Nunca soy la indicada

https://youtu.be/7IpYU6TKU-Q

Hay un viejo dicho sobre el amor, aquel dicho dice que a veces tienes que besar a la persona equivocada para saber cuál es la correcta. Algunos lo encuentran increíblemente romántico, yo lo encuentro fatal, doloroso y cruel. Porque lamentablemente para mí, me ha tocado ser más de una vez la persona incorrecta, nunca he sido la chica, la elegida, la única. Siempre he sido la incorrecta y como alguien que ha sufrido muchas decepciones debo decir que la gente debería poner en claro sus sentimientos, porque solo por un momento imagínate que estas en los zapatos de la persona incorrecta y ves, porque solo te queda ver, a quién tú quieres y crees que es el correcto, encontrar el amor justo frente a ti y saber que en el fondo nunca fuiste tú, que en el fondo todos los te amo fueron mentiras, porque jamás estuvo enamorado de ti en primer lugar. Tú solo estabas ahí, haciéndole compañía hasta que llegó la correcta. Eso me paso a mí.

—Nunca debí creer que íbamos a durar por siempre, siempre tuvimos los días contados, pero yo no lo quise ver —le digo a la foto de él que sostengo en mis manos.

Aún conservo una foto de él, esa y una foto de nosotros en nuestro primer aniversario es todo lo que me permití conservar, dos fotos y los anillos de boda. ¿Qué habrá hecho él con sus anillos? A veces me pregunto eso, a veces incluso me pregunto si él piensa en mí, pero dudo que eso suceda. Él es feliz con ella, más feliz de lo que jamás fue conmigo. Y yo no suelo pensar en él, pero hoy es diferente, hoy sería nuestro aniversario y me permito un momento para abrir la herida.

—Hoy sería nuestro duodécimo aniversario.

Pero ni siquiera logramos llegar a seis.

Conocí a Samuel Graham en mi primer año de Universidad, cuando yo tenía tan solo dieciocho años. Nos conocimos en una fiesta, él chocó conmigo y la bebida que tenía en la mano manchó mi falda. Lo miré molesta y creo que le grité, él era un poco arrogante dado que era unos años mayor que yo y me culpó por aquel accidente. No fue amor a primera vista, eso es seguro, ni siquiera fue amor a segunda vista. Pasaron meses hasta que él me invitó a una cita y fuimos novios casi un año después de conocernos. Cuando cumplí veintiuno decidimos ir a las vegas a celebrar, él estaba muy feliz, había sido aceptado en la escuela de medicina en Columbia. Estábamos tan eufóricos y enamorados en ese momento que decidimos casarnos en las Vegas.

Ni si quiera estábamos borrachos cuando nos casamos.

—No fue esa la boda que soñé de pequeña.

Cuando era pequeña soñaba con una hermosa boda al aire libre, con flores blancas y rosadas. Un vestido estilo princesa, un hombre que me amara y por supuesto, un felices por siempre. Pero mi felicidad duró solo cuatro años, después de eso todo empezó a caerse a pedazos, y sucedió tan rápido que incluso si hubiera intentado evitarlo, no hubiera podido. Él se enamoró de alguien más, aunque creo que nunca estuvo enamorado de mí en primer lugar. Su nombre es, Rachel, es muy bonita y doctora igual que él. Solo bastó dos meses de conocerla para que él se enamorara de ella y me pida el divorcio. Así de fácil fue olvidarme, así de fácil fue para él reemplazarme. Fue un divorcio rápido y las cosas terminaron lo mejor posible, al menos para él fue así. Yo me quedé con el departamento y el corazón roto, él no quería nada más que el divorcio y a Rachel. Él no me habló después del divorcio, no hubo despedidas o buenos deseos, nada, es como si su vida antes de Rachel no existiese. Él se casó con Rachel seis meses después.

—Tardaste seis meses en pedirme una cita, pero solo seis meses en casarte con ella.

Casi un año después recibí una llamada de un bar, él estaba muy borracho y necesitaba alguien que lo lleve a su casa, me sorprendió que me llamara a mí. Fui a buscarlo y lo llevé a mi apartamento, él no quería ir a su casa porque había discutido con Rachel, ella había sufrido un aborto espontáneo y estaban mal. No sé como sucedió, realmente no lo sé, pero de un momento a otro estábamos besándonos y caminando a mi dormitorio. Samuel dijo su nombre mientras estaba conmigo, sería el último recuerdo que tendría de él y me dolía que sea de esa manera, así que mordí mi labio para evitar llorar y pensar que el hombre que yo amaba, estaba pensando en alguien más mientras estaba conmigo, cerré los ojos y fingí que él pensaba en mí. Samuel se durmió a mi lado y yo lloré toda la noche en silencio. Cuando me desperté él ya se había ido. No me llamó, no me dijo nada, solo se fue.

Dos meses después descubrí que estaba embarazada y lo llamé, pero él no contestó, le dejé mensajes y varios correos, pero nunca me respondió. Fui al hospital donde él trabajaba para decirle, Samuel debía saber, y entonces lo vi con ella, se veían muy felices, él la miraba de una forma que jamás me había mirado a mí. Nosotros jamás tuvimos eso que él y Rachel tenían y no pude decirle, no pude arruinar su felicidad. Así que me fui y decidí tener sola a mi bebé.

—Madison y Alyssa nacieron un trece de mayo hace cinco años.

Cuando tenía cuatro meses de embarazo me aceptaron como profesora en el Conservatorio de música en Londres y sin pensarlo dos veces acepté y decidí empezar de nuevo. No me arrepiento de mis decisiones, no ha sido nada nada fácil cuidar dos niñas sola. Cuando nacieron y lloraban hubo muchos momentos donde me pregunté por qué lo hice, donde pensé en renunciar. Ellas lloraban y yo no sabía que hacer, estaba sola con dos bebés que lloraban y solo podía llorar con ellas. Pero la tormenta pasó y yo fui aprendiendo, sigo aprendiendo todos los días a como ser mamá.

Agotada, solitaria, triste y confundida

Así es como ella camina por la vidaLleva en su cara una enorme sonrisaQue oculta sus lágrimas y desdichas

Perdida, extraña, y en pequeños pedazos

Así es como ella se siente en veranoInvierno y otoño son una historia diferentePorque ella poco a poco pierde la fe en la gente

¿Hay alguien ahí que la pueda escuchar?

¿Hay alguien ahí que la quiera ayudar?

Ella dice que está bien y ella lo intenta

Intenta estar bien y no perder la feElla intenta creer que será amadaElla intenta e intenta y por eso esta tan cansadaY solo quiere alguien que la escuche en la oscuridad.Alguien que ame sus imperfecciones y ambigüedad.Solo quiere lo que todos los demás también anhelanSer amada y una historia de amor que no duela.

—Buenas tardes público presente, bienvenidos a otro episodio de Lady drama, el episodio de hoy se llama, ¿por qué aún pienso en él?

Mis dedos se quedan quietos sobre las teclas del piano y me rio ante lo que acaba de decir Freya, una de mis mejores amigas. La veo quitarse con cuidado su abrigo rojo y su boina del mismo color. Freya trabaja como editora en una revista de moda y está de más decir que ella ama todo lo que tenga que ver con moda e ir de compras.

—¿Podrías tocar algo menos deprimente? Adoro como tocas y me gusta aquella música, pero por salud mental quiero escuchar algo que no grite que corte mis venas con galletas saladas o ahórcate con papel.

Ella deja su bolso con cuidado sobre el sofá y se lanza con mucha delicadeza en él. Me mira desde donde esta acostada y me sonríe.

—Es una música triste porque la compuse poco después de mi divorcio, tal vez algún día escriba una segunda parte y esta vez sea una música feliz.

Tal vez...

—¿Dónde están tus hermosas hijas?

—Fueron con Noel, por un helado y se van a quedar esta noche con ella.

Noel también da clases en el Conservatorio, ella es profesora de historia de la música y una excelente saxofonista. Gracias a ella conocí a su hermana, Ziva, que es una excelente pediatra.

—Hoy las gemelas me preguntaron dónde está su papá y yo no supe que responder. Últimamente solo preguntan sobre él y sé que es normal que quieran saber, pero yo no sé qué hacer.

Cierro la tapa del piano y camino hasta el sofá donde esta Freya y me siento con ella.

—Decirles la verdad, tus hijas son inteligentes, ellas entenderán.

Muevo mi cabeza en señal de negación.

—No es tan fácil.

—Lo es, solo abres tu boca y dejas que la verdad salga.

Mi teléfono suena sobre la mesa y me levanto para revisar el mensaje. Sonrió al ver que es Amelia, ella y yo nos hicimos amigas mientras ella manejaba mi divorcio. Fue un gran apoyo para mí en ese momento y fue quien me ayudó a instalarme en Londres. Lamentable para mí, ella regresó a su amado Boston.

Mi sonrisa desaparece cuando leo su mensaje.

—Samuel Graham está aquí en Londres. Aceptó un puesto como cirujano en un hospital de aquí.

¡Oh por Dios! Esto no me puede estar pasando a mí. Esto no puede ser verdad, pero Amelia no me mentiría sobre esto.

—Creo que eso es una señal del destino para que digas la verdad. Recuerda, la verdad os hará libre.

Samuel está aquí, él no debería estar aquí. Vine aquí para estar lejos de él, necesito estar lejos de mi ex esposo. De todos los hospitales que hay, ¿por qué tenía que venir aquí? Sigo pensando en eso casi toda la noche. El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos.

¿Quién puede ser a esta hora?

—Con la señora, Vivian Blake —me dice una voz de mujer que no reconozco.

—Sí, ella habla.

Nunca pueden ser buenas noticias a esta hora de la noche.

—Lamento comunicarle que el señor Samuel Graham ha sufrido un accidente.

Tengo que pedirle que me repita lo que acaba de decir y cuando ella vuelve a decir su nombre yo simplemente no sé qué hacer.

¿Qué se hace cuando llaman en medio de la noche para decirme que mi ex esposo sufrió un accidente? Debería ignorar la llamada y seguir con mi vida, es lo correcto, nuestro matrimonio terminó, nuestras vidas tomaron caminos separados, él incluso se volvió a casar, él nunca respondió mis llamadas, ¿dónde está Rachel? A lo mejor ella también estaba en aquel accidente. Pero de nuevo, eso no es asunto mío, él no es mi problema desde hace años. Además, ¿cómo le digo que tenemos gemelas de las que él no sabe? De todas formas, Samuel no me puede culpar por eso, yo quería decirle y él jamás respondió mis llamadas.

—Lo mejor será ignorar la llamada.

Pero yo nunca me he caracterizado por hacer lo correcto y aquí estoy poniéndome mi abrigo para ir al hospital. Me digo que no hablaré con él, que solo me aseguraré que mi ex esposo se encuentre bien. No puedo hablar con Samuel, no sabría que decirle. Hola, Samuel es un gusto verte y sé que es un mal momento, pero quería decirte que tenemos gemelas, bueno recupérate pronto, nos vemos por ahí, no me llames yo te llamo —no, eso no suena bien, tal vez solo debería mandarle una nota.

Cuando llego al hospital, evito encontrarme con Ziva o Patrick, un buen amigo que es jefe de plástico y conocí gracias a Ziva. También evito a Scott, el residente de Patrick porque lo primero que haría sería ir a contarle que yo estoy aquí y quiero evitar hablar sobre esto.

—Vengo a ver a Samuel Graham —le digo a una de las enfermeras.

Ella muy amablemente me acompaña hasta su habitación. Abro la puerta sin saber exactamente porque vine aquí, sin saber cómo me voy a sentir o como voy a reaccionar al verlo. Lo primero que veo son sus ojos, los ojos de mi ex esposo me miran con curiosidad.

¡Dios mío Santo! esta incluso más guapo de lo que recuerdo. ¿Por qué él tiene que ser tan atractivo y sexy? ¿Por qué estoy en la puerta babeando por mi ex esposo? Si le cuento esto a Freya, ella golpearía mi cabeza con un ladrillo.

—¿No vas a entrar? —me dice él y me doy cuenta que me he quedado de pie en el marco de la puerta sosteniendo el pomo.

Entro con pasos nerviosos y por un momento olvido como se camina. ¿Cómo alguien puede olvidar como caminar? Tomo aire y entro con fingida confianza en mí, tratando de no pensar que estoy frente a Samuel Graham después de tantos años.

—Es bueno verte después de todo este tiempo, pero, ¿por qué tardaste tanto, Viv? —me pregunta cuando llego a su lado.

Lo miro confundida y algo molesta, ni siquiera debería estar aquí. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué soy tan masoquista? Después de todas las noches que lloré por él, después de todas las veces que no me sentí suficiente porque Samuel la eligió a ella, aquí estoy. Samuel llama y yo corro hacia él.

Al parecer tienen razón cuando dicen que los malos hábitos tardan en morir.

—No sabía que debía estar aquí antes.

—Bueno, Viv, eres mi esposa. ¿Dónde más deberías estar?

Un cirujano cerebral de fama mundial tiene amnesia, vaya ironía de la vida. ¿Dónde más debería estar? Lejos de él, eso es seguro.

—¿Perdón?

Él mueve la cabeza y la sombra de una media sonrisa asoma su cara, sé que es una media sonrisa, pero luce más como una mueca y al ver la tristeza en su mirada pienso que tal vez siente dolor y lo está tratando de ocultar.

—Bueno, ex esposa —dice él—. Tranquila Viv, no he perdido la memoria, para mi desgracia lo recuerdo todo.

Viv, la forma cariñosa que solo él utilizaba, nadie más que Samuel me llama así. ¿Por qué tiene que llamarme así ahora? No me ha dicho así desde que conoció a Rachel.

—Bueno, lamento ser un mal recuerdo —le digo con algo de amargura.

Él está mirando el techo, parece perdido en algún viejo recuerdo, no puedo decir si aquel recuerdo es bueno o malo. Tal vez este es el momento de irme.

—No lo decía por ti —agrega cuando yo retrocedo lista para alejarme e irme a casa a esperar a mis hijas—. Jamás diría eso por ti, lamento que pensaras lo contrario.

También son sus hijas. Por un momento lo había olvidado, él es el padre de Madison y Alyssa, Madi se parece a él en su carácter, Aly se parece a mí. Él es su padre y no lo sabe. Jamás las ha visto o escuchado reír, jamás las ha visto llorar o hacer pucheros. No sabe nada se ellas. ¿Alguna vez escuchó mis mensajes? Espero que no, realmente espero que no.

—¿Entonces porque lo decías?

No debería hacer preguntas, tengo que irme de aquí, alejarme de él y los recuerdos.

—Rachel.

Solo su nombre es todo lo que él dice por un largo momento. Dijo su nombre casi en un susurro y de forma dura. Como si pensar en ella doliera demasiado que trata de no hacerlo. ¿Por qué le duele pensar en ella? Ella es el gran amor de su vida y no la conozco bien, pero lo que sé de ella es que no era una mala persona. Ella no tuvo la culpa que mi esposo se enamore de ella, uno no elige a quien ama y yo no podía obligar a Samuel amarme solo porque yo lo amaba con todo mi corazón.

—Rachel está muerta —dice él—, se suicidó hace siete meses.

Samuel está ahora en guerra con el dolor, alguien a quién amaba ya no está, está roto y espera que yo lo ayude a sanar, pero yo no puedo ayudarlo porque yo solo soy alguien que él dejó atrás, así que sin decir nada salgo de su habitación y me voy a casa.

Solo soy alguien que él dejó atrás...

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