Capitulo 20

Creer que vives un matrimonio perfecto, es uno de los engaños mas comunes.

Londres, Verano de 1816.

Lysandro tamborineaba los dedos sobre la pequeña mesa de aquel bar, pasaron algunas semanas para que Castiel se dignara a responder a su carta. Justo en ese momento, aún dudaba que fuera a llegar, ya habían pasado cerca de treinta minutos mientras esperaba a que llegara. Suspiro y dió otro sorbo al whisky que tenía en la otra mano, sintió el ardor del alcohol en la garganta y entonces miro entrar a Castiel por la puerta.

Castiel lo busco con la mirada y se dirigió hasta donde estaba para sentarse delante de él.

Lysandro. — dijo a modo de saludo y Lysandro asintió — Castiel

espero que sea realmente importante — advirtió, y dentro de esa advertencia iba aún un dejo de dolor por el sentimiento de traición que sentía de Juliette.

Principalmente quería saber si te encuentras bien Castiel, Juliette está preocupada... Bueno, tengo que admitir que también yo lo estoy... — dijo mientras le hacía una seña al camarero para que le llevará un trago a Castiel.

Tu lo sabías, lo sabías aunque no te dije y por tu comodidad aceptaste — reprocho refiriéndose al matrimonio con Juliette

Castiel, la conocías de toda la vida y hasta que creíste que la perdias se lo dijiste. — argumento Lysandro sin perder la compostura — tu mismo debes saber, que enamorarse de Juliette es inevitable.

Castiel dió un golpe a la mesa — No debiste casarte con ella, la hiciste sufrir y seguramente aún sufre con ver a Nina pasearse por todo Londres

Lysandro por su parte solo lo miro y suspiro cansado de ese tema, todos le decían lo mismo de Nina, que su sola presencia mataba a Juliette por dentro, pero el hecho de ir a decirle a Nina que se fuera sería suficiente para que Juliette pensara lo peor de él.

Castiel, te aseguro que no me he encontrado con ella, realmente no necesito verla... Con Juliette me basta — aclaró sin temor de lo que pudiera decir Castiel, aunque Castiel al escuchar esas palabras sintio una punzada en el pecho, tan similar a celos con decepción.

¿Entonces para eso querías verme? ¿Para decirme lo feliz que eres casado con la mujer que siempre he amado? — frunció el entrecejo

no Castiel, quería verte porque eres mi mejor amigo — aclaró Lysandro, pero Castiel se puso de pie acomodado su ropa.

no lo creo — sentenció antes de irse dejando a Lysandro con la palabra en la boca.

Londres, Otoño de 1816.

Aunque Juliette intentaba confiar en Lysandro, cada dia le resultaba más difícil. Nina no se había marchado de Londres a pesar de que la temporada de bailes había terminado. Le preocupaba que Lysandro no deseaba volver a la casa de campo y no quería pensar mal, pero sus celos la estaban enloqueciendo.
Incluso le había pedido a un mozo que cuidara que Lysandro no se encontrará con Nina, y de ser así debía decírselo inmediatamente. Ella misma sabía que exageraba, pero tenía miedo. Lysandro le había dicho que la amaba, pero ella tenía conocimiento de que la carne es débil y su esposo podría terminar en los brazos de la soprano.

Pero no hubo panorama mas horrible  que pudieran presentarle, que el que tenía delante de ella. Realmente se sentía ridícula sentada en un concierto privado de una de las familias de aristocracia de Londres, donde la cantante principal era Nina. Definitivamente tuvo que ir, para evitar que Lysandro fuera solo y ella tuviera oportunidad de hablarle a solas.
Juliette tenía la vista fija en la señorita (si es que así se le podía decir), a lo largo de su actuación. De todos modos, el ánimo de Juliette no mejoró demasiado ya que la cantante no apartaba sus ojos de Lysandro.
Al principio Juliette pensó que debía ser su imaginación que Nina no apartarse la vista de su esposo, pero a la mitad de la actuación, no había ninguna duda. Nina lanzaba descaradamente con la mirada invitaciones sensuales a Lysandro.

Cuando acabó la interpretación, no pudo evitar notar que la soprano, tras aceptar con elegancia y recato los aplausos, se dirigió con descaro hacia Lysandro y le dio una de esas sonrisas seductoras, el tipo de sonrisa que Juliette nunca aprendería a esbozar
aunque un centenar de cantantes intentaran enseñárselo. Aquella sonrisa no dejaba ninguna duda de las intenciones de la cantante. Juliette estaba furiosa, si no fuera próxima a heredar un ducado, seguramente abofetearia a la cantante por la ofensa que hacía en su presencia.

Por su parte, Lysandro estaba tranquilo y serio. No hizo nada más que alzar las cejas al notar los coqueteos de Nina, era ridículo que ella repentinamente sintiera deseo por tenerlo a su lado. No creía real aquello viniendo de Nina.
Volteo a ver de reojo a su esposa y está tenía los labios apretados, al igual que sus puños. Ya sabía que eso no era buena señal, pero irse haría evidente el mal rato que empezaban a pasar al parecer los dos.

La reunión incómoda no paso a mayores, pero al día siguiente Lysandro salió a ver a algunas personas como parte de los negocios que tenía, mientras que Juliette tomo a su hijo y fue a ver a su madre, acordando con Lysandro verse en la modesta casa de él para el almuerzo.
Todo habría salido perfecto como siempre, a excepción de que Juliette tardo un poco más de lo que planeaba y Lysandro llegó temprano.

El mayordomo fiel a la familia Ainsworth desde hace años toco la puerta del despacho de Lysandro y después de escuchar un pase, por parte de esté entreabrio la puerta — la señorita Veillard quiere verlo

Lysandro fruncio el entrecejo, si ella ya estaba ahí era inevitable que alguien no la hubiera visto y lo único que quedaba era decirle que se marcharse. — hagala pasar —

Juliette iba entrando a la casa con la Nana y el pequeño, sabía que habia alguien cuando miro un coche afuera, pero su sorpresa fue mayor cuando miro a Nina entrando al despacho de Lysandro. Miro a la Nana entregándole al niño — llévalo a su habitación y no salgan — ordeno furiosa y tras esto decidió conservar la cordura, quizá solo era un mal entendido.

Pensó en entrar, pero al final decidió quedarse en la puerta y se mantuvo en silencio escuchando la conversación.
Los tacones de Nina resonaban en el piso de madera — Lysandro... Te he extrañado, ningún amante es tan bueno como tu

no puedo decir lo mismo señorita Veillard... — suspiro y señalo un asiento del despacho

Nina sabía cómo llegar a Lysandro y convencerlo de cualquier cosa, se acercó tanto a él que su aliento chocaba con el del albino. Los nervios comenzaban a ganarle a Lysandro y sujeto a Nina por la cintura. No podía negar lo bella y sensual que era la cantante.

Carraspeó la garganta — me temo que no puedo aceptar sus ofrecimientos — al escuchar esto Juliette apretó los puños indignada.

entonces simplemente me llevaré a mi hijo — murmuró Nina y se separó de Lysandro.

Lysandro fruncio el entrecejo — ¿Cuánto dinero quieres por dejarlo? Por qué... Esa debe ser la razón de que vinieras

Nina río con recato y se paseo por el despacho — lo suficiente como para dejar a ti y a tu esposa disfrutar de su vida falsa de la alta sociedad

Nina, nosotros no ostentamos una fortuna — aclaró Lysandro

Ella es hija del Duque de Snowdon y tú hermano es el Conde de Bouillon, se que sabrás como conseguirlo — iba a inquirir algo más pero Juliette estornudo cerca de la puerta y Nina sonrió al escucharla. — Tu fina esposa está espiando... No lo puedo creer... Debí haberte besado cuando llegue

Lysandro dió algunos pasos hasta la puerta para abrirla y encontró a Juliette aún allí. Frunció el entrecejo convencido de que ella no confiaba en él.

Nina, por ahora deberás irte — dijo Lysandro y está camino con desdén hasta quedar frente a Juliette.

Que estés casada con él no es ningún impedimento para que sea mi amante — aclaró ella dejando la duda dentro de Juliette.

Esperaron a que se marcharse y Lysandro miro a Juliette aún serio, está tenía una expresión de dolor. La invitó a pasar al despacho y está solo entro para que los empleados no escucharan.

Lysandro se acercó a ella con una  pequeña sonrisa — No puedo creer que espiaras Juliette — murmuró él y se permitió recorrer con el dedo índice su mejilla.

Juliette tragó saliva repetidamente, ya había dejado de tener sentido intentar mantener la compostura.
— ¿Humm? — Deslizó el dedo por la línea de la barbilla—. ¿Qué dices a eso? — pregunto Lysandro.

Los labios de Juliette se separaron, pero era incapaz de pronunciar una palabra aunque su vida dependiera de ello. Él no llevaba guantes y el tacto de su piel era tan delicioso como siempre, parecía controlar todo su cuerpo. Respiraba cuando él se detenía, dejaba de hacerlo cuando él se movía. No cabía duda de que su corazón latía al compás de los deseos de Lysandro Ainsworth.

Tal vez —susurró él, tan cerca ahora que su aliento besó sus labios — no confias en mi... Y en lo mucho que te amo — murmuró con un tono de tristeza y reproche.

Juliette intentó sacudir la cabeza pero sus músculos se negaban a obedecer.
Lysandro no tardo en juntar con delicadeza sus labios a los de ella, moviéndolos lentamente.
Ella jadeó contra su boca, y entonces él aprovecho la separación de sus labios para deslizar la lengua entre ellos. Aunque Juliette estaba entre sus brazos, daba mas la impresión de que no se movia por la sorpresa de ser descubierta, por lo que Lysandro se apretó un poco más y permitió que una de sus manos se deslizara y sujetara la suave curva de su trasero.

—¿En serio me vas a dejar que lo haga aquí? —susurró él contra su oído. Pero no hizo ningún movimiento para soltarla.
La respuesta de Juliette fue un gemido incoherente y confuso. Su cuerpo se destenso entre sus brazos, permitió que la amoldara al suyo, con más cercania. Él sabía que debía detenerse, seguramente todos en la casa sabían que estaban en el despacho, pero su sangre se aceleraba a causa de la necesidad, y ella sabía tan exquisito.

Lysandro soltó un gemido, apartó los labios de su boca para saborear un instante la piel salada del cuello de Juliette. Había algo en ella que se adaptaba a él, como ninguna mujer había conseguido antes.

Algo en ella resultaba tan perfecto.
Olía bien.
Sabía bien.
Daba gusto tocarla.

Y sabía que si le quitaba toda la ropa y la tumbaba sobre la alfombra, ella se adaptaría bajo él, se adaptaría alrededor de él perfectamente. Los brazos de Juliette, que habían quedado atrapados entre los de Lysandro, se dirigieron poco a poco hacia arriba, hasta que sus manos descansaron lentamente en su espalda. Y luego sus labios se movieron. Era algo mínimo, en sí fue un movimiento que apenas sintió Lysandro, pero era indiscutible que ella le estaba devolviendo el beso.

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:3 Espero que lo hayan disfrutado, porque yo disfrute escribirlo.

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