•Seis:
Alastor comenzó a perder la noción del tiempo apenas los mellizos Dust cruzaron aquella puerta; Ángel tardó más de lo que imaginó. Él no es alguien que suela husmear sin permiso del dueño, pero en esta ocasión sintió demasiada curiosidad y ánimo de hacerlo.
El armario de Ángel varía mucho, sus ropas, sombreros, pañuelos y zapatos son abundantes. Abrigos y uno que otro vestido. A pesar de tener tanta ropa, casi siempre ve que por debajo trae esa camisa de mangas largas de franjas rosas y blancas que le regaló en navidad hace casi dos semanas atrás.
Es increíble como el tiempo pasa volando y como su relación con el rubio va avanzando y siendo más íntima con el pasó de los días.
También pudo observar que tenía en la esquina de su habitación, un no tan grande librero. Con alrededor de cincuenta libros por lo menos. La mayoría parecían ser novelas románticas y trágicas. El resto fantasía con comedia romántica. Y sólo adivino el género de estás guiándose por los títulos y portadas de algunas. Sin leer demasiado las reseñas.
En su escritorio lo que más destaca y le llama la atención es una cámara fotográfica compacta. Un peluche de un cerdito pequeño — quizás Ángel si quería un cerdito de mascota, aunque teniendo tanto dinero todavía no entiende el porque aún no lo tiene o consigue— y una novela que se ve que está a medio leer. No la continuó.
Sin hacer mucho ruido, abre los primeros tres cajones del escritorio y en el del medio encuentra un cuadernillo que mide de largo 9 cm. Quiso abrirlo y notó un pequeño candado. Al principio bufó inquieto, después se dio cuenta que se trataba del diario de Ángel. Pensar que tiene algo tan personal del Omega entre sus manos pero que a la vez está cerrado, le hace sentir emocionado y pensar en la frase “tan cerca pero tan lejos a la vez”. Lleno de intriga por saber que cosas escribe de él.
Decidí dejarlo en su lugar y regresar a la cama.
Ha pasado más de media hora, y el Dust todavía no llega.
Si no fuera porque le prometió no irse, ya se hubiese marchado desde hace rato.
Se escuchan pasos desde afuera. La puerta se abre dejando ver a un Ángel desanimado. Su olor también le delata. Es un poco agrio y pesado por lo tanto. Como una mezcla de fastidio, enojó y una pizca de tristeza. Leve pero perceptible para el Alpha.
—Lamento hacerte esperar...— murmuró adentrándose más a su cuarto. Alastor de inmediato se puso de pie para quedar enfrente suyo.
—¿Qué sucedió? ¿Qué te dijo tu padre?
—Lo convencí con ayuda de mi hermana que no eres malo para mí.— comenzó a explicar.— Pero él insiste un poco más en que ya tenía planes para mí con alguien más.— bufó cruzado de brazos, ciertamente irritado.
—¿Cómo?
—El quiere comprometerme con el hijo de algún socio suyo. — respondió para rodearlo y aventarse a su cómoda cama, soltando otro largo suspiró. Esta vez de enojo.
—¿Todavía hacen eso las familias ricas?— preguntó lleno de curiosidad. Había leído que antes entre familias vecinas comprometían a los hijos para hacer grandes ganancias. Y en estos casos, sufrían más aquellos que no eran Alphas o por lo menos un Beta varón.
Actualmente, es muy raro que exista una Alpha mujer. No imposible, solo bastante inusual. Pero el castaño ya conoció a la primera. Y con los Omegas es al revés. Es extraño e incluso consideran más frágiles — e inútiles en ocasiones graves— a los Omegas hombres. Pero Alastor tiene tanta suerte que ya conoció al primero en lo que respecta su camino.
Puede entender que quizás su familia quiere cuidarlo y sobre protegerlo por ende.
—Mi padre cree que no existe un buen Alpha para mí que él no conozca. Por eso quiere hacerlo.— comentó poniéndose en el centro de la cama cruzando sus piernas y encorvandose un poco.
—¿Y no tienes otra opción?— preguntó con la mirada puesta en el Omega. Nunca había visto (en las pocas semanas que lo lleva conociendo) al rubio tan afligido y preocupado. Sobre todo irritado.
—Pense en quedarme viudo antes de la boda. — rió entretenido ante aquella situación, después se aclaró la garganta. Alastor no tomó de sorpresa aquella confesión, es más, le pareció agradable la idea e incluso casi le comenta que podría ayudarlo a desaparecer el cuerpo y que nadie sospeche de él. Después de todo, tiene experiencia en eso.— No es que no tenga otra opción. Sólo que ningún Alpha ha sido bueno para mí. Él quiere que el Alpha con el que me case me siga dando una vida de "rey" como la que sigo teniendo ahora. — viró los ojos irritado haciendo comillas en esa palabra.— Que venga de una familia igual o mejor que la nuestra. Que me cuide mucho. Sobre todo porque soy un Omega. — agregó. El rubio a veces no sabía distinguir si su padre lo hacía realmente con buenas intenciones. Se mordió su labio inferior pensativo.
—Ya veo. — fue cortante, analizando la situación desde varios ángulos.
—Pero, le hablé muy bien de ti.— dijo de pronto, pensando que quizás Alastor se iba a echar para atrás. Creyendo que el Alpha podría considerar la idea de ya no intentar las cosas con él. Y eso le entristecía.
—¿Qué?— arqueó su ceja, un poco confundido.
—Quizas le mentí solo un poco.— se puso a jugar con sus dedos, ligeramente nervioso.
—Ángel. — mencionó con ese tono de vos que le hace saber al chico que le debe explicar todo. Y lo sintió también como una advertencia.
—Adelante como si ya tuviésemos algo más fuerte e íntimo entre nosotros. Le dije que él, osea tú,— hizo ademanes con sus manos para poder explicarlo mejor.— podría alejarme de todo esté negocio familiar y hacer una nueva vida en un nuevo hogar. Dijiste que venías de Nueva Orleans. — hizo una breve pausado para observar la reacción del mayor. Quién parecía serio ante todo o neutral. — ¿No te gustaría tomar asiento?— preguntó, el castaño enfrente suyo negó suavemente con un gesto en la cabeza. No se veía molesto, sólo muy pensativo. Pero Ángel odia no poder adivinar lo que está pensando.
—Asi es, Ángel. Me alegro que aún recuerdes de dónde vengo.¿Qué más te dijo tu padre?— soltó con una expresión mucha más relajada y una media sonrisa.
—Dijo que lo pensaría. Que por el momento no te alejaría de mí ya que no me has hecho daño, además le conté cuando me salvaste de esos sujetos malos. Los del callejón la otra vez. Creo que ellos si estarán en problemas apenas papá los localicé.— respondió, está vez con un toque de emoción. Cuando le dijo ese detalle a su padre por un momento el hombre mayor pareció considerar bastante que aceptará a Alastor como su Alpha.
Solo por un momento. Saliendo con su mierda —segun el Omega— de: "Necesita más que eso para demostrar que va enserio contigo y puede protegerte".
Luego la parte más incómoda también vino luego de eso, cuando su padre le dijese que más sabe acerca del tal Alastor aparte de que viene de Nueva Orleans y es muchísimo mayor que él. Su padre quería saber a qué se dedica, cuánto gana, su apellido, que tal pelea, sus amistades o relaciones con otras familias. Y sobre todo, si él sabe a lo que se dedica la familia Dust realmente.
El señor Dust sabe del gran peligro que corren sus hijos — se preocupa más por el Omega de la familia que es Ángel— por su oficio familiar. Por eso a veces ha pensando también en alejarlo de esa vida de criminales y extorsiones. De balas y sangre. Quizás no lo aparenta mucho, pero realmente quiere lo mejor para el menor de la familia.
En ése momento, mientras su hermana se encontraba a un costado suyo se dio cuenta de algo muy importante y grave. Y es que no conocía tan bien a Alastor. Porque no sabía cuál es su apellido, y aparte de tener conocimiento de que sus dos padres están fallecidos, no sabe que más conexiones o amistades tiene fuera del trabajo.
Y respecto a si puede defenderlo, él le contestó a su progenitor con un grandísimo Sí. A pesar de que no conocía su apellido u algún otro dato extra, recordaba que el Alpha práctico casería por un largo periodo de tiempo. Aparte de que fue leñador. Por lo que debe ser ágil, astuto y fuerte. Y para él eso es suficiente. Porque Alastor es perfecto tal y cómo lo está conociendo.
“—Nadie es perfecto, Ángel. Sólo recuérdalo. Quizás él no te ha enseñado su lado más oscuro.” había dicho su padre mientras frunciendo el ceño, apagando su cigarrillo.
Y en ese aspecto, no estaba en total desacuerdo con lo que había dicho. Puede que sí, quizás Alastor no sea perfecto. Pero incluso conociendo sus defectos, se enamoraría de ellos. Por algo aún siguen tratándose, conociéndose.
—Cuando dices de tu negocio familiar, no te refieres al del bar. ¿O si?— preguntó sacándolo de sus pensamientos, después de un largo rato que estuvieron en silencio.
—¿Quieres saber? Porque si quieres saber, podría contártelo. Puedo contarte todos mis secretos Al... Si tú me cuentas los tuyos.— dijo con seriedad y determinación, mirandolo fijamente a los ojos. Cerrando sus puños en busca de una respuesta por parte del contrario.
Alastor se llenó de sorpresa, debe admitir.
—Sabes, aún hay tantas cosas importantes que no se de ti. — suspiró con ironía.— Cosas básicas, como tú apellido.
—Walker. — respondió de inmediato.— Alastor Walker. — el menor estuvo apunto de decir algo, pero fue interrumpido. — Y respecto a lo demás,
¿Puede ser mañana? Realmente quiero llegar a casa. Tu cuarto es bonito y colorido, pero quiero un lugar que conozca para descansar. Además que no creo que a tu padre le gusta que de verdad este más tiempo aquí contigo, a solas.
—Te guiaré a la salida. — respondió encogido de hombros.
—Gracias. — agrando más su sonrisa. —¿Yo sé tú nombre completo?
Ángel hizo una ligera mueca. Poniéndose de pie.
—Mi primer nombre en realidad es Anthony. Pero me gusta más el segundo, Ángel. — comentó casi en un susurro, poniendo sus manos detrás de su espalda baja. — Soy Anthony Ángel Dust. Aunque a veces me gusta mucho cuando mi hermana me dice Angie. — añadió con una pequeña sonrisa.
—Entonces te gustaría más que te diga, Oh Anthony~ — dijo en tono coqueto y seductor, sonrojando de inmediato al menor. Nunca alguien había dicho su primer nombre así y le gustó bastante. Realmente se sintió avergonzado y Alastor lo percibió. Su aroma se sintió más dulce.— O prefieres un, Oh Angie~
—¡Cualquiera de los dos se escucha bonito! ¿Bien?— exclamó intentando ocultar por unos segundos su rostro enrojecido con sus pequeñas manos. Escuchando una pequeña risa del Alpha. — Cálmate, caminante. — se burló, causando que el castaño lo mirara enfadado.
—Si hablamos de apellido, tú no te quedas atrás. Polvo. — dijo con una sonrisa maliciosa y entonces ambos estallaron a carcajadas, en realidad él no estaba molesto. Le divertía la ocurrencias del menor. Le son bastante entretenidas y nunca se aburre a su lado.
Por eso no le gustaría que Ángel se fuese con alguien más. Sería tan lamentable.
—Puede que, para que mi padre terminé de convencerse que serás un buen Alpha para mí, tengamos que hacer una cena familiar para que te conozcan.— carraspeo para cambiar de tema, intentando parar con las risas. Su corazón se sentía inquieto al disfrutar del agradable cosquilleo de estar tan cómodo y liviano junto al Alpha. En un ambiente entre risas como lo fue hace unos segundos.—Es como una "tradición". — agregó haciendo énfasis en la última palabra.
—¿Algo en particular de como deba ir vestido?— cuestión con interés, Ángel sonrió por ello.
—No vayas muy formal. Algo casual, como cuando vas al trabajo. Que te sea cómodo pero a la vez muestres interés en ésto. Pero no demasiado. — dijo enredando un poco a Alastor. Quién se preguntaba cómo es posible que en tan poco tiempo ya deba empezar a prepararse para una cena familiar.
Ambos salen por fin del cuarto y Ángel guía al mayor hasta la entrada y salida principal. Ambos se despiden con un beso en la mejilla, dejando a varios del local expectantes por la acción. Sólo aquellos chismosos que lo miraron. Uno que otro celoso, claro está.
El cielo se ve nublado.
X
Ángel pensó por un pequeño momento, solamente en la posibilidad u opción de que su padre acepte más fácilmente y rápido a Alastor. Conociéndolo.
Incluso si eso significa arriesgarse a él mismo por ir al siguiente nivel. Saltando algunos escalones.
Pero, ¿Qué más da? Después de todo, solo se vive un vez.
X
Alastor no tardó mucho en captar que alguien lo seguía. De echo apenas lo confrontó, el otro misterioso y desconocido hombre le hizo saber de inmediato que lo seguía por Ángel. Porque lo vio ser muy "cariñosos" en la entrada del bar. Y porque el Omega olía un poco a él. Y se veía feliz por eso.
La descripción del hombre no es importante, porque no volverá a aparecer y no es de relevancia para el Alpha amante de la cocina.
El Alpha al ver cómo el hombre de unos veinte y algo de años no se iba a marchar por las buenas ni lo iba a dejar en paz, menos cuando esté dio el primero golpe y no precisamente con sus puños, fue cuando actuó.
Sangre sangre sangre.
Era cerca de las once de la noche, el castaño se encontraba terminando de desmembrar el cuerpo de la persona y guardar ciertas partes en un refrigerador grande y aparte que tenía oculto en su sótano. Ahora, se encontraba limpiando sus manos de la sangre que tuvo que cortar y hacer carne molida. Después probaría como le serviría o que platillo podría preparar. Había pasado un buen tiempo, desde que vino a Nueva York. Ya cumplió un mes viviendo allí.
Pero lo que no se esperó es que alguien tocará la puerta. No a esas horas de la noche.
Los únicos que iban hasta donde él vive es aquel que reparte el periódico — varias veces Ángel hace el favor de entregárselo apenas lo recoge de su entrada— y algún cartero que viene cada semana para dejar cartas escritas por algún superior suyo del trabajo junto con algo de dinero. Pero todo esto ocurría antes del medio día.
Y otra cosa que tampoco se esperó, es que al abrir la puerta apenas se secó rápidamente sus manos fuera ver al Omega. No sabía si se alivio por no ser algún policía o se puso más tenso cuando sus ojos se encontraron con los azules del chico.
La casa podía oler aún a un poco a sangre, no sabía que tan buen olfato podría tener el Dust.
—Ángel, se supone que vendrías mañana a las siete u ocho de la mañana como regularmente lo haces. Apenas darán las once. Vaya sorpresa que me has dado. En serio. — dijo en cierto tono precavido, con una gran sonrisa.
Detrás de él llovía. Sólo estaba cubierto por el techo que sobre sale de su cabaña. Estaba tan centrado en otras cosas que no notó que el rubio estaba temblando del frío a pesar de llevar consigo un gran abrigo, mojado.
—¿Me dejaras entrar? Esta lloviendo.
—¿Por qué viniste hasta aquí con tan mal tiempo?— quiso saber dándolo el paso libre. Pero aún precavido. No cree posible que el chico vaya directo a su sótano, al menos no ahora. Pero sería muy malo que de alguna u otra forma, descubriera que la carne que tiene guardada no sea precisamente de algún animal.
El rubio se deslizó su abrigo, se notaba que necesita entrar en calor rápido. Se volteó para mirar expectante al Alpha.
—Escape de casa.
Palabras: 2,653
Fecha de publicación: jueves 30 de enero del 2020.
Escritor: JaquiiAleWorld
Au: Omegaverse - Human's
Fandom: Hazbin Hotel
Historia: "Polvo de Ángel"
Nota del escritor:
¡Bendito sean los tacos al pastor por darme inspiración! (Los que ven mis estados en WhatsApp entenderán)
Ufff, ¿Qué puedo decir? El celo de Ángel se vio atrasado xd. Pero de que está muy cerca, lo está.
Ahora, como no se el apellido de Alastor pues me puse a super investigar. De echo la razón por la que me tarde media hora más en actualizar aparte de editar el capítulo (me disculpó por los posibles errores ortograficos que se encontraron) fue por andar viendo que apellido a Alastor ponerle, neta me tarde en eso. Xd y tuve otras opciones. Así como ponerle un segundo nombre que al final no hice.
Si todo sale bien, el 08 de febrero habrá otra actualización. O incluso puede que tal vez antes.
En fin, espero que les haya gustado esta nueva actualización ^∆^ no sean gays y comenten °^°
Siganme en sintonía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top