Capitulo 23
El nacimiento de un niño es algo tan cotidiano, algo que estamos tan acostumbrados a ver, que a menudo olvidamos la grandeza, la magia de ese acto inaudito. Crear un alma.
Londres, verano de 1816.
Lysandro llegó junto a Juliette justo a tiempo para evitar que Nina dijera algo que pudiera causar un mal rato a su esposa. — Nina... Ya hemos acordado algo, debes esperar... — murmuró con la voz apacible.
— no te desharas de mi Lysandro, te lo advertí — señaló ella
— Marchate ahora... Porque no respondo sobre mis actos — amenazó con un tono que Juliette nunca había escuchado y la hizo sentirse intimidada. Llevo su mano de nuevo al vientre y lo sobo.
— no... Tú deberás responder por tus actos... — sentenció antes de darse vuelta y marcharse.
Lysandro volteo con Juliette y la miro extrañado de que se sobara — ¿Te hizo algo? — pregunto preocupado. Ella negó con la cabeza.
— Solo... Me asustó tu reacción — murmuró sonrojandose.
— lo siento... Ella me hizo perder los estribos — se acercó a besar sus manos quitándolas con cuidado del vientre de ella. — ¿Qué sucede? Estas extraña — susurro para que no escuchara Leigh, quien se había alejado para saludar a su sobrino.
— Estoy en cinta... — murmuró Juliette sin verlo y con la cara totalmente roja. Lysandro sonrió y empezó a reír nervioso, instintivamente beso las manos cubiertas con los guantes.
— Eso es lo más lindo que has dicho en todo el tiempo que llevo de conocerte, Juliette — murmuró sobre sus dedos — y te conocí a los diecisiete — se separó un poco y paso su dedo pulgar por la mejilla de ella sin dejar de sonreír de forma boba.
Los ojos de Juliette se cristalizaron con algunas lágrimas — Me siento tan extraña diciendo esto, crei que jamás pasaría algo así —
— Me alegra que esté pasando... Eres un cielo — volteo a todos lados para asegurarse que nadie viera y le beso la frente. Juliette suspiro al no guardar más el pequeño secreto a su esposo. — ¿Cuanto tiempo tienes? —
— quizá tres meses... — respondió sin poder disimular su sonrisa.
Lysandro recuperó la compostura y miro a su hermano, esté jugaba con el niño, parecía ansioso de tener sus propios hijos y ahora él tendría dos. Regreso la mirada al menudo cuerpo de Juliette — Estoy muy feliz, hace semanas te he notado más linda, seguramente es eso... —
Ella se sonrojo y sonrió mientras pasaba sus dedos por sus ojos limpiando las lágrimas.
Volvieron a casa después de contarle disimuladamente a Leigh la nueva noticia, seguramente Rosalya estaría muy feliz con ello también.
Después de la cena, Lysandro acompaño por primera vez a Juliette a dormir al pequeño. El niño lo miro extrañado y Lysandro no sabía exactamente que debía hacer, si solo quedarse en la puerta, cubrirlo con una manta o darle un beso.
Al final lo cubrió con la manta y se inclinó al borde de la cuna sonriendo al niño, realmente solo le bastó verlo para quererlo. Cómo muchas veces le había dicho Leigh.
Cuando él y Juliette fueron a su habitación, ella se metió al cuarto de baño y se puso el camisón de seda que usaba siempre para dormir, mientras Lysandro se quitaba el saco y las botas. Cuando Juliette salió del cuarto de baño se sentó delante del mueble francés con espejo y justo antes de desatar su cabello Lysandro se acercó, comenzó a besarle las sienes y los labios, ella soltó un par de risas.
—¿Tienes miedo por lo que viene? El bebé y los problemas con Nina—le dijo él.
—No tengo miedo —respondió ella y Lysandro dejó de besarla para mirarla a los ojos.
—¿No? — alzó una ceja sin creer lo que ella decía.
—Estoy nerviosa, lo admito... pero no tengo miedo — respondió con una extraña seguridad, rara en Juliette.
Lysandro meneó la cabeza, estaba maravillado con su esposa, como siempre —Eres magnífica —
Tras decir eso llevo sus manos al cabello de ella y lo desató, los mechones de cabello castaño comenzaron a caer cubriendo parte de sus hombros y frente. No podía creer lo preciosa que estaba Juliette con el pelo suelto, seguía sorprendiendose de como cada día la amaba mas. —Siempre me he preguntado por qué las mujeres se recogen el cabello —susurró, después
le dió otro beso.
—Porque es lo que se espera de nosotras —dijo ella sonriendo ante los mimos de Lysandro.
—No es por eso —dijo él con media sonrisa. Le acarició el pelo, cogió un mechón entre los dedos, se lo acercó a la cara y lo olió— Es para proteger a los hombres —
Juliette lo miró, sorprendida y confusa. — no comprendo — murmuró.
—Si algún hombre te viera así, tendría que matarlo — susurró Lysandro clavando su mirada en ella.
—L-Lysandro.— Esperaba sonar a reprimenda, y Lysandro lo sabía, pero Juliette se había sonrojado y parecía muy complacida por el comentario, incluso sonreia.
—Nadie que te viera así podría resistirse a ti — dijo acariciando un mechón de pelo diferente — Estoy seguro... —
—No pensabas eso hace un año... —dijo ella, mirándolo con una sonrisa
—Pues estaba ciego —dijo él y sostuvo el mechón de pelo entre sus caras, se lo acercó a los labios — lleva muchos años recogido en un moño... Según recuerdo —
—Desde que tenía dieciséis años — respondio. Lysandro la levantó y la atrajo hacia él, despacio aunque con fuerza.
—Me alegro. Nunca hubieras sido mía si te lo hubieras dejado suelto. Alguien se habría quedado contigo antes. — murmuró con un tono extrañamente posesivo.
—Sólo es pelo —susurró ella, con voz temblorosa.
—Tienes razón —asintió él—. Seguro que sí porque dudo que en cualquier otra persona me pareciera tan seductor. Debes de ser tú... —le susurró, soltándole el pelo.
Le tomó la cara entre las manos y se la ladeó un poco para poder besarla mejor. Le sorprendió su dulzura, la calidez de su respiración y por cómo, con un simple beso, era capaz de excitarlo tanto.
Era suya, pensó, deslizándole un dedo por la espalda. Suya para la eternidad. Era difícil imaginar cómo había podido tener tanta suerte, pero decidió no cuestionársela, sólo disfrutarla. La tocó y ella se estremeció.
Le dió la vuelta para besar los hombros y levantar lentamente el camisón de seda, revelando el inicio de las nalgas.
Quería besarla. Quería besarla justo ahí. Justo encima de las nalgas mientras ella estaba de espaldas, estremeciéndose de excitación.
La besó en la nuca deslizando con suavidad sus manos alrededor de su cintura. Ahora era suya. Era su esposa y tendría un hijo suyo, producto del amor que había nacido entre ellos.
Incapaz de contenerse, se deslizó hasta arrodillarse y mientras la agarraba con fuerza por las caderas, Juliette soltó un pequeño grito de sorpresa. Y Lysandro la besó. Justo allí, en aquel punto que tanto lo había tentado, la besó.
Su experiencia con las mujeres era bastante, aunque obviamente no se comparaba con la imaginación, la recorrió con la lengua, hasta el cuello, disfrutando del sabor. Su deseo estaba encendido y la llevo hasta la cama, la tumbo sobre está para después quitar su propia ropa a toda prisa.
—Espera aquí — dijo en un susurro y la beso— No te muevas. —
Antes de que pudiera hacerle alguna pregunta se deslizó hacia abajo, le separó las piernas, tal como se la había imaginado tantas y tantas noches en vela, y la besó.
Ella gritó. Nunca había hecho eso.
—Bien —dijo Lysandro con la voz ronca, aunque sus palabras se perdieron en la intimidad de Juliette. Lysandro la lamió y la besó, saboreó cada centímetro, cada punto de
placer. Fue voraz y la devoró mientras pensaba que aquello era, sencillamente, lo mejor que había hecho en su vida y, por Dios, daba gracias al cielo de ser un hombre casado y poder hacerlo siempre que quisiera.
Había oído hablar de ello a otros hombres, por supuesto, pero jamás había imaginado que pudiera gustarle tanto. Estaba a punto de estallar y ella ni siquiera lo había tocado.
Aunque tampoco le hubiera gustado que lo hiciera en ese momento, porque estaba agarrando las sábanas con tanta fuerza que tenía los nudillos blancos, si llegaba a tocarlo, seguro le hubiera hecho daño.
Debió haberla dejado terminar, debió haberla besado hasta que estallara en su boca pero, en ese punto, se impusieron sus propias necesidades y no tuvo otra opción.
Si no la notaba alrededor de su cuerpo enseguida, estaba bastante convencido que moriría de deseo.
Así que se levantó e ignoró el grito de molestia de Juliette cuando apartó la boca, se colocó encima de ella, acercándole su miembro y utilizó los dedos para abrirla un poco más
mientras la penetraba.
Estaba húmeda, muy húmeda, una mezcla de su saliva y la esencia ella. Se deslizó en su interior, notando el camino abierto. Juliette dijo su nombre entre gemidos, y Lysandro el de ella y entonces, incapaz de ir despacio, se hundió en ella. La necesitaba tanto que, cuando su cuerpo empezó a moverse, no pudo hacer nada para detenerse.
Impuso un ritmo rápido y urgente, pero a ella debió de gustarle, porque se movía rápida y urgente debajo de él, sus caderas se movían con rapidez mientras le clavaba los dedos en la espalda. Y, cuando gimió otra vez, no dijo su nombre, dijo: —¡Más! — de forma de demandante, con la voz aguda.
Así que colocó las manos debajo de ella, agarrándola por las nalgas y
levantándola para permitirle un mejor acceso y el cambio de posición debió de hacer algo en la forma en que la estaba rozando, o quizás ella había llegado al clímax, pero se arqueó debajo de él, tensó todo su cuerpo y gritó cuando notó que sus músculos se cerraban alrededor de él.
Lysandro no pudo aguantar más. Con un último empujón, se dejó caer, sacudiéndose y temblando mientras se derramaba dentro de ella.
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>:v/ Ahí está! Su Lemon cochino... Y su capítulo.
:v por cierto, ya subí prólogo del otro libro
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