Capítulo 8: Relájate
Durante la ida al centro comercial he ido pensando en una cosa. ¿Si le digo ahora a mi padre que soy gay, qué hará? ¿Y con gente delante? Podría pasar algo de lo que luego alguno se arrepienta, sobre todo yo. ¿Por qué soy tan cobarde? Ojalá tuviera agallas suficientes para poder contar todo lo que me tiene atrapado.
Llegamos al centro comercial y nos bajamos del coche, con los nervios apoderándose de mi cuerpo. ¿Nervios? ¿En serio? ¡Se mas valiente, hombre! Caminamos hacia la entrada, imaginando a la chica que intenta engancharme mi padre. ¡Este es capaz de todo!
Al entrar, nos dirijimos a un lugar en concreto, solo sabe mi padre dónde están, así que me toca seguirlo por todos lados hasta que demos con ellas. Solo faltaba que fuera hetero y me encontrara con ella de golpe. ¿Qué sentido tiene lo que acabo de decir? ¡Ninguno!
Mi padre levanta la mano y una mujer a lo lejos le corresponde al saludo. Ya la veo, es una mujer de pelo castaño, al acercarse puedo ver que sus ojos son azules cielo. ¡No pienso describir a esta mujer! Solo pelo y ojos, como hago siempre.
-Hola, Jennie. ¡Estás más guapa que antes! -se dan dos besos y la mujer se siente alagada.
-Que tío, no has cambiado nada. ¿Él es Marth? -me señala, mi padre asiente-. ¡Es guapísimo! ¿Verdad, hija?
Detrás de ella sale una chica de cabello rubio ondulado, ojos azul cielo, bonito cuerpo, un poquito más baja que yo y una sonrisa de perla. ¡Es atractiva, lo admito! Se acerca a mí y me extiende la mano como toda una señorita con educación.
-Me llamo Jennifer. Encantada de conocerte -habla como si fuera una princesa, ¿hay algún chico por aquí que le guste una hermosura?
-Igualmente.
-¿Vamos a tomarnos algo? Jennie, tú y yo podemos irnos a la cafetería de aquí al lado y charlar, que no hemos hablado en mucho tiempo. Ellos dos pueden pasear por el centro comercial tranquilos, no creo que les pase nada.
-No me parece bien, pero hoy mi hija me ha pedido más confianza, así que por mí bien. ¿Quieres algo de dinero? -le pregunta, que mujer más buena.
-¡No te preocupes! Yo le doy dinero a mi hijo y que invite él. ¿Qué te parece?
-Está bien, pero yo pago los cafés.
Ya habiéndose puesto de acuerdo, mi padre me da dinero y nos vamos lejos de ellos, no quiero estar cerca de mi padre. Al habernos alejado tanto de ellos nos ha traído a una tienda de bollería.
-¿Quieres algo de chocolate, azucar o algo que te guste? -le pregunto-. Si quieres algo me lo pides.
-Pues me dan ganas de un donut de chocolate.
Entramos y compramos un par de donuts y también unas empanadillas que solo tienen atún dentro. ¡Riquísimos! Me he comido una y me encanta. Debería comprarme varias de estas para cuando me entre el gusanillo.
Nos vamos a un banco y nos sentamos, ponemos la bolsa encima y nos comemos cada uno un donut. ¡Me encanta el chocolate! Me pondría como en Bob Esponja, cuando reparten chocolate. ¡Chocolate!
-Yo me pregunto una cosa -dice de repente Jennifer-, ¿cómo es que tu padre te ha convencido para que intentes ser mi novio?
-Si te digo la verdad, estoy en la pared contra la espada. Solo decir una simple palabra me cortaría en dos.
-¿Qué palabra es esa? -parece que le interesa lo que estoy contando.
-Prefiero no decírtelo, no sé cómo te lo tomarías. ¿Tú has venido voluntariamente?
-Mi madre ha pensado que solo era una quedada de amigos con hijos e hijas. Ya ves lo que ha sucedido -muerde su donut y me dice algo más-. Quiero aclarar algo más, para que no haya equivocaciones entre nosotros.
-Claro, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea -puede contarme lo que sea porque así se empieza a confiar bastante en el otro.
-Pues allá voy -respira hondo y se dispone a decir lo que se le pasa por la mente-. No me gustas en absoluto, no es porque no seas guapo ni nada, lo eres, es porque soy... lesbiana.
-¿En serio? ¡Eso mola!
-¿De verdad te mola? Creía que dirías algo raro o te empezarías a burlar de mí.
-¡Yo no soy así! Además, yo soy gay. ¿Cómo te quedas?
-Pues mucho más relajada. Saber que puedo contar contigo me hace feliz. ¿Te gusta ya un chico?
-¡Pues sí! Pero sólo hemos quedado como amigos con derecho a roce. ¿Qué significa eso?
-Pues significa que... -se acerca a mi oído y me susurra el significado.
Yo, de golpe, me sonrojo y termino pensando en Ricky desnudo, mostrando su miembro. ¿Eso es lo que significa? ¡Madre mía! Ahora me dan ganas de alejarme un poco de él. Es que no creo estar preparado para eso, no lo creo. ¡Y no quiero quedar en ridículo!
Nos levantamos, con las barrigas saciadas, y nos vamos por ahí, a donde sea. No nos importa el lugar, tan solo divertirnos y ya está. Pasamos al lado de una zona de recreativos y Jennifer se para de golpe. Me coloco a su lado y miramos el lugar con ojos brillantes.
-Quiero entrar -dice poseída por las máquinas.
-Pues entremos -digo del mismo modo.
La agarro de la mano y corremos a las máquinas que nos interesan. Voy a pedir cambio y el hombre que me atiende me lo da gustoso, ¡ya podemos jugar! Nos ponemos en una de zombies, donde hay un par de pistolas a los lados, los cojemos y meto un par de monedas a la máquina, dejándonos jugar a los dos. El juego comienza y empezamos a matar los zombies que se nos acercan.
-¿A ti te gusta alguna chica? -le pregunto a Jenni.
-Pues por ahora no, ¿te interesa?
-Hombre, tú te has interesado por el chico que me gusta, así que lo mínimo era saber si tú también estabas enamorada -mato a un par más de zombies y me pongo en cabeza en la puntuación.
-Es que el amor de los demás me interesa, es bastante bonito escucharlos decir que se besaron en la playa y demás. ¿A qué es bonito?
-¡Lo es! Pero pensar en eso ahora no te va a salvar de los zombies.
-¡No, mierda! -le pegan un último golpe y se la comen viva, yo, por mi parte, logro seguir vivo, pero no duro mucho.
-¿Jugamos a otra cosa? -le pregunto, mirando a un lugar donde hay un juego de coches.
-Oh, quieres coches -dice con tono pervertido, ¿acaso puede sonar mal?-. ¡Vamos!
Llegamos a las máquinas del juego de coches y ponemos una moneda en dos máquinas, que se conectan en la misma partida. Elegimos el coche, ella de rosa y yo verde, y comenzamos la carrera.
-¿Cómo es el chico que te gusta? ¿Es el típico guapo musculoso?
-Un cliché total.
-Me lo imaginaba, soy adivina desde hace poco.
-¿Luego me lees la mano? Quiero saber mi futuro.
-Eh, creo que lo tengo muy oxidado, pero lo intentaré cuando te machaque en la carrera.
-¡De eso nada! -exclamo y me pongo manos a la obra.
Su coche es mucho más rápido, no creo poder derrotarla. ¡La he adelantado! ¡Me pongo en primera posición! He tenido que gastar el turbo que me quedaba. Pero no contaba con que Jennifer no había gastado eso y en la tercera vuelta me adelanta y pasa la meta con una ventaja increíble.
-¡Gané! Me debes un helado -se puso a bailar delante de mí, pegando su enorme culo en mi cara.
-Nunca quedamos en que si ganabas te debiera un helado.
-Fue una apuesta silenciosa -se burla de mí, mala chica.
-Pues yo no te había entendido, tengo el silencio oxidado.
-Ahora los dos tenemos algo oxidado.
Nos reímos y salimos de los recreativos para que la loca de mi lado consiga su helado. Al salir, la luz nos destroza los ojos y nos tapamos con los brazos. Siento que me voy a desintegrar como los vampiros, solo me faltan los colmillos y la capa. ¿Alguien me lo presta?
Llegamos a la heladería y Jenni se pide un helado de fresa y caramelo y yo me pido uno de chocolate, nata y caramelo. Mezclas peores he hecho, os lo aseguro. ¡Así me gustan los helados! Pone una galleta Oreo encima y nos dice que es regalo de la casa. Será porque cree que somos pareja, me habría gustado decirle que no somos nada, pero eso nos habría quitado la galleta.
Nos paseamos por el centro comercial mientras nos comemos los helados, hablando de cosas que nos interesan el uno del otro. Tiene un hermano muy guapo, eso dice ella. Su padre es millonario, eso no me importa. Sus amigas saben que es lesbiana, al igual que un par de amigos. Yo solo le he podido decir de ello que se lo he contado a un par de amigos, a mi madre y al chico que me gusta.
Al momento todo bien, hasta que me llevo una tremenda sorpresa al ver a Ricky al otro lado del gigante boquete del segundo piso. Tendría que caminar bastante para llegar a él. No está solo, está con una chica que parece que se llevan bien. Una chica de piel morena, pelo castaño y los ojos no los puedo ver. ¿De qué color serán?
Ricky le dice algo y esta se siente agradecida. Se lanza y le da un beso en la mejilla, ojalá yo fuera esa chica.
-Tierra llamando a Marth, ¿está vivo doctor? No lo sé -intenta imitar una voz de hombre-, creo que deberíamos extirpar sus ojos.
-¡Una mierda! -exclamo apartando mis ojos de sus manos.
-¿Qué te pasa? Parece como si hubieras visto un fantasma.
-Eh, bueno...
-Puedes contar conmigo, soy una buena chica.
-He visto al chico que me gusta.
-¿El derecho a roce? ¿Dónde está? -está como una loca mirando por todas partes.
-Mejor nos vamos, no quiero interrumpirlo ya que está con una chica.
-Te duele y lo sabes. ¿Crees que esa chica es alguien con quien está saliendo?
-No lo sé, y ni lo quiero saber. ¿Nos vamos? -le ofrezco mi brazo y ella acepta con una risa.
-Vámonos, guapetón.
Nos vamos alejando de todo, y espero que de Ricky. Por lo menos sé que no le ha dado un pico en los labios, eso me habría puesto celoso, mucho. Cuando creo que el día no podía mejorar, suena una voz y la mejora se va un poquito a la mierda.
-¡Eh! -nos damos los dos la vuelta y lo vemos corriendo hacia acá-. Marth, así que ibas a estar en el centro comercial -seguro ya sabéis quién es-. ¿Qué casualidad, no crees?
-¿Y tú quién eres? -pregunta Jennifer sin haberlo pillado.
Ricky le lanza una mirada fulminante y ella le corresponde. Es como si entre los dos saltaran chispas que crean un espectáculo increíble. Ricky me agarra del brazo y me apega a él.
-No le toques, chica desesperada. Marth ya me ha contado todo lo que su padre ha intentado y no le va a funcionar. ¡Búscate a otro chico!
-¿Perdona? -hace que se siente dolorida y se lleva la mano a la boca.
-Ricky, no es lo que parece... -digo yo, ¿por qué tiene que ser tan cliché?
-¿A no? Pues no parecía que ella intentara seducirte.
-¿Puedo? -miro a Jennifer, como pidiendo con los ojos su respuesta.
-¡Pues claro! ¡Déjale bien claro lo que pasa entre nosotros!
-¡Ahora me viene con esas! ¿Qué eres? ¿Una desesperada?
-Ricky... es lesbiana -digo de la nada y creo que no me ha escuchado.
-Que lo sepas, nena. Él -me apega más a él y le dedica una mirada fulminante a la rubia-, es mío -el silencio se hace, yo me sonrojo y él empieza a pensar en lo que decir, al momento se le viene a la cabeza la frase-. ¿Lesbiana? -¡por fin lo pilla!-. ¡Lo siento!
Qué giro ha dado la discusión, ha sido bastante corto. Ricky le pide "lo siento" varias veces y yo me río un poco al verle la cara cuando se enteró. ¡Es un chiste! Me coloco al lado de Jenni al librarme del abrazo de los fuertes brazos del guaperas y nos reímos los dos juntos.
-Así que este es el chico que te gusta -dice al acabar esto, señalando al chico-. Creía que sería un cliché, y lo es... ¡Pero es más que guapo! ¿De donde has salido tú, joven dios?
-Eh, me siento alagado.
-Como para no estarlo -digo yo.
-¿Cuándo tendré yo a mi diosa? -levanta las manos y hace como que le reza a dios-. ¡Traeme a la chica perfecta!
-Le va a ser difícil -suelta Ricky burlándose de ella-. Bueno, ¿y tu padre donde está, Marth?
-Está con su madre tomando unos cafés.
-¡Quiero irme a casa! Necesito hacer un par de cosas.
-¿Vas a cumplir lo del lunes? -me pregunta sin venir a cuento.
-¿Qué pasa el lunes? -pregunta intrigada la maruja de al lado.
-Pues...
-¡Una cita! -me interrumpe.
-Oh, qué mono. ¿Cuánto tiempo llevan de derecho a roce?
-Desde ayer.
-¡¿Cómo?! -grita sorprendida.
-Como comiendo. Ahora que quieres irte a tu casa, vamos a volver con nuestros padres y volvemos a casa. ¿Te vienes, Ricky?
-Lo siento, pero tengo que seguir cuidando de mi prima Estela. ¿Nos vemos luego? -se acerca hasta llegar a cortar nuestra distancia en un metro.
-Claro -tartamudeo por la cercanía, me pone nervioso-. Hasta luego.
Corta esa distancia y me besa con cariño, diciéndome hasta luego. Sus besos... son adictivos y quiero más, ¡quiero mas! Me lanzo y lo beso con pasión, él me corresponde al beso y después de unos segundos nos separamos. Se despide de nosotros y siento que mi corazón se comprime por el dolor de verlo lejos.
Quiero seguir con él, pero no busca pareja, no busca algo serio. En cambio, yo sí lo busco.
-¡Vámonos que me muero! -grita la rubia de mi lado, llamando un poco la atención.
Nos ponemos en marcha a nuestros padres y, cuando nos juntamos y nos despedimos, nos vamos a nuestros respectivos hogares. Ahora sé que la chica con la que estaba Ricky es su prima. Estoy tranquilo, no me gusta que esté con chicas que podrían cogerle cariño y después sentirse doloridas... ¡o al revés! No quiero que él sufra, me notaría deshecho y triste.
Solo toca esperar al destino que nos coge a los dos y ver si nuestra vidas se separan o no.
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