Capítulo 5: Vergüenza Fuera
Ya, por fin suena el timbre del final de instituto por hoy. Ahora a disfrutar el fin de semana, pero eso va a ser muy difícil, ya que mi padre viene hoy. ¿Pasará algo malo en la cena? Mas bien no haré caso y a tomar viento este asunto cuando acabe la noche, porque si me como la mente en esto me va a explotar de la desgracia.
Salgo por las puertas del instituto y justo un par de manos me arrastran a un lado mientras yo grito como loco que me dejen irme. Pero nada, el agarre es bastante fuerte, porque parece que está o están decididos o decididas. No sé si son chicas o chicos, tengo miedo de que sean chicos y que me quieran dejar en ridículo.
Me dan la vuelta y puedo ver que son dos chicas, una con el pelo rubio liso que le llega hasta los hombros y ojos verdes. La otra es pelirroja y tiene los ojos rojos. Dan un poco de miedo si os digo la verdad.
-¿Adónde vas? -me pregunta la rubia.
-Eh, a casa -le respondo-. Creo que es algo obvio adonde voy -me doy la vuelta para irme, pero me vuelven a hacer mirarlas
-¡Quieto! Sabemos que vas a irte con "Brazos Mazos".
-¿"Brazos Mazos"? -pregunto, bastante confundido de quién debe de llevar ese mote tan raro.
-"Brazos Mazos" mas bien su nombre es Ricky -explica la pelirroja.
-Ah, vale. ¿Por qué no lo llaman por su nombre? ¿Y por que lo llaman así?
-Uno, no queremos porque nos gusta su mote. Y dos, porque sus brazos son tan musculosos que parecen mazos -las dos son unas raritas para poner semejante mote a una persona.
-Pues... Da igual. Sí, me voy con Ricky. Y me está esperando, así que adiós -me intento ir, pero me paran. Esta vez no me vuelven a girar.
-Que sepas que ese chico es nuestro y no nos lo vas a robar -me susurra quien debe ser la pelirroja.
-¿De qué hablas? -murmuro girando un poco la cabeza.
-Queremos decir que si no quieres que la gente sepa que eres gay, o maricón como a nosotras nos gusta llamar a los homosexuales, debes hacer lo que nosotras digamos.
-Si no quiero no se lo contaréis a nadie, ¿verdad? -si se lo cuentan a todo el mundo, la noticia correrá por toda la ciudad como pólvora, entonces mi padre se enteraría y me enterraría vivo.
-Así es. El lunes, cuando acabe el instituto, te vienes para acá y hablamos -me da una palmada en el hombro y se va de mi lado.
No me caen para nada bien. ¡Son unas arpías! Y si no quiero que la gente sepa mi homosexualidad debo hacer sus caprichos realidad. ¿Cómo mierda voy a sobrevivir a esto? ¡Joder! Mis problemas aumentan en un gran porcentaje. ¿Cómo lo resuelvo? ¿Luchando? ¿Matándolas? Hay tantas posibilidades y que todas acaben cayéndome un mal encima.
Me alejo del instituto y puedo divisar el coche de Ricky cerca. Me acerco y me hace una seña para que me meta dentro. Me siento de copiloto y nos ponemos a ir a su casa. ¿O a la mía? Como vivimos pegados pues no sé si las cosas se cambiarán.
-Te noto un poco nervioso -dice sacándome de mis pensamientos-. ¿Todo va bien? ¿Te han amenazado? -pregunta con un tono agresivo.
-¡No, que va! Tranquilo -¿por qué de golpe se pone agresivo?
Sé que quiere protegerme, pero eso ha sido demasiado. ¿Tanto quiere protegerme y ayudarme? ¿Cree que soy demasiado flojo para no resolver mis problemas por mí mismo? No, no creo que piense eso de mí. ¿Es tan solo un modo para hacer que me ponga nervioso y note que no digo la verdad? Tampoco creo que sea eso. ¿Entonces por qué?
El coche se para y miro por la ventanilla, dándome cuenta de que hemos llegado a su casa. También a la mía, si se puede decir. Entramos en su casa y cuando pasamos por el marco de la puerta, unos ladridos nos dan la bienvenida. ¡Es el cachorro husky! ¡Qué monada! Al único que ladra es a mí, ya que soy un total desconocido para él.
-Solo deja que te huela y ya verás que dejará de ladrarte -y en efecto el husky al olerme para sus ladridos agudos.
Me agacho y lo acaricio, se deja hacer. Su pelaje es tan suave, como molan sus ojos. ¿Podremos intercambiar los ojos? Va a ser que no.
-¿Qué te apetece para comer? -me pregunta Ricky desde la cocina.
-No sé, me da igual mientras se coma.
-Vale, entonces haré unas patatas con carne.
Se pone a cocinar mientras entro en la cocina con el perro siguiéndome. Miro a Ricky como cocina y se nota sus dotes de cocina. Aunque solo sean unas patatas congeladas y un par de filetes. Termina de cocinar y nos lo comemos en la mesa de la cocina. El perro no para de pedir y no le damos, eso hace que empiece a ladrar un par de veces. Ya terminado de comer, nos vamos al salón y nos ponemos a ver la televisión mientras hablamos de cosas tontas.
-¿Sabes que te llaman "Brazos Mazos*?
-¿En serio? -se sorprende cuando le digo esto-. ¿Qué significa?
-Pues que tus brazos son tan musculosos que parecen mazos.
-¡Ja! -se pone a reír, hasta después de un minuto-. Qué bien lo dicen. Es un buen mote, puede que la utilice.
Yo también me pongo a reír como un tonto y me pregunta.
-¿Qué tal con tu padre? Hoy es la noche, ¿no?
-Sí, y eso me hierve la sangre.
-¿No quieres a tu padre?
-¡Pues claro que lo quiero! Aunque solo quiero que se calle y cene en paz. Así la noche estará asegurada.
-No te preocupes, si pasa algo me tienes aquí para desahogarte.
-¿De verdad? -lo miro a los ojos, sorprendido de que tan solo nos conozcamos un día y ya confíe tanto en mí.
-Pues claro, ¿qué tipo de vecino y amigo sería yo entonces? -río ante una cara tonta que ha puesto mientras me pongo tan solo un poco rojo, me mira y se levanta del sofá y me tiende la mano-. ¿Te vienes? -me pregunta y yo me quedo desconcertado.
-¿Adonde?
-Tú cógeme de la mano y sígueme -sin saber a donde vamos, agarro con fuerza su mano y le sigo.
Subimos las escaleras a donde parece ser su habitación. Desde mi ventana no se veía tan bien, mi vista fallaba en percibir algunas cosas. Ahora que estoy dentro, puedo verla mejor. Una cama bien hecha delante, pegada a la pared, un escritorio con un ordenador al lado del armario empotrado, varios posters de cualquier cosa, como cantantes y futbolistas, un collage al lado y la ventana en la que hablamos via oral.
Baja la persiana, pero no tanto para dejarnos a oscuras ya que se ve un poco. Me mira con algo raro en sus ojos, no consigo saber el qué transmiten, pero creo que no es nada bueno. Se acerca a mí hasta quedarnos a tan solo un metro de distancia entre nuestros cuerpos. Agarra mi mano y la va subiendo poco a poco.
-¿Confías en mí? -me pregunta susurrando.
-Claro que confío en ti, me has ayudado un poco, pero confío.
-¿Has tocado alguna vez el cuerpo de un chico?
-¿P-Por qué me preguntas eso? -titubeo ante tal pregunta.
-Solo responde -está evitando mi pregunta, ¿por qué lo hace?
-N-No -¿qué me pasa? Estoy totalmente nervioso-, nunca he tocado el cuerpo de un... chico.
-Pues hoy -va diciendo lentamente mientras continúa con el avance de las manos- vas a tocar uno.
Y justo siento una tela pasar por mi mano, entonces caigo en la cuenta de que es su camisa. ¿Qué hace? ¿Por qué lo hace? No quiero que lo haga. Mi mano se topa con su piel caliente y noto sus músculos bien definidos.
-P-Para, no quiero hacerlo -intento sacar mi mano de su cuerpo, pero la suya me detiene y sus ojos me hacen mirarlo y escucharlo.
-¿No vas a terminar lo que has empezado? -yo no he empezado tal cosa, ¿por qué me trata así?-. ¿Entonces qué tipo de persona eres si no terminas lo que empiezas? Te creía mejor que los demás.
¿Está intentando que le toque el cuerpo? Si no lo hago, ¿perderé su amistad? "Te creía mejor que los demás". Esa frase retumba en mi mente y me hace aflojar la huida. Vuelvo a sentir su cuerpo, caliente, suave...
-Buen chico, ahora explora. De cintura para arriba.
Paso mi mano por su estómago, voy subiendo poco a poco hasta llegar a su pecho. Me siento incómodo con todo esto, solo quiero dejarlo e irme a casa para preparar lo de esta noche. Pero ya me veis, aquí tocando el cuerpo de Ricky, el chico más popular del instituto.
Mi mano se desliza por todo lo que me permite la camiseta, hasta que...
-Ahora con las dos manos -murmura y se quita la camiseta.
Antes lo pienso, antes se cumple. Poso mi otra mano, con un rubor en las mejillas que hasta me pican. Bueno, mas bien me pica toda la cintura para arriba por lo que estoy haciendo. La última vez que me picaba así fue cuando en la piscina de mi tía me tiré en plancha y los demás se rieron de lo rojo que estaba. ¡Pasé más vergüenza que nunca!
Mis manos pasan por todo su pecho, por su estómago, solo por la parte de delante.
-Gira y toca también la espalda y los brazos.
-¿S-S-Seguro? -los nervios me delatan, pero hace como si no lo hubiera notado.
-Seguro -dice y voy girando-. Ahora, toca.
Giro hasta llegar a su ancha y fuerte espalda. Paso mis dedos por ahí y mueve la cabeza con un pequeño suspiro. ¿Se aburre? Normal, estamos haciendo solo esto. Cada mano por un brazo y cuando llego a los dedos, me atrapa las manos y me hace abrazarlo. Mi cara queda en su hombro, apoyado. Su cabeza gira y me ve, con ternura reflejados en sus ojos. Yo debo de parecer un cuadro, ya que sonríe y seguro se está riendo por dentro.
-¿Estás bien? ¿Te incomoda esto? -pregunta aún susurrando.
-Estoy bien -digo solamente, sin responder a su segunda pregunta.
-No me has contestado.
-Sí te he contestado.
-Solo a la primera pregunta, no a la segunda -desvío la mirada y seguro la luz que pasa por la persiana ha delatado mi gran rubor-. Parece ser que te incomoda, pero que no quieres parar.
-¡Yo no he pensado eso!
-De todas formas, da igual. Ya has tocado toda la cintura para arriba -menos mal-. Pero... -¿qué? No me digas que hay más. Un momento, si ya he hecho de cintura para arriba, ¿va a hacer de cintura para abajo? ¡No estoy preparado para esto! -. Te falta la cara y el pelo -suspiro flojo al saber que no es lo que he pensado, lo miro y sonríe aún, creo que sabe lo que he pensado antes.
Me suelta y es él el que se da la vuelta. Coje mis manos y las posa en sus suaves mejillas.
-Venga, es tan solo una zona pequeña -ríe ante su comentario y yo suelto una risa sarcástica.
Acaricio sus mejillas, su barbilla, sus orejas, su nariz, su frente, hasta que por fin llego al pelo. Acaricio su pelo y él cierra los ojos para sentir la caricia que le hago.
-Esto es lo que me hacía mi madre de pequeño para que me quedara tranquilo y pudiera dormir. Se siente tan bien.
Sonrío de verdad al saber que me ha contado algo de su pasado. Parece que tuvo una buena infancia de pequeño. Termino de acariciarle el pelo y me separo de él. Entonces abre los ojos y me sonríe, tan cariñosamente que me vicia. Entonces se va acercando hasta quedarnos a tan solo unos centímetros cerca. Habla y...
-Que sepas que no quiero pareja ni nada. Solo quiero que seas mi amigo, mi amigo íntimo. No quiero que te incomodes, solo que te sientas libre de hacer y decirme lo que quieras -noto su respiración agitada, ¿por qué tan agitado? Está igual que yo-. Sé mi amigo íntimo con derecho a roce -termina de hablar y corta esos centímetros que quedaban entre nosotros.
Me planta un beso, un gran y apasionado beso en los labios. No me aparto y no siento el picor de mi cuerpo. Tan solo el mundo ha desaparecido a mi alrededor y solo estamos él y yo, haciendo que el beso sea largo.
(2 Minutos mas tarde)
Nos separamos, pero yo siento que quiero más. ¿Por qué no tardamos así una hora? Mi mente ya ha cambiado de parecer y solo quiero estar con él. Nos miramos y sonreímos los dos.
-Seré tu amigo con derecho a roce -aunque no sé lo que significa eso.
Junta nuestras frentes y justo en este momento suena mi celular. Me separo de su cuerpo y cojo el celular para ver lo que pasa. Es un WhatsApp de Dana y Jorge, mas bien del grupo. Lo leo y contesto.
Dana: Vamos a ir al parque ya, Marth. ¿Te vienes ya o no puedes?
Marth: Voy, en un momento estoy ahí. √
Jorge: Vale.
Marth se ha desconectado.
Jorge se ha desconectado.
Dana se ha desconectado.
Ya todos desconectados, miro a Ricky y lo aviso.
-Me tengo que ir, he quedado con unos amigos, esta noche se quedarán a dormir en mi casa.
-¿Pero esta noche no iba a venir tu padre a cenar? -pregunta desconcertado.
-Así es, por eso una cena entre dos amigos y la familia. Creo que así podré soportarlo mejor.
-Bien pensado.
-No lo tenía pensado así, pero bueno. Es lo que hay -salgo de su habitación y bajamos las escaleras, no sin antes hacer que Ricky se pusiera la camiseta. Cojo mis cosas y abro la puerta-. ¡Hasta luego! -me despido con una sonrisa en la cara.
-¡Hasta luego! -se despide.
Cierro la puerta y me voy alejando de su casa. Esa casa que ha recibido el beso entre Ricky y yo.
*-*Mente De Ricky*-*
Como me ha gustado ese beso. Solo necesito más, quiero más. ¿Qué me pasa? Yo no busco pareja, y menos amigos con derecho a roce. Pero el momento me hizo pedírselo y el beso me vició. ¡Necesito más! ¡Lo necesito a él!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top