U n o.

Pensar seriamente en la palabra "Oscuridad" no me ha llevado a nada por más que lo intento.

Una y otra vez mi mente se replantea aquel término que nosotros usábamos para algo tan simple, y, ahora el mundo se ha reído de mí mostrándome algo más allá de cualquier muralla llena de ignorancia. Porque eso era; una broma de mal gusto por parte del mundo, como si yo no tuviese suficiente con mi vida para también tratar con esto.

La peor parte de ese pensamiento es que al mantenerme contenida en esta esquina, observando todo tras amanecer y anochecer soy consciente de que ya he perdido cualquier atisbo de aquello que llamaba vida. No puedo volver a ser Rocío Gonzales.

Aquí, quieta en un confinamiento que yo misma me he impuesto por al menos tres a cinco días, sin dormir, sin comer, sin necesitar absolutamente nada. La franqueza del hecho bizarro que cometí en la nevera me golpea nuevamente, minuto tras minuto.

He sentido un poco los cambios, hay momentos donde quiero gritar cuando el sonido llega de golpe, fuerte y poderoso, otras cuando los olores me sofocan o el sentir hasta la mínima vibración me desconcierta, de alguna manera logre, inconscientemente mantener mis sentidos bajo control.

Decir que enloquecí se queda corto, quizás perdí cualquier razonamiento completamente natural en un humano, pero yo ya no lo era, y aunque me pareciera tentadora la idea de romper todo o llorar a lágrimas, incluso fingir ser una mariposa sucumbiendo a la demencia más ignorante pero no he tocado ninguna de las opciones.

En su lugar permanezco sumamente quieta, en silencio tras el episodio cometido, ahora en esta habitación yazco repudiando de cierta manera recelosa la cama por lo me deje caer en la esquina, cerca de una mesilla y me mantuve a la espera.

Nada sucedió, no llego quien sea que se hubiera encargado de mí, tampoco mi cuerpo hizo alguna cosa extraña, pero el mantenerme así solo me llevo a la iniciativa de que podía dejar correr el tiempo de aquella manera o yo lo cambiaba.

No soy de quienes esperan a moverse con la marea, así que no es de sospechar mi decisión.

El ponerme de pie y alejarme de la esquina no dio sorpresa alguna, pero si el hecho no tener dolencia alguna pese a haberme mantenido en la misma posición con las piernas recogidas y abrazándolas por al menos cuatro días.

No supe del todo porque pero termine enfrente del refrigerador, observándolo como un enemigo. Para mi mente humana sí, en cambio para mi estómago parecía un buen amigo. Decidí primero encargarme de cosas internas y después a pasar al terreno desconocido; salir del departamento y averiguar exactamente donde estaba.

Primero debía conocerme, si algo me quedo claro es que como dijo aquella persona: Desde aquella noche todo ha cambiado. No le guardo rencor, aunque su decisión me haya quitado mi humanidad hay algo dentro de mí que susurra que hizo lo posible, porque si algo mi mente logra recordar con detalles es la diferencia de mordidas.

Sí, había una diferencia crucial. La primera fue invasiva, dejando entrar una especie de veneno que parecía eliminar la vida de mis células, matándome lentamente, en cambio la segunda fue algo distinto, otro veneno, otro propósito.

En lugar de matar mi cuerpo reparo zonas dañadas y cambio por completo lo que alguna vez fui, con ello en mente la idea de reconocer lo que soy. Aquello me hizo reflexionar sobre estar muerta, cosa que no era así. En mi momento de reflexión por varios días logre sentir y escuchar mi propio corazón, latiendo con suma lentitud.

Raro.

Después de mi episodio de un instinto natural completamente atroz donde vacié dos a tres bolsas de sangre solamente me llega la palabra "Vampiro" está claro que observando como idiota el refrigerador no cambiare nada.

Por ello, y un poco de estupidez bruta fue que abrí el refrigerador con cierto recelo, pero solo me aguo la boca, como si haberme tragado esa sangre antes evitaba que saltara toda feroz a tragar más sangre.

Por muy bizarro que me pareciera la idea, la maldita sustancia tiene un sabor del cielo.

Tome nota ante aquel hecho, si no tenía hambre provocaba que tuviese más control, pero la tentación ante una bolsa de sangre se podría controlar más que un cuerpo latente. Sabía que no podía comparar y otro hecho sumamente importante que venía sospechando desde el inicio.

Toda la mierda súper fantasiosa de internet, era eso; Mierda por lo tanto mis conocimientos de frikki no me ayudarían mucho, más que el hecho de mantenerme expectante ante cualquier cosa que pueda hacer, sea consciente o inconscientemente.

Toda la nevera, y refrigerador al lado de esta se encontraban llenos de bolsas de sangre, la vista constante del líquido rojizo provoco que mi boca ensalivara más rápido de lo que debería, justamente como me sucedía al ver una hamburguesa doble con todo incluido.

Una tentación gustosa y dulce, que sin embargo me haría caer.

Para mi gusto contaba del suficiente autocontrol para soportar comer una maldita lechosa en lugar de carne bien deliciosa. El clic que hizo mi cabeza ante el recuerdo me dio otro punto de vista hacia la sangre, para mi cuerpo seria como jugo de lechosa.

Entonces la tentación disminuyo, con la torpeza y rapidez qué pude sacar pase todas las bolsas de la nevera al refrigerador, llenándolo. Al terminar me aleje de esa trampa mortal que me aterraba como anhelaba.

Esta vez recorrí el departamento con más detalle que la vez anterior. La cocina tenia de todo, menos comida humana, por supuesto. En los gabinetes había especies desconocidas y frascos con líquidos extraños, cada una nombrada con un identificador desconocido para mí a excepción de un gabinete, donde un sobre blanco esperaba.

"Comida"

Única palabra escriba de manera suave y elegante, con una caligrafía perfecta. Dentro del abultado sobre billetes grandes.

- ¿Un juego mental o una simple obra hacia mí? -bufe en voz baja dejando el sobre donde lo encontré, tal como lo encontré. Por el momento no tomaría una decisión hasta que tuviera en mi mano todos los puntos para avanzar.

Siguiendo con el recorrido me di cuenta de que había todo lo necesario. Cada baño contaba con una ducha, inodoro, lavamanos y todo lo necesario, incluso había un botiquín de primeros auxilios. El cuarto en el que me había confinado, y uno más pequeño de visitas, he de decir que el cuarto principal constaba de un baño más espacioso con una tina de mármol preciosa.

Volviendo al tema, en el armario solo había tres camisas básicas, un chort, una falda y un pantalón. Todos negros. Dentro de los cajones de cada cómoda encontrando cremas, ropa interior, únicamente la parte inferior ya que aparentemente mi cuidador carecía del conocimiento para reconocer una copa C.

Una mueca que quizás llegaría a ser una sonrisa se dibujó en mi rostro, si bien al principio me aterro no tener mi ropa, al pensarlo detenidamente seguía con la misma ropa interior, me había dejado sola, con dinero, y un lugar estable donde estar, aparte tenía la sustancia para existir sin tener que atacar a alguien, como hizo aquel con Alex.

Aleje el recuerdo de mi mente sabiendo que explotar con aquello sería muy sencillo, y cuando se encendía mi mecha no importaba que, al final explotaría. Atravesé la habitación y entre al baño buscando de alejar aquel pensamiento peligroso, con el pequeño impulso de relajarme con una ducha.

Sentía la intensa necesidad de bañarme a pesar de notar que no soltaba fácilmente fluidos corporales, no sudaba para nada ni provocaba algún mal olor, no sabía si incluida el hecho de llorar. Sin reparar mucho en eso cerré la puerta y comencé a desvestirme, la camisa básica negra y unos pantalones holgados grises, tras acabar seguí con la ropa interior, al menos hasta que repare en mi reflejo.

Como había dicho, las cosas de internet son mierdas, sencillamente eso.

No fue el hecho de encontrarme a mí misma reflejada en el espejo, en su lugar era la forma detallada en que podía verme. Había un cambio, ligero y casi invisible para aquellos que no me conocieran demasiado o apenas me habrían visto, pero no para quienes me conocen de toda la vida.

Si bien antes no es que fuese bonita, pero tampoco fea, estaba simplemente en medio. Ahora, al verme pareciera que tuviese una belleza extraña y cautivadora, mi piel había adquirido un tono puramente blanco, con sus pequeños lunares y pecas, mis labios adquirieron un tono rojizo encantador. Ya no existía un rastro de grasa habitual que siempre se alojaba en mi nariz, o la resequedad de los labios, mucha menos alguna imperfección por haber sido una niña imperativa en mi infancia.

No existía ese pequeño groso en mi papada o la cicatriz que tenía en el final de una ceja, casi invisible. Al tocar mi cuerpo pude notarlo, como si hubiese fibras de músculos sin ninguna gota de grasa, la piel más suave, mi cuerpo entero se encontraba en su estado más perfecto y mis ojos habían aclarado unos pocos tonos.

Eso o que yo podía ver mucho mejor, optaba por la segunda.

Otro detalle fue la marca de no dos, en su lugar cuatro colmillos justo bajo la clavícula, en otras palabras sobre mi pecho derecho. La marca se veía natural, como si fuese algo de mi cuerpo y no una mordedura, parecía un lunar demasiado perfecto y claro. No entendí porque seguía allí cuando el resto de mis cicatrices había desaparecido, como la de mi brazo.

Evite seguir el camino que me llevaba la mordedura desaparecida de mi brazo y note otro detalle, no solo me había mordido en una teta. Casi llegando a mi nuca, por la parte baja de mi cuello otra mordedura -idéntica a la primera- se dibujaba en mi piel. Mi cabello tenía una apariencia más saludable y se encontraba mucho más largo. Si bien antes llegaba hasta mis pechos, ahora tapaba mi culo, y apenas le había prestado atención a ese hecho.

-Demonios-masculle- ¿Me salió más trasero?

Sí, efectivamente tenía más trasero.

Sí, soy ese tipo de persona que cuando está en un cambio crucial de su "existencia" solo detalla si tiene más culo, porque algo he de comentar, tener trasero es bueno. Muy bueno.

Sabía que era una estupidez centrar mi mente en eso, pero mi cerebro quería otorgar cierta normalidad a lo que estaba pasando, y para mi estaba bien. Le daría normalidad.

Aquel pensamiento se me hizo doble filo, exactamente ¿Qué podría ser normalidad? En aquel momento, para mi seria lo que solía hacer en mi... en esa parte humana de mí. En aquel momento deje de ser humana, soy otra cosa, como vampiro -seguía dudando prudentemente de ese hecho- pero también me llevo a pensar otra cosa: que a pesar de todo seguía siendo yo, y conservaría mi esencia a como diera lugar.

Con eso en mente prepare el agua y me introduje a una relajante tina, dispersando mis pensamientos y cualquier preocupación que podría tener.

En aquel momento se trataba del agua tibia y yo.

. . . . . . .

Gracias a la ducha relajante descubrí algo interesante y en cierta forma perturbador.

No tengo idea de en qué exacto momento pero me dormí, cerré los ojos y ¡puff! Cuando volví a abrirlos me encontré sumergida en el fondo de la tina con las rodillas dobladas, y había pasado un montón de horas, por lo que me llevo a la conclusión de que necesariamente no necesitaba respirar, o al menos podía aguantar la respiración por un largo tiempo.

Al salir cubrí mi cuerpo con una toalla, con otra mi renovado y largo cabello. Deje el baño y fui al cuarto, había oscurecido. Podría decir que son como las ocho o nueve de la noche, no estaba segura y solo me preocupaba vestirme, por ello tomar ropa interior, una camisa y un chort para después cubrir mi cuerpo fue lo más normal que podría haber hecho.

Me sentía bien con eso, realmente bien.

Volví a la cocina dispuesta a comprobar un pensamiento fugaz que cruzo por mi mente, por lo que tome un cuchillo y me senté en el comedor, aun llevaba la toalla en mi cabeza recogiendo mi cabello.

El filoso y frio metal se balanceó entre mis dedos con torpeza y suavidad, un cuchillo con un mango de caoba. El reflejo del filo contra la luz llamo a mis ojos, me quede observándolo unos largos segundos antes de que el arma se deslizara entre mis dedos hasta dejar mi pulgar por el lado cortante.

Apreté con fuerza por varios segundos antes de que una fina línea rojiza se deslizara por el metal brilloso, aleje mi dedo sin llegar a sentir dolor, en su lugar solo una pequeña molestia.

Al revisar mi dedo no encontré herida alguna. Si bien sabía que ya no era humana -aún existía una parte de mí que esperaba equivocarme, digo, hay quienes les gusta ingerir sangre-, eso no evito que el pánico se esparciera provocando que tomase el arma blanca con fuerza y la pasara, esta vez sobre mi brazo.

El acero corto, se hundió en la piel blanca y una molestia se presentó, el verlo provoco que de manera inconsciente soltara un siseo aunque realmente no sentía dolor como debería pero al retirarse no se mantuvo abierta, pude detallar como volvía a unirse pedacito por pedacito hasta que no quedara resto alguno más que un poco de sangre con un carmín oscuro.

Volví a repetir la acción una, dos, tres hasta cinco a seis veces y daba el mismo resultado, la diferencia era la profundidad. Una pequeña punzada llego al cortar una vena y la sangre se esparció poco antes de que sanara manchando mi piel de un rojizo tentador. Deje el cuchillo en la mesa y pase lentamente mis dedos por la sangre derramada en mi brazo, y cual goteaba poco en la madera del comedor.

Mis dedos se mancharon, guiada por una mera curiosidad abrí la boca y permití que mi lengua limpiara las yemas de mis dedos. El sabor de mi sangre no es como la que había probado anteriormente. Una es suave y adictiva, en cambio la mía tenía un explosivo, extraño pero delicioso sabor.

Al probarla sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo y desistí de aquel experimento, tomando el cuchillo y limpiándolo al igual que mis brazos y manos, por supuesto eso incluía cualquier cosa que se hubiese manchado, para mi gusto mi ropa seguía impecable.

Si podía sanar así de rápido entonces se me ocurrió una forma de evitar lastimar a alguien; morderme a mí misma. Aunque quizás no fuese muy efectivo podría ayudarme a reaccionar y alejarme rápidamente del lugar, o persona.

Por el rabillo del ojo algo llamo mi atención, tras terminar solo me gire siguiendo aquel pequeño destello blanquecino. Aparentemente debido a mi episodio con el refrigerador algo había caído por ello en el suelo una hoja blanca se encontraba oculta debajo de la nevera manteniendo únicamente una pequeña esquina a la vista.

Me acerque, tomando la esquina del sobre y sacándola de allí, observando curiosa aquel detalle. Comprobé y no era el sobre que decía "comida" en su lugar solamente estaba en blanco.

-Sospechoso-masculle.

Deje la cocina, apagando la luz al salir. Realmente no la necesitaba; sin ella veía incluso mejor en la oscuridad, por un segundo me detuve observando sobre mi hombro revisando en una detallada observación la cocina pero no encontré nada.

Quizás nunca me acostumbre a esta nueva yo.

Sigo con mi camino pasando por el corto pasillo hasta el cuarto, deje la puerta abierta y allí también apague la luz, la única iluminación era la luz de la luna entrando por la ventana y la lámpara en la mesilla de noche.

Con un inevitable recelo me acerque a la cama, tomando asiento y finalmente destapando el sobre, dentro de este una carta y una foto.

Mi curiosidad pico, y sin remedio alguno lo primero que tome fue la foto pero incluso antes de que la lámpara iluminara su contenido ya yo lo había visto.

Era Alex, sonriendo con su picardía habitual sentada en una camilla y con un vendaje en la cabeza y un yeso en su brazo izquierdo.

Misterio resuelto, si puedo llorar.

Las lágrimas cayeron por mis mejillas inmediatamente, ella estaba bien. El alivio me golpeo con fuerza, aunque estaba herida, mi mejor amiga estaba bien y pese a mi desastrosa situación solo me alegraba que ella ya estuviese sanando, con su habitual sonrisa.

Deje la foto a un costado y saque la carta, debido a las lágrimas me acerque a la luz amarillenta de la lámpara leyendo con suma lentitud y cuidado.

Cuando lloro me pongo medio idiota.

Mis manos temblaran por lo que idiotamente casi rompo la carta, gracias a dios que no la dañe, si lo hubiese hecho me da algo. Inspiro con lentitud hasta llenar mis pulmones de aire, tomando valor antes de comenzar a leer.

Nuevamente aquella cuidadosa y hermosa caligrafía adorna la hoja.

"Antes que nada quiero disculparme por la situación en la que te he puesto, esto no solo cambia tu estado físico sino que toda tu existencia y esto se debe a mí culpa, por no poder salvarte más allá de lo que hice.

Lo siento...

Leer esas simples palabras me provocó mucho dolor, y por más que quise culparlo no podía, esa persona no tenía la culpa.

-Está bien-mascullé como pude con el nudo en mi garganta-, hiciste lo que pudiste.

... aun así espero que aceptes mi ayuda, aunque solo puedo ofrecerlo a la distancia para mantenerte segura. Seguramente para cuando leas esto ya habrás notado los cambios que hay en tu cuerpo, y lamento decir que esos serán solo los primeros de muchos más.

Yo te proporcionare todo lo necesario para que logres sobrevivir en este mundo al que has entrado por la fuerza, te protegeré lo más que pueda aunque no poder estar por siempre, y tienes que enfrentarte tú misma a esta nueva vida pero esta carta no tiene ese propósito.

Mientras estabas bajo los efectos del veneno solo llamabas a tu amiga y tu familia, por ello me tome la libertad de hacer esto.

Alexandra fue llevaba inmediatamente al hospital diagnosticándole una contención leve y un brazo roto al forcejear antes de ser hipnotizada.

Ella está bien, fue llevada a su ciudad natal apenas sus padres tuvieron la oportunidad y ahora está bajo la atenta vigilancia de ellos y tu familia, aunque no recuerda sobre el accidente si te recuerda hablándole.

Tu familia sigue buscándote, están preocupados y decaídos pero se encuentran bien, continúan con su vida.

Esto es todo lo que he conseguido para ti, y seguiré haciéndolo para que no te mortifiques y te acerques a ellos en tu condición; ellos son humanos y tu una vampiro.

Pronto te llegara un paquete de mi parte, hasta entonces estaré en contacto."

Rompí en llanto, es lo único que podía hacer en ese momento. Abrace la carta y me acurruque en la cama sin detenerme, la sensación me estaba matando.

Los extraño tanto que duele. Quiero los abrazos de mi madre, las bromas malas de mi padre y a mis tres hermanos molestándome día a día, quiero ver a Alex coqueteando con Denis y él siguiéndole el juego hasta que finjo ponerme celosa y me molesto.

Solamente quiero mi vida, a mi familia.

-Gracias-murmuro como puedo a la solitaria habitación-, muchas gracias.

Me dejo hundir en el dolor de mi pérdida, la idea de no verlos nunca más logra desgarrar mi corazón y logra que me arrepienta de tantas cosas, cada una como un golpe tras otro, quitándome el aliento.

No lo soporto.

Aún tenía esperanzas, pequeñas y miserables pero al fin y al cabo eran esperanzas.

Ya no queda nada, la determinada idea de que perdí todo aquello que amo se planta en mi cabeza, sin querer irse y con ella un dolor desastroso azota mi corazón.

Hoy llorare todo lo que pueda, sé que mañana tengo que comenzar a avanzar aunque el dolor no se aparte, si algo me enseñaron mis padres con orgullo es a nunca doblegarme, y no lo hare ante la tristeza desgarradora.

Nunca.

. . . . . . . .

A la mañana siguiente al despertar lo primero que hice fue tomar la foto de Alex y darle un beso, dejándola esta vez recostada a la lamparilla antes de ponerme de pie y guardar la carta en un cajón.

-No me rendiré-me dije a mi misma- ¡Vamos Ro, tu puedes! ¡Tú puedes!

Sí, me hice porras a mí misma.

Tras el momento vergonzoso, lo siguiente fue ir al baño y darme una ducha, no ir a la tina, presiento que si entro ahí caeré rendida y no tengo ganas de perder el pequeño ánimo que ha aparecido después de mi tormenta de lágrimas. Me siento un poco pesada y aunque no hay rastros de algún dolor me da la sensación de tener un pequeño dolor de cabeza.

Sé que es imaginación mía.

Al salir ni me molesto en llevar una toalla, voy directo a la habitación y me pongo ropa interior, el brasear y una muda de ropa. Pantalón y camisa, busque unos zapatos y gracias a dios había un par.

Tengo que salir y conseguir comida normal, no me rendiré en darle normalidad a esta vida. Peine mi cabello y lo trence con cuidado, amarrándolo con la única liga que vi; la que se encontraba sujetando la paca de dinero en el sobre.

Bien, ya que se confirmó finalmente que soy un vampiro, y aun tengo dudas de mis capacidades y como se supone que son seres de noche tengo en la mente un pequeño experimento.

Me acerco al balcón del apartamento y abro la puerta cuidando que no me dé la luz, aún, inspiro hondo y saco el brazo siseando por culpa de mi imaginación.

Pensé que me iba a quemar, o como mínimo estaría como Edward Collen y su apodillo de campanita.

No paso, en su lugar mi cuerpo se llenó de una grata sensación, como si de haber sido otro resultado mi cordura finalmente se hubiese ido al retrete. Suspire satisfecha por el resultado, y aliviada.

Con eso me siento más tranquila, más normal.

Si bien había dicho que la mierda de internet era eso, mierda. Aun así mi estupidez al llorar toda la noche no se ha pasado, y necesito hacer el tonto al menos para conservar mi cordura.

Sabiendo que no me prenderé en llamas al salir tomo el sobre y la dirección que tiene adentro, y un pensamiento se planta en mi cabeza.

Me siento afortunada, a pesar de mi desastrosa situación tengo a alguien -aunque aún no sé quién o qué quiere de mí- que me respalda en esta locura, y tiene consideración conmigo.

Porque el hecho de que yo me convirtiera en esto solo habría retrasado el ataque de Alex, si esa persona no hubiese llegado... ninguna estaría con vida.

Iba a salir rápidamente pero algo pasó por mi cabeza, y me detuve, devolviéndome al refrigerador y tomando una bolsa, corte una punta y vertí un poco en un vaso sintiendo las ansias por probarla.

Piensa que es leche, piensa que es peche.

Me bebí el vaso entero con rapidez y procure que no goteara, al finalizar lave el vaso y suspire, al menos así no corro con el temor de saltarle a alguien encima.

Sonrió inevitablemente con cierta amargura y tomo las llaves y salgo del apartamento.

Bien.

¡Empecemos la misión de reconocimiento!

Allí voy, y espero no perderme porque allí si se me zafa un tornillo. Al abrir la puerta me encuentro con una vieja gorda y con cara de que me comí un mojón observándome de mala manera.

Pero ese no fue el problema, en su lugar escuche los latidos e incluso el sonido de su sangre viajando por sus venas, mierda. Necesito distraerme ¡Piensa conciencia!

¡Misión fallida! Repito ¡Misión fallida! ¡Los marcianos me han encontrado y ahora me comerán viva!

Por poco me atraganto del susto, sonreí amablemente y dije lo primero que se me ocurrió.

- ¿Necesita el baño? -masculle en inglés.

Genial, buen trabajo Ro.

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¡Buenas! Aquí el primer capítulo de Neófita, espero que sea de su agrado y les haya encantado nuestra protagonista.

Este es uno de mis nuevos proyectos cual esta integrado en una saga que poco a poco vendré trayendo a la plataforma. 

Neófita da entrada a un mundo que se ira complementando con cada libro, y espero con todo mi corazón que este nuevo universo los atrape en sus incontables historias. Agradezco a esas personas que se toman el tiempo de leerme, para mi eso es mas que suficiente.

Sin más ni menos me despido, hasta el próximo capítulo ♡.

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