El reto (Parte 2)

TOM

—Conmigo no se juega —hablo fríamente mientras aprieto el gatillo.


El hombre que tengo delante era socio mío, y se le acabó la vida en el momento que descubrí que me quiso timar, no sé por qué siguen pensando algunos que pueden jugármela, cuando ya he demostrado con creces quién soy y cómo soy. Soy el hombre más temido de Europa, el más rico y con más poder, más incluso que los mismísimos reyes, ya que ellos me sirven a mí, todo el mundo me sirve a mí, soy el mayor narcotraficante y empresario del planeta, tengo tanto negocios legales como ilegales y siguen creyendo que van a poder conmigo, eso me cabrea y mucho, todos dicen que soy muy cruel pero es que desde que tengo catorce años estoy acostumbrado a matar ya sea con un arma o con mis propias manos, obtengo respeto y poder y eso solo se consigue siendo cruel, yo soy el dueño y señor de todo lo material de este mundo y si me apuras hasta de las almas de todos los seres humanos. La satisfacción de que todo el mundo te bese los pies es adictiva y cuanto más poder tengo más quiero. Guardo mi arma en la chaqueta y me vuelvo a hablarle a mi mano derecha:

—Deshazte de esta rata y encárgate de su mujer e hija —ordeno a Javi con voz tranquila y contundente mientras enciendo un cigarrillo.

Javi hace un gesto con la cabeza y me voy a la salida del sótano escaleras arriba, a todos los que quiero torturar o hacer lamentar su existencia los traigo aquí, al sótano de mi mansión, llego al vestíbulo y está mi madre y mi padre esperándome.

—Tom, necesito revisar estas cuentas lo antes posible —me habla mi padre con un bloc en la mano, sigue pendiente tanto de las cuentas como de mis acciones, siempre supervisándome.

Él era el antiguo capo, pero a sus cuarenta y cinco años prefirió retirarse para pasar tiempo con mi madre y disfrutar de la vida, siempre ha infundado respeto, incluso estando retirado no hay quien le eche el aliento, aunque yo no lo vea así, porque en nuestra familia somos así, crueles con los demás y cariñosos entre nosotros, yo nunca me he llevado un golpe o una mala voz de su parte, nunca, me dejó a cargo de todo y ahora llevo seis años reinando a mi manera, por supuesto él es mi mayor apoyo, él y mi madre, que aunque yo decida, siempre lo consulto todo con él, ya que soy quien soy gracias a él y a mi madre, son los pilares fundamentales de mi vida, y daría mi vida por ellos, son los únicos que hacen que mi corazón no sea tan frío.

—Padre, mañana, ahora no puedo —le contesto con prisa.

—Hijo, cena con nosotros, han hecho algo que te gusta mucho —me dice mi madre con cara afligida porque sabe que voy a rechazarlo otra vez.

—Mamá, no puedo, mañana hablamos como ya he dicho —le contesto a mi madre subiendo las escaleras hacia mi habitación. Sé que lo único que pretenden es tener más cercanía conmigo pero necesito la cabeza fría para mis negocios, mi padre se ha ablandado bastante, antes no era así, era como yo, y además estoy bastante cabreado por el encuentro de hace unos minutos, me enerva que sigan intentado quedar por encima de mí. El trato era que en el último cargamento yo me quedaba con el ochenta por ciento de la mercancía, y solo apareció el setenta y ocho, sí ya sé que es una nimiedad pero por ahí se empieza y se termina obedeciendo a tus enemigos y metido en la miseria y no pienso permitirlo, mi palabra es ley y punto.

Entro en mi habitación y me meto en la ducha, necesito desconectar un poco, salgo de la ducha y llamo a Javi:

—Vamos a Inferno —le suelto sin más y dejo el móvil.

Me conoce a la perfección y no hacen falta más palabras, ya con eso sabe el operativo que tiene que desplegar para yo poder salir de casa, siempre tengo más de cincuenta hombres a mi alrededor, por protección.

Me pongo unos pantalones de pinza negros y una camisa, dejo el cuello abierto, me echo perfume, es el Black XS de Paco Rabanne, guardo mi Glock 19 en la parte trasera de mis pantalones, me pongo mi Rolex y salgo directo a mi Bugatti negro.

Cuando llego, voy directo a la sala reservada solo para mí, conozco el local como la palma de mi mano, ya que es otra de mis empresas, me siento en el sofá beige y me enciendo un cigarrillo. Javi se sienta a mi lado, es mi jefe de seguridad y mi mano derecha pero también mi amigo, y se puede tomar la libertad que quiera a mi lado, ya que se la tiene ganada de sobra, ya que ha puesto su vida a cambio de la mía unas cuantas de veces.

No tengo amigos, pero Javi es lo más parecido. La camarera me trae una copa de whisky solo, como siempre. Me levanto y me acerco a la cristalera, esta habitación está insonorizada, y voy mirando cómo todos se divierten sin preocupaciones en sus vidas normales lamentables, me encanta mi vida.... Espera.... «¿Quién es esa?» Me llama la atención una chica en medio de la pista, está bailando con sus amigas y parece estar divirtiéndose. Es impresionante, me quedo embelesado mirando cómo se mueve, tiene una belleza imponente, hay algo que tiene que hace que destaque de las demás, se me empieza a poner dura, tiene a muchos chicos alrededor como moscas y ella los despacha a todos, no estaría nada mal tenerla debajo de mí al final de la noche, necesito soltar tensión y está chica se ha llevado toda mi atención hoy.

—Javi, mira esa, ve y dile que suba —ordeno, cada vez con mas ganas de jugar.

—Ahora mismo, Tom —responde alejándose a las escaleras.

Momentos después lo veo acercarse a la chica, veo cómo ella rehúsa la petición por la cara de suficiencia que pone, no puede ser, a mí nadie me niega nada, nadie, nunca.

Javi aparece momentos después para confirmarme lo que he visto. Me sale una medio sonrisa, me gustan los retos, y me gusta esa chica, esta noche es mía sí o sí.

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