Capítulo 22

Amaya corre hacia mi con intenciones de atacarme pero fácilmente preví sus movimientos.

Me hice a un lado, agarré su muñeca y le di un rodillazo en el estómago haciendo que escupiera un poco y los demás hicieran muecas de dolor.

La dejé caer al suelo y escuché que tosió pero se levantó.

Miré frente a mi y esquivé el golpe que intentó darme por la espalda, la agarré nuevamente por la muñeca y con la otra mano agarré su nuca inclinándola y estirando su brazo hacia atrás.

-¿Piensas que así conseguirás que Tobirama se fije en ti?- Pregunté en su oído -Eres predecible pero aunque fueras buena él no te miraría porque está conmigo- La lancé contra el suelo pero agarré sus muñecas y pisé su espalda -Les tengo una pregunta... - Dije fuerte y mirando a los demás, jalé los brazos de Amaya.

-¡Agh!- Se queja.

-Si están en plena pelea, y ven que alguien del enemigo es de su tipo... ¿Van a querer impresionarlo? No deberían estarse fijando en otros mientras pelean, y menos en los que ya están en una relación ¡¿Está claro?!-

-¡Hai!-

Solté a la chica.

-Cambien de pareja y vuelvan a pelear- Dije y todos obedecieron rápidamente.

Caminé hacia Tobirama pero miraba de reojo hacia la chica que aún estaba en el suelo pero abrazándose a si misma.

Me detuve y miré a las demás chicas que me miraban, entrecerré los ojos con advertencia y ellas se tensaron y dejaron de mirarme o a Tobirama.

Desactive el sharingan y me puse a un lado de Tobirama de brazos cruzados.

-No creí que fueras celosa- Dice sonriéndo y me abraza por la cintura.

-¿Quién está celosa, Senju?- Dije aún de brazos cruzados.

Él se ríe pero me besa la cabeza de forma tierna y haciéndome sonreír.

-Claro, niégalo ahora- Dice.

-Lo hago-

Nosotros nos quedamos mirando a los jóvenes un rato más.

La única que fue un horror en los ejercicios era Amaya, pero después, el resto estaba bien.

Y por suerte nadie volvió a fijarse en Tobirama.

Ahora estaba más tranquila y podía fijarme mejor en los chicos.

Pasadas unas horas, se había acabado el entrenamiento y yo les había dicho que se fueran a sus casa o a hacer lo que quisieran.

Comencé a caminar pero sentí las manos de Tobirama en mi cintura y como dejó un beso tierno en mi cuello haciéndome cosquillas.

-¿Vamos por helado?- Pregunta y yo asiento frenéticamente y con un brillo de emoción en los ojos.

-¡Si, si, si si!- Dije, agarré su mano y comencé a jalarlo para irnos.

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