Legalmente malvada
-Entonces así son las cosas Nicolás, tú y yo somos todo o nada. Me amas o no, lo tenemos todo o perdemos todo, no hay punto medio entre nosotros. -me dice Amelia.
Ella se inclina en la pequeña mesa redonda del bar, se acerca hacía mí como si compartiera un secreto conmigo pero su voz es alta. Esta borracha, tiene esa sonrisa en su cara que pone cada vez que bebe de más.
-Así que aquí esta el trato, nos vamos a casar en unos días ¡No es eso genial! Pero no tenemos un acuerdo pre matrimonial, necesitamos uno ¡ahora! Y yo solo pido una cosa.-ella busca algo en su bolso y sonríe emocionada cuando consigue un bolígrafo pero no encuentra papel así que toma una servilleta.- Quien pida el divorcio lo pierde todo. Y hablo de todo, casa, el bufete que soñamos tener, carros, perros si tenemos uno, amigos... Todo. Y se tiene que mudar de Boston porque te voy a odiar si me pides el divorcio.
Ella hace un puchero y se cruza de brazos.
-¿Porqué crees que seré yo? Tal vez seas tú quién me pida el divorcio.
Ella mueve la cabeza aún con el puchero en su cara. Es demasiado adorable cuando hace eso.
-No, serás tú, te cansaras de mí y mis caprichos, de mi locura y egoísmo. Serás tú, Nicolás Mayer, quien pedirá el divorcio.
Ella empieza a escribir eso en la servilleta y firma, para mi sorpresa su firma es legible.
-Las apuestas del amor son altas cariño, yo confío en que vamos a durar siempre y siempre, que te voy amar y que vamos hacer felices. También tengo ganas de cantar bajo el mar de la Sirenita pero ese es otro tema y algo que haré cuando terminemos esto. ¿Crees que me vas amar siempre?
-Claro que si, Amelia, no te hubiera pedido que seas mi esposa de no ser así.
-Entonces firma.
Sonrió y tomo el bolígrafo que ella me da. Firmo junto a su firma y ella aplaude feliz.
-No puedo creer que me hayas dejado cantar bajo el mar en aquel bar.-me dice ella cuando yo termino de contar la historia del contrato pre matrimonial.
-¿Eso es lo que te preocupa?
Ella esta sentada frente al espejo maquillándose. Amelia siempre luce bien, ella siempre esta arreglada e impecable. Su maquillaje es perfecto y su ropa siempre a la moda. Los hombres la miran al pasar, es evitable no mirar aquel cabello rojo y sus piernas largas. Amelia es ingeniosa, sarcástica, divertida, sexy y algo loca. Pero mi Amelia favorita de ver es la Amelia recién levantada, la que esta sin maquillaje y camina descalza por la habitación hasta su enorme armario para elegir con mucho cuidado lo que se va a poner. La Amelia que se sienta frente a su tocador y con mucha paciencia se maquilla. Igual que lo hace ahora, extrañado mucho verla arreglarse. Siempre me ha gustado ver como se arregla.
-No, pero soy abogada de divorcios, sé como manejar esto, tú no. Te llevo ventaja, como siempre.
Mi Amelia favorita es la que se acurruca en la cama un domingo con una enorme camisa de Harvard. Es la que se sienta en el sofá con una taza de chocolate y mira melancólica por la ventana. O la melancólica Amelia que se sienta frente a la chimenea a leer un libro. O la Amelia que tocaba el piano en la madrugada porque no podía dormir. La Amelia que se acurrucaba en mis brazos sin maquillaje y con su cabello despeinado después de hacer el amor. Mi Amelia favorita es esa que pocos tienen el privilegio de ver. ¿Desde cuando yo no lo veo? No puedo recordar la última vez que la vi como se preparaba para el trabajo. La última vez que desayunamos juntos o que al menos comimos en la mesa de nuestra casa juntos. No puedo recordar la última vez que me senté con ella en el sofá a resolver el crucigrama del domingo. No puedo recordar la última vez que la vi reír. ¡Dios, la extrañado tanto!
-De todas formas, no creo que en tu caso quieras cumplir con ese contrato.
Ella se pone su vestido azul se gira para que yo suba el cierre. Beso su hombro como de costumbre y ella se gira con una sonrisa calculadora.
-¿Porqué sería eso?-le pregunto.
Ella pone una mano en su cadera y me mira como si la respuesta fuera obvia.
-Bueno para empezar tú me dejaste plantada, varias veces.-empieza a decir ella como si hablara con un niño de cinco años.- segundo besaste a Rose. Tercero te quedaste con ella. Cuarto no fuiste por mí a Londres. Quinto me diste falsas esperanzas sobre que nuestro matrimonio iba a funcionar y que tú lo ibas a intentar. Sexto estuve sin mi colección de zapatos por que estaban en Boston y tú no fuiste digno de mandarlos a Londres ¿Sabes cuanto extrañe a mis zapatos? Ellos deben sentirse solos sin mí.
Sé que ella puede seguir por horas con aquella lista así que decido detenerla.
-Bien, ¿Debería anotar aquellos puntos o vas mandarlos por correo? Creo que mi abogado querría escucharlos.
La miro serio como si estuviera considerando anotar aquello que ella me dice pero ella sabe que solo estoy bromeando para molestarla.
-Sé supone que eres un buen abogado, creo que puedes manejarlo, pero de todas formas lo anotare por ti y se la mandaré a tu abogado, como un gesto de cortesía.
-Es bueno saber que aún confías en mí en el ámbito laboral.
La puerta suena y ella me hace un gesto para que abra la puerta.
-Vamos gente que un excelente día nos espera.-nos dice Ana.
¿De dónde saca ella tanta energía? Miro Amelia que tiene la misma expresión de cansancio que yo.
-Pero no pueden utilizar esa ropa.-nos dice Ana.
-¿Porqué no?
-Es una mañana de juego. Vamos a jugar fútbol americano.
La cara de Amelia se ilumina, ella es fanática del fútbol americano.
-Los espero abajo. No tarden.
Ella se va y Amelia ya esta buscando que ponerse.
Amelia lleva una camisa Azul y capris Nike negros. Esta sentada con los ojos cerrados hacia el cielo disfrutando del sol de la mañana.
-Bien, vamos a jugar.-nos dice Ana.
Ayudo Amelia a levantarse del césped y caminamos hacia donde están los demás. Sam, Lucas y el primo de Sam, Kevin, han terminado de pintar el campo para jugar.
-El juego durará una hora, quince minutos cada trimestre.-nos anuncia Sam.- El puntaje es el mismo, excepto que no hay puntos extra, ni goles de campo. Tenemos alrededor de 60 yardas de campo de juego.
Sam jugó fútbol americano en la secundaria.
-¿Cómo son los equipos?-pregunta Gianna.
-La familia del novio contra la familia de la novia.-nos informa Rose mientras mira Amelia.
Pero ella debería pensar dos veces antes de jactarse de algo, Amelia jugó lacrosse en la Universidad, además es increíblemente rápida y puede atrapar la pelota sin ningún problema.
-Me parece bien.-dicen todos.
Amelia me toma del brazo y me lleva hacia un lado alejados de los demás.
-Somos un equipo, estamos casados y quiero que pienses en eso mientras escuchas lo que te voy a pedir.- me empieza a decir ella.- Necesito que me cubras mientras corro hacia Rose para taclearla.
Amelia es excelente en este juego y la conozco, sé lo competitiva que puede ser y también lo fuerte que puede derribar a alguien.
-Si me ayudas prometo no volver a utilizar el tema de Rose contra ti.
-Amelia.
-Vamos, Nicolás, soy tu esposa. Me lo debes, ella es tu amante. Es una regla que debes ayudar a que tu esposa derribe a tu amante.
-¿Dónde esta escrita esa regla?
-En el libro de las esposas engañadas. Hay una referencia en el libro de las amantes sucias.
Ella se acerca más hacía mí y pasa sus manos alrededor de mi cuello. Acerca sus labios a los míos y deja un casto beso.
-Prometo que te lo compensaré después.
Nunca he sido bueno diciéndole que no.
-Bien, te ayudare. Pero, por favor, no seas tan brusca.
-No prometo nada.
Ella me sonríe, esa sonrisa la conozco muy bien, sé que Rose va a desear jamás haberme conocido y va maldecir mucho a mi esposa después de este día.
Gianna, Miranda, Amelia y obviamente Ana están con nosotros y somos el equipo negro. Sam tiene a Lucas, su primo Kevin, Naomi y a Rose.
-Rose es mía.-nos dice Amelia.
-Te dejo a Rose si me dejas a Naomi.-le dice Miranda.
Ambas se miran antes de darse la mano.
-Yo tengo a Sam, Gianna a Lucas y Miranda a Kevin. Sin juego sucio Miranda, nada de jugadas sucias.
Miranda levanta las manos ofendida.
Sam obviamente es el quarterback, con Kevin y Rose al frente como tacleadas. Naomi y Lucas en los flancos preparados para correr.
Todos nos ponemos en posición y Sam empieza a gritar dando inicio al juego. Todos se mueven y veo a Sam buscar a sus corredores, veo Amelia lista para atrapar el balón, Sam no tiene idea lo buena jugadora que ella es y su cara de sorpresa cuando atrapa el balón y corre lejos de Rose me hace sonreír lleno de orgullo por mi esposa.
-Aterrizaje.-grita Vanessa, la esposa de Kevin, cuando Amelia llega a la zona de anotación.
-Equipo negro 6, equipo rojo cero.-anuncia Miranda.
Naomi la mira con enojo pero Miranda solo le sonríe.
Ahora el equipo de Sam esta en la ofensiva, han cambiado sus jugadas al darse cuenta de los buenas jugadoras que son Amelia y Gianna, aunque Miranda y Ana no se quedan atrás. Sam tiene a Lucas y Rose delante de él a Kevin y Naomi a los lados. Aunque los enfrentamientos siguen igual.
El juego estaba empatado veinticuatro a veinticuatro y fue tarde en el tercer cuarto. Amelia a logrado anotar un touchdowns más y a derribado un par de veces a Rose, nada serío, tal vez a ella le duela todo el cuerpo mañana pero al menos Amelia no le ha roto ningún hueso.
Nadie anoto puntos en el tercer cuarto. El juego ya esta por terminar y el marcador aún esta empatado. Conozco a mis hermanas y se lo competitivas que son, no estarán nada felices si pierden, incluso Ana se pondrá molesta.
-Dos minutos restantes en el reloj.-anuncia Vanessa.
El equipo de Sam realiza una jugada que nos deja con cincuenta segundos menos. Con una jugada de ave María logramos hacer otro touchdowns y mis hermanas se reúnen alrededor de Amelia para celebrar.
-En tu cara perra.-le dice Amelia a Rose.
Eso no va a terminar bien.
Rose se acerca Amelia con las manos en la cintura.
-¿Cómo me dijiste?
Amelia se gira e ignora la pregunta que le hizo Rose pero veo la mirada que le dedica a Rose antes de girarse.
-Cúbreme.-me dice Amelia.
Empieza la jugada y me encargo de cubrir Amelia mientras ella corre contra Rose. Amelia toma a Rose de la cintura y la lanza con fuerza contra el césped. Rose grita y Amelia sonríe.
-Vamos, Rose, es parte del juego.
-Creo que me rompiste la muñeca, loca neurótica. Rompiste mi muñeca solo por que no puedes aceptar que tu esposo me eligió a mí. Que me prefirió a mí antes que a ti.
Me acerco Amelia pero ella me hace una seña que me da a entender que ella puede manejar esto. Naomi ayuda a Rose a levantarse y ella se acerca Amelia.
-Voy a reconocer que hubo un tiempo que sentí celos de ti, pero ahora eso me produce risa. Hoy he visto como él te mira, como reacciona cerca de ti. Nada, es todo lo que veo, no hay ninguna emoción hacía a ti. Ni siquiera puedo decir que fuiste el premio de consolación por que no llegas a eso.
Amelia da un paso más hacia Rose antes de seguir hablando.
-Fuiste detrás de un hombre que sabías tenía esposa, eso no se hace. Yo me dije que no haría nada contra ti, que esto es entre Nicolás y yo pero estás aquí delante de mí con tu aire de suficiencia sin sentir ni una pizca de remordimiento por lo que hiciste, creyendo que yo soy la mala de la película cuando tú eres la sucia amante de mi esposo. Te mereces esto.
Después de decir eso, Amelia levanta su puño y golpea a Rose en la nariz con tanta fuerza que Rose cae hacia atrás. Camino hacia Amelia y pongo una mano en su hombro.
-Eso es por besar a mi esposo.-le dice Amelia.- Puedes demandar si quieres, ya sabes donde vivo y donde trabajo. También sabes que tu demanda no llegará a ningún lado. Y la próxima vez que me llames loca neurótica, será la ultima vez que te dirijas hacia alguien por que arrancare tu lengua y te asfixiare con ella.
Amelia se gira y empieza a caminar hacia donde esta el auto.
-Creo que eso da por terminado el juego y es obvio que ganamos.-escucho a Ana decir mientras sigo a mi esposa.
Amelia recuesta su espalda en mi auto y me espera con los brazos cruzados. Me paro junto a ella mirando a los demás que aún discuten por el marcador del juego y los que no discuten ayudan a Rose a detener el sangrado de su nariz.
-Rompiste su nariz.
-Ella rompió mi corazón.
Ambos nos miramos y ella es la primera en soltar una fuerte carcajada. Su risa llena de diversión me hace reír tan fuerte como ella.
-No, no lo hizo.-le digo mientras intento controlar la risa.
-Se necesita más que una simple Rose para poder destruirme. Solo yo tengo ese poder y tú, claro esta. Lamentablemente yo te di ese poder.
-Lo siento.
Pero ella pone un dedo en mis labios y no me deja continuar.
-He sido hipócrita todo este tiempo, pero creo que es momento que ambos seamos honestos. Me quede con Henry por dos semanas cuando me fui de casa. Estar con él me hizo darme cuenta de aquello que encontraste atractivo en tu "relación" con Rose. Era fácil estar con él, no había el peso de los problemas que nosotros teníamos que lidiar. Era una fuga para nuestros problemas.
Ella aparta su mirada y mira al frente sin ver nada en particular.
-Lo siento, te reclame lo de Rose por que era más fácil para mí de esa manera pero yo también me equivoqué y aunque no dormí con él, ni quería estar con él, sé que hice mal y también me disculpo por lo mal que mis amistad con Henry te debió hacer sentir.
-Creo que ya nos hemos disculpado lo suficiente, Amelia. No te disculpes más, no hay nada que perdonar.
Ella asiente con la cabeza. Me sorprendo que estemos hablando sobre eso ahora.
-Me fui por que él quería más y yo no podía hacerlo, no estoy enamorada de él, nunca estado enamorada de él.- Ella toma mi mano aún mirando hacia el frente.- Jamás fuiste un premió de consolación, ni el segundo mejor. Siempre fuiste y serás el amor de mi vida.
Ella deja de hablar y la veo sumergirse en sus pensamientos, en algún recuerdo de aquel momento.
-Creo que es hora de hablar.
-¿Ahora? No creo que sea el momento correcto.
-¿No te has dado cuenta? Nosotros nunca hacemos las cosas en el momento correcto.
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