•Uno:

“Oye Mimzy" susurré, mirándola fijamente con un amargo sentimiento, aquel que me cegaba, quizás un poco más de lo que requería.

Sólo me quedaba viendo, apretando más fuerte, el agarre más fuerte de mis dos manos a su cuello. Cuál serpiente asfixiando a su presa.

“A-Alast-tor. . .” alcanzó a articular, sus ojos miraban hacia arriba. Muy arriba que parecían que iban a salirse. Su rostro se puso rojo, no emitía otro sonido más en su boca, sus labios pintados de su labial negro. Su favorito.

“No debiste hacerlo Mimzy. Por tu culpa casi me descubren. Eras mi amiga, pero ya no.”  agregué. Por alguna razón no sentía remordimiento alguno hacia la mujer beta, de cabellos rubios y ojos grises.

Quizás perdió ya la consciencia, o sólo un poco más. Un poco más y terminaría ésto.

“Te veré en el infierno” dije, su cuello hizo crack. Pero eso no fue suficiente para mí.

Tenía que honrar su amistad, fue algo agradable y hasta lindo sí lo pienso a profundidad. Debía preparar un buen bufet, debo cocinar algo en honor a ella para que tengan en cuenta que aún así, la aprecie mucho. Para que incluso muerta, ella sepa que era mi única y verdadera amiga.

Veo sangre en todos lados. Vengo tanta sangre que estoy sorprendido. Aún no la he cortado, no sé porque hay tanta sangre en todos lados. Y todo va desvaneciéndose, todo hace una gran sacudida como si de un terremoto se tratase, hasta hacerme despertar.

X

Es la primera vez que sueña algo relacionado con sus asesinatos. Lo cuál le parece extraño, más no terrorífico. No siente miedo o nervios, sólo curiosidad y un poco de melancolía. Tener un sueño de quién fue alguien muy cercano a él hace tiempo, le es tan extraño. Inusual, es la palabra.

Mimzy ya no está, ya no la volverá a ver. Han pasado tres meses, o quizás poco más. La está superando, aún así decidió tomarse por fin unas merecidas vacaciones, viajando desde New Orleans, hasta Nueva York. Las cuales ya no saben si pueden seguir tranquilamente, desde que cierto Omega lo anda acosando cada día, desde hace dos semanas para ser exactos.

Y eso comienza a irritarle.

Al, Al. — toca la puerta, por Dios. Alastor sabe que son las ocho de la mañana, todavía no desayuna y el chico ya está en la puerta esperándolo. Es sábado, ¿Por qué el chico no está dormido?— Despierta dormilón, es importante que hablemos.

El castaño se sentía extrañamente nervioso, por alguna razón Ángel causa eso en él. Por alguna razón, aquel chico llamado Ángel se ha fijado en él sólo porque lo cree alguna clase de héroe, sólo porque está profundamente agradecido al haberlo "salvado" de ser violado mientras estaba todo drogado. En algún callejón detrás de algún bar.

Solo fue un caballero, que pasó por el lugar en el momento y lugar justo.

—Buenos días también, Dust.— sonrió lo más amable y educado posible, abriendo la puerta y dejándolo pasar sin mucho problema.

Alastor apenas lleva dos semanas en Nueva York, se mudó a la provincia Burgos, una cabaña en el bosque y lejos de la civilización. Al aceptar sus vacaciones, quería alejarse lo más posible de su ambiente.

—Buenos días. — contesta él entrando con aires de grandeza. Inspeccionando como siempre, el lugar. Alastor sintió el aroma del pequeño Omega fuerte, su olor dulce y a frutas ya le parecía irreconocible. No le disgustaba pero, olerlo todas sus mañanas le hace sentir algo irritado. O quizás inquieto, por qué teme que en algún punto pierda el control. Más él no es asi. El siempre tiene el control. — Ya te he dicho que me puedes llamar Ángel. O también de una forma más adorable. Como amore mio.— agregó riendo un poco, usando su acento italiano que al contrario le gustaría saber cómo es que sabe ese idioma.

Dust terminó por preguntar si ya desayuno, eso fue suficiente para saber que se quedaría un largo rato en su cabaña.

El más alto cierra la puerta y camina detrás del chico, quién se dirige al comedor. El de cabellos claros vestía ropa casual, su famoso suéter de frangas rosas y blancas, una falda oscura que le llegaba por encima de la rodilla. Se preguntó si Dust quería provocarlo, porque no creía que fuese natural que siempre que llegaba o estaba a su alcance visual moviera tanto las caderas. Las cuales debe admitir que tiene cintura de avispa.

—Iba a preparar apenas el desayuno. — respondió mirándolo, preguntándose si iba hacer lo mismo de siempre.

—¡Genial! Me encanta los Alphas que cocinan.

—¿Conoces a más?

—No. Solo a ti.— sonrió para así mismo. — ¿Qué harás el día de hoy?

—Ir por la ciudad. — respondió apenas, sacando los ingredientes del refrigerador. Pensó en preparar algo típico pero que casi no come seguido, debido a su trabajo. — ¿Gustas acompáñarme?— preguntó casi por inercia. A pesar de ya saber la respuesta del Omega, lo que menos quería era seguir juntando se con el menor.

Es tan pequeño, bajito y joven. Puede ser tal vez mal visto en la ciudad.

—¡Por supuesto que sí! Si quieres comprar ropa te diré donde están las mejores tiendas. O si buscas especies para cocinar, también. Conozco está ciudad como la palma de mi mano.— explicó con entusiasmo, Alastor no evitó sonreírle un poco enternecido. El menor era muy imperativo y servicial, tal vez su compañía le sea más interesante de lo que imagina.

Cuando lo conoció hace varios días, realmente tenía una imagen distante de él. Pensó que sería un chico con muchos problemas—probablemente si lo sea—, más tímido y dócil.

Veía a Angel como un crío todavía. A pesar de que esté seguía diciéndole que ya es "grande", por poseer dieciocho años.

—Primero desayunemos. — aclaró. Angel se acercó a él para mirar con más detenimiento como rompía dos huevos a la vez en un traste hondo, después echaba harían de hot cakes y una taza de leche.  —¿Quieres ayudarme?

—¿Qué puedo hacer?

— Pon los platos y vasos en la mesa.

—De acuerdo.— fue y le hizo caso, bastante cómodo de poder ayudar. Y no ser él el que cocine como lo es en casa. A Ángel se le pasó por su cabeza que parecían una joven pareja desayunando en una mañana. — ¿Puedo preguntarte algo y no te enojas?

—Si. — respondió tranquilamente, mezclando todos los ingredientes mientras ponía a calentar el sartén en la estufa.

—¿Cuántos años tienes?

—Casi treinta, Ángel. — respondió encogido de hombros. Notando como el contrario se tenso un poco.— Soy muy grande para ti, ¿No crees?

—No importa. Se que no me harás daño, la edad es lo de menos.— respondió firme, sorprendiendo a Alastor.

¿Cómo puede decir tal cosa como estar seguro de que no puede hacerle daño? No llevan mucho tiempo de conocerse. No sabe casi nada de él, o de su pasado, no sabe sus oscuros secretos, aunque nadie debe saberlos tampoco. Así cómo Alastor tampoco sabe de la vida de Ángel.

—Eres sorprendente, Ángel. — admitió, derretía la mantequilla en el sartén, seguía batiendo sin hacer un desastre. — Decir esas cosas, cuando hasta hace apenas tres semanas ni nos conocíamos.

—¿Pasarás año nuevo solo?— preguntó, dando un cambio en el tema. Terminando de poner los cubiertos.

—Lo hice con navidad.— contestó encogido de hombros. Hace días que fue Navidad. Recordaba eso, Angel le había regalado una bonita bufanda la mañana del veinticinco.

Alastor se sintió apenado y asombrado, realmente no sé lo esperaba, y no sabía cómo corresponderle porque no tenía nada para él. Sin embargo, su amabilidad y el que le aprecie a los Omegas —al menos la gran mayoría—, le llevó a obsequiarle un suéter.

Fue una tarea difícil, no sólo por no conocer mucho los gustos en ropa del rubio, también porque todavía no conocía las butics de tiendas en las plazas.

Ahora mismo, o por lo menos desde ahora, ha visto a Ángel con aquel suéter que le obsequió. Siempre, tanto que le preocupa un poco.

—Eso es triste.— suspiró con cierta melancolía.

—¿Tu crees?

— Es una día para pasarla con la familia.¿Puedo acompañarte?

—¿Tu familia estará de acuerdo?— arqueó una de sus cejas sin estar muy seguro.

—Me puedo escapar.— respondió como si nada. Sonriente.

El Alpha sintió un pequeño tick en su ceja ante la respuesta del contrario. Realmente, ese chico le preocupaba.

—No quiero tener problemas y que piensen que te he secuestrado o tenga malas intenciones contigo, Ángel.— dijo suavemente, no es que despreciara la compañía del chico, solamente no quiere dar malas ideas y que el chisme recorra toda la ciudad y tengan una mala imagen de él.

Casi había sido sospechoso en un crimen de asesinato que ocurrió en su otra ciudad. Si no fuera porque elimino las pruebas, una repentina y casi creíble coartada, aparte de ser amado por su trabajo y amabilidad en la ciudad, es algo que le subió puntos y alejó todas las sospechas en dirección a él.

No podía permitir eso otra vez. Cuando muera, quiere que sea sin que nadie sospeche cosas malas de él.

Y que sólo el mismo Lucifer sea testigo de sus crimenes en vida.

Sin embargo, si hablamos del bonito Omega de grandes ojos azules, pestañas largas y rubias como su cabello, aparte de que en sus mejillas adornan unas pecas, es otro tema. El cuál no sabe si involucrarse más en la vida de él.

En algún punto, más adelante, siente que de verdad va a perder el control. Todo por ese tonto y bonito Omega, que no se parece a aquel asustado y desorientado chico que ayudó hace dos semanas. Cuando recién de instalaba en su nueva casa y quería salir a conocer la ciudad.

—No me descubrirán, además ellos no te conocen. Y siempre me escapó de casa. No será para tanto.— se excuso el más joven, tarareando una suave canción, como si cantará victoria.

—Si eso deseas, puedes acompañarme.— le respondió seriamente, después de un tiempo de pensar y terminando de preparar el desayuno. Quizás, sea agradable.

Aquello hizo sonrojar al Omega, quién seguía observando con detenimiento al castaño. No pensó que cedería fácil, o mejor dicho que lo hiciera. Incluso pensó en varios escenarios, pero que haya dicho que si puede, sólo lo estremeció.

Aún es joven, perona tan corta edad, ha tenido malas impresiones del amor. Y Alastor, es tan diferente a los Alphas que ha conocido, incluso los de su familia, como su propio padre. Que sospecha, quiere obligarlo a casarse con alguien que le beneficie.

Un matrimonio arreglado. Quizás por eso, es que ha estado de rebelde en los últimos meses y había llegado incluso a desconfiar de los Alphas, de su propia familia — excepto su melliza—.

No sabe que hará si un día, como cualquier otro encuentre a su "futuro" marido en la puerta. Alguien que no conozca, más grande que él y feo. O idiota, mejor dicho. Esa no es la vida que quiere, estar con alguien que no ama.

Dust se dio cuenta que seguía embobado con el castaño, y que esté lo miraba con atención. Quizás esperando a que dijese algo. Se había puesto a divagar por mucho tiempo. Y no quería verse tonto enfrente de él.

—Eso quiero, Alastor.

Realmente quiere pasar más tiempo con él.

Palabras: 1,886.
Fecha de publicación: Viernes 20 de diciembre del 2019.
Escritor: JaquiiAleWorld
Au: Omegaverse.
Fandom: Hazbin Hotel
Historia:  "Polvo de Ángel"
Nota del escritor:

Las imágenes estarán sujetas (algunas) a su autor. No son de mi pertenecían. A veces me inspiró un poco de ellas.

No esperaba actualizar hoy, quería hacerlo hasta el 24 en la noche. Ya llevo otras dos historias más actualizando hoy, las cuales ya terminé y está apenas está empezando.

En fin; disculpen mis errores ortográficos.

La historia contaría con capítulos cortos como dije, su duración será de entre 1,000 - 2,000 palabras cada uno.

Ahora, tengan en cuenta cada detalle(? Puede que algunas cosas sean significativas para el final.

Actualizaré en una o dos semanas.

De echo, la actualización se debe a que alguien importante en mi vida por fin apareció. Justo hoy, que creisi.

Qué les pareció este primer capítulo? uwu

Ángel descubriera los oscuros secretos de Alastor?

Nos vemos la próxima.

Aún falta mucho para un final.

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