Capítulo 44: Eres Mi Idiota
Mi habitación sigue estando tan cargada de cosas con las que jugar que parece una bomba de reloj a punto de dar a cero y hacer una onda expansiva tan grande que hasta se encontrarán juguetes a doscientos kilómetros a la redonda.
La puerta es aporreada y llama mi atención, abriéndose para ver el rostro de mi madre y el de una niña de ojos ámbar camuflados en su cabello castaño liso bien peinado.
En sus manos porta un bloc de dibujo junto con unos lápices de colores que siempre lleva con ella a todas partes.
—Cariño, tienes visita —se acerca a mí con esa sonrisa que siempre coloca en su rostro—. Yo voy un momento al supermercado a comprar cosas para mañana, portaos bien —lanza un beso al aire y cierra la puerta, dejándonos solos.
Se pone de rodillas frente a mí mientras estoy con mi muñecos de acción.
—Hola —me saluda, siempre tan tímida incluso teniendo la misma edad, ocho años bien cumplidos.
—Hola, Alexandra —le devuelvo el saludo, dejando mis muñecos a un lado.
—Ya te dije que me gusta más Alex.
—Está bien, Alex —le guiño el ojo como si no la tomara en serio, sacando una leve risa de su parte—. ¿Por qué lo llevas si ya está lleno de nuestros dibujos? —señalo el bloc.
—Ah, no. Este es nuevo. Mi papá me compró este porque vio lo que dibujamos y le dio tanta ternura que quiso comprar tres más.
—¡¿Tres?! ¿Eso significa que podremos seguir dibujando todo el tiempo que queramos?
—¡Sí! —esas pecas en sus mejillas son acompañadas por un rubor de felicidad, lo cual me hace ampliar mi sonrisa—. Quiero dejarlas sin espacio contigo, solo contigo.
—¿No dibujarás en ellos si no es conmigo?
—Si no es contigo, no lo completaré. Porque juntos somos inspiración para nuestras manos. La frase me la acabo de inventar.
—Solo falta que escribas también y podrás ser autora de cuadros y libros, lo cual sería algo magnífico por algo que te apasiona.
—Ya sabes que de mayor quiero ser pintora y escritora, pero si no te tengo a mi lado, no podré completar ese sueño.
—¿Por qué? —la intriga me entra de lleno en el cuerpo por saber el porqué.
—Porque fuiste tú el que despertó ese sueño en mí, ¿te acuerdas? Fue cuando nos conocíamos en el parque, aquel bloc que estaba en blanco.
—Estaba totalmente quieta, intentando dibujar algo con lápiz en mano, pero no te salía nada.
—En ese momento en el que te acercaste, la luz en mi interior se despertó y quise dibujar, pero que tú participaras.
—¿Por eso me dejabas tu lápiz favorito? Decías que nadie lo podía tocar.
—Y nadie podía, solo tú.
Agacho la cabeza, apenado por todo esto.
—Echo de menos esos momentos, Alex.
Mis lágrimas están por caer, su mano en mis mejillas, vuelve el niño que un día perdí en el pasado.
—No te pongas así. Yo también echo de menos esos momentos. Me gustaría volver al pasado y decirle a mis padres que no quería irme de tu lado —pasa su pulgar por mis ojos, secando las lágrimas—. Que siempre quise completar esas tres libretas de dibujo contigo, con tu silueta.
—Solo terminamos dos, falta la tercera.
—Algún día lo completaremos —me abraza mientras veo como se desvanece entre mis pensamientos y la habitación desaparece ante mi vista—. No pierdas la esperanza, querido Farren.
Y entre mis ojos se desvanece, mis sueños, mis recuerdos vuelven al rincón que se quedaron encadenadas para que no escaparan y mi cuerpo vuelve a doler tanto que aprieto mis dientes, tanto que es como si se fueran a partir. Pero se calma...
Las ventanas de mi rostro se van abriendo lentamente ante la leve luz de la habitación de techo y paredes blancas de hospital. Un momento, ¿estoy en un hospital? ¿Cómo he llegado a parar aquí?
Intentando mover el brazo derecho para rascarme el ojo, no siento nada. Mi brazo da leves pinchazos, pero no lo siento en absoluto. Está inmóvil, escayolado.
Muevo el otro brazo y veo que no puedo, alguien me sujeta, alguien se posa en ella. Miro mi mano y veo que, sujetado a mi mano y dormido, está Marth. Aprieto la mano, para sentir el gentil calor que desprende e intento soltarme para satisfacer el picor de mi ojo izquierdo.
Ha sido un fallo, ya que al parecer se despierta del movimiento un poco brusco que he hecho. Se despeja, se estira y me mira para recordar la razón de por qué está aquí. Sus ojos se abren como platos, sorprendido al verme, al parecer.
—¡Farren! ¡Estás despierto! —intento saludar con mi mano derecha, pero esta vez sí siento como el pinchazo se convierte en un dolor más intenso y se va calmando con el tiempo—. No intentes moverlo, solo con eso acabarás sin brazo derecho. Tienes que reposar.
—¿Qué hago aquí?
—Esto... —se le nota nervioso, como si no supiera qué decir—. El hueso de tu brazo está muy agrieta, demasiado a ser más concreto. Si lo mueves demasiado, podría romperse y no volver a regenerarse, tendrías un brazo inútil y muerto. Lo bueno es que si estás en reposo unos meses, no lo mueves y recibes golpes de cualquier tipo, volverás a tener movilidad y resistencia.
—¿Y cómo me ha ocurrido esto?
Respira hondo, parece que lo que va a contar es algo peliagudo.
—Mi padre... fue el que te lo hizo —sorpresa al canto—. Mi padre me localizó ilegalmente por el móvil gracias a un amigo informático suyo. Al tener las coordenadas, vino a tu casa y, mientras mi madre me avisaba del peligro, mi padre llamó a la puerta. No respondí, no le abrí, pero igualmente reventó la puerta de una patada, sin importarle si se había equivocado o no. Estaba en medio del salón mientras rompía todos los muebles, toda la decoración, insultándome y gritando que no valía nada por ser un "maricón" —hace comillas con los dedos—. Pero apareciste en el momento justo para agarrarle y tirarlo al jardín delantero, donde nos peleamos contra él —empieza a soltar lágrimas—. No lo viste venir, te dio con el martillo grande en el brazo y luego te dio en la cabeza, dejándote noqueado en la hierba. Al verte en ese estado, mi rabia salió y lo dejé inconsciente con la misma arma que utilizó contra ti.
Y ahí acaba toda la explicación.
—Vaya... Es bastante... impactante.
—¡Soy un idiota! —le miro, viendo sus lágrimas caer a mares—. ¡Debí haber hecho caso a mi madre y haber tirado mi móvil! ¡Debí comprar uno nuevo! ¡Si hubiera hecho eso no estarías aquí con un brazo inmovilizado y con un traumatismo craneal.
—¡¿Traumatismo craneal?! ¿Es grave?
—Es leve, solo deberías tener unos pequeños mareos. ¡Y por eso lo siento! ¡Soy un idiota, Farren!
—Un idiota...
—¡El mayor idiota del mundo!
Oculta su rostro en la camilla, sollozando. Poso mi mano en su cabeza, acariciando su cabello castaño para tranquilizarle.
—Mírame —levanta el rostro, aprovecho para secar sus lágrimas—. Eres un idiota —termino de secarlas—. Pero eres mi idiota. Porque si no fuera por ti, no estaría volviendo mi pequeño pasado. No te lo estoy agradeciendo. Te estoy intentando decir que no tienes la culpa de que tu padre sea un puto psicópata intentando matar a personas distintas a él. Intento que sonrías porque sino, no serías tú.
Acaba por volver a sonreír y soltar un par de lágrimas más de felicidad.
—Esto... Estuviste un par de días en coma, al parecer. Así que aproveché para hacer una cosa.
—¿Qué cosa?
Se va a la puerta y hace una seña, a lo que todos entran para recibirme con un pastel en las manos. Ricky, Jennifer, Gloria, Dana, Jorge, Hansel, Marth, su madre y su hermana pequeña.
—Me has enseñado a cocinar y esta tarta la he hecho con todo el cariño del mundo, todo el cariño que te tengo. Gracias, Farren. Por todo lo que has hecho por mí.
—¡Feliz cumpleaños! —gritan al unísono.
—Es una pena que no nos dejen encender velas aquí —suelta Jorge.
—¡Podríamos hacer como si estuviera encendidas! —propone Dana, acercándose a la tarta y haciendo como que las enciende—. Venga, sopla.
Escuchando la canción de feliz cumpleaños, Hansel y Ricky me ayudan para pillar ángulo y soplar las velas con las típicas palmas que acaban toda canción.
—¿Cuántos cumples, Farren? —pregunta la madre de Marth.
—Diecinueve. No los aparento.
—Para nada —quedan todos de acuerdo.
Y entre risas y con el permiso del doctor que vino a hacerme un chequeo, nos comemos la tarta y abro el par de regalos que me han traído.
Sé que he sido un cabrón con todo el mundo que se me acercaba, pero Marth, inconscientemente, me brindó la oportunidad de rectificar mi yo de ahora. Sé que me tiene cariño, pero su amistad es más grande que cualquier otra cosa que quiera en el mundo.
Bueno... Menos una cosa que de verdad quiero terminar.
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Seguro que al principio habéis pensado que el del sueño era Marth, pero os habéis llevado una sorpresa al ver que era un sueño de Farren del pasado. La música pega muy bien con el momento, eso seguro.
Tanta ternura entre Marth y Farren... HASTA YO MUERO POR IMAGINARLOS.
El final está cerca, unos poquitos capítulos más y podré crear las Historias Cortas de cada incógnita que se os ha creado.
Capítulo dedicado a:
DeadRosessxx
Me encanta la palabra "Dead", es mi preferida :v
AlexCastaeda585
No hay originalidad en los nombres, que cosas...
Si quieres que te dedique un capítulo solo tienes que pedirlo por comentarios o por mensaje privado. No se puede repetir.
Espero que os haya gustado y hasta la próxima, queridos Ángeles Lectores 😘
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