27. Yo... ¿De novia?

Tadeo y yo pasamos casi todos los recreos con Stacy desde que se enteró de la infidelidad de Bruno. No voy a dejar abierta la posibilidad de que ese idiota se le acerque. Además, quiero darle la compañía necesaria para que se le levante el ánimo lo más rápido posible.

Me siento tan impotente cada vez que la escucho llorar en su cama, antes de dormir. Ocurre casi todas las noches. Abraza con fuerza el peluche que él le había regalado el día en que tuvimos la cita doble y derrama sobre éste una gran cantidad de lágrimas.

Al quinto día, aprovecho que está en su clase de baile, tomo el maldito peluche y busco un lugar donde esconderlo. Elijo un cajón que sé que nadie abre y lo acomodo allí. En el fondo del mismo, veo la campera de Lucas. Con la cual me había cubierto el día de su cumpleaños y que ya no le pienso devolver. La aprieto contra mi pecho inspirando el aroma de su perfume, que todavía se siente levemente debido a que nunca la saco de allí.

Así como Stacy debe olvidarse de Bruno, yo debo hacer a un lado a Lucas.

No puedo creer que haya vuelto a defender a su amigo, a pesar de haberme dado su palabra de que él mismo lo mataría si llegara a lastimar a mi hermana. No sé si la culpa es suya o mía por haber pensado que, en el momento de la verdad, haría lo correcto. Y si fue capaz de defenderlo a pesar de lo que le hizo a Stacy, estoy segura de que me haría lo mismo a mí, si le diera la oportunidad.

Ni estando loca me arriesgaría.

Afortunadamente, Tadeo y Stacy están comenzando a llevarse bastante bien. Por lo que pasamos unos buenos ratos juntos.

Y, para mí, las cosas no podrían estar mejor con ella. Volvemos juntas a casa a menudo y ya me puso al corriente de todo lo que no habíamos podido hablar durante el tiempo en que dejamos de dirigirnos la palabra.

Estamos esperando a que Tadeo salga de clases cuando vemos pasar a Bruno y Lucas en dirección a la salida. La mirada de Stacy se entristece.

—Mamá volvió a preguntarme anoche sobre lo ocurrido —comenta ella.

—¿Y qué le dijiste? —pregunto.

—Lo mismo de siempre, que simplemente no resultó —afirma rendida—. Detesto mentirle, pero si Eric llegara a enterarse, no sé lo que haría...

—Lo sé —acoto—. Aunque Bruno se lo merece.

Estaría bien que Eric le golpeara lo que yo no pude y luego lo mande a ensayar y cantar debajo de un puente.

—Él, tal vez —insiste ella—. Pero los demás no. Lucas, Francis y Vanesa se portaron muy bien conmigo.

Le doy un abrazo.

Su ternura me conmueve.

Me muestra una sonrisa y nos separamos al momento en que Tadeo llega junto a nosotras.

—Brenda, necesito hablar contigo urgente —luce realmente preocupado.

Stacy también parece advertir su nerviosismo, porque se pone de pie al instante.

—Nos vemos en casa —se despide.

Asiento y ella se aleja.

—¿Ocurre algo malo? —inquiero.

Él se sostiene la cabeza.

—¡Sí, es terrible! Pero no puedo decírtelo aquí —mira hacia atrás repetidas veces mientras habla—. ¡Oh, no! ¡Allí vienen!

Se escandaliza al ver a dos chicas acercarse hacia donde estamos. Lo están observando con curiosidad y cuchichean entre ellas, maliciosamente.

—¿Te están molestando? —le pregunto.

Me levanto para ponerlas en su lugar, pero él sujeta mi brazo.

—No, Brenda. No hagas nada —me detiene—. Sólo vámonos.

Al menos me doy el gusto de lanzarles una mirada amenazante. Ellas voltean la vista a otro lado rápidamente, continuando el paso.

Tadeo me aparta hacia la calle y me lleva por el lado contrario. Caminamos al menos cinco cuadras hasta que él se asegura completamente de que no haya nadie por allí. En realidad, hace varios metros que no se ve gente del colegio, pero mi amigo no parece querer arriesgarse.

—¡No vas a creer lo que pasó! —suelta de imprevisto, dándome un pequeño susto.

Entonces, comienza a relatar rápidamente, parece que hasta le falta el aire.

—Estábamos en clase de natación, así que aproveché para deleitarme con los abdominales de Julio —levanto una ceja, pero él prosigue como si nada—. ¡Tenías que haber visto lo bien que le quedaba el short de baño! —suspira.

—Tadeo...

—Y el agua que resbalaba por sus músculos tan perfectamente marcad-

—Tadeo —lo interrumpo más fuerte—. Ve al punto.

Él se sonroja de inmediato.

—Oh, vamos Brenda. Incluso tú hubieras babeado al verlo —se defiende.

Suelto una risa y me cubro los ojos con una mano.

—Se supone que lo que pasó es grave... —le recuerdo.

Su semblante cambia de inmediato. Vuelve a ponerse sombrío.

—Lo es —asegura—. Es gravísimo... ¡Esas dos compañeras me pillaron observándolo! —esconde la cabeza entre las palmas de la mano.

No me sorprende demasiado. Por la manera en que parece haberse deleitado con Julio, no me da la impresión de que haya disimulado.

—Bueno, si te dicen algo me avisas y les doy su merecido —propongo.

Pero él no parece tranquilizarse ni un poco. Por el contrario, se muestra aún más consternado.

—No se trata de eso —explica—. ¡Lo que me preocupa es que comiencen a circular rumores! Tú no sabes lo que es mi curso, Brenda.

Estoy empezando a pensar que no podría ser peor que el mío, pero Tadeo continúa.

—¡Es un nido de serpientes! ¡Nadie se salva!

—Bueno. ¿Pero qué importa lo que digan? —cuestiono—. Sólo ignóralas.

Lo mejor de los rumores es que, si no les das importancia, no hacen daño alguno.

Aunque mi amigo no parece pensar lo mismo.

—¡Si llegara a circular un chisme como ese estaré arruinado! —discute.

—O, podrías aprovechar la situación para sacarlo a la luz —planteo.

Sus ojos se agrandan y comienza a negar con firmeza.

—¡No estoy preparado para eso! Ni siquiera sé si lo estaré alguna vez...

—Lo harás —le coloco una mano en el hombro—. Cuando el momento llegue.

—No, Brenda —se resiste intensamente—. ¡Lo que más me preocupa es el hecho de que mi madre se pueda enterar!

Su mamá es profesora en el curso de Stacy.

—Si el rumor se extiende y llega a oídos de ella... ¡Mi papá me va a echar de la casa!

Se cubre el rostro con las manos.

Comienzo a entender mejor por qué está tan angustiado.

—Es muy poco probable que eso ocurra —intento tranquilizarlo.

—Para nada —afirma él—. Mi mamá habla mucho con sus alumnos. Además, se relaciona con las demás madres del curso. ¡Podría enterarse pronto!

Camina dando vueltas en círculos mientras explica.

Esto en realidad le afecta demasiado.

—Tadeo, si te preocupa tanto, tenemos que hacer algo al respecto.

Él asiente con desconsuelo.

—Es lo que intento decirte... ¡Tengo que solucionarlo cuanto antes! —Suspira apesadumbrado— Además, papá propuso que conozca a la hija de uno de sus amigos este fin de semana.

—¿Crees que sospecha algo? —indago.

—Es posible... —su expresión se torna incluso más temerosa— Parece afianzar más sus sospechas desde que descubrió lo del club de teatro.

Ambos llevamos la mirada al suelo.

—Entonces... ¿Qué podemos hacer?

Él medita un momento.

—Pues... Yo estaba pensando que tal vez podrías ser mi novia —levanta la vista hacia mí.

¿Dijo novia?

—¿Qué? —necesito asegurarme de haberle oído bien.

—¡Oh, vamos Brenda! —insiste—. No será tan malo...

Comienzo a reír a carcajadas.

Me muestra una mirada un tanto ofendida.

—Perdón por no ser tan guapo como alguien cuyo nombre no voy a decir porque me vas a golpear —insinúa.

Dejo de reír al instante.

—No sé de quién estás hablando —aseguro, lanzándole una mirada de reproche para que no se anime a revelarlo—. Además, no se trata de eso. Se trata de que eres mi mejor amigo.

—¡Justamente! Eres mi mejor amiga y te necesito —me mira con unos ojitos suplicantes.

Pienso un momento.

—No sé si podría fingir que te veo de esa manera... ¿Y si se lo pedimos a Stacy? Ella haría un mejor papel de novia que yo.

Niega.

—No conozco a tu hermana lo suficiente como para confesarle mi secreto.

Dejo escapar un suspiro.

—Está bien. Lo haré —cedo al fin.

No voy a dejar que algo como esto lo tenga tan preocupado.

Él me abraza, lleno de emoción.

—¡Eres la mejor! Si no me gustaran los chicos te amaría a ti —bromea.

Su comentario me saca una sonrisa.

—¿Cuál es el primer paso? —le lanzo una mirada decidida.

—Bueno, lo ideal sería que fueras a cenar a casa uno de estos días, así te presento a mis padres.

—Me parece una buena idea —accedo.

Él se emociona y me pasa la mano para que la estreche.

—Bienvenida a la mejor relación que vas a tener en tu vida —ironiza—. O, al menos la más ficticia.

Me río y le devuelvo el gesto.

—Esto no tiene nada de romántico —señalo—. Vamos a tener que esforzarnos un poco más para engañar al resto del mundo.

—Bueno, al menos somos actores —se encoge de hombros.

Parece que este nuevo desafío va a requerir bastante esfuerzo por parte de ambos.

Días después, me detengo delante de la casa de Tadeo y hago sonar el timbre. Una señora me recibe con una mirada llena de expectativa.

—Tú debes ser Brenda —me saluda y me da un abrazo.

—Sí, hola —consigo formular mientras sus anchos brazos me aprietan contra su pecho—. Mucho gusto.

—Eres más bonita de lo que imaginaba —resalta, con ternura y me hace ingresar al recibidor—. ¡Tadeo! ¡Tu novia está aquí! —lo llama en voz muy alta.

Mi mejor amigo se acerca con muchos nervios encima.

—Hola, Brenda —me saluda. Se aproxima para darme un beso y duda exageradamente entre mi mejilla y mi boca. Al final se decide por mi mejilla derecha.

—Hola, mi lindo... malvavisco —es lo único que se me ocurre.

Nunca fui buena para los motes.

Él se descoloca por semejante estupidez. Pero su madre parece tomar mi expresión de cariño como algo natural.

—¡Se ven tan lindos juntos! —apunta y nos hace pasar al comedor.

Es la primera vez que vengo a casa de Tadeo. El salón principal es pequeño y acogedor. El olor a la cena invade todo, haciendo que mi estómago dé muestras de apetito.

Nos ubicamos alrededor de la mesa y su padre se acerca un momento después.

—¡Papá, ella es mi novia! —se apura en presentarme.

—Brenda —susurro y le golpeo con la pierna por debajo de la mesa, porque su obviedad va a hacer que esto se vuelva más incómodo de lo que ya es. Y ni siquiera le dijo mi nombre.

—¡Brenda! —vuelve a gritar él— ¡Se llama Brenda!

Los nervios lo están traicionando. Espero que no acaben por descubrirnos.

Su padre me observa de arriba abajo y muestra una mirada complacida.

—Es un gusto ver que mi hijo traiga a casa una chica —expresa.

—Cariño, te dije que era cuestión de tiempo —le recuerda su madre.

Tadeo asiente tantas veces seguidas que empiezo a creer que algo se ha descompuesto en su cuello.

—Entonces, ¿cómo se conocieron? —pregunta su madre mientras nos sirve la comida.

Él y yo nos miramos. Mi amigo parece estar sudando.

—En el club de teatro —me apuro en contestar.

De todos modos, es la verdad.

—Sí, yo... eh... me anoté allí para buscar chicas —agrega éste—. Muchas chicas.

Sonrío como una idiota y le piso el pie con todas mis fuerzas.

¿Muchas chicas? ¿Y lo dice delante de su novia? ¿Quién va a creerse eso?

—¿Cómo es eso de muchas chicas? —le pregunta su madre con expresión confusa.

—Sólo lo dice para molestarme, porque sabe que soy muy celosa —me arrimo a él y le pellizco el cachete, fingiendo que lo hago con cariño.

Tonto, a ver si te comportas.

Él asiente con una falsa sonrisa.

—Es que lo quiero tanto, que no podría verlo con otra —añado.

Su madre sonríe gustosa, y nos dedicamos a comer.

Después de un largo y mal disimulado interrogatorio de su padre sobre en qué trabajan los míos, qué carrera pretendo seguir el año que viene y hasta cuáles son mis notas en el colegio, la cena por fin culmina.

—Voy a acompañar a Brenda afuera —se excusa Tadeo, mientras yo me despido de sus padres.

Salimos al exterior, atravesamos el jardín frontal hasta la vereda y comenzamos a reír con ganas.

—¡Estuviste genial! —me felicita.

—Me hubiera gustado decir lo mismo —expreso.

Tampoco puedo culparlo demasiado. Se nota que el miedo que le tiene a su padre sobrepasa muchas cosas.

—Lo siento —agacha la cabeza, aunque sigue sonriendo—. Lo haré mejor el fin de semana.

—¿El fin de semana? —repito.

—¿No te lo dije? —Pregunta y yo niego—. El sábado habrá una fiesta.

Frunzo el ceño, creo que entiendo a dónde quiere llegar.

—¿Y vamos a ir como novios? —consulto.

—¡Claro! —Me mira como si fuera tonta— Aunque estuvimos muy bien delante de mis padres, todavía debemos hacerle creer a mi curso entero que lo somos.

Llevo una mano a mi mentón.

—¿La fiesta es de tu curso o del colegio? —me azota una duda terrible.

—De mi curso... ¿Por qué lo preguntas? —levanta una ceja.

—Por nada... —contesto, pero mi cara me delata.

—¿Te preocupa que pueda vernos alguien de tu clase? —muestra una expresión graciosa.

—No, para nada —miento.

Oh, vamos.

¿En verdad voy a pensar en él en un momento como éste?

Tadeo se pone serio ahora.

—Brenda, de verdad —insiste—. Si esto va a traerte problemas con alguien a quien no quieres que mencione, sólo dímelo y veremos otra solución.

Niego.

Como si a Lucas fuera a importarle con quien salgo.

—No hay ningún problema —reitero, ahora más convencida.

Él asiente y nos despedimos.

Llega el sábado y me estoy arreglando el cabello, cuando Stacy aparece por detrás.

—¿A dónde irás tan bonita? —pregunta.

Me encojo de hombros.

—A una fiesta de quinto año.

—¡Genial! —Exclama— Entonces puedo ir contigo.

La miro confundida.

—¿Tú vas a ir?

—Claro, tonta. Todo el colegio va a este tipo de fiestas —me observa como si no supiera nada del mundo en el que vivo.

Se me encoje el pecho.

¿Todo el colegio? O sea que Lucas...

No. Estoy exagerando. Él probablemente toque en el bar esta noche.

—Bueno, Tadeo va a pasar a buscarme. Puedes venir con nosotros.

—¡Gracias! —me sonríe mientras se cambia de ropa.

Entonces pienso que, si vamos a hacer esta mentira realidad, mi hermana debe ser la primera en enterarse.

—Stacy... —empiezo—. Tadeo y yo somos novios ahora.

Ella abre la boca tan grande que creo que se ha quedado estupefacta.

—¿Bromeas? —pregunta.

Bueno, en realidad sí, pero ella tiene que pensar lo contrario.

Niego.

Pega un gritito y me da un abrazo.

—¡Estoy muy contenta por ustedes! —asegura.

Se aparta y me observa con curiosidad por un instante.

—Aunque es muy raro. Podría haber jurado que te gusta Lucas.

—¿Lucas Urriaga? —finjo sentirme ofendida—. ¿Qué te hizo creer algo así?

Ella se encoje de hombros.

—Bueno, pareces mirarlo de una manera distinta.

—Sí, con odio —le hago una mueca.

No parece nada convencida.

—No, no es eso. Además, me dio esa impresión en la cita doble —recuerda—. Y no te hagas la tonta, por lo menos te atrae. Más de una vez te pillé observándolo en el colegio, y en el bar también.

Todo el mundo parece notarlo. Evidentemente, no puedo ser más obvia.

No, es sólo que Stacy y Tadeo me conocen muy bien.

—Te equivocas —insisto—. Jamás saldría con alguien como él. Además, Tadeo es quien me gusta.

Ella me sonríe con ternura.

—Estoy muy contenta por ti.

Ahora me siento mal por mentirle. Pero no puedo hacer nada más.

Tadeo nos busca al menos media hora después. Al llegar a la fiesta, Stacy se separa de nosotros.

—Voy a buscar a mis amigas. ¡Diviértanse! —nos guiña un ojo.

—Bueno... ¿Y ahora qué hacemos? —pregunta mi mejor amigo cuando la vemos desaparecer entre la gente.

—En primer lugar... —extiendo mi mano y enredo sus dedos entre los míos—. Fingir que somos novios.

Él me sonríe.

—No sé qué haría sin ti, Brenda.

Nos paseamos por todo el lugar, de la mano. En un principio vamos a la barra de tragos y conversamos allí con unos compañeros de Tadeo. Él me presenta como su novia, sin demasiado disimulo. Le hago algunas caricias cada tanto, en el cabello o el brazo, sólo para acentuar el hecho de que supuestamente me gusta.

—Lucía, mira —la voz chillona que suena a mi costado me resulta conocida—. Al fin alguien se dio cuenta de que sólo un perdedor estaría con ella.

Volteo para encontrarme de frente con Samantha. Las dos víboras que tiene de amigas la acompañan.

—¡Samantha! Me pregunto en dónde está tu novio —la miro con expresión de suficiencia—. Ah, no. Olvidé que te tiene en la friendzone.

Ella se ofende exageradamente, aunque intenta disimularlo.

—Lucas está loco por mí —asegura, luego mira a Tadeo como si no fuera nada y se burla— Y prefiero no tener novio, a que sea un gordo sin estilo.

La rabia me hace darle un empujón que la lleva al suelo.

—Vuelve a hablar así de él y ni tu padre te va a reconocer —la amenazo.

Sus amigas se escandalizan y la ayudan a levantarse.

—Sólo vamos Sam —le pide Lucía—. Es una salvaje.

—No tienes idea de lo salvaje que puedo llegar a ser —miro a las tres apretando los puños.

Nadie habla mal de mi mejor amigo.

Se alejan enseguida, atemorizadas.

—¡Vaya! ¡Tu novia es súper cool! —le dice uno de sus compañeros a Tadeo.

Él se ríe y me da un abrazo.

—Sí, pero no la miren. Ella es mía —bromea.

Más tarde salimos al jardín trasero y charlamos en un grupo grande de chicas de su curso, durante al menos una hora.

—Tadeo, si sigues contándole a todo el mundo que soy tu novia, van a terminar por sospechar lo contrario —le advierto en voz baja, una vez que nos alejamos.

Con cada persona que nos cruzamos es lo mismo. Él no sabe disimular en absoluto.

—Lo siento, Brenda —se disculpa—. Es que nunca tuve una novia. No tengo idea de cómo comportarme.

Su actitud me da una inmensa ternura.

—Bueno, tenemos que buscar la manera de que todos se enteren que somos novios, sin tener que estar gritándolo a los cuatro vientos —propongo.

—¿Y cómo haremos eso? —consulta, preocupado.

—Tengo una idea, pero vamos a tener que darnos un beso —lo preparo.

—¿Bromeas? —Se escandaliza— ¡¡Iughh!!

Me echo a reír.

—Tampoco es que me encante la idea —aclaro—. Pero dijimos que haríamos nuestro mayor esfuerzo.

—¡Sí pero qué asco!

Frunzo el ceño.

—¿Vamos a hacerlo o no? —ruedo los ojos.

—Sí... Está bien —se rinde—. Lo que tú digas.

—Bien —comienzo a explicarle mi plan—. Vamos a entrar de nuevo al salón y nos vamos a besar como si fuera lo mejor que nos pasó en la vida. ¿Oíste?

Él asiente levemente y con miles de dudas reflejadas en su expresión.

—Para ti es fácil de decir —se queja—. Aunque no te guste, soy un chico.

—No es fácil. Eres mi mejor amigo —le aclaro—. Voy a tener que poner en práctica todas las clases de teatro que tuve hasta ahora.

—Sí, pero al menos vas a poder pensar en otra persona —me explica— Yo, sin embargo, no podría verte como Julio jamás. Él es alto, musculoso y varonil. Y tú eres una chica.

Suspiro.

La verdad, yo tampoco podría verlo como Lucas.

—Tadeo, si hacemos esto ya está todo resuelto. Nadie más tendrá dudas con respecto a tus gustos —lo aliento—. Y tu curso entero está aquí. ¿Qué más quieres?

Asiente, un poco más confiado ahora.

—Tienes razón, Brenda. ¡Hagámoslo!

Me preparo mentalmente, contando hasta tres. Entonces, tomo su mano y lo arrastro hasta adentro. Tadeo me sigue con paso decidido, sin soltar mi agarre.

Con la mirada busco un lugar en el cual pueda asegurarme de que todo quien esté en el salón tenga una clara vista de nosotros. Me acompaña hasta llegar allí y luego volteo sobre mí misma.

Él traga saliva y yo intento no pensar en nada al momento en que tomo su rostro con ambas manos y lo atraigo hacia mí.

Mis labios hacen contacto con los suyos y entonces hago mi mayor esfuerzo por traer a mi mente los recuerdos de cada vez que besé a Lucas. El contacto con Tadeo no se parece en nada a eso, pero intento pensar que sí, imaginando el calor de sus labios, sus brazos atrayéndome con firmeza y todas las sensaciones que produjo en mí cada encuentro que tuve con él.

Recordar todo eso me ayuda bastante. Aunque al comienzo, mi amigo ni siquiera me pone una mano encima. Al cabo de unos segundos, rodea mi cintura e intensifica el agarre. Ahora parece estar esforzándose tanto como yo, mientras mis labios aprietan los suyos con determinación.

Muy bien, ése es mi amigo.

No sé qué se estará imaginando él, pero empieza a dar resultado.

Entonces, me separo delicadamente y le sonrío, fingiendo una ternura infinita, aunque por dentro esto fuera lo más incómodo que hice en mi vida.

Tadeo me sostiene la mirada y, por unos instantes nos observamos como si estuviéramos realmente enamorados.

No miro a los costados. Sin embargo, por estar en medio del salón, esta escena no pudo ser indiferente a nadie.

Estoy segura. Cada una de las personas de este lugar nos ha visto.

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¡Hola! Como siempre, espero que les haya gustado el capítulo, a pesar de que no vimos a Lucas por ningún lado 😞

Pero al menos el siguiente va a ser desde su punto de vista 😉

Como algunas se habrán dado cuenta, los domingos y jueves quedaron como días fijos de actualización. Así que es ahí cuando deben esperar nuevos capítulos.

Por cierto, bienvenidas a todas las caras nuevas que se ven últimamente, tanto en votos como en comentarios. A majortellado y a mi nos encanta leer todo lo que escriben, así que gracias a quienes comparten con nosotras en cada publicación, y que ya sentimos como parte importante de esta hermosa experiencia 😄💕

¡Un abrazo!

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