Un paso en falso
"Si duermes ahora... Dejarás de sufrir..."
Aquello parecía una farsa, un juego, una tomadura de pelo. ¡No podía estar pasando!
Gael leyó, con mirada borrosa por las lágrimas, las líneas difusas en el antiguo papel... Casi estaban borradas por el paso del tiempo... El libro temblaba en sus manos mientras leía una y otra vez aquellas palabras sin poder creerlo del todo. Sin embargo, ahí estaban: las únicas palabras que podían impedir que siguiera adelante con sus planes de quitarse la vida. Palabras que relataban los pensamientos que cruzaban por su mente. Dejar de sufrir era todo lo que quería. Ya no más dolor. Ya no más la mirada vacía de su hermana quemándolo, poco a poco. Ya no más pesadillas donde los gritos moribundos de sus padres lo atormentaban sin cesar: "Corre, Gael, sálvate..." y él corrió, y los dejó atrás.
"Si duermes ahora... Dejarás de sufrir..."
—Por favor —gimió mientras caía de rodillas y el libro se escapaba de sus manos, levantando una nube de polvo al caer al viejo piso de madera del cobertizo—, que pare ya... ¡Por favor!
"¡No!"
Apenas alcanzó a ver aquella minúscula palabra. "¡No!". La heroína, casi muerta de hambre, con mirada resuelta golpeó la mano que le ofrecía el encantador frasquito de veneno. ¿Por qué no lo toma y acaba con todo? Se preguntó Gael. Miró unas líneas atrás y percibió el estado demacrado y lamentable de la chica. Una pordiosera, una paria, un desecho para todo aquel que ponía sobre ella la mirada y aún así, rechazaba el único consuelo que alguien piadoso le ofreció.
"¡No!"
¿Por qué no? ¡Maldita sea!
Pero Gael no se atrevía a seguir leyendo porque tenía miedo de que si la heroína de aquella inverosímil historia tenía buenas razones para continuar con vida, él también las tendría y simplemente eso era imposible.
Cerró el libro y se sentó en el suelo con él en su regazo. Levantó un poco la tapa y la volvió a cerrar. Las lágrimas comenzaron a caer sobre la antigua tapa mientras él simplemente las dejó escapar a raudales y buscaba el valor que lo había llevado hasta aquel lugar para quitarse la vida, sin encontrarlo. No entendía porqué ahora la idea le parecía horrorosa, había estado tan decidido. Planeándolo todo detalle a detalle durante semanas, y ahora, por un estúpido paso en falso todo se había echado a perder. ¿por qué tuvo que abrir el maldito libro? ¿Por qué tuvo que leer aquella estúpida frase? ¡No significaba nada! Era solo una historia para niños, aquella mujer no tenía nada que ver con él y, sin embargo, sin poder explicarlo, él quería saber qué sería de ella si no tomaba el frasco y terminaba con su vida, y al mismo tiempo, tenía mucho miedo de saber.
Abrazó el libro y se acostó de lado, echo un ovillo entre el polvo y la mugre, y se quedó dormido.
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