Capítulo 31: Chantaje Fallido

—Sí, es genial que seáis amigos y eso pero... ¿Por qué tiene que venir todos los días con nosotros? —se queja Jorge porque al parecer el nuevo amigo de nuestra loca se ha unido a nosotros—. No es que no me importe, es que rompe todo el rollo de solo "amigos íntimos" —hace comillas con los dedos.

—Tranquilo, Jorge —le intento tranquilizar, no quiero que Rodrigo se sienta algo amenazado o que no se sienta bienvenido al grupo—. Cuantos más seamos, más diversión, ¿no crees?

Lo mira con desconfianza. Sé que es un chico popular que todas las chicas quieren tener a su lado, pero no puede juzgarle sin haberlo conocido bien a fondo.

—Lo dejaré pasar de nuevo, ¡pero no más en este grupo! Sino se va a volver un caos.

—Está bien, no más personas en el grupo —el sonido del móvil delata que he recibido un mensaje.

—¿No vas a mirarlo? —me pregunta Dana.

—No hace falta —un número desconocido me habló esta mañana para quedar en una parte del instituto en el primer recreo, pero me he rehusado.

Varios sonidos más hacen que mi paciencia acabe poco a poco, incluso mis amigos se quejan.

—¡Contesta, Marth! —exclama Dana, ya cansada de escuchar el tono del móvil.

Me alejo un poco de ellos y miro los mensajes que he recibido en menos de un minuto de la misma persona. Tengo un miedo atroz, seguro es alguien que quiere darme una buena paliza sin que nadie se entere para dejarme en el suelo sangrando por alguna razón que desconozco.

¿Por qué? No he hecho nada malo.

Leo el último mensaje y contesto para que pare.

Desconocido: Se está acabando el recreo, ¿vas a aparecer o no?

Marth: Quiero saber quien eres, sino no voy.

Desconocido: Ya me conoces, solo ven, que quiero hablar.

Marth: Desconfío de ti.

Desconocido: Hemos hablado delante del instituto de un par de cosas, solo quiero retomar la conversación.

Marth: ¿Cómo has conseguido mi número?

Desconocido: No tiene importancia el como lo he hecho. Por favor, vente.

Aún sigo pensando el porqué, pero sigo sin recordar quien es. ¿Hablé con esta persona antes y ni me acuerdo? No, que va, siempre me acuerdo de con quien hablo. Si de verdad he hablado con él o ella, seguro que sabe de qué hablamos aquella vez.

Maeth: Iré si me dices de que fue la conversación.

Desconocido: Hablamos sobre los populares. ¿Te vienes o qué?

Prácticamente no puede pegarme en el instituto cuando puedo verle la cara el primero y no estar ahí, así que acepto para no seguir con la intriga dentro.

Marth: Voy.

Desconocido: Te espero.

Guardo el móvil en el bolsillo y me pongo a caminar hacia la esquina solitaria del instituto para saciar mi intriga. Espero que no me tenga que arrepentir de esto por una semana.

Ya casi estando en el lugar, recuerdo que no le he dicho nada a mis amigos por si me ocurre algo. Me doy con la mano abierta en la mejilla por mi estupidez.

Armado de valor, camino hacia donde me habían dicho y veo que no hay nadie. ¡Me han engañado!

¿Por qué estoy aquí si no hay nadie? Mejor volver por donde he venido y hacer como si no hubiera pasado nada.

Cuando me doy la vuelta, me encuentro con dos chicas que recuerdo a la perfección desde el principio, cuando todo ocurrió.

—Buenos días, Marth —me saluda la chica rubia—. ¿Qué tal ha ido la mañana? —su sonrisa es burlesca, casi me da miedo.

—Ah, sí. Hablé contigo del popular que tanto os gusta. Por cierto, ¿dónde está la pelirroja?

—Evitando mis preguntas, que descortés. Está detrás tuya —me doy media vuelta y ahí la veo, saludando.

—¿Me vais a decir el porqué me habéis traído?

—Sabemos que besaste a Ricky, traidor —se acerca amenazadoramente la rubia—. ¡Ricky es nuestro!

—¡Ricky es libre de decidir por su cuenta! Yo no he hecho nada para que se fije en mí.

—Ya da igual, ahora mismo vas a llamarle y decirle que no quieres nada con él o...

—¿O qué? ¿Vais a mostrar más garabatos a la gente para enseñarles que dibujáis de pena?

—No, colgaremos un vídeo por las redes sociales donde se os ve a los dos en el bar besándose.

—No tienes ese material.

—Sí lo tenemos, justo aquí —muestra la pelirroja su móvil, el cual reproduce un vídeo en el que aparece el beso entre nosotros dos.

—Si no quieres que la gente sepa que eres homosexual, haz lo que te hemos dicho.

Con solo ver el vídeo, mi piel se siente fría, pero me siento bien al cabo de dos segundos al recordar que mi miedo por eso ya no existe. No tiene caso que me siga escondiendo de las palabras de la gente.

Respiro hondo y les planto cara a las dos.

—¿Sabéis qué? Haced lo que os dé la gana, el vídeo lo puedo denunciar por ser algo que no os incumbe, por colgar un vídeo sin nuestro permiso.

—Un momento... ¿No vas a hacer lo que te hemos dicho? —la pelirroja se ve rara, es como si no diera crédito a mis palabras.

—No. Ya no me voy a quedar dentro del armario.

—¡La reputación de Ricky caerá! —vocifera la rubia.

—Pues preguntadle, ya que tanto queréis hablar con él.

Camino fuera de este lugar que me da arcadas solo de estar cerca de estas dos chicas que no paran de chantajear a la gente con estupideces.

Ya no tengo miedo de ello, la gente puede decirme lo que quiera. Puede que sea duro al principio, pero con el tiempo me resbalará como agua de río sobre la piedra.

Ahora que lo pienso, el popular debería saber de esto antes de que ellas se lo enseñen o lo publiquen.

Agarro el móvil, marco su número, escucho el tono y espero a que conteste, que es al tercer sonido.

—¿Marth? ¿Pasa algo? —su tono de voz es preocupante.

—No, tranquilo. Es solo que quería avisarte de algo.

Soy todo oídos.

—Las chicas que me amenazaban antes con demostrar mi homosexualidad lo han intentado de nuevo.

¡¿Qué?! Voy a ir a por ellas para decirles que no lo hagan, sino no les dirijo la palabra en la vida.

—¿Es que les hablas?

Solo las saludo por no hacer el feo.

—Ah, vale. Mira, no tienes que hacer nada. No me importa lo que hagan, ya no me voy a esconder de lo que soy realmente.

¿Estás seguro?

—Muy seguro. Solo lo ocultaba por mi padre, pero ya que lo sabe no tengo que ocultarlo.

Eso es cierto. Me alegra que desmuestres tu verdadero ser.

—Gracias a ti, por besarme en el bar. Pero una cosa, tienen el vídeo del beso. ¿Crees que lo van a publicar?

Poco me importa. Yo no escondo nada.

—Ya veo.

Bueno... ¿Puedo colgar? Es que estoy planeando la cita.

—¿Ah, sí? ¿Qué tienes pensado?

Es una sorpresa. Solo te digo una cosa. Va a ser un poco tarde la cita porque necesito dinero para ello, así que voy a trabajar.

—¿De qué?

De albañil. Mi tío necesita gente y yo necesito dinero, así que hemos llegado a un acuerdo. Trabajaré a la vez que aprendo.

—Mientras no te pase nada estoy conforme.

Lo , tendré cuidado todo el tiempo. No te preocupes.

—Está bien. Pues cuelgo y te dejo con lo que vayas a planear.

Hasta luego, cariño —se escucha el sonido de algo, como una palmada.

—Hasta luego —y corto la llamada.

Pues nada, pueden hacer lo que quieran con el vídeo, que de todas maneras no ganan nada, en todo caso salen perdiendo porque pueden llevarse una denuncia por mi parte.

Respiro tranquilo por sentirme libre, por ver el día de otro modo gracias a ellas, las que nunca me han dicho sus nombres. Y aunque me los dijeran, dudo que las vaya a recordar, porque no creo que me vayan a molestar más.

Ricky me intriga bastante... ¿Cuál será esa sorpresa?

--------------------
Pues nada, otro capítulo escrito, y a ver hasta cuantos escribo. Tengo tantas sorpresas que se me habían pasado por alto que los voy a escribir en capítulos lejanos.

Capítulo dedicado a:
Nadie ha pedido dedicatoria

Si quieres una dedicatoria solo tienes que pedirlo por comentarios o por mensaje privado. No se puede repetir.

Bueno, nos vemos en el siguiente capítulo.

Avisaros de que a lo mejor cambio la portada, ¿qué pensáis?

¿La de ahora está bien o merece un cambio?

¡Hasta luego, Ángeles Lectores!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top