Pérdidas
Dedicada a:
EdyuriPernia
MayraCyberDeOz
TaishoMarinette501
otro_comentario
cristianabdielotero
rakelxdponce
Iliana_Prime
Sayuri_22
meghanvilca30
Antlia-Nightmare
aby_rose16
Bugisoft
andreameliza38
AliceBennett
Valery_Sunset
Maripuchi_45
shadowysilver22
Y, a todos los pacientes amantes del ShadAmy <3
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
La nieve caía como un suave y gélido manto. Con el paso de cada minuto, la intensidad de esta aumentaba. Se precipitaba sin clemencia, ya cubriendo con una delgada capa el cuerpo paralizado del erizo azabache.
Había atravesado la barrera.
Sabía que ella estaba ahí dentro, detrás del ahora oculto campo, pero renegaba profundamente a volver sobre sus pasos.
Se arrancó con excesiva fuerza el brazalete electrónico que le permitía entrar al domo, destrozando el objeto como si se tratase de una tira de papel.
No llevaba nada consigo, ni dinero o algún otro souvenir que le pudiese ser de utilidad para regresar a ese lugar, solo una negra y corta chaqueta. Aunque, el siseo de los tubos quemando su mano había disminuido, recordándole la razón por la cual se había precipitado a alejarse.
En su cabeza, los brillantes y cristalinos orbes jade de la eriza le martillaban dolorosamente. Era como un vívido reflejo de los recientes acontecimientos.
La última expresión que apreció en ese delicado rostro fue una muy incoherente, ya que las lágrimas descendían con lentitud por sus mejillas y se veía fuera de si, tan asustada... Y aterrada.
Bastante contradictorio e hipócrita, ya que sus acciones fueron completamente conscientes y calculadas. Todo lo que hizo para sentir remordimiento al final.
Ahora, bajo la nieve que aumentaba, estaba solo, estático y muy confundido.
No sabía que hacer, que pensar ni que sentir.
Sin siquiera poder dimensionarlo, a muy escasos kilómetros se encontraba la causante de su caos mental. No podemos decir que en una mejor situación comparando con la del erizo.
La rosada lloraba desconsoladamente, como si se le hubiera arrancado un fragmento vivo de su ser. Tan de repente y sin anestesia. Tan doloroso y agresivo.
Sentía su pecho oprimido.
Cada latido de su pequeño corazón era tan intenso que quemaba y tan fuerte que dolía.
Por más que intentaba regular su respiración, era un intento infructífero.
Se sentía miserable.
Cómo una sucia alimaña.
Cómo el peor de los villanos.
Apretaba con tanta fuerza el relicario en su mano derecha, que ésta extremidad estaba agarrotada y maltratada. Se estaba haciendo daño, pero poco le importaba ese dolor corpóreo.
Había destrozado la fe y la confianza que ese erizo en ella tenía depositado. Sus razones, pudiéndo ser las mejores, irremediablememte le causaron una gran complicación.
No quería admitirlo, pero la idea de perder para siempre al erizo la asustaba más que cualquier otra cosa.
Se había acostumbrado a su presencia, a sus actitudes serias y apáticas, a la mirada despectiva y desinteresada que casi siempre le dedicaba, a las respuestas cortas y tajantes, a su soberbia y egoísmo.
Se había acostumbrado a sus cambios, a sus afectos únicos y delicados, a las miradas expresivas y cargadas de emociones que le obsequia más seguido con el paso de los días, a las respuestas profundas y honestas, a su tranquilidad y paciencia.
Sus días eran más entretenidos, más llenos de luz.
Ese erizo era su buena suerte. Era la esperanza que había perdido a las segundas oportunidades.
Shadow, sin darse ella cuenta, se convirtió en alguien tan importante y trascendental, tan fundamental y necesario. Tan suyo.
La eriza se dejó caer finalmente de cara al suelo, lamentando sobretodo, el gran daño que le había causado al azabache.
Le quemaba y la carcomía más la decepción del erizo que el probable odio.
Lloraba y lloraba. Ahogando su creciente tristeza entre las lágrimas y los espasmos de sus agitados pulmones.
Allí, siendo casi invisible, reflexionaba sobre si misma y sus acciones.
Tenía miedo de admitir que le había pasado otra vez.
Nuevamente se entregó a amar, de forma inconsciente y a su manera, honesta.
Ahora nunca sabría si era un sentimiento mutuo.
Dados los acontecimientos, lo que pudiera sentir el azabache, asumió ella, sería sepultado bajo el odio y la decepción.
Nuevamente fue su culpa.
La primera vez, fue por no querer ver la verdad. Ahora, la segunda vez, fue por omitir la verdad.
¿Cómo podía si quiera amar nuevamente, si cada vez que lo hacía, salía gravemente lastimada?
¿A dónde habría ido aquel ser sombrío y solitario? Se preguntaba ella.
.
.
.
¿La última forma de vida perfecta debía de atravesar este tipo de situaciones? Se preguntaba él.
No. No tenía.
Era único, perfecto y poderoso.
Era superior.
Y definidamente, las emociones era algo que lo harían ordinario, imperfecto y débil.
Jamás sería un igual a esos seres.
Y ahora, lamentablemente confirmaba este hecho.
Una vez más, alguien se aprovechó de su existencia para su conveniencia. Para buscar información, para examinarlo y excavar en su pasado. Como si su destino fuese ser una rata de laboratorio, un objeto más para hallarle un uso.
En medio del aún viviente cólera, realizó un Chaos Control, llevándose a sí mismo a un alto acantilado, al lado de una cascada.
Fue el primer lugar en el cual pensó. También, era un sitio cercano a dónde se hallaba antes (ya que, muy en su interior, se negaba a alejarse demasiado).
Su cabeza, era bombardeada.
Recuerdos, vistazos, memorias, anécdotas. Cómo quisiera llamarle. Su mente, desde el momento en que terminó de ver el pasado por causa de la mística y ancestral Equidna, ahora era un tormentoso y confuso campo de caos.
Los recuerdos llegaron en ráfaga.
Uno tras otro.
Algunos alegres, otros completamente desastrosos.
Para su propia sorpresa, la mayoría eran felices. Eran de su infancia, de su día a día, hasta que entró en ese primer sueño profundo.
Por ello odiaba cerrar los ojos y ceder a ese estado de no vigilia: Cada vez que dormía sus recuerdos se precipitaba para atormentarlo; a su vez, pensaba en la posibilidad de no volver a despertar nunca y, de lograrlo, incluso abrir los ojos dentro de algún laboratorio. Encerrado.
Las imágenes eran cada vez más claras, más nítidas.
Más reales.
Se dejó caer de rodillas sobre la fría y tosca superficie de piedra, mientras, llevaba sus manos a la cabeza.
Cerrando los ojos y renegando en ese solitario lugar, no hallaba ningún rincón de su mente para poder pensar en paz.
El fuerte sonido que emitía la estrepitosa caída de agua de la cascada, hacía más difícil la tarea de encontrar un espacio libre en su cabeza para analizar todos los hechos.
Ahora recordaba todo: las alegrías brindadas por la humana de cabellos rubios y el seníl doctor, la tristeza y rencor que generó la muerte de la chica y después la del hombre que consideraba su creador. El odio y desagrado que sentía hacia el mundo, hacia los seres egoísta que le habían arrebatado su propósito.
Sentía y sentía.
Alegría, tristeza, ira, odio, rencor, miedo, desagrado... Dolor.
El crujir de los gruesos cristales que apretaba con fuerza en su mano le devolvieron al presente.
La sangre se deslizaba de su mano. Apretaba con fuerza medida los tubos dónde aún, existía el vestigio de un ser que no conoció, uno que innegablemente estaba ligado a su origen. Alguien que no debería importarle, y que, aún así, le causó gran impacto ver morir.
Alguien que había existido y lo "amó".
Ese sentimiento de doble filo, embustero.
Le amó tanto esa eriza que dio su vida por él.
María perdió la vida por salvarlo.
Robotnik destruyó su vida por salvarlo.
Y ahora, Nocturna, entregó su vida voluntariamente para permitir que él pudiera estar vivo.
Los tres lo hicieron sin titubeo, asumiendo las consecuencias de esa decisión.
¿Cómo podía si quiera creer en el amor y en amar, si todos los que sentían eso por él, terminaban muriendo?
Sentía y sentía, tanto que le empezó a doler el pecho.
¿La última forma de vida sintiendo dolor?
¡Era inconcebible. Una total infamia!
El único dolor que toleraba era el corpóreo, causado por las múltiples peleas y enfrentamientos que ya había tenido con los años. Era un dolor que, cuando lo experimentaba en fuertes batallas, le recordaba que seguía vivo y le impulsaba a vencer. Una sensación de alerta en sus nervios que le hacían sentir que tenía el control.
Sin embargo, este dolor que sentía ahora era interno. No había una lesión o herida en su cuerpo. Venía de su ser, de esos sentimientos que durante muchos años tenía sepultados en algún lugar.
Era un dolor insoportable y, para su mala suerte, uno que no podía controlar
No tener el control lo hacía perder la paciencia.
Lo hacía sentir débil.
Odiaba la debilidad.
¡Y todo por culpa de esa eriza!
Su existencia excavó más allá de la superficie del erizo. Le hizo lentamente ir reviviendo sus sentimientos y emociones. Lo cambió, lo hizo sentir y ver la vida desde un nuevo panorama.
Odiaba admitir que había cambiado.
Él era un monstruo.
Un asesino.
Un sanguinario ser.
Una existencia nula que solo podía ocasionar el caos.
"Eres la luz... la esperanza..." Le recordó la voz de la ya muerta eriza grisácea.
¡No! No lo era.
"Así se siente la felicidad, Shadow. Nunca olvides esa sensación." le recordó los poemas de la rubia.
¡Soy la última forma de vida perfecta! Yo no siento nada.
"Shadow..." Susurró la delicada voz en su mente. Tan cálida y serena, tan revitalizante. Escucharla de nuevo, tan de repente, lo hizo sentir indefenso.
"... Shadow ... Eres mi buena suerte ...
Eres la esperanza, Shadow. Siempre lo haz sido ... ¿Que hiciste conmigo, Shadow? ... Todos los días es un motivo para ser feliz ... ¡Shadow! ... ¡Maldita sea, que bueno que estás bien! ... ¿Cómo le hiciste sin mi todo este tiempo? ... Que malo eres, idiota ... Sígueme, si quieres ... ¿Solo te importa tu orgullo? A ti no te importa nadie más que tú ... Me importas mucho, Shadow ... Si tú ríes, yo también reiré ... Yo esperaba volver a verte ... Miss Perfección ... Shadow, la vida no es un trabajo ... Sabes de lo que puedo ser capaz ... ¡Shadow! Por un momento creí que te perdía ... Nunca ha sido mi intención hacerte daño ... Yo solo quería ayudarte ... Quiero comprenderte ... Necesitas nuevamente de mi ayuda ... Estoy dispuesta a correr ese riesgo ... Me gusta sorprenderte ... Shadow ... Déjame explicarte ... Lo atesoraré cada día de mi vida ... Por favor, a pesar de que no sepas ni entiendas los motivos de lo que hago, por favor, confía en mí ...
... ¡Shadow! ... Lo mejor que me has dado, es haber tenido la oportunidad de conocerte..."
La voz de Amy Rose resonaba en cada espacio de su ser, con su delicado rostro, iluminado siempre como la cola de un cometa, con los tonos verdes y rojizos.
Rememoraba fugazmente a la eriza. A veces feliz, otras veces enojada, triste, llena de lágrimas, deseosa, soñadora.
Tan estúpidamente alegre.
Sus memorias estaban finalmente completas.
Todas tan vividas y reales.
Todas íntegras.
¡Y todo por gracia de esa eriza!
Ahora tenía memorias recientes y nuevas. En casi todas estaba la mencionada. Era como si el resumen de los últimos meses se limitará solo a ella y a su presencia.
Se sintió confundido y abatido.
Shadow estaba cansado.
El mundo, de repente, se había tornado irreal.
Había perdido el control.
Detestaba no tener el control.
Ahora no pensaba con claridad.
No sabía que hacer.
El atardecer empezaba a caer con mayor intensidad, casi tan rápido y precipitado como la razón y cordura del azabache. Cada vez más oscuro y opaco el cielo, como el foso negro donde estaba sumido él.
Estaba tan inexplicablemente aturdido, que no se había percatado de las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.
Si, el interior de Shadow The Hedgehog estaba rompiéndose.
Era como si estuviera frente a una versión de sí mismo que no reconocía.
Caían y caían, rápidas, sin control y por montones.
Estaba llorando y no lo notaba.
Se estaba muriendo por volver a verla, pero se resistía con todas sus fuerzas.
Deseaba sentir la calidez de su tacto y de su piel, pero renegaba con toda la firmeza que le quedaba.
Anhelaba escuchar su dulce y cálida voz mencionar su nombre, una y mil veces, pero se esforzaba por acallar ese tono alegre de su cabeza.
Quería odiarla, pero no podía.
Al parecer ese sentimiento ya no le respondía a él, o particularmente, no podía asociarlo a ella.
Sin embargo, tenía que aceptarlo. Al marcharse, había perdido el derecho a todo aquello.
No, había renunciado a ello.
Observo los tubos de su mano derecha, detallando las finas fracturas del cristal por la presión. Con la izquierda, se tocó la humedad que descendía fuera de control sobre su rostro.
¿La última forma de vida perfecta lloraba?
¿En realidad estaba pasado todo aquello?
¿Seguía siendo el mismo Shadow The Hedgehog?
No. Era otro signo más de debilidad.
El desespero le ganó.
Necesitaba calmar el caos de su mente.
Necesitaba apaciguar su dolor interno.
Necesitaba tomar el control que había perdido.
Entonces, se paró al filo del alto acantilado...
...Y se dejó caer.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Narra Amy
El frío piso parecía ser gentil, a pesar del clima que hacía afuera de mi habitación. Era duro y helado, lo cual agradecía, porque me mantenía consciente y tranquila.
Con el paso del tiempo, cada vez, el baño estaba sumiéndose más en la oscuridad, hasta el punto en que ya no se veía nada fuera de un débil haz de luz colarse bajo la puerta.
Allí, adentro de esa cómoda oscuridad, me encontraba estática, sin lloriquear de forma desgarradora. Quizás la aparente calma surgió de mis pulmones, que ya fatigados, se rindieron debido al aumento de CO2 en mi organismo, generado por mi respiración irregular y acelerada, obligando al cuerpo a calmarme.
No medito cuando tiempo duró allí tendida, a pesar de que mi extraña posición sobre el suelo haya hecho a muchos de mis músculos quejarse. Este dolor es insignificante al lado del gran daño que causé.
Fue como si estallara una granada de mano. Tan potente y destructiva, pero que, para mí desgracia, no solo alcanzó a Shadow, sino también a mí.
Cada cierto instante, mi mente se encargaba de recordarme la fría y decepcionante mirada de Shadow.
Ese fue su adiós.
Sin palabras, sin comentarios despectivos.
Creo que solo esa mirada, ha generado más dolor y sufrimiento que cualquier herida de arma.
Y a partir de esa mirada, mi propio cerebro se encargó de memorarme los últimos meses al lado del azabache. Desde su imponente y sorpresiva aparición en esa base de Eggman, nuestra promesa en la playa, el incidente de la moto y mi proyecto de la universidad, la calurosa tomada de whisky junto a él...
Y así, se fue sumando una larga lista de sucesos, gran parte de ellos alegres y gratos.
Se sentían tan lejanos, pero tan vívidos.
Era como si, por unos instantes, toda mi vida se hubiese resumido a esos pocos meses; a esas poco y cada vez más frecuentes interacciones con Shadow.
¿Realmente pasó a ser tan trascendental en mi vida, qué ahora me cuesta recordar mi cotidianidad sin él?
No entendía porque recordar todo eso solo aumentaba la zozobra e inquietud dentro de mi pecho, a su vez, ocasionando que apretara con fuerza el relicario que descansaba en mi mano derecha.
No debería estar sintiéndome mal, después de todo, lo que hice estaba basado en las razones adecuadas.
¿Cierto?
Dentro de todos los escenarios que me había planteado de este momento, sin duda, en ninguno contemplé la idea de sentirme tan destrozada, tan fuera de mi misma.
Me sentía tonta y patética.
Me sentía sola y confundida.
Me sentía perdida.
¿Qué derecho tenía yo de sentirme así, cuándo todo lo que ha sucedido, es debido a mis acciones?
Estas son las consecuencias de mis engaños hacia la confianza del erizo de vetas rojizas.
De nuevo, la mirada de Shadow se materializó.
Recordé sus facciones firmes y serias.
Sus púas esbeltas, perfectamente cuidadas y simétricas.
Sus manos rudas, pero con la delicadeza necesaria para proporcionar caricias.
Su blanco y llamativo pecho, tan imponente.
Su voz profunda y ronca, tan grave que te hacía erizar.
No solo recordé su físico, también, llegó el intenso detalle de su personalidad.
Su comportamiento apático y desinteresado, tan serio y enigmático.
Shadow al principio era tan cerrado y ensimismado, tan aislado. Sin embargo, con el paso del tiempo se había vuelto más expresivo, tanto verbal como a través de su mirada y acciones. Era más dócil, mostrando a veces su interés en hacer cosas que antes ni siquiera consideraba.
Divago y divago.
Quieta como una piedra.
Sumida en la oscuridad.
Tan inamovible.
Sin lágrimas ni quejidos.
Sin sonrisas o protestas.
Mi cerebro piensa en todo, recuerda todo y, me reprocha.
Que malagradecido.
Es ridículo. Lo sé.
Honestamente ya perdí la cuenta del tiempo que pasó desde que conté toda la verdad a Shadow, no es como si llevara una eternidad sin verlo desde su partida, si acaso habrán pasado un par de horas.
Aún así, la nostalgia e incertidumbre eran originados por otro semblante de mi misma.
Era ese lado pesimista y sombrío que tenemos todos los seres vivos, y, para mí autotortura personal, no hacía sino plantearme una posibilidad que, con cada vez que le meditaba, se hacía más cruda y dolorosa.
Quizás este era el fin.
Quizás, no lo volvería a ver.
O peor aún, él haría hasta lo imposible para no volver a toparse conmigo.
Es Shadow de quién hablamos, después de todo. Cuando algo no le interesa o le molesta, sencillamente: o lo elimina, o ignora su existencia.
"Habría sido mejor que nos matara a tener que vivir con este remordimiento" Replica mi callado ser interno en algún lugar de mi, peor de decaída que yo.
Lo cierto es que ni la muerte habría sido un castigo justo para enmendar mi error.
Tal vez lo estoy extralimitando o exagerando, pero llevar con la decepción e indiferencia de Shadow era un castigo justo y, a decir verdad, benevolente.
Merezco cargar con esto, yo misma me lo busqué.
Tras un tiempo indefinido (que para ser honesta no me interesaba ni siquiera saber), la puerta del baño se abre, dejando que entre algo de luz sobre mi rostro, pero evitando mis ojos.
No me esfuerzo en entornar la mirada hacia el ser que yace allí junto a la puerta, aunque, los tennis color marrón con líneas blancas dan aviso de quién es mi visitante.
-¿¡Amy!?- exclama en medio del pánico, abalanzándose sobre mi -¡Déjame ayudarte. Te llevaré a la cama!-
-Tails. Estoy consciente.- comento bastante calmada.
-¡Eso es un alivio. Aún así, no significa que esté todo en orden!- me replica tomando con delicadeza mis hombros -Estas invisible, pero aún se ve tu ropa... Como aquella vez.- esto último lo titubea.
Estoy segura de qué piensa lo mismo que yo.
Estar invisible, pero, con mi ropa aún visible, solo me había sucedido dos veces antes:
Cuando fue el festival de la universidad y quedé en ridículo por las porristas.
Y, cuando descubrí a Sonic teniendo sexo con Sally en su casa.
Si...
Bueno...
Mis emociones sobrepasan mi capacidad de control y entonces, me hago invisible, pero al parecer mi ropa se que allí, como un conjunto flotante.
A este punto no sé si ha sucedido de nuevo debido a mi sentimiento de culpa por lo que le hice a Shadow, o... por mis sentimientos hacia él.
Siento a mi corazón dar un salto.
Me convenzo de no admitir que es la segunda opción.
Ser invisible por una desilución amorosa es algo que ya viví y me niego rotundamente a pasar por ese drama de nuevo.
-Tails. Déjame quieta, por favor.- le pido tratando de mantener mi hasta entonces, espástica postura.
-No seas terca. Ha empezado a nevar y la temperatura se desplomó. Vas a pescar alguna enfermedad respiratoria si te quedas ahí tendida.- me reprende con la objetividad de sus palabras.
-No hagas eso... Por favor.- le suplico -Si me muevo, aunque sea un solo centímetro, sé que empezaré a llorar de nuevo.-
Se crea un breve espacio de silencio.
Aunque siento las lágrimas agolparse en mis ojos, una especie de gravedad las mantiene firmes.
Llorar solo me hace pensar en que mis salinas lágrimas no son originadas por todo lo que pasó, sino por mis sentimientos.
Y no quiero. Realmente no quiero.
-De haber sabido que terminarías así de nuevo, jamás te habría pedido hacerlo.- comenta resignado.
Tails se sienta en la entrada de la puerta, reclinando su espalda al lado derecho del marco.
-Estaré bien. Siempre lo estoy.- aseguro -Era lo correcto, Tails. No había otra forma en que sucedieran las cosas.-
-No me refería a las mentiras, ni los descubrimientos, ni a nada de eso.- visualizo sus brillantes iris azules centellar en mi dirección -Sabes a qué me refiero... Y está bien. No era algo que pudiéramos evitar, pero... Honestamente, no esperaba volver a verte así.-
Sé que se refiere a mis sentimientos, a mis emociones y todo lo que implica su relación hacia Shadow.
Y no. Me niego
¡No es por eso!
-Ya te lo dije... Voy a estar bien. Siempre consigo estar bien.-
-Y creo que eso es lo que más me preocupa.- sentencia.
Las lágrimas se vuelven a amontonar, pero no brotan.
La incertidumbre y zozobra aumenta.
Tras otro largo y silencioso tiempo, el zorrito consigue convencerme de levantarme.
Me siento en el borde, mientras él con esmero acomoda las gruesas cobijas, para evitar que el frío se cuele entre ellas.
-Me alegra haber podido convencer a Knuckles y Sonic que sería yo quien vendría a verte. Muy probablemente no se habrían comportado de la misma manera.- comenta con algo de burla.
Y tiene razón.
Si hubiese sido cualquier otro, la realidad de este momento sería otra distinta.
-Tikal desaparece mañana.- anuncia repentinamente. Le dedico una mirada interrogativa -Aseguró que su función y, lo que podía hacer por nosotros, ya había terminado. Aunque, según lo que entiendo, Knuckles tendrá que hacer una especie de ritual para poder volver a unir los trozos de la Master Esmerald.-
Me limito a asentir con la cabeza.
Después de otro par de movimientos y acomodadas de cobijas, estoy envuelta.
Ahora sí siento el frío calarme con fuerza.
-Estaré justo en frente, por si me necesitas.-
Y tras decir aquello, se retira.
Agradezco que Tails entienda que quiero estar sola.
Y es mejor así, porque no puedo recomponerme si me están observando constantemente.
Sé que estaré bien.
Sé qué lo estaré... aunque para ser franca, en este momento no sé cómo.
No sé cómo ser esa eriza feliz y radiante. No ahora. Me siento completamente perdida.
Tomo el frío relicario entre mis manos e, inevitablemente, rompo a llorar acallando mi voz.
*******************************
-Arriba dormilona.- una tranquila y algo alegre voz me sacude.
No recuerdo en que momento me dormí, ni cuando deje de llorar, o si me dormí mientras lloraba.
En este momento no me interesa ni el orden ni el tiempo de las cosas.
Siento un suave aroma a miel y café, junto con el característico olor de los Waffles recién hechos.
-Hey, vamos Ammes. Ayer no cenaste nada.- reitera la voz.
Me giro dentro de mi envoltura de sábanas para ver la espalda de Sonic. Está acomodando con mucho esmero una pequeña flor en la amplia bandeja de plata.
Ciertamente no quiero que me vea así, porque siendo realista, debo verme fatal.
Siento los ojos y la cara inflamada. De hecho, parpadear duele. Y no hablemos del resto de mi cuerpo, el cual se queja por el movimiento que hago. Estar sobre el frío piso no me ha sentado bien.
Me siento, de mala gana, aún manteniendo varias cobijas encima.
-¿No te había dicho que tenías la entrada prohibida a la cocina?- pregunto intentando imponer un toque de burla.
El erizo azul ríe suavemente y se rasca nervioso.
-Cierto... Pero ésta vez pedí ayuda. Vainilla me enseñó.- comenta orgulloso con una sonrisa, la cual, se va desdibujando lentamente al contemplar al fin mi rostro.
-He tenido días peores.- comento para desviar la atención.
-Lo dudo mucho... Jamás te había visto así.- responde con severidad.
Rápidamente, aproxima una mesa pequeña y coloca la plateada bandeja sobre ésta, luego, se sienta en el borde de la cabecera.
Con sus enguantadas manos, Sonic toma mi rostro y lo levanta con delicadeza.
-No me has visto así, porque sencillamente no te lo había permito.- aseguro tratando de restarle importancia.
-Shadow en serio te importa... Mucho.-
Siento algo de reproche en sus palabras, pero también, una especie de pesadez.
-Hey, solo estoy algo agobiada por la culpa. No es más.-
Aunque en el fondo, muy en el fondo, sé que no es así.
-Es un erizo fuerte, rudo y terco, pero es inteligente. Ya verás que pronto le volvemos a ver. Seguramente estará bien.- comenta con más entusiasmo, y, particularmente no siento la opresión negativa en mi ser, así que decido seguirle la corriente.
-Muéstrame que traes para mí.- respondo cambiando el tema.
Sonic ciertamente intenta subirme el ánimo.
Ha traído un desayuno completo y, los Waffles saben de maravilla.
Siento un aparente estado de calma.
No siento el dolor opresivo, ni la incertidumbre inquietante o la ansiedad y tristeza que sentía hasta hace unas horas.
Lo curioso es, que todo ha pasado con una extraña lentitud. Como si las horas se hubiesen hecho más largas, más insoportables. O quizás, todo se mueve más rápido a mi alrededor y soy yo quien va lento, como en un estado de pausa.
Aunque, justamente en este momento no siento nada fuera de un creciente vacío. Como si algo faltara. Como si necesitara de algo, pero no hallo razón de qué.
Después de varios chistes malos y uno que otro dato, he terminado mi desayuno (casi a regañadientes, ya que no tenía tanta hambre).
-Estaba pensando en ir hoy a traer algunas cosas de la ciudad. Ya sabes, estirar las piernas, correr un poco... ¿Me acompañas?- me pregunta indeciso -Si tengo que traer varias cosas, me sentaría bien tener un par de manos extras.-
Yo me limito a observar fijamente la ventana. La nieve ha caído con fuerza durante la noche, lo cual género un paisaje de ensueño. Todo está cubierto de blanco, aunque algo apagado, pues el día está bastante nublado y gris.
-Tal vez en otra ocasión. Necesito remediar esto.- le respondo señalándome con el índice de la mano izquierda -Además, hay mucho trabajo por hacer.-
Hoy amanecí menos invisible. Al verme, pareciera que estás viendo un holograma de mala calidad.
-Podrías ponerte un saco, unos pantalones y un gorro con bufanda.- propone el azulado a lo cual niego con suavidad.
-Hoy no. Prefiero quedarme si no te molesta.-
-Tus deseos son órdenes, Ammes.- comenta con un tono de voz gracioso y ceremonial.
-Gracias, Sonic.-
-Cuando lo necesites, Amy. Seré tu relámpago azul personalizado para lo que pidas.- añade guiñándome el ojo.
Sin mucho que comentar, el erizo recoge las cosas del desayuno y sale de la habitación.
Nuevamente, en medio del silencio, empiezo a notar el frío que se ha establecido en la temperatura del ambiente. Se ve que será una fuerte temporada de invierno.
Observo toda la habitación y me siento algo incómoda. Se siente mucho más grande de lo qué es.
El vacío empieza a sentirse más pesado con cada respiración, llegando a un punto algo asfixiante.
Decido tomar una cobija gruesa de la cama y me reclino sobre el suelo envuelta en ella, justo al lado de la entrada al balcón.
Veo los finos copos de nieve caer con el paso de los segundos, los minutos, las horas. Honestamente no sé que números marca el reloj, tampoco me interesa.
El día avanza y avanza.
El vacío avanza y avanza.
Ahora, siento una nueva sensación.
Pánico.
Estoy asustada, pero ¿Por qué?
******************************
Me apresuro a ponerme la sudadera más gruesa para la nieve que tengo.
No me he tomado ni siquiera la molestia de ducharme. Ciertamente mi cabeza ha estado en otro lado.
Ya pasó gran parte del día de largo. Parece que una tormenta está por precipitarse sobre nuestro espacio.
Para mi gratitud y sorpresa, no recibí más visitas, ¿O acaso no ha transcurrido tanto tiempo?
Termino de acomodar la sudadera. Voy al baño y me lavo la cara. Ciertamente la mirada que me devuelve el reflejo del espejo es lamentable. Es como si estuviera viendo un fantasma, blanco y algo translúcido.
No me amarro las púas de mi cabello. Tan solo me limito a meterlas dentro del gorro de la sudadera. Acomodo mi pistola 50mm en su estuche de muslo, el cual decidí colgarme de un brazo.
Salgo de mi habitación bastante decidida.
¿Decidida de qué?
Bueno, necesito disparar.
Esa maldita técnica de control que me enseñó Shadow ha invadido mi cabeza. Acepto que he perdido el control de mis propios pensamientos y acciones. Es estúpido creer que no puedo recuperar mi apariencia materializada sin ello, pero me resigno a qué, por el momento, es lo mejor y único que se me ocurre.
Bajando las escaleras, me percato de que no hay nadie cerca. Sin embargo, al llegar a la primera planta, escucho ruido salir de la cocina. El olor de una tarta de manzanas inunda el espacio de la sala.
-¡Seguramente le va a gustar!- exclama una eufórica Cream.
Me limito a sonreír suavemente. Al menos alguien se divierte.
Me aproximo al enorme mueble de madera que contiene armas, todas son del azabache, sin duda, una enorme colección.
Siento mis movimientos lentos y torpes, sobretodo, porque me cuesta deslizar la repisa hacia un lado. Justo detrás de ésta, hay un pequeño cubículo reforzado con metal, lleno de muchísimas armas de asalto y ametralladoras ligeras. También vislumbro unas cuantas francotiradoras.
Tomo una larga mochila negra y la abro. Busco dos fusiles de asalto: una AK102 y una OTs-14 Grosa (sin duda toda una reliquia dentro de la peculiar colección).
En otro cajón bajo las repisas metálicas, busco las respectivas municiones de cada arma, solo tomando un respuesto de cada una.
Shadow ya me había comentado de éstas armas, incluso me las mostró hace unas pocas noches atrás. Todas, para mejor seguridad y preservación, siempre estaban sin carga y con el seguro puesto.
Las recargo con una lenta pero paciente practicidad. Luego, tras asegurarme de que tienen el seguro, las acomodo dentro de la cilíndrica mochila. También, busco una diana de tiro de plástico que está prácticamente nueva.
El huraño erizo no está, así que dudo que le eche de menos.
Acomodo también mi pistola dentro de la maleta y la cierro. Luego, deslizo con cuidado la repisa de madera y cristal hasta dejarla como estaba.
Me acomodo la pesada carga en la espalda y me encamino a la entrada principal.
Tras abrir la puerta, mis ojos se desvían de inmediato al huerto de flores. Se ven calientitos y preservados los capullos, pero se ha levantado uno de los costados de la pequeña carpa del invernadero.
Quizás le acomode al volver.
Empiezo a caminar en dirección al bosque, necesito un lugar abierto, alejado y seguro para disparar.
-¿Vas a alguna parte, Amy?- me interroga una inesperada voz.
Me giro sobre mi para encontrar a Silver saliendo del taller. Detrás de él, observo las colas del Tails.
-Iré a dar un paseo. Necesito despejar la mente un poco.- respondo con calma.
-Podría acompañarte. Ciertamente, el clima no tiene aspecto de querer mejorar.- comenta con algo de inquietud.
El albino camina bajo el piso nevado y se aproxima a mi.
-Estaré bien, Sil, pero gracias por el ofrecimiento.-
Silver suspira resignado. Levanta su mano derecha y la posa sobre mi cabeza, haciendo el gesto de despeinarme.
-No te alejes mucho. Ya sabes diferenciar los límites de la barrera, así que procura no acercarte tanto a ellos. Y no tardes, parece que una tormenta caerá.-
-A veces pareces un papá. Ya te dije que estaré bien.- le reclamo con un poco de sorna, a lo cual el erizo ríe.
Le doy la espalda y retomo la marcha hacia algún lugar.
-Si te tardas, te aseguro que iré por ti.- me recalca la voz de Tails a mis espaldas.
-Iremos por ti.- le corrige el albino.
Y sin más interrupciones, me alejo hasta entrar dentro de los altos árboles.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
-Me preocupa que salga justo ahora. Este clima y los recientes hechos... No lo sé, Tails. ¿Crees que estará bien?- pregunta el erizo albino aún inquieto por el actuar de la eriza rosada.
-Honestamente, me habría gustado que se quedara. Sé que...- responde el zorro con titubeo.
-¿Podría pasar lo mismo que esa vez?- inquiere el erizo intentando adivinar su inconclusa frase -No me gustaría verla de nuevo así, aunque, son situaciones completamente diferentes.-
-Sé que el contexto no es ni remotamente parecido, pero, ciertamente la emocionalidad de mi amiga es un similar detonante... uno muy frágil.- le contesta con angustia.
-¿En verdad crees que ella...?-
-No lo creo, estoy casi seguro. La diferencia esta vez, es que ella parece ser la única que no se ha dado cuenta.-
-Ella ya se dio cuenta. Simplemente se niega a admitirlo.- una tercera voz hace sobresaltar a los dos amigos -Amy es de esos seres que ama por completo y con honestidad, tanto así, que termina lastimándose. No la culpo por tener miedo a sufrir de nuevo, sobretodo con la peculiar elección que ha hecho esta vez.-
La vampiresa se para al lado de los dos machos, observando con inquietud hacia el espeso y blanco bosque.
-Es muy buena fingiendo. Si no hubiese reaccionado ayer de esa manera, hasta habría descartado esa descabellada idea.- comenta el erizo.
-No es buena fingiendo. Es la mejor. Pinky haría cualquier cosa para evitar preocuparnos. Por ejemplo, tomemos todas las mentiras que tuvo que sostener todo este tiempo mientras hacían sus travesuras.- responde con reproche observando fijamente al zorrito.
-Ya te dije que fue por cuestiones de seguridad y privacidad. No queríamos exponerlos, y mucho menos divulgar algo tan personal de la vida de Shadow.- le replica con las mejillas algo sonrojadas.
-Aun así poco importó esas medidas. Todos lo terminamos sabiendo, Shadow reaccionó de la peor manera y Amy, bueno... tampoco le sirvió de mucho liberarse de esa carga.- complementa el albino.
La nieve empezaba a precipitarse un poco más frecuente. Una clara señal del día que no estaba dispuesto a mejorar.
-Me preocupa.- sentenció el amarillo -Verla en ese estado. Tan similar, pero tan diferente. A este punto ya ni sé como reaccionar.-
-Ustedes son buenos amigos, pero, al fin y al cabo, siguen siendo hombres.- les reprocha con picardía la albina.
-Eso es sexista y me ofende.- le reclama el erizo con molestia.
-Todos los seres vivos somos distintos. Sentimos de maneras distintas y manejamos las crisis también de diferentes formas. Aunque quisiéramos evitar que Pinky sufriera, bueno, eso no está en nuestras manos.-
-Rouge...- habla el zorro pero la fémina le interrumpe.
-Tails, Silver. No conozco muchos detalles de la vez que Amy sufrió su desamor por nuestro queridísimo y tarado Sonic. Lo que sí sé, es que, esta vez estoy aquí.- la vampiresa da media vuelta y se encamina al bosque -Descuiden, me encargaré de cuidarle las púas a esa eriza.-
Emprende el vuelo con sus beneficiosas y oportunas alas.
Este clima no era ni de cerca el más idóneo para utilizar sus preciadas alas, pero no tenía muchas opciones ni tiempo para rechistar. La verdad es que ella también estaba preocupada por su amiga.
Desde hacía unas semanas atrás, la intrépida Rouge The Bat intuía toda aquella situación. No solo conocía a la eriza rosa, sino que también, tenía la dicha de conocer de primera mano al erizo azabache.
Ella mejor que nadie sabía que entre ese par estaba ocurriendo algo.
Algo distinto a lo que se pensaría, ya que el comportamiento de ambos había cambiado lento y sin mucha evidencia.
La fémina tenía ese instinto para ver las dobles intenciones, y éste jamás le fallaba. Lo que pasaba entre Amy y Shadow iba mucho más allá de una simple amabilidad y amistad. Allí estaba surgiendo algo diferente, caótico y ciertamente, inesperado.
Estaba surgiendo amor.
No tenía ninguna duda de ello.
Ya les había observado intercambiar miradas y momentos. No porque fuera tan evidente la cantidad de tiempo que pasaban juntos, sino que, el cambio más notorio fue de parte del erizo azabache. Ese frío e insensible ser ahora se veía más pasible; Shadow estaba acostumbrado a estar solo y ser independiente, al punto de ser desconsiderado y desinteresado por los demás.
Y lo seguía siendo. Al parecer todo el mundo parecía seguir importándole poca cosa. Todo el mundo excepto la eriza.
Lastimosamente, parece que el recelo que guarda hacia su pasado era una cosa que no había cambiado en el erizo. Tanto así, que estaba segura de la profunda molestia y ofensa que debió generarle saber todo lo que había estado la eriza a sus espaldas.
Mientras seguía divagando, logró diferenciar la silueta grisácea de su amiga. Había escogido el atuendo más aburrido de su closet. Decidió entonces descender su altura y revolotear junto a las copas de los altos y gélidos arboles.
Así transcurrieron los minutos, hasta que finalmente, habían llegado a un pequeño claro donde había un estanque. La eriza siguió caminando sin detenerse, hasta llegar casi al extremo contrario del pequeño cuerpo de agua, muy cerca de los límites del campo que ahora los resguardaba.
Mientras rogaba internamente que la imprudente eriza no hiciese alguna locura, se posó en un árbol cercano con una rama libre, pero estratégicamente camuflada entre las copas vecinas.
La eriza, por su parte, ajena a la mirada fija de los iris turquesa de su amiga, se desprende de la pesada mochila que trae sobre su espalda y la posiciona con delicadeza sobre el suelo. Busca la diana y la posiciona en un grueso y robusto tronco que ve a unos cuantos metros de su sitio.
De regreso al lado del equipaje, saca la primer arma de su corto y particular arsenal.
Amy Rose sentía un vacío en su ser.
Era una sensación muy parecida a la que se experimenta cuando se está en el aire y no se toca suelo.
Era asfixiante y doloroso. Le molestaba tanto, que salir a disparar fue su único autopretexto para convencerse de que desaparecería.
Tomo el arma entre sus manos, respiro profundo, apunto al centro de la diana y disparó.
El sonido de relámpago del disparo resonó por todo el lugar.
Sin embargo, el sonido desbocado de su corazón y su alma parecieron no inmutarse por el acto.
No se sentía diferente, ni siquiera podía verse aun materializada su forma.
Realizó otro disparo, esperando ver algún resultado.
Y así, prosiguió por un largo rato, gastando las pocas balas de cada arma, lamentando con profundo pesar que en vez de sentirse mejor, para su mala suerte, estaba surgiendo el efecto contrario.
Sentía que se le escapaba la calma y que perdía la poca cordura que le quedaba.
Siguió disparando hasta que, finalmente, agotó sus ultimas balas de la preciada y simbólica pistola, la cual aún conservaba el dije rojo, símbolo del azabache.
Pensar en aquel erizo le produjo un enorme pesar y una ahogante tristeza. Las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos, ya sabía de antemano lo que se venía.
Desesperada, pensó en arrojar lejos la pistola descargada. Tan lejos de su mano como le fuera posible, ya que sentir ese peso, le recordaba al erizo. Levantó su mano dominante al aire y se preparó para lanzarla con toda la furia que la carcomía... pero no pudo.
Se acercó intranquila a la ya perforada diana y allí, empezó a golpear el tronco con sus delicados puños.
Sabía que era un comportamiento absurdo, lesivo e infantil, pero sencillamente... ya no sabía que más hacer.
Sintió a su corazón contraerse dolorosamente, tanto, que se dejó de caer de rodillas sobre la fría tierra cubierta de una gruesa capa de nieve.
Llevó su mano derecha por instinto hacia la preciada cadena que colgaba de su cuello, lo estrujó con desmedida fuerza, sintiendo a su vez, a su corazón y control colapsar.
Ya no podía negarlo más.
Le dolía y se sentía vacía.
Porque había perdido a aquel erizo.
Amy Rose perdió, porque se había enamorado.
-¡Maldita sea. ¿Por qué tenía que ser de él? ¿Por qué?!- se reclamaba a si misma, en medio del llanto -¡¡¿Por qué de Shadow? ¡¿POR QUÉ?!-
Ya no podía soportarlo más.
No había forma de que siguiera mintiéndose a si misma.
Y lo que era peor, aquel dulce y traicionero sentimiento estaba destinado a morir.
Amy Rose se había enamorado de Shadow The Hedgehog.
No supo en qué momento, ni siquiera cómo fue que pasó.
Tampoco sabía si sería correspondido.
Se descubrió a sí misma fantaseando con una vida al lado del azabache.
Soñaba con despertar observando los intensos y apasionados iris carmesí cada mañana.
Hasta antes del incidente de la verdad, todo parecía indicar que Shadow podría corresponderle. Sin embargo, las cosas habían cambiado.
Ella le hizo creer que él le importaba y luego le mintió y le traicionó.
Aunque la realidad era que si le importaba, demasiado. Al punto en que terminó pérdida en sus peculiares y poco comunes encantos. Ese erizo había tenido un gran impacto en su vida, y no por los recientes meses, sino desde antes, desde hace años, cuando esa primera vez juntos en el altar el de ojos carmesí le aseguró que deseaba hacer algo por sí mismo y que confiaba en ella.
Pero esos bellos recuerdos ahora poco importaban.
Se resignó a, nuevamente, asesinar en silencio su desbordante sentimentalismo.
El amor, como aprendió después, es una decisión que se toma, se alimenta, se construye y se cuida.
El amor iba más allá de solo sentir cosquillas en la panza y sentir nervios. Era más profundo, incluso más allá de los enamoramientos precoces y sin objetivo.
El amor que sentía por Shadow la hizo crecer y madurar. La había cambiado.
Y ella había decidido tomar todo aquello, lo cuál fue acertado y oportuno... o eso pensaba, porque honestamente ya no sabía que sentir ni pensar.
Se sentía vacía, confundida y quebrada.
******************************
-Ya se están tardando y cada vez el clima está peor.- comenta exasperado el zorrito observando desde la ventana de la sala.
-Ten paciencia, de seguro ya no tardan.- le reprende el albino que también, esperaba a su lado.
Convenientemente, todos los seres se encontraban presentes en la sala. Habiendo tanto por hacer, parecía que los ánimos no eran los mejores, así que se limitaban a permanecer juntos, así no hicieran gran cosa.
-Ustedes dos me están poniendo nervioso.- replico el equidna - ¿seguros que Amy y Rouge fueron a pasear?-
-En realidad Amy salió primero y Rouge fue tras ella.- corrige el zorro amarillo.
-Relájense. Ammes necesitaba un poco de aire fresco y ustedes con sus bobas preocupaciones no hacen sino ponerla más tensa.- agrega el erizo azul un poco estresado por la situación.
-Sonic. Es mi amiga, es normal que me preocupe. Lo haría por cualquiera de ustedes.- responde con cierta irritabilidad su amigo zorro.
-Y no lo dudo, pero últimamente pareces tener una especie de sobreprotección hacia Ammes. Y ahora que lo pienso, siempre te pasa, durante el invierno.- comenta el erizo con algo de intriga.
-Antes no había tanto riesgo como ahora.- masculla el erizo albino algo molesto, a lo que el zorro le da un leve empujón con una de sus colas.
-Es cierto que ahora con toda la situación incierta de Eggman las cosas se han tornado más escalofriantes, pero, estamos dentro de ésta barrera que ustedes mismos crearon y, estamos todos juntos. Nada malo podría pasar.- responde ya cansado de la tensión que genera el tema.
El de iris dorados y el de iris azules se observan en silencio.
Ellos saben la situación peligrosa actual con su archienemigo, pero claramente, no se estaban refiriendo a eso.
-Suficiente. Iré a buscarla.- sentencia con impaciencia el albino.
La tormenta empezaba a caer con mayor pesadez, tanto que ya se dificultaba observar con claridad a través de la ventana.
-Silver. ¿Por qué están tan nerviosos? Ya estuvo bueno. Si saben de algo, es hora de que lo comenten.- les exige el azulado con los ojos esmeraldas intensos por el alegato.
Tails y Silver se observan intranquilos. La felina morada intuía el porqué, ya que su novio ya le había contado por encima de aquella situación, sin embargo no podía dar fe de aquello, ya que, se suponía, no tenía ni idea del asunto con relación al erizo azul.
-No es importante. Solo nos inquieta quedarnos acá. Es todo.- se apresura a responder el zorro.
-Solo es una nevada, nada que Amy y Rouge no puedan controlar.- les responde el erizo despectivamente.
-¡Hay cosas que no se pueden controlar!- exclama el albino explotando -¡Es como la nevada de esa vez... Y tu no lo entenderías, idiota!-
-¡Silver!- interviene la felina sorprendida.
Sabía que Silver le tenía mucho aprecio a la eriza, al punto en el que se preocupaba demasiado por su bienestar. Y es que como reprochárselo, si él personalmente había presenciado los estragos que causó la obsesión de la eriza hacia su amigo azulado.
-¡Ya cierra la boca!- masculla el amarillo hacia el albino, el cual, por su repentina imprudencia, se tapa con sorpresa la boca.
El ambiente terminó de volverse pesado y tormentoso, peor que la nevada que azotaba inclemente por fuera de la morada.
Se observaron por varios segundos en completo silencio. Finalmente, el renombrado Héroe lo rompió.
-La nevada de esa vez... Te refieres a ese invierno de hace dos años.- responde con seriedad, llamando la atención de todos.
-¿De qué carajos están hablando ustedes?- espeta irritado el guardián.
-Esa vez, estaba en el taller con Sally y... De repente, se escuchó que alguien había azotado la puerta.- prosigue el azulado.
-Sonic. Basta.- le exije su amigo de toda la vida, el cual no disimula ni un poco su cara de sorpresa.
-Esa vez, quise creer que había sido el viento, o tu, cerrando la puerta porque habías llegado.- continúa observando fijamente al zorro -Durante esa fecha en particular, dejé de ver a Ammes por una semana y... justo después de eso, ella dejó el Team.-
-Todo este tiempo...- balbuceo el albino sorprendido.
-En realidad tuve la sospecha, pero sencillamente la descarté, porque me parecía absurda... Aunque por sus caras, ahora veo que no.- culmina con la cara desfigurada en una mueca de desagrado.
Sonic The Hedgehog sin duda alguna era el erizo más veloz que existía, incluso sobre la velocidad del sonido. Sin embargo, en los asuntos sociales y sentimentales, era más lento que un caracol caminando sobre sal.
-Mierda.- masculló abatido el azulado. Dejándose caer sobre un asiento.
-Me van a explicar de qué carajos están hablando ¡Ahora!- reclama exaltado el equidna.
Que todo el asunto girara en torno a su hermana no le daba buena espina.
Cada cabeza de los presentes divaga de una manera diferente.
La del erizo azul en particular, hallaba la respuesta de su más reciente dilema en aquella desastrosa confirmación.
Cuando Amy le dijo que ya no sentía nada por él, realmente no mentía.
Si ella lo vio con Sally, era más que lógico que se le muriera el amor que podía sentir.
Tras dos años de aquel suceso, se sintió igual de miserable y sucio.
Le había hecho daño a la persona que más amaba y jamás se había detenido a observar que le había hecho.
La puerta principal se abrió de repente, sobresaltado a los presentes.
Una vampiresa entraba agitando las alas y sacudiendo la nieve que sobre éstas se había posado.
-¡Afuera se está cayendo el cielo a pedazos!- exclamo temblando de frío.
-¡Rouge!- exclamaron más conejas y la felina aliviadas.
-¿Uh? ¿A qué se debe el coro de bienvenida?- preguntó intrigada.
El ambiente pesado la recibió de una bofetada.
-¿Y Amy?- pregunto velozmente el zorro y el albino en simultáneo.
-¡Shhhhh!- les chitó ella -¡Está en el garage!- respondió en un estridente susurro.
Con cierta calma y alivio, sintieron paz en sus cuerpos al saber que la eriza ya se encontraba en casa.
-¿Pero que caraj...?- iba a alegar el confundido guardian, pero su amada vuela rápidamente a su lado y le hace callar.
-Ya te explicaré después. Por ahora, actúa como si nada.- masculla al oído de este su chica, generándole más intriga y uno que otro cosquilleo en el cuerpo.
La puerta que conduce al garaje se abre y por ella pasa una rosada y completa eriza. La recién llegada pega un sobresalto al observar a todos los demás en el mismo lugar.
-Vaya. Todos están aquí ¿Acaso ya es la hora de comer?- pregunta cómo si nada.
-Ya todo está preparado, solo esperábamos por ti.- añade la mamá coneja, fingiendo amnesia de los últimos minutos.
-¡Fantástico! No voy a negarte que tengo mucha hambre.- responde la eriza con voz cantarína -Voy a guardar unas cosas, me lavo las manos y bajo a ayudarte.-
-Veo que el paseo resultó provechoso.- comenta Tails con un poco de calma más sensata.
-Ha ido bien, ahora estoy mucho más tranquila.- mintió la interrogada. No quería preocupar a su amigo, ya tenían demasiado en que hacerlo.
Se iba dirigiendo a la escalera que lleva al segundo piso, presumiendo una larga y notoria sonrisa en el rostro.
Ya estaba subiendo los peldaños, cuando repentinamente, un erizo azulado la detiene en el acto.
-¡Ammes!- exclama con más tono del necesario.
-¿Pasa algo? Adivinaré, necesitabas ayuda con las cosas que fuiste a comprar.- responde ella apresuradamente, pero el erizo ignora de sobremanera su comentario.
-¡Hace dos años, casi a finales del invierno!- exclama con notable incomodidad.
El zorrito y el erizo albino palidecer ante el comentario.
La mencionada se detiene en su marcha.
-Esa vez, yo estaba en el taller y alguien entró a la casa... Para después salir azotando la puerta.- continúa mencionando el hecho con cautela.
Horrorizados, los dos seres participes de ese día sintieron la creciente presión caer sobre la sala y todos los presentes.
Amy Rose se regresa a observa a Sonic, entre la sopresa y la intriga.
-Sonic...- es lo único que logra pronunciar.
-Necesito saberlo, o no podré seguir viviendo en paz.- sentencia subiendo un peldaño de la escalera, aproximándose a la eriza -Necesito saber, si quién azotó la puerta esa vez, fuiste tú.-
El silencio sepultó el lugar.
Tampoco fue tan largo, solo duró algunos segundos, pero ciertamente, era como si todos estuviesen a la expectativa de la respuesta.
-Si, Sonic... Esa vez, la que irrumpió en tu casa, me temo que fui yo.-
... Continuará...
¿Están listos para lo que se viene?
Hoy les traje algo largo y caótico.
Espero les guste tanto como a mí.
Les pido disculpas, porque, mientras hacia mis correciones y cambios, se me fue el capítulo a publicar XD y lo borré rápidamente, porque aún no estaba listo.
Lamento haberlos hecho esperar.
Sin más que agregar, los estaré leyendo, porque me hace demasiado feliz saber que opinan.
Ya nos leemos pronto.
Un abrazo y cuidense mucho.
Atentamente,
Mafercha09 <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top