-¡Adeline! 

La joven peli-negra se sentó asustada, su rostro estaba rojo por el sudor y el llanto.
Su respiración era agitada, estaba a punto de tener otro ataque de asma. Trató de controlar su respiración, y así poco a poco tranquilizarse.

-¡Miriam!

Su llanto seguía aumentando a medida que seguía tomaba conciencia.
Agarró el brazo de la morena, sus manos estaban temblando.

-¡Adeline! ¿Quieres hablar? ¡¿Qué paso?!

-¡Dios! ¡¿Qué hice para merecer esto?! ¿Por qué me castigas así? ¡Ayúdame!

La joven de nombre; 'Adeline' no escuchaba nada de lo que la morena hablaba, pues sólo le rogaba a Dios que la proteja.

-T-te traeré un té.

Se soltó del agarre el cual no era muy fuerte, dejó a la peli-negra sola en su pieza. La joven seguía temblando por el miedo, mientras algunas lágrimas traicioneras salian de sus inexpresivos ojos negros sin brillo.

-Nadie ha sido salvado por su fé. Tú Dios no te salvará.

Susurraron detrás de ella, de la impresión salió de su cama, apoyándose en una de las paredes de su pieza, deslizándose hacia abajo quedando sentada en el piso.
Con su vista revisó cada esquina de su habitación... No había nada.

-¡Adeline! ¿Quieres jugar conmigo? ¡Siempre seré tu mejor amigo!

Se escuchaba como una extraña voz le hablaba, y se reía de ella, la chica cubría sus oídos lo más fuerte que podía, ¡no quería escuchar esa voz, le daba repugnancia!.

-Adeline, te traje un té con galle-

No acabó de hablar, pues vio como su mejor amiga estaba acostada en el piso, con lágrimas en sus ojos y la mirada perdida. De su pequeña nariz salian unas cuantas gotas de carmín que manchaban aquélla alfombra beige que cubre toda la habitación.

-Ya no quiero esto.

Adeline, por fin calló en cuenta, por más que se deshaga de esa caja, siempre volverá por ella, siempre estaría con ella, para atormentarla todo el tiempo que el quisiera hasta volverla totalmente loca.

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