo a su tiempo, tiempo... ¿Cuándo fue la última vez que tuve mi periodo?
-Mierda, mierda, mierda.-me levanto del banco y reviso mi teléfono. Suelo marcar ahí cuando me enfermo y la última vez fue hace un mes, tengo un retraso de mas de dos semanas. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo no se dio cuenta Nicolás?
-Aquí estoy.-me dice Mark cuando abro la puerta.- Y no vengo solo.
Detrás de él esta Sebastián con una enorme sonrisa.
-Traje vino y tus galletas favoritas.-me dice Sebastián.
Me hago a un lado y los dejo pasar a ambos. Sebastián camina hasta la cocina y abre la botella de vino mientras Mark saca las copas.
-¿Puedo saber porque llamaste a Mark y no a mí?
-Estoy embarazada.
Ambos dejan lo que están haciendo y me miran sorprendidos.
-Bueno, no hay vino para ti.-me dice Mark.
-¿Qué? ¿Cómo sucedió? ¿Estás segura?- me pregunta Sebastián- Quiero decir, sé como sucedió pero ¿Porqué ahora? No creo que sea el mejor momento, están empezando con su carrera y tienen la deuda de la casa. Además, tienes que pensar que un bebé lo cambia todo. Todo.
Veo como Mark golpea el brazo de Sebastián para hacer que se detenga y Sebastián lo mira molesto mientras Mark no deja de hacer señas.
-Es por eso que no te llamó a ti.-le dice Mark.
Sebastián lo mira ofendido.
-Yo solo estoy siendo honesto.
Sebastián tiene razón, este no es el mejor momento. No queríamos hijos ahora, esto no es parte del plan. Es irónica toda esta situación, me entero que estoy embarazada el mismo día que mi hermana me dice que tiene cáncer en etapa terminal, cáncer de ovario.
-¿Dónde esta Nicolás? ¿Se fue? Amelia si él se fue o dijo que no se haría responsable te juro que lo voy a matar.
Sebastián sigue hablando y diciendo amenazas hacia Nicolás.
-Él aún no lo sabe, me acabo de enterar.
Les enseño la prueba que tengo en la mano.
-Pensé en llamar a Stella pero esta ocupada con su boda y no quería molestarla, mi siguiente opción fue Mark.
Ella quiere que su segunda boda sea perfecta, todo lo que su primera boda en las Vegas con Mark no fue. Aún no puedo creer que ella se casará unos días después que yo en las Vegas con Mark después de haber estado saliendo con él por cinco meses. Su matrimonio solo duró seis meses, yo misma los ayude en su divorcio y ahora ambos son buenos amigos, Mark se casó con Vera y Stella se va a casar con un contador en tres semanas.
-¿Porqué no pensaste en mí?-me pregunta Sebastián ofendido.
-Solo pasas con Hazel ahora.
-Eres mi amiga desde hace casi nueve años, si tú llamas yo voy a dónde tú me digas, sin importar con quien este, sin importar nada.
Mark le da unas palmadas en el hombro a Sebastián.
-Muy lindas palabras hombre pero yo seré el tío favorito.
-Ni en tus sueños, Mark.
El teléfono de Sebastián suena en ese momento. Una pequeña sonrisa aparece en su cara y tanto Mark como yo miramos sorprendidos a Sebastián pero él ignora que lo miramos y esta concentrado en la llamada.
-Si, no puedo ahora, estoy atendiendo un asunto muy importante. Nos vemos después, Hazel.
Él termina la llamada y guarda su teléfono.
-Dormiste con ella.-le digo.
-¿Cómo lo sabes?
Yo solo me encojo de hombros, ellos ya deberían saber a estas alturas, que yo lo sé todo.
-Si, lo hice, en la fiesta de fin de año la bese y dormí con ella.
Sebastián se bebe la copa de vino que se había servido antes.
-¿Con la hermana de Henry? ¿En serio? No puedo creer que te acostaste con la hermana menor de tu amigo.
-Tú te casaste con Stella quien salió un tiempo con Rafael y te recuerdo que tú dormiste con Henry.
-¿Dormiste con Henry? ¿Engañaste a Nicolás?-me pregunta Mark muy sorprendido por la revelación de Sebastián.
Me acerco a Sebastián y golpeó su brazo con fuerza.
-Dormí con Henry antes de conocer a Nicolás. Dormir con la hermana de tu amigo sigue estando mal. Ser amigo de tu ex esposa no esta mal, que tu ex esposa sea amiga de tu ahora esposa ea algo raro y es aún mas raro que los tres salgan a cenar como grandes amigos.
-Somos un grupo de amigos muy extraños.-nos dice Mark.
Asiento lentamente. Al menos todo eso me ayuda a dejar a un lodo, solo por un momento, la preocupación de mi embarazado, la noticia que mi hermana esta muriendo, la idea que estoy teniendo un bebé cuando mi hermana ya no puede hacerlo. De alguna manera siento que le estoy quitando su sueño.
Estoy sentada en el piso de la casa frente a la puerta de entrada esperando a Nicolás. La prueba de embarazo esta guardada en el bolsillo de mi enorme abrigo de la Universidad de Harvard. Levanto la mirada cuando la puerta se abre y Nicolás entra en la casa con una sonrisa. Se sorprende cuando me ve pero yo no le doy opción a decir nada.
-Estoy embarazada.-le digo.
Él suelta su maletín y veo varias emociones cruzar por su rostro.
-¿Estás embarazada de un bebé?
-No, de una motosierra. Verás, no es así como quería que te enteraras pero te estado engañando con una sexy motosierra azul y estoy esperando a su bebé. Pienso dejar mi trabajo y unirme al circo con mi amante motosierra...
-Entiendo, entiendo, fue una pregunta estúpida. A veces tu sarcasmo duele, Amelia.
-A veces tus preguntas estúpidas me duelen a mí.
-Estas embarazada.-me dice.
Saco la prueba de embarazo y la extiendo hacia él. Nicolás toma la prueba y la mira por varios minutos. ¿Qué tanto le ve? La prueba no va a ser negativa solo porque él la sigue mirando.
-Esto no debería ser así, este no es el momento, no estamos listos, yo no estoy lista. Esto es una mierda, una gran mierda. No sé como ser madre, no sé si seré buena madre, mi mamá fue terrible, si existiera un premio a la peor madre ella lo ganaría ¿Qué pasa si soy como ella? Además, mi hermana esta muriendo, Rebecca esta muriendo y no sabía que ella me importaba hasta hoy. Tenías que verla, se veía tan frágil y yo no quiero que mi hermana muera. No quiero perder a nadie más que me importa.
Él respira hondo antes de caminar hasta donde yo estoy y sentarse a mi lado. Me toma en sus brazos y me sienta sobre su regazo. Envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo.
-No es el mejor momento, tienes razón pero somos nosotros, no siempre hacemos las cosas en el momento correcto.- él pone su mano sobre mi vientre aún plano.- Te conozco mejor que nadie y puedes confiar en mí cuando te digo que no te pareces en nada a tu mamá. Te preocupas por quienes amas, te preocupas por los demás y estoy seguro que serás una gran madre.
Él besa mi cabello y yo acerco mi oreja hasta su pecho para poder escuchar los latidos de su corazón.
-Lo de tu hermana es una terrible noticia, lamento mucho que tengas que perder a alguien más que amas. Quisiera poder evitarte ese dolor pero no puedo hacerlo, lo que si puedo hacer es estar contigo mientras todo eso sucede.
Pongo mi mano sobre la de él que aún descansa sobre mi vientre.
-¿Crees que vamos a estar bien?
-Si, amor, vamos a estar bien. Vamos hacer una familia. Vamos a querer mucho a nuestra hija o hijo. Nuestro hijo se va a parecer mucho a nosotros, tendrá mi cabello con tu color de ojos, tendrá mas mejores cualidades de ambos y será hermoso, después de todo, ambos somos jodidamente hermosos.
No puedo evitar reírme de lo que él acaba de decir y la imagen del niño con los rizos de Nicolás y mi color de ojos me hace sonreír. Un pequeño que simboliza el amor que ambos nos tenemos, porque puede no estar en nuestros planes pero de todas formas fue concebido con amor.
-Es una imagen bonita, una familia, nuestra familia pero tomará tiempo hacerme la idea. Aun duele pensar en mi hermana. Solo sé que aún duele.
Él pasa una mano por mi cabello y me abraza aún más fuerte.
-Ven, déjame abrazarte hasta que la vida deje de doler.
-Tú me abrazas y el mundo se detiene, me siento segura, me siento bien y siento que cualquier cosa que venga después estará bien porqué estoy en tus brazos y nada más importa. Así que abrázame esta noche hasta que deje de doler.
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