El sonido del silencio

No estoy intentando huir de él, sería demasiados cruel de mi parte pretender hacer eso, además hay demasiada historia entre nosotros como para simplemente darle la espalda, no, yo no quiero huir de Henry. Solo quiero algo de distancia. Me pongo en el lugar de Nicolás, si él hubiera tenido algo con Stella, incluso antes de conocerme y él me hubiera cancelado una cita por ella, me molestaría. Me pongo en el lugar de Nicolás y entiendo como mi amistad con Henry debe molestarle. Él no dice nada, es demasiado bueno para decir algo. Tampoco me hizo escoger, no es alguien mezquino. Pero Henry si lo es, es más parecido a mí de lo que yo quiero reconocer. Tal vez es esa la razón por la que nos llevamos muy bien. Henry es tan egoísta y mezquino algunas veces, igual que yo. Pero también sé que él es un buen amigo y si hubiera sido yo la que llamó, él hubiera venido. Así que aquí estoy, en mi auto afuera de aquel bar irlandés. 

Saco mi teléfono de mi bolso porque necesito llamar a Nicolás y decirle que no llegaré a casa pronto. Sé que él no dirá nada pero sus ojos azules estarán algo tristes. Estoy afuera de un bar en lugar de estar en casa con mi esposo y mi hija. Tengo una hija ahora, pero mis amigos lo harían si estuvieran en mi lugar. Para eso están los amigos, después de todo. 

Él contesta en el segundo tono.

-Amor ¿Estás de regreso?-me pregunta en voz baja.

Imagino que por la hora que es, Harper ya debe estar dormida.

-No, surgió una pequeña complicación.-cierro los ojos y recuesto mi cabeza en el respaldo del asiento.- Henry llamó, dijo que me necesita, esta en un bar y no sé lo que sucede.

Dos amigos decidieran tener crisis la misma noche. Tal vez sea momento de conseguir nuevos amigos.

-Asumo que estás afuera del bar en este momento.

Él me conoce demasiado bien.

-Si.

-Todo esta bien, Amelia. Ve y mira que necesita Henry, pero regresa a mí, por favor.

Eso significa regresa a casa. Como si yo tuviera otra opción y de todas formas, si hubiera otra alternativa lo único que quiero es ir a casa con él y Harper. Desearía estar con él ahora, en casa, con Harper durmiendo en la siguiente habitación. Pero no, estoy afuera de un bar.

-Yo siempre regreso a ti. Nos vemos después.

-Maneja con cuidado, te amo.

Guardo él teléfono de nuevo en mi bolso y me quito el cinturón para bajarme del auto. Camino hasta el bar donde mis amigos deciden tener sus crisis existencial y cuando entro no es difícil para mi encontrar a Henry.  Al verlo sostener el vaso de aquella manera, con su cuerpo encorvado en la barra en señal de derrota a mi mente viene un recuerdo de hace tantos años atrás.

-La esposa de Henry murió.-me dice Mark.

Henry. Pobre Henry y su pequeña hija, Maise. Es verdad que él no se casó porque estaba enamorado de ella pero él la quería, ella era la madre de su hija y él debe estar devastado ahora, tratando de ser fuerte para los demás.

-¿Dónde está él?-le pregunto a Mark mientras sostengo el teléfono con una mano y busco mi abrigo y bolso con la otra.

-No lo sabemos, creemos que tú podrías saber.

Amelia lo sabe todo. Ellos siempre bromean sobre eso pero también me he dado cuenta que lo toman muy en serio, por alguna extraña razón ellos siempre esperan que yo tenga todas las respuestas.

-No soy un oráculo, Mark.-le digo en un tono más duro del que pretendía y me disculpo con él y le digo que tengo un a idea de dónde podría estar Henry y que los mantendré informados.

Es solo una idea, no es nada seguro. Pero todos parecen tener un lugar donde colapsar. No es tan difícil saber eso cuando los he conocidos por tantos años. Si yo colapso, lo haría cerca de un faro, me gustan los faros. Pero ellos siempre parecen buscar un bar, excepto Rafael, él prefiere colapsar en una banca cerca del puerto. Así que conduzco hacía el bar donde creo que Henry puede estar y cuando entro lo veo con su cuerpo casi recostado en la barra y sujetando con fuerza aquel vaso con licor. Me siento a su lado y él se mueve un poco cuando es consciente de mi presencia.

-¿Vas a beber conmigo?-me pregunta.

Él ha bebido demasiado, no esta en condiciones de manejar o de pensar con claridad. Le doy una media sonrisa y levanto mi mano al cantinero y le pido un whisky.

-Solo un trago y te llevaré a casa.

Él se termina su licor y pide otro.

-Ella murió.-me dice con voz ronca.-Ella se fue. No va a volver.

Pongo una mano en su hombro.

-Lo sé, Henry y lo siento mucho.

Él cantinero me entrega mi trago. Le doy un pequeño sorbo antes de volver a mirar a Henry que está sumergido en algún triste recuerdo. No digo nada y solo me quedo a su lado bebiendo junto a él. A veces las palabras sobran y lo único que se necesita es la compañía de alguien. A veces lo único que queremos es saber que no estamos solos.

Vuelvo al presente y camino hasta donde él esta, pongo mi mano en su hombro y él levanta la mirada y me da una sonrisa llena de tristeza, hay tanta nostalgia en su mirada. Me hace una seña con la cabeza para que me siente y yo muevo mi cabeza.

-Es hora de ir a casa, amigo mío.

Él no discute conmigo y le paga al cantinero. Lo ayudo a levantarse y a caminar hasta mi auto. Él cierra los ojos cuando empiezo a conducir pero sé que no esta dormido, yo enciendo la radio y manejo en silencio hasta la casa de Henry.

-Hemos llegado.-le digo.

Me quito el cinturón y me bajo del auto para poder ayudar a Henry a llegar hasta su casa. No me resulta difícil porque tengo experiencia ayudando a mis amigos en estas circunstancias. La casa esta oscura pero puedo escuchar un ruido en la cocina. Dejo a Henry en el sofá y voy hablar con la señora que esta cuidando a Maise, la hija de Henry. Ella se ofrece a quedarse pero yo le digo que no es necesario. Me despido de la señora y llevo a Henry hasta su habitación.

-Estoy solo.-me dice él cuando se sienta en su cama.- Estoy tan solo, Amelia.

Me siento a su lado.

-No, no lo estás. Tienes a Maise, tus hermanas y amigos. No estás solo.

Pero yo sé a que soledad se refiere él pero no podemos hablar de eso ahora, no en ese estado tan frágil que él se encuentra ahora, no me siento preparada para hablar de eso.

-No tengo a nadie a mi lado ¿Sabes lo que es despertar solo todos los días? ¿Sabes lo que es llegar tarde a casa y no encontrar a nadie?- él no me mira cuando habla pero después de un momento se empieza a reír sin humor.- No, claro que no lo sabes.

Pero él se equivoca, yo sé lo que es. Por algún tiempo yo también me sentí sola. Pero yo no puedo ser quién lo haga sentir acompañado, yo no puedo hacerlo.

-Veré si Maise esta dormida y me iré a casa.

Tengo que irme, se lo prometí a Nicolás. Me esperan en casa.

Él toma mi mano y me retiene a su lado.

-Quédate esta noche, por favor, quédate esta noche y hazme compañía.

Mi mente y sentido común me gritan que no, que vaya a casa, me dicen que él ya es un adulto y debe aprender a manejar sus problemas. Pero mi corazón recuerda todas las veces que él me ayudo y me encuentro en un conflicto. Me debato entre quedarme o irme. Pero entonces él me mira y hay demasiado dolor en su mirada que no me atrevo a decirle que no. Es solo una noche.

-Bien.

Me levanto y le digo que tome un baño. Voy a la habitación de Maise y la veo dormir. Se que ella es una buena niña aunque nunca la he tratado mucho, jamás me permití hacerlo. Maise tiene la edad que tendría mi hijo y por mucho tiempo no podía verla sin pensar en eso. Ahora ya no duele como antes, el dolor de la perdida siempre estará ahí pero he aprendido a lidiar con el. He aprendido a lidiar con muchas cosas estos años. Y Nicolás viene a mi mente, Nicolás y la promesa de no lastimarlo.

-No puedo quedarme.-me digo antes de empezar a caminar hasta el auto.

Cuando llego al auto solo avanzo dos casas antes de detener el auto. Saco mi teléfono y llamo a Nicolás.

-Nicolás, yo...

-Lo entiendo.-me dice él antes que yo pueda decir algo.

-No te dije nada.

-Pero lo entiendo.

Él es así, él siempre me entiende, incluso en aquellos momentos donde yo no logró entenderme, él lo hace. Hablo un momento más con él mientras me bajo del auto y camino  de regreso a la casa de Henry.

-Te fuiste.-me dice Henry cuando entro en la casa.

-Eres observador incluso en tu estado de ebriedad, eso es bueno, te felicito.

Me quito el abrigo pero evado hablar sobre porque me fui.

-Ve a dormiré Henry, te prometo que estaré aquí cuándo despiertes.

-Pero te irás en la mañana.-me reprocha él.

Paso una mano por mi cara y reprimo el impulso de gritar.

-Si, Henry, tengo un esposo y una hija que me esperan en casa. Me tengo que ir, no puedo jugar a la casita feliz contigo.

Nos quedamos de pie un momento observándonos en silencio y él se va su habitación sin decir nada. Me siento en el sofá de la sala.

Cuando amanece me levanto del sofá y preparo algo de café. Llevo un vaso de agua con unas aspirinas a la habitación de Henry y voy al baño arreglarme para irme. Cuando regreso a la cocina Maise esta sentada comiendo cereal con leche. Cuando me ve me sonríe.

-Hola, Maise, buenos días.

Le doy un beso en su mejilla. Me sirvo un poco de café y me siento con ella en la mesa.

-¿Papá esta bien?-me pregunta ella.

Luce preocupada.

-Si, cariño, no es nada de que preocuparse. Todos tenemos días malos.

-Gracias por ayudar a mi papá.

Le devuelvo la sonrisa. Henry entra en la cocina y yo no digo nada, me quedo observando la interacción padre e hija por un momento. Henry es un buen padre. Me levanto y camino hasta la sala para tomar mis cosas, me despidió de Maise y ella sube a su habitación.

-Te amo, no quiero que digas nada, solo escucha. Yo te amo, siempre te he amado y ha sido difícil para mí todos estos años verte con Nicolás y saber que pude ser yo. Fue mi culpa, lo sé pero eso no evita que duela menos. ¿Pero sabes que es lo que me duele más? Aquella noche cuando dijiste que no te amaba, cuando menospreciaste mi amor, Amelia, te he amado desde que te conocí ¿Cómo puedes decir lo contrario? Te amo y me alegra que seas feliz, por supuesto que soy feliz por ti pero también me duele que te alejes de mí pero lo entiendo.

Es más fácil así, si digo que no me amas, es más fácil sobrellevar todo. Por años creí que era así, que él no me amaba y es que estoy tan acostumbrada al amor desinteresado de Nicolás, a su forma de amar que la forma de amar de Henry me resultó extraña.

-Yo también te amo.- no de la forma en que tú esperas, agrego en mi mente, sé que no es necesario decirlo porque él ya lo sabe.

-Pero no lo suficiente.-me dice él.

-Henry...

-Esta bien, me amas pero no de la forma que yo quiero, siempre será así y jamás debí tener esperanza porque tu amor hacía mí nunca ha sido tan fuerte.

-Lo siento, sabes que tomar distancia ahora es lo mejor. Henry yo no puedo solucionar tus problemas o quitar tu soledad, debes aprender eso solo y hasta que no lo hagas por favor, no me llames por que yo no quiero lastimar a Nicolás. Henry, a veces hay que dejar ir a quienes queremos, a veces eso es lo mejor. Ya no puedes llamarme y yo tampoco lo haré. Tal vez después, cuando no haya dolor en tu alma podemos intentar ser amigos pero por ahora será mejor decirnos adiós.

-Siempre fue él.

-Sí.

-Adiós, Amelia.

Me acerco a él, pongo una mano en su mejilla con suavidad. Paso mis dedos por su mejilla y él sujeta mi otra mano igual que ayer cuando me pidió que me quede pero yo no me puedo quedar.

-Lo siento, Henry, realmente lo siento.

Lamento que te sientas solo y que me ames pero yo no me puedo quedar. Ambos nos separamos cuando vemos a Hazel de pie en la puerta con Grace. Ella le dice algo a Henry y yo aprovecho ese momento para irme. No digo nada y simplemente me voy a casa.

-Mami.-me dice Harper cuando entro en la casa. Ella corre a mis brazos y llena mi cara de besos.

Harper es muy cariñosa. Ella me empieza hablar sobre el delicioso desayuno que hizo su papá y aunque no entiendo la mitad de lo que dice solo asiento y la escucho.

-Noche difícil.-me dice Nicolás cuando me ve.

Él me da un beso en la mejilla y pasa una mano por mis hombros.

-Lo fue y me alegra estar en casa.

Me alegra estar con él, me alegra mucho que él no se diera por vencido en nuestro matrimonio. Me alegra que Mark, Stella y Sebastián hablarán conmigo esa noche.

-Y a mí me alegra que estés aquí.

Me detengo en el marco de la puerta, veo como Nicolás finge ser un príncipe que va a rescatar a la princesa. A Harper le gustan los cuentos con finales felices.

-Amelia es el tipo de persona que sabe de donde viene y hacia donde va, no se detiene en los marcos de las puertas a pensar si debe o no entrar. Ella dice que aquellos que hacen eso no saben hacia donde van.

Me dice él mientras hace girar a Harper en sus brazos y ella se ríe gustosa. Nicolás baja a Harper cuando su teléfono empieza a sonar. Me siento en el suelo con Harper y peino su cabello rojo, ella me pide que cante algo de la Sirenita mientras le cepillo su cabello.

-Amelia.

Su voz me hace congelar. Reconozco ese tono, sé en que situaciones a utilizado ese tono. Le doy un beso a Harper en su cabello y me levanto. Nicolás me lleva hasta el pasillo. Sea lo que sea que me va a decir es malo, muy malo. Lo veo luchar con las palabras y con las emociones.

-Amelia, Sebastián...

Pongo un dedo en sus labios y lo detengo. No es real hasta que él lo diga y no quiero que sea real, no puedo aceptar esa realidad ahora.

-No digas nada, si no lo dices no es real. Déjame vivir un momento más con la idea que él no se ha ido, que si lo llamo él va a contestar y me dirá Amy, es él único que me llama así ¿Quién me dirá Amy ahora?

-Siempre te tendré a ti ¿Verdad?-le pregunto a Sebastián.

-Creí que Henry era tu roca.

-Lo es, pero tú, Sebastián Pierce, eres mi persona y te necesito en mi vida. Compartimos un lazo ¿Recuerdas?

Él siempre dice eso sobre nosotros, dice que tiene debilidad por mí porque tenemos un lazo especial.

-Siempre me tendrás, Amelia, siempre estaré aquí para ti.

Cierro los ojos y tomo aire.

-Puedes decirlo ahora.

Nicolás toma mis manos entre las suyas.

-Sebastián sufrió un accidente de auto y tiene muerte cerebral, nos están esperando para desconectarlo.

-¿Estas bien?-le pregunto a Sebastián con una media sonrisa.

Él me da un beso en la mejilla.

-Estoy bien, Amelia.

Estoy bien, Amelia. Eso fue lo último que él me dijo. Él estaba bien y ahora ya no está.

Sebastián murió a las 23:07

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