•Ocho:
“Sólo un ser celestial puede gobernar el Infierno.
Dios escogió al más hermosos de todos sus ángeles para ese trabajo, aquel que puso a un tercio en su contra. El primero que llevó a otro nivel, el libre albedrío."
—Haber si entendí. Toda tu familia está envuelta en la mafia.— concluyó el castaño después de un par de (varias) palabras que Ángel intercambió con él.
Ambos aún seguían sentados, con platos vacíos en la mesa mirándose entre sí.
—Si, más o menos. En realidad mi hermano mayor es quien más está metido en esto. Papá no deja a Molly todavía, ni mucho menos a mí. Ha sido el negocio familiar por generaciones. Desde que existió mejor dicho. Aunque mi padre a veces ha pensando en alejarme a mí por lo menos de esa vida. Prefiere dejarme el bar. — hizo una breve pausa para relamer se los labios, poniendo sus manos a los costados de sus codos apoyándose en la mesa. — La mafia no permite Omegas dentro del negocio. Es bastante estricta (y machista) en ese sentido. — suspiró.
—¿Y las drogas?
—No es algo que haga seguido. Solo quice probarlo, lo juro. Se más de armas que de drogas. — se defendió, recordando su primer arma.—Sólo que esa vez no pude defenderme correctamente. ¿Y sabes? En medio de toda esa confusión, y alucinaciones extrañas en mi vista, hubo algo que destacó e identifique. Y que hasta el día de hoy me sigue gustando más que cualquiera droga.— agregó sonriente.
—¿Qué cosa?
—Tu aroma, Alpha. — soltó con obviedad.
—Nunca pensé que el romántico aquí serías tú.— sonrió por fin, divertido.
—¿Algo más que desees saber sobre mi?
—¿Piensas volver a casa?— preguntó sin pensarlo.
—Creo que al final si lo hare. Pero ahora no, no es el momento. — contestó un poco cohibido.
—¿Cuál fue el problema exactamente que tuviste con tu padre?— insistió en saber Alastor. Haciendo de su característica sonrisa tan sólo una línea recta en sus labios.
—El idiota de mi hermano sólo lo llena de ideas estúpidas y anticuadas. Te juzga sin conocerte.— soltó con bastante enfado e irritación. Alastor comprobó su teoría de que efectivamente no se ha de llevar bien con su hermano y que no quiere decir su nombre por tales razones. Al menos no aún. — Mark dice que solo es protector conmigo. — Se equivocó, reveló su nombre más pronto de lo que creyó.— Pura mierda dice, sólo es protector conmigo cuando se le pega la gana. Que se siente en un pito. — insultó sorprendiendo bastante al mayor.
Todavía están en el tiempo en que no se escucha, nunca a un Omega decir cosas vulgares u obscenas. Por lo cuál lo hace ver más rudo y grosero. O que las diga con tanta libertad.
—Entonces de tus hermanos, él si está metido en el negocio familiar.— repitió.
—Correcto, él tiene veintitrés años. Y ya terminó la Universidad. — aclaró, cinco años mayor que él cálculo.— Molly es probable que el próximo año se meta igual al negocio. Pero en lo que respecta a mí, no hay esperanza alguna.— resopla con una mueca inconforme. Alastor se preguntó si el problema de Ángel es que él si quería ser parte de ese peligroso negocio.
—Sobre la cena que quería hacer tu papá para conocerme, ¿Se hará o ya no?— preguntó para cambiar de tema, notó a Ángel bastante irritado.
—Puede que si. Pero será un domingo. Siempre son los domingos.— contestó más relajado.
—Hoy es domingo.— agregó preocupado.
—El próximo, quizás.
—Bien, es todo. — levanto los trastes para llevarlos al lavadero, con ayuda del más bajito.
—Ey. Aún falta mis preguntas. — exigió el rubio frunciendo el ceño y haciendo un puchero en sus labios.
—¿Y que más quieres saber de mí?
La sonrisa del Omega le inquieto por un segundo. Dejó los trastes en el lavadero y mientras el Omega ayudaba a lavarlos, lanzaría sus preguntas.
—¿Eres viudo?
—No. Nunca me he casado.— agregó para no sonar tan cortante con su respuesta.
—¿Tuviste alguna relación antes?— preguntó con bastante interés.
—Por lo increíble que pueda sonar, no. Lo más cercano que tuve de alguna amistad cariñosa y de confianza fue con una mujer Beta llamada Mimzy.
Oh, que recuerdos.
—¿Pero...?— encaró la ceja, como si adivinara que hubo algún problema.
—Murio hace un par de meses. — responde con una pequeña sonrisa nostálgica. — Me caía bastante bien.
Ángel no sabía si sentir celos hacía una persona ya muerta.
—¿Le tienes miedo a algo?
—No. Pero si siento un desagrado por los perros.
Ángel bufó cruzándose de brazos. Descartó de inmediato en su mente la idea de adoptar a un perrito. Aunque aún tenía la opción del cerdito. Luego le recordará al Alpha que le prometió un cerdito de mascota. Quiere el más rosado de todos.
—¿Sólo trabajas como locutor de radio, entonces?
—Si. Ya no frecuentó la caza de animales. Ya no de ellos. — murmuró ésto último.
—Ahora, ¿Tienes alguna doble vida? Ya sabes, como el verdadero negocio familiar. ¿Tienes algo parecido?— le miró para analizar sus expresiones faciales mordiendose su mejilla.
El olor de Alastor jamás lo ha delatado en esas situaciones. Pero Ángel pudo percibir que si se puso un poco tenso, lo suficiente para hacerle pensar que sí ocultaba algo. Y la intriga lo carcomia.
—. . .
—De acuerdo, ese silencio me intriga y espanta al mismo tiempo. Nunca te he escuchado sin decir nada al respecto. — comentó intentando mantener la calma y pensando en que decir en esa situación.
—. . . No soy afán de mentir. O al menos, no a mentirte a ti. Por eso prefiero guardar silencio.— fue su respuesta. Su cantarina voz no estaba presente, si no una más grave y severa. Pero Ángel pudo detectar bastante honestidad en lo que dijo.
—¿Puede haber algo peor que ser un mafioso o narcotraficante? Oh espera...— hizo una larga pausa intentando pensar. Justo terminaron de lavar los trastes y sus manos estaban llenas de burbujas de jabón. Alastor se encargó más de enjuagar los y secarlos. Se lavó las manos entonces. Decidieron regresar al comedor para seguir hablando.— ¿Eres un asesino a sangre fría? Porque entonces si es malo, pero no tan malo. ¿Comprendes?
—Es similar a lo del asesino.— admitió despertando más interés en el contrario.
—¿Pero...?— por experiencia, Ángel siempre sabía que había un pero en cada confesión o explicación.
— Es extraño esto. Porque siento que debería tener miedo. Pero no lo asimiló bien. ¿Por qué debería tener miedo?— dijo apretando sus nudillos y un amargo sabor recorrer su garganta. Confundiendo al Omega al no entender que tenía que ver el miedo con ser un asesino. Alastor no parecía ser la clase de persona que tuviese miedo de ser descubierto.
Hubo otro silencio, uno ni muy incómodo ni muy agradable. Insólito.
— Quizás tengas miedo de que no te acepte por lo que seas que ocultes.— comenzó a decir, recibiendo un par de ojos que ahora lo miran con demasiada atención. Ángel no estaba del todo seguro si lo que diría sería acertado a lo que puede sentir y expresar el Alpha, pero aún así decidió continuar para otorgar alguna clase de silencio más frío e incómodo.— Que te abandone, y en el peor de los casos denunciarte. Quitarte tu libertad aunque no te veas como alguien que le tiene miedo a la policía. Mi padre me enseñó algo muy importante, y creo que es lo único realmente bueno que he escuchado de él.
—¿Qué es?— inquirió, Ángel le regaló una pequeña sonrisa antes de ponerse en modo sabio y viejo. Para darle un aire más similar al de su padre.
— Él dijo: Aprende amar a una persona sabiendo sus defectos. Y aprendete a amarte a ti mismo con todo y errores. — hizo una pequeña pausa.— O algo así.
—A mi lo que me dijo mi padre fue: La verdad no te asusta, si es algo en lo que tú no crees. — sus hombros se relajaron. Más vieron algún otro punto en la habitación. Y tomó un ensamble más serio. — Supongo que por eso no temo a ser juzgado por algún Dios que decida a dónde más irá mi alma cuando muera. Pero estoy seguro que los que van al Infierno es porque mueren con arrepentimientos, con culpa. Y yo nunca me arrepentiré de las cosas que he hecho en mi vida. — agregó con seriedad. — Podré morir en paz.
Ángel reflexionó lo dicho por el Alpha y su manera de ver la vida, en cierto aspecto. Dándole la razón.
—¿Y en qué no debo creer, Alastor?— preguntó, el mencionado volvió a dirigir su mirada hacia él aún con su expresión seria y pensativa. Con un gesto neutral en todo su rostro.
Ninguno había tenido una conversación tan larga y profunda como la de ahora. Quizás porque ninguno encontró a la persona con quién tenerla y que los temas de alguna manera se relacionen entre sí. Secretos, doble vida, a dónde vas cuando mueres y arrepentimientos.
—En mí. — contestó dudoso. — Tal vez. — agregó con toque irónico.
—Creo y confío más en ti. Porque se que nos a complementamos, de alguna forma que aún no terminó de entender. De alguna forma que se que está bien. — se echó para atrás mirando al techo por un momento y sintiendo los suaves latidos de su corazón. Relajando sus facciones que habían endurecido en toda la conversación que se fue envolviendo en algo más oscuro y serio.
— Acompañame. — dijo de sorpresa, poniéndose de pie haciendo sonar el chirrido de la silla hacia atrás. Fue un movimiento seco.
Algo entre ellos dos aún existía, no había tensión pero tampoco estaban del todo tranquilos. Solo miles de pensamientos atravesando su alrededor.
Ángel no dijo nada más y fue a dónde él lo llevo. A una de las partes de la casa que todavía no ha explorado. El sótano.
Apretó el interruptor y todo el cuarto fue alumbrado por un solo foco que emitía luz blanca que podía cegarte. El Omega parpadeó un poco para acostumbrarse a la luz del oscuro lugar. Dónde ningún rayo del sol podía llegar hasta ahí abajo.
Notó que el Alpha se acercó a un refrigerador. Parecía ser el objeto que más ocupaba espacio y a la vez el más escondido entre algunas sábanas viejas y muebles de maderas antiguos. Observó como al abrirlo salió un humo frío que le heló hasta los huesos. Alastor se puso unos guantes de látex negros y le dio otro par a Ángel.
—¿Es carne?— preguntó al sentir no sólo el aroma de la carne fría, también al ver aparte de pedazos de carne como el lomo y grasa, una buena porción ya estaba molida.
—¿Me ayudarías a cocinarla?— preguntó sonando casi como un favor.
Ángel se preguntó desde cuándo tenía la carne ahí.
—Claro que si. Pero, no entiendo que tiene que ver la carne con aquello que no quieres que nadie sepa. — agregó ayudándole a sacarla y ponerla en un canasto que convenientemente no estaba lejos del refrigerador.
Había bastante como para cuatro personas, y ellos eran solo dos. Quizás haya mucho recalentado. Aunque también depende de qué platillo vaya a cocinar.
—No es carne de animal, Ángel. Y es reciente.— aclaró sin voltear a verlo. Terminando de poner la carne en los dos canastos, uno que cargaría el Omega y otro él. Cerró el refrigerador llevándose consigo parte de su helado aire.
—Oh...— fue lo único que dijo, procesando lo recién descubierto.
Subieron las escaleras hasta salir del sótano, que detrás de ellos fue cerrado con candado y Alastor guardó la llave. El menor pensó por un momento que se iba a quedar atrapado ahí abajo como algún triller de terror que ha leído. Pensó en secuestros, carne...
—Sabes, creo que sí hay algo a lo que le tengo miedo. — dijo al recordar la pregunta de hace varios momentos atrás y rompiendo el silencio que se logró formar.
Ambos llevaron las canastas con la carne hasta la cocina. Ángel vio como Alastor sacó de un cajón un pequeño un libro de recetas que posee.
—¿Y es?— preguntó. Aunque a veces se sentía perdido. No sabía si sentir miedo o fingir indiferencia ante la situación. Por el momento, sólo se sentía aturdido.
—Que terminé matando te.
X
El resto de la tarde habían estado demasiado distantes. Una clase de atmósfera tensa y extraña los rodeó impidiendo que puedan hablarse entre sí, porque no sabrían que decirle al otro o como seguir el hilo de alguna conversación.
Ángel estaba sumido en lo que recientemente acaba de descubrir, y está consiente de lo muy serio y peligroso del asunto, está consiente que Alastor no bromeó en algo así e hizo un gran esfuerzo para confiarle algo como eso a él.
Cada uno se fue por su lado luego de que Ángel le haya ayudado a cocinar la carne. Y admiró un poco como el más alto le ponía especias o partía la carne como si fuera a preparar filetes con ensalada y chimichangas (así es, conoce aquel alimento) de carne molida y camarón. Olía tan delicioso que hasta le dieron ganas de volver a comer. Todo un experto en su trabajo.
Ángel almorzó con Alastor cuando fueron las tres de la tarde. No hace falta mencionar explícitamente que comieron.
Luego del almuerzo, los dos hicieron cosas diferentes. Alastor salía para merodear el bosque o acomodaba algunas cosas en el garaje. Ángel por su parte, prefería escuchar musica en la radio o incluso entrar a la pequeña biblioteca de Alastor para ver qué libros poseía. Y los únicos medianamente buenos que encontró son sobre "La Historia de los Dioeses", "Mitológia Egipcia, Nórdica y Griega", etcétera.
A pesar de haberlo ayudado a preparar el almuerzo hace no mucho, y estar consiente de lo que estuvo comiendo, puede que su paladar le haya dicho "está sabroso", pero su mente le retumbaba "estás comiendo carne humana, ¿Realmente te está gustando?"
Y la pregunta que más le hizo entrar en pánico e intriga fue: "¿A quién asesinó? ¿Lo conoceré?"
Pero realmente sólo buscaba no pensar demasiado en ello, porque sentiría que en algún punto iba a vomitar lo que comió apenas lo terminó. Ya no se mostraba tan sonriente, pero seguía viéndose despreocupado y calmado. Y Alastor lo notó. Y en el comportamiento de Ángel hacia él, nunca mostró tener alguna clase de miedo hacia su persona, y eso podría ser buena señal. Sólo seguía procesando absolutamente todo. No todos los días te enteras que la persona que tanto te gusta es un asesino, también es un caníbal que cocina de lo mejor.
Alastor al parecer fue el único que se tomó "mejor" el hecho de que Ángel viniese de una familia de Mafiosos y estuviese envuelto en drogas. Aunque él juró que ya lo había dejado desde que lo conoció. Pero que antes de eso, estuvo una buena temporada metida en ellas que hasta el día de hoy se sorprende que las haya dejado sin problema alguno, como otros que lo intentan y les cuesta mucho dejarlas.
Al caer la noche, Ángel preparó avena mientras que Alastor terminaba de hornear pan de vainilla con chispas de chocolate y nueces. Esa fue su cena, e intentanron romper el silencio de manera menos incómoda.
Anthony Ángel Dust nunca pensó que escapar de casa la noche de ayer, podría traerle tantas cosas, descubrir más sobre su querido Alastor. De apellido peculiar y común, pero al final le seguía gustando.
—Espero no te ofendas pero me gustaría preguntarte un par de cosas personales.— habló después de aclararse su voz. En medio de la cena.
—Puedes hacerlo, Ángel.
Un pequeño silencio, el Omega buscaba las palabras correctas para iniciar su pregunta.
—No me impresiona demasiado que seas asesino. Me tomó por sorpresa sí, pero a la vez me sentí más conectado contigo por ser de alguna retorcida forma, iguales. Fuera de lo común, ya sabes. O bastante compatibles. En cierto modo...
—Somos muy compatibles a la vez que diferentes. — sonrió de medio lado, causando que el menor soltara un suspiro de alivio. Sintiéndose menos tenso, pero seguía intrigado.
— Lo que sí me sorprendió bastante, fue el echo de saber que eres un... Caníbal. — admitió dándole un sorbo a su café. Prosiguió.— Y me pregunté, si sufriste alguna clase de trauma.— Alastor lo miró confundido o quizás incrédulo—
Porque he leído las historias de Hannibal Lecter, sobre la guerra y que comieron a su hermana y después se vengó de esas personas al ser mayor.
Y me gustaría saber si, ¿Pasaste alguna clase de trauma que te condujo a comer personas?— lo miró detenidamente.
—. . . Me gusta mucho cocinar. Y hasta cierto punto odio a los humanos. No todos. Aprendí a cocinar carne humana por parte de mi madre. — dijo entre pausas largas.
—¿Tú madre?— soltó con sorpresa.
—Esa es otra historia. Ella me heredó sus gustos peculiares. No recuerdo si fue antes o después de la muerte de padre que empezó a hacer eso.
—Mencionaste el nombre de una mujer está mañana. . .
—¿Mimzy?
—Si. Ella, ¿Por qué murió?— se mordió levemente el labio inferior.
—Por querer tratar de cambiar algo que no se puede. Por no aceptar las cosas como son. — dijo con cierto toque irónico y burlesco. Aunque en el fondo, realmente estaba molesto. — Ella dijo que si no cambiaba, iba a delatarme con la policía. Que conseguiría pruebas.— añadió llevándose un par de galletas más a la boca.
—Entiendo. — asintió. —Nosotros. . . ¿Estamos bien?
—No lo sé Ángel, ¿Qué quieres hacer tú?— preguntó mirándolo a los ojos. Pudo notar lo hermoso que se veía. Se había puesto su ropa que se terminó de secar así que ya no lucía la suya.
—Estar contigo, Alastor. Es lo que más quiero. — entrecerró sus ojos sonriendo en demasía. Dando a mostrar sus pequeños hoyuelos.
X
Alastor supo que debió llevar a Ángel a su casa —o al bar donde encontrase a su melliza— en el momento que regresó de hacer unas compras para la despensa una oleada de calor le golpeó sin piedad.
Algo que cabe aclarar antes de continuar, es que durante sus compras encontró unas personas — apenas pudo reconocerlos como los sujetos que agredieron o acosaron a Ángel la vez en que se conocieron— y escuchó parte de su conversación.
Sobre un amigo suyo que desapareció sospechosamente. Y que lo último que les dijo fue que iba a darle una paliza al hombre que andaba con Ángel aquella tarde. Osea él. Así que en cualquier momento esos sujetos podrían hallarlo. O quizás el padre de Ángel se encargue, no está seguro.
Antes de perder la razón, fue hasta su habitación donde justamente se hacía el ambiente más caluroso y dulzón. Encontrándose con el Omega en medio de su cama, tendido boca abajo más con sus extremidades separadas, o por lo menos lo que son sus piernas rellenitas.
No sabía si solo fue el fuerte aroma, pero por un instante la vista se le nubló. Tomó la compostura de inmediato y agudizó sus demás sentidos. Efectivamente Ángel estaba gimiendo, bajito y... No sabía con certeza que demonios se estaba metiendo en su entrada que comenzaba a lubricar. Pudo admirar su piel tan clara — no precisamente blanca, más bien como de tonalidades o color durazno— con dos lunares justo en su lado izquierdo del trasero. Lo hacían ver más tierno y provocador.
La facilidad de como hacia entrar el pequeño y delgado objeto en su entrada para darse el mayor placer posible que sus dedos no alcanzaron, creyendo que eso podría ser suficiente. Alastor concordó que no iba a ser suficiente con eso. Sus piernas temblaba y estaba seguro que el Omega había notado su presencia. Por qué el aire ligeramente cambió por el perfume del Alpha.
Alastor cerró la puerta detrás sí. Todo su calor se concentró en su entrepierna. Y el Omega enfrente suyo, a tan pocos metros no le ayudaba si seguía provocando lo, meneando su trasero casi en su propia cara dejándolo ver cómo su pequeña y virgen (aún) entrada se a moldeaba sin mucho problema al objeto que sólo podía reconocer como un pequeño tubo de plástico.
—Asi que, ¿Estás en celo, Angie?— preguntó al olfatear más de ese dulzón aroma.
—¿N-No quieres reemplazar esté tubo, Alastor?— le preguntó en un tono coqueto y bastante lujurioso.
Alastor mentiría si dijera que pensó en marcharse de ahí y esperar a que el Celo del Omega terminase o por lo menos bajará un poco.
—Tal vez. — respondió hasta por fin sentarse en uno de los bordes de la cama, tomar del cuello al menor y besar lo furiosamente.
Sus labios saben a gloria. Y es lo único que necesita ahora.
Palabras: 3,437
Fecha de publicación: martes 04 de febrero del 2020
Escritor: JaquiiAleWorld
Au: Omegaverse - Human's
Historia: "Polvo de Ángel"
Fandom: Hazbin Hotel
Nota del escritor:
¡El capítulo más largo de está historia! Por ahora. Ahora, esperó tener su atención porque debo aclarar puntos importantes que puede tener un poco de Spoiler con respecto a la historia.
Primero; esto es más bien sobre la próxima actualización. He actualizado seguido pero dudo que ahora lo haga, ya que el próximo capítulo no lo tengo muy listo y necesito mucha concentración e inspiración para escribirlo. Y puede que sea igual de largo que esté. Ya que por si no se dieron cuenta, el próximo capítulo tendrá Hard/lemon/sexo gay, como le digan. Y trataré de publicarlo el próximo viernes, que cae 14.
Segundo; quizás lo comenté quizás no. Esta historia va a ser más larga que Bittersweet. Mi primer RadioDust, en colaboración aparte. Cómo recordarán los que leyeron alcanzó cinco partes, capítulos largos. Por lo que está historia tendrá más partes. Pero eso no significa que tenga más de 20 capítulos. De echo ya estuve calculando y es seguro, que posiblemente está historia tenga trece capítulos más el epílogo en total.
Tercero; neta que estoy emocionado por el final. Es que será tan gay. De echo, ya dije pistas (lo que primero que publiqué antes del primer capítulo) sobre cómo podría terminar, pero son tan pequeñas.
Creo que ésto es todo, de echo la idea era publicarlo mucho más temprano pero me aguanté. En fin; nos vemos en la próxima!
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